Oscar Armando Vega González

Rut : Solo certificad
Fecha Detención : 19-09-1973
Comuna Detención : Copiapó
Fecha Asesinato : 22-10-1973
Comuna Asesinato : Antofagasta
Fecha Nacimiento : 31-08-1906
Edad : 67
Lugar Nacimiento : Copiapó
Partido Político : Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU)
Estado Civil e Hijos : Casado con hijos
Oficio o Profesión : Obrero agrícola
Nacionalidad : Chilena

Antecedentes del Caso

VEGA GONZALEZ, OSCAR: 67 años, casado, dirigente sindical, muerto por suicidio el 22 de noviembre de 1973 en el Campo Militar de Detenidos de Chacabuco.

Oscar Vega González murió ese día a las 10:00 horas, en Chacabuco, por asfixia por ahorcamiento, suicidio, según consigna el Certificado Médico de Defunción del Instituto Médico Legal.

De acuerdo con declaraciones de testigos, Oscar Vega, militante del Movimiento de Acción Popular Unitario (MAPU), fue un antiguo dirigente político y sindical. Tuvo cargos directivos en la Federación campesina "Waldo Parra" y fue Presidente del Consejo Campesino de la Provincia de Atacama. Anteriormente había sido trabajador y dirigente sindical en las salitreras del Norte Grande.

El 19 de septiembre de 1973 fue detenido por militares junto con otros dirigentes sindicales campesinos, mientras trabajaban en el Centro de la Reforma Agraria en el valle de Copiapó. Los acusaban de activistas políticos.

Fueron trasladados hasta el Regimiento Atacama de esa ciudad, luego hasta el Cuartel de la Policía de Investigaciones y finalmente, a la Cárcel de Copiapó. En estos lugares de detención, de acuerdo a testigos, no obstante su edad, fue golpeado y maltratado física y psicológicamente. Durante su permanencia en la cárcel no tuvo ningún contacto con su familia, la que vivía fuera de la zona. Esta situación lo sumió en una profunda depresión que lo llevó a atentar contra su vida por primera vez mientras se encontraba recluido en el recinto carcelario.

El 10 de noviembre de ese año, junto con otros prisioneros, fue trasladado al Campo Militar de Detenidos de Chacabuco. Según un testigo, su depresión aumentó, pues en ese mismo lugar, en los tiempos en que funcionaban las salitreras, había trabajado y vivido con su mujer e hijos. El testigo recordó que le había enseñado su casa familiar de entonces, la que todavía estaba en pie.

El 22 de noviembre de 1973 fue encontrado colgado de una viga, en el interior de la vivienda que compartía con otros prisioneros en el Campamento.

Considerando los antecedentes reunidos y las investigaciones realizadas por esta Corporación, el Consejo Superior llegó a la convicción de que Oscar González Vega tomó la determinación de quitarse la vida impelido por los maltratos físicos y psicológicos que sufrió durante el tiempo que estuvo privado de libertad por agentes del Estado. En consecuencia, lo declaró víctima de violación de derechos humanos.
 

Fuente :(Corporacion)

Prensa

Suicidio

Minoletti puso brutalmente el tema del suicidio en la cabeza de los prisioneros. Después de la diatriba del oficial, el desafío para los presos era evitar que el suicidio fuera una tendencia y que la depresión en la incertidumbre resultara contagiosa. Era fundamental, entonces, la forma de convivencia que tendríamos. Y había que empezar por las casas, que afortunadamente no eran celdas ni lugares de aislamiento. Una vez designadas las casas, se fueron habitando con resignación. Hogares provisorios, incompletos, de hobres que disimulaban su tristeza. Los nuevos chacabucanos fuimos construyendo una comunidad, como una forma de convivencia en la que espontáneamente surgió la iniciativa de compartir alimentos, ropa, medicamentos y tareas en función del bien común. Compartíamos, como diría el recordado Humberto Giannini, una “experiencia moral”. En esta lógica de resiliencia comunitaria —en una aldea primitiva con Consejo de Ancianos—, los presos optamos naturalmente por el autocuidado, por tratar de evitar las actitudes que acentuaran la lógica depresión, las angustias o el pesimismo en el grupo. Había que vigilar a los compañeros que se aislaban o tomaban demasiado “caldo de cabeza”. El sentimiento de soledad era irreparable. Los estados depresivos que podían manifestarse en el aislamiento hacían temer por los suicidios. Cuando apenas llevábamos unos diez días en el Campo, se suicidó un compañero del pabellón de Copiapó: Oscar Vega González.

Don Oscar

Tenía 67 años. Su ánimo era preocupante para los compañeros copiapinos de la casa 2 del pabellón 2. En conocimiento de su estado, asignaron a dos personas, a los más jóvenes de su pabellón, para que lo cuidaran. Comisionaron a Nibaldo Toro y Agustín Díaz su vigilancia; “pero ese día en la mañana —cuenta Nibaldo— nos confundimos pensando mutuamente que el otro lo estaba custodiando, momento en que el compañero buscó su casa para suicidarse”8 . Entró a la casa de la calle Serrano 71, que estaba deshabitada. La calle Serrano desemboca en la cancha por donde pasábamos diariamente para asistir a las formaciones. La mala nueva corrió como reguero de pólvora. Atilio Gaete llegó acezando con la noticia por el hallazgo del cuerpo, cuenta Hernán Isakson. Se le avisó a la comandancia. También al presidente del Consejo de Ancianos que al ser médico podía, quizás, certificar —junto al médico militar— que se trataba de un suicidio. Recuerdo que a Mariano le correspondió también inventariar las pertenencias de don Oscar. Al Dr. Jenkin, también prisionero, le avisó el sargento López. Oscar Vega, el mayor del grupo de copiapinos, estaba colgando de una viga rota. El cuerpo lo bajaron entre cuatro personas. “A los que ayudamos a bajarlo —relata Isakson—, el médico militar nos dio unas pastillas tranquilizantes y nos eximieron por ese día de la formación”. Hasta donde sabemos, el cadáver se lo llevó una ambulancia. El 22 de noviembre, durante

8 Testimonio de Nilbaldo Toro Henríquez, por correo electrónico, jueves 9 de enero de 2014.

la formación, el presidente del Consejo de Ancianos pidió un minuto de silencio por Oscar Vega González. El impacto fue tremendo, extendiendo la depresión en los prisioneros. La versión del suicidio se impuso como un dato de realidad, pero por las circunstancias no impedían el escepticismo ni los “caldos de cabeza”. La prisión política empujó a Oscar Vega a la muerte. En septiembre de 1973, inmediatamente después del golpe, a Oscar Vega lo apresaron y fue castigado salvajemente. Lo llevaron a la cárcel de Copiapó, donde —relata Nibaldo Toro—, “cayó en un estado depresivo que lo llevó a atentar contra su vida cortándose las venas, pero fue salvado por los compañeros que estaban cerca de él, que lo auxiliaron a tiempo”. El día 18 de noviembre de 1973 fueron notificados 35 presos políticos de la cárcel de Copiapó de que serían trasladados a Chacabuco. Al otro día los formó un oficial que sólo un mes antes había participado en la Caravana de la Muerte: capitán del Ejército Patricio Díaz Araneda 9 . “Al estar formados, este capitán se paraba frente a cada uno de los presos, nos insultaba y nos pegaba golpes de puños. Al llegar al último de la fila, que era el compañero Vega, le dijo:—Hola, viejo maricón, ¿así que te quisiste matar? Y le propina un golpe en el pecho. El compañero Vega, que era un hombre físicamente duro para su edad, asimiló bien el golpe, lo que enardeció al capitán quien le dio otro puñete en el estómago, que dobló al compañero. Luego se repone y el capitán se le acerca y le dice: —Mira, viejo concha de tu madre, te voy a decir algo: si te querís matar durante el viaje no tenís nada más que llamarme y yo mismo te mato.

9 El oficial Patricio Díaz Araneda dirigió y participó directamente en los 13 fusilamientos ocurridos el 17 de octubre de 1973, durante las primeras horas de esa madrugada, retiro a nueve prisioneros desde la cárcel de Copiapó y, posteriormente, procedió a dirigir el fusilamiento en medio de la pampa. “Fueron fusilados en un supuesto intento de fuga, por oficiales locales dirigidos por el capitán Patricio Díaz Araneda”, declaró el general Sergio Arellano Stark a la periodista Raquel Correa (El Mercurio, 7 de septiembre de 2003).

Enseguida sacó un puñal que andaba trayendo y se lo puso en el cuello. El viejo Vega llegó a Chacabuco con otros compañeros de Copiapó. Tenía pesadillas. Gritaba repetidamente que venían los milicos. Por su intento de suicidio, tenía una herida suturada en la muñeca izquierda. En Chacabuco fue examinado por un médico prisionero: “Le retiré los puntos cuidadosamente”, cuenta el Dr. Enrique Jenkin y agrega: “Estaba como fuera de sí, miraba para todos lados, inquieto. Me dijo como desvariando: Señor… yo no soy homosexual. No entendí por qué lo decía”10. Jenkin, lógicamente no sabía del capitán que reiteradamente y en público lo había tratado de “maricón”. Ramón Candia, exdirigente nacional de la CUT, también fue cercano a Vega en sus últimas horas: “le habían dado muy duro y su resistencia había tocado fondo”.La casa de la viga rota Pasábamos nerviosos frente a Serrano 71. Apurados, temerosos, sin pensar en las historias de cada casa. No todos sabíamos que Oscar Vega había vivido en ella. Después del golpe sufrió los abusos que vivieron muchos obreros, pero don Oscar no era como cualquiera. Ya en las postrimerías de la industria del salitre, ahí estuvo el hogar del obrero Oscar Vega González. Nacido en Copiapó, tempranamente fue militante en organizaciones de su clase siguiendo los pasos de Luis Emilio Recabarren y del primer partido proletario chileno: el Partido Obrero Socialista (P.O.S). Después, fue militante del Partido Comunista de Chile y, como tal, durante el gobierno de González Videla, sufrió las consecuencias de la “ley maldita”: fue detenido y estuvo confinado en el campo de concentración de Pisagua. Entonces Oscar Vega era dirigente de los obreros del carbón, en Lota, donde trabajó hasta el día que decidió volver a su Copiapó natal y dedicarse a trabajar la tierra. 10 Enrique Jenkin (2013): ¡Exijo una explicación! Mis secuelas de una dictadura. Editorial Forja, p. 79.

Siendo un destacado dirigente campesino de su zona continuó su militancia en el Mapu, ingresando al movimiento en sus días de fundación en el año 1969. Durante el gobierno popular fue secretario regional en Copiapó y miembro de la Comisión Agraria de su partido. Al momento del golpe Oscar Vega dirigía el Comando Comunal de su zona y —según nos cuenta Oscar Guillermo Garretón— el “viejo luchador obrero y campesino [era] dirigente de nuestro Comité Central. Nos honra y nos compromete que a través de las páginas de Chacabuco él pase a ser patrimonio de todo nuestro pueblo y de toda la izquierda; conocí al ‘viejo’ Vega y sé que ello le gustaría si pudiera leerlo”11. Así, quienes le conocieron lo recuerdan con mucho cariño como a un viejo recio, “entaquillado”, gran fumador y de una vitalidad asombrosa. Con una capacidad de entrega admirable, hacía giras, recorría su zona y cumplía sus deberes partidarios y las responsabilidades que le habían entregado los campesinos: presidente de la Federación de Campesinos de Atacama y dirigente nacional de la Confederación Unidad Obrero-Campesina12. Cuentan sus compañeros del inmenso respeto que existía por sus grandes conocimientos de la historia del movimiento obrero chileno. Historia vivida. En cierto sentido la figura de Oscar Vega representa al obrero histórico, con sus mitos y leyendas.

Chacabuco ya no era la oficina salitrera donde se partió las manos. La pulpería estaba cerrada, el teatro, la filarmónica y la plaza estaban distantes: al otro lado de la alambrada. En los fogones de las casas no había mujeres cocinando. Tampoco podía repartir los diarios ni la propaganda sindical. En las noches la camanchaca era violada por reflectores intrusos. Todo era distinto. Había pasado mucho tiempo. Cuenta la leyenda que Oscar Vega había enterrado en su casa algunas de sus herramientas de trabajo y quiso desenterrarlas. Buscó su casa desesperadamente durante dos días, ante la preocupación vigilante de sus compañeros. Pero se les perdió en algún momento. Fue a recorrer sus antiguos barrios. La encontró y, eludiendo la atención de sus nuevos vecinos, entró en ella. Se colgó de una viga. El madero crujió como desgarrándose. “Todo fue muy rápido —recuerda Nibaldo— y hasta el día de hoy es tremendamente doloroso para nosotros”13. Se fugó a su manera. Sin la “ayuda” de los capitanes Humberto Minoletti y Patricio Díaz Araneda. Fue su última desobediencia. Era un día 21 de noviembre. Hoy es otro fantasma del pueblo fantasma. Al enterarme del suicidio le pedí a Héctor Morales, que había demostrado facilidades para dibujar ilustrando unos poemas, que hiciera la fachada de la casa de Serrano 71 y que agregara unos ojos “como flotando”, para dar la impresión de que en esa casa había una presencia fantasmal. (Sacando cuentas, ese podría ser mi primer “guion de historieta”). Entré a esa casa, me quedé mirando la viga rota. Tomé un apunte, sin mayor conciencia de lo que hacía. Por ello la experiencia quedó registrada en uno de mis primeros intentos poéticos y desde entonces he dejado rastros de cierta obsesión por el personaje. En su memoria, cuando pude publicar algunos poemas en el exilio, utilicé el apellido “Vega” en mi seudónimo14.

Fuente :editorialusach.cl ( Jorge Montealegre Iturra)

Este año fue inaugurado al interior de la exsalitrera Chacabuco la escultura “El tiempo en la memoria”, la cual fue creada a modo de homenaje a los exdetenidos políticos que fueron internados al interior de la salitrera entre 1973 y 1974.

La obra del escultor antofagastino Dino Barrera representa a un grupo de cinco famélicos prisioneros que caminan sobre una plataforma, en cuya base se halla el listado de lo 1.200 prisioneros que pasaron por Chacabuco.

Chacabuco, oficina inaugurada en 1924 y cerrada en 1940, fue expropiada a SOQUIMICH por parte de las Fuerzas Armadas de Chile, que la transformaron uno de los campos de concentración más grandes de Chile. En el campamento se recluyeron solamente a hombres de Copiapó, Valparaíso, Santiago, Linares y Concepción.

Pese a que páginas como las del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) aseguran que en Chacabuco fueron fusilados prisioneros políticos, la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (informe Rettig), el Museo de la Memoria y los mismos reclusos del lugar constan de que solo hubo una muerte por suicidio, la del militante del MAPU Óscar Vega González, quien se ahorcó al interior de la vivienda que compartía con otros prisioneros en noviembre de 1973.

Fuente :noticias.calamaenlinea.cl 12/11/2024

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Ultima Actualización : 02/08/2025