Rubén Armando Antimán Nahuelquin

Rut : 4.255.676-9
Fecha Asesinato : 08-02-1986
Comuna Asesinato : Puerto Aysén
Fecha Nacimiento : 26-12-1940
Edad : 45
Estado Civil e Hijos : Casado, 4 hijos
Nacionalidad : chilena

Antecedentes del Caso

Muerto. Puerto Aysén, febrero de 1986.

Rubén Antimán tenía 45 años de edad, estaba casado y tuvo cuatro hijos. Se encontraba cesante al momento de los hechos, pero efectuaba trabajos esporádicos. Murió el 8 de febrero de 1986, a consecuencia de un traumatismo de tórax, con el consecuente pioneumotórax izquierdo, complicado por una septicemia, atribuible a terceros según autopsia. Las lesiones fueron causadas por funcionarios de Carabineros, que actuaron haciendo uso excesivo de fuerza.

 

 

Fuente :(Corporacion)

Prensa

En el fallo (causa rol 15.732), el ministro Mesa Latorre condenó a Víctor Heraldo Cuevas Seguel y Alberto Daniel Velásquez Barría a 11 años de presidio efectivo, más las accesorias legales de inhabilitación absoluta perpetua para cargos y oficios públicos y derechos políticos y la de inhabilitación absoluta para profesiones titulares mientras duren las condenas, en calidad de autores del delito de lesa humanidad.

El ministro en visita extraordinaria para causas por violaciones a los derechos humanos de las jurisdicciones Temuco, Valdivia, Puerto Montt y Coyhaique, Álvaro Mesa Latorre, condenó a dos carabineros en retiro por su responsabilidad en el delito consumado de homicidio calificado de Rubén Armando Antimán Nahuelquín. Ilícito perpetrado en diciembre de 1985, en la comuna de Puerto Aysén.

En el fallo (causa rol 15.732), el ministro Mesa Latorre condenó a Víctor Heraldo Cuevas Seguel y Alberto Daniel Velásquez Barría a 11 años de presidio efectivo, más las accesorias legales de inhabilitación absoluta perpetua para cargos y oficios públicos y derechos políticos y la de inhabilitación absoluta para profesiones titulares mientras duren las condenas, en calidad de autores del delito de lesa humanidad.

En la resolución, el ministro en visita extraordinaria dio por establecido que: “(…) Rubén Armando Antimán Nahuelquín, de 45 años de edad, casado y con cuatro hijos, llegó el día 27 de diciembre de 1985, en horas de la tarde, a su casa en la ciudad de Puerto Aysén, donde vivía junto a su hija Doris Nelfa Antimán y su madre Vitalia del Carmen Nahuelquín, momento y lugar donde tuvo una discusión con su madre, empujándola y haciéndola caer, producto de lo cual esta concurrió hasta la Segunda Comisaría de Carabineros de Puerto Aysén para hacer la respectiva denuncia por agresiones (…)”.

“Que producto de la denuncia realizada, un grupo de carabineros de la Segunda Comisaría de Puerto Aysén llegó hasta la casa de Rubén Antimán en su búsqueda, sin poder hallarlo pues este, al tener conocimiento que los carabineros lo buscarían, salió de su casa para no ser encontrado”, añade.

Posteriormente, en horas de la noche del 28 de diciembre de 1985, Rubén Antimán Nahuelquín regresó a su casa golpeado y quejándose de dolor, “(…) siendo recibido por su hija Doris Antimán, a quien le informa que los carabineros lo habían encontrado y golpeado y que entre sus agresores se encontraba el ‘zorro Velásquez’ y ‘Cuevas’”.

A consecuencia de la gravedad de las lesiones, la víctima Antimán Nahuelquín “(…) debió ser ingresado al Hospital de Puerto Aysén, el día 29 de diciembre de 1985, lugar donde su situación se agravó por lo cual fue trasladado hasta el hospital de Coyhaique, siendo ingresado al servicio de urgencia de ese recinto hospitalario el día 02 de enero de 1986”.

Finalmente, el 8 de febrero de 1986, Rubén Antimán falleció en el Hospital de Coyhaique, a consecuencia de un “traumatismo de tórax, con el consecuente pioneumotórax izquierdo, atribuible a terceros”, según la autopsia practicada. 

 

Fuente :pjud.cl 19/1/2024

La paz y tranquilidad en la vida de Selfa Antimán Nahuelquín desapareció
el día en que el padre Doménico Sartori o Nico, como le decían sus conocidos,
tocó la puerta de su casa en calle Sargento Aldea de Puerto Aysén. Era
una mañana de verano, comenzaba el amable febrero de 1986. La mujer, que
conocía desde hacía ya tiempo al sacerdote, no imaginaba la funesta noticia
que le traía el también capellán del Hospital de Coyhaique.
–Tu hermano Rubén está hospitalizado grave en Coyhaique. Debes ir a
ver-lo, yo te acompaño –le dijo con un marcado acento italiano, su nacionalidad.
De inmediato, y con el corazón en la garganta, Selfa recorrió con el sacerdote
los 65 kilómetros que separan ambas ciudades para ver a su hermano
hospitalizado.

La última vez que había visto a Rubén Armando fue cuando este las visitó
a ella y a su hija –Julia Bórquez Antimán– la navidad pasada. Ese día Rubén
estaba de cumpleaños y, como todos los años, se jactó en broma que las celebraciones
navideñas eran por su causa. Luego de esta visita, pasaron los días y
las semanas sin que Rubén diera alguna señal sobre su paradero. Selfa intentó
infructuosamente averiguar sobre su hermano. Para ese entonces, Rubén
vivía con su madre –Vitalia– y con su hija –Doris– de 19 años. La relación
entre Selfa y su madre era distante, por lo que no pudo enterarse por ella sobre
el destino de Rubén.
Selfa y Rubén desde la infancia habían sido muy unidos y los momentos
más importantes de la vida los compartieron juntos. También tenían ideales
en común: ambos creían que debía existir una sociedad más justa e igualitaria.
Desde hacía unos pocos años que Selfa veía a su hermano cada vez más esporádicamente:
la cesantía, acompañada del alcoholismo, había empeorado
la frágil condición de Rubén en el último tiempo. Incluso de vez en cuando
se perdía su rastro durante días o semanas. Esta situación angustiaba a Selfa,
quien no encontraba la manera de ayudar a su hermano para salir de la espiral
de autodestrucción en el que estaba, pues Selfa adoraba a su Negro, como
cariñosamente lo llamaba, y su condición nunca fue motivo de menoscabo
o falta de cariño: su amor de hermana era incondicional. Siempre recordaría
que Rubén tenía un alma generosa, que con regularidad pasaba por su casa
para saludarla y cada vez que con mucho esfuerzo el Negro compraba algo lo
compartía con ella y su familia.Ya en Coyhaique, Selfa se dirigió al Obispado y el obispo le aconsejó que
se fuera rápido a ver a su hermano al hospital y verificara su estado en detalle
ya que la condición de Rubén era en extremo delicada. La acompañaría el
padre Nico, quien como capellán del hospital podría ser de gran ayuda. Selfa
siempre reconocería el gran apoyo que recibió de la Iglesia, en Coyhaique y
más tarde en San Felipe, provincia de Los Andes.
Al llegar al hospital, el personal médico le prohibió ver a su hermano.
Las normas del establecimiento eran estrictas: el paciente estaba grave en la
Unidad de Cuidados Intensivos, por lo que las visitas no se permitían. Selfa insistió una y otra vez, incluso intentó en vano meterse a hurtadillas. Finalmente,
y ante tanta insistencia, el médico a cargo la autorizó a verlo por breves
instantes, no sin antes advertirle lo delicado de la situación.
–No creo que sea buena idea. Tu hermano ha sido cruelmente torturado:
tiene el esófago cortado y reventados los pulmones y estómago. Seguro que
lo sumergieron en agua para que sus hematomas no afloren, pero una vez
fallecido estos aparecerán –le explicó sin rodeos el médico.
Selfa ingresó a la sala acompañada del padre Nico. La imagen de Rubén se
le quedaría grabada para siempre en el corazón y la mente: estaba semisentado
en una camilla y su cuerpo cubierto por una maraña de sondas y cables
que a su vez estaban conectados a unos aparatos. Tenía muchos tapones de
algodón por los que se filtraba sangre. Con sólo mirarlo Selfa constató que
la situación era crítica. Ante el impacto de la escena, a la mujer se le doblaron
las rodillas, casi se desvaneció, pero sacó fuerzas y se reincorporó. Se acercó y
levantó la sábana que lo cubría para observarlo por completo y en detalle, tal
como le había recomendado el obispo. Con pena constató la delgadez extrema
de Rubén, al punto que se le asomaban los huesos. De acuerdo a lo que le
había dicho el médico antes de ingresar a la sala, la piel no se veía amoratada.
A pesar de su deplorable estado, Rubén Armando estaba consciente y su
mirada era lúcida, clara y limpia. Luego de un rato, Selfa le preguntó:
–Rubén, ¿reconociste a los que te hicieron esto?–Sí –le contestó a media voz. El primer nombre que dio Rubén Selfa no lo
ha podido recordar, pero los siguientes siguen resonando en su cabeza.
–Fue Cuevas –le dijo– y otro era El Zorro.
Selfa no dijo nada. Su hermano nombró a 2 carabineros como responsables
de la tortura que lo había dejado moribundo. Lo que más la sorprendió
fue que Cuevas estuviera metido en el crimen, pues lo conocían desde hacía
mucho tiempo.
–No te preocupes, Negrito, que vas a salir de esta –le dijo para darle aliento.
–No, si yo ya no tengo vuelta… –le refutó un resignado Rubén.Esa sería su última conversación. Esa misma noche Rubén falleció producto
de las secuelas que le había dejado la feroz golpiza propinada por carabineros
de Puerto Aysén. Al momento de morir, estuvo acompañado por
el padre Doménico. Selfa supo por el sacerdote que su partida había sido en
paz. Ella estaba segura de que sería así: la mirada pura y limpia de su hermano
al despedirse se lo había transmitido.

Rubén Armando Antimán Nahuelquín nació el 25 de diciembre de 1940
en Puerto Aysén. Era hijo de José Eligio Antimán y Vitalia del Carmen Nahuelquín.
Se padre fue regidor y era conocido por su militancia en el Partido
Radical. Rubén tuvo una infancia y juventud tranquila, como la de cualquier
joven de esa ciudad. Desde pequeño se destacó por ser muy bueno para el
fútbol y ya a los 16 años era conocido como el Pelé Antimán. Pertenecía al
Deportivo Aysén e incluso llegó a jugar por la Católica de Coyhaique, motivo
de orgullo para su familia. Cuando tuvo la edad suficiente para trabajar
de forma seria y responsable, comenzó a desempeñarse en la empresa estatal
de Correos de Chile. Fue durante esa época que el país comenzó a cambiar.
Rubén, junto a su padre y hermana Selfa, vio con gran esperanza la vía chilena
al socialismo.
Esos fueron buenos tiempos: Rubén encontró el amor y se casó con la
joven Eliana Jara, tuvieron 4 hijos: Arturo, Doris, Miguel Ángel y Claudia.El conocido Pelé Antimán se mantuvo siempre relacionado con el deporte,
pues seguía siendo un entusiasta futbolista. Con los años, su trabajo en
Correos prosperó y le pudo dar a su familia tranquilidad económica. Las vacaciones
las pasaban en Chile Chico, específicamente en el sector de Bahía
Jara, lugar de donde era originaria su esposa. Eran hermosos recuerdos.
Luego del golpe militar los servicios públicos, incluyendo a Correos de
Chile, sufrieron profundos cambios y reestructuraciones. Rubén Armando
fue despedido, al igual que miles de personas a lo largo y ancho del país. Sin
el trabajo que tantas satisfacciones le había dado, Antimán se hizo cargo del restaurant familiar El Arriero, ubicado en la calle Eusebio Ibar de Puerto Aysén.
Gracias a esto, por unos cuantos años pudo mantener a su familia.
No se sabe bien cuáles fueron los motivos que llevaron a Rubén Armando
a caer en el alcohol. Luego de algunos malos negocios, “El Arriero” quebró,
quedándose Rubén sin sustento para su familia. A la crisis económica se
sumó la familiar, cuando a principios de la década de los 80, el matrimonio
se disolvió y Eliana partió con algunos de sus hijos a Comodoro Rivadavia,
en Argentina. sólo su hija Doris se quedó en Puerto Aysén, ya que estaba
emparejada y pronto formaría una familia.
Ante las extremas necesidades, a Rubén no le quedó más opción que tomar
cualquier trabajo esporádico que encontrara por ahí. Incluso fue beneficiario
de los planes de empleo precario del gobierno militar para paliar la
cesantía como el PEM y el POJH. Realizar este tipo de trabajos, con la pala
y en plena calle, lo avergonzaba. Cierta vez se encontró con una buena amiga
de la familia que lo saludó con afecto, pero él se sintió tan humillado que al
otro día no volvió a la faena. Con el pasar del tiempo, los trabajos fueron
escaseando, haciéndose cada vez más esporádicos y precarios. Y Rubén fue
llenando su vacío existencial con cada vez más frecuentes borracheras.De esta forma, terminó viviendo de allegado en la casa de su madre Vitalia
del Carmen Nahuelquín con su hija Doris (de 19 años) junto a uno de sus
pequeños nietos, en calle Serrano Montaner 318 de Puerto Aysén.
Vitalia Nahuelquín era una persona de carácter fuerte y algunas veces en
extremo dura con todos los que la rodeaban, en especial con su hijo Rubén,
ya que reprobaba su forma de vida.

A las 20:30 horas del 26 de diciembre de 1985 Doris Antiman estaba en
el dormitorio cuando oyó los pasos de su padre al ingresar a la casa. Escuchó
con claridad la conversación que mantuvo Rubén con su abuela Vitalia,
quien le pidió a su hijo que le entrara leña del patio para el fuego de la cocina.
Rubén, que al parecer venía con algunas copas, simplemente regañó ante la orden. La actitud desencadenó la rabia de la estricta anciana que, en un arrebato,
golpeó con su bastón de madera en la cabeza a su hijo. En ese momento
y al escuchar el golpe, Doris se incorporó dirigiéndose a la habitación contigua
a su dormitorio, lugar en el que estaban discutiendo su abuela y su padre.
–¡Qué te pasa, vieja! –le gritó con actitud amenazante Rubén.
Ante la agresiva respuesta de su hijo, Vitalia, asustada, retrocedió perdiendo
el equilibrio en un desnivel del suelo, cayendo cerca de la puerta de la
habitación. Doris la ayudó a levantarse.
–¡Te voy a ir a denunciar a Carabineros, Rubén! –amenazó.
La madre se fue a su dormitorio y después de unos 15 minutos salió. Pasaron
las horas. Después de la media noche una ambulancia la trajo hasta la
puerta de la casa. Al ver que su madre volvía, Rubén se escondió en el baño
para no enfrentarla.
Vitalia se bajó del vehículo con el brazo enyesado y acompañada por una
pareja de carabineros.
–Doris, ¿está tu papá? –consultó Vitalia.
–No, abuela, él salió –mintió la joven.
La mujer se fue a acostar, sin enterarse de que su hijo estaba escondido en
el baño. Rubén esperó que su madre entrara en sueño profundo y se instaló a
dormir en la cocina para escabullirse de amanecida. Al día siguiente, Rubén volvió cerca de las 11 de la mañana. Doris lo recibió.
Estaba completamente sobrio. Durmió en la habitación de su hija hasta
las 6 de la tarde.
Cuando se levantó, Vitalia escuchó sus pasos desde su pieza por lo que de
inmediato se levantó y fue hacia la comisaría para avisar a Carabineros que estaba
en su casa. Rubén Armando, intuyendo a su madre, nuevamente se fue.
A las 19:30 horas, 3 carabineros llegaron a la casa en un vehículo policial
para hablar con Doris y preguntarle sobre su padre.
–¿Su papá viste una casaca negra con blanco?Sí –mintió Doris, con la clara intención de despistar.
–¿Qué lugares frecuenta su padre?
–Siempre anda por el sector de la Balsa –mintió nuevamente.
–Andamos buscando a su padre porque agredió a la señora Vitalia –le
dijeron.
Doris entregó información falsa porque vio que la verdadera intención de
los carabineros era dar una especie de escarmiento a su padre. Al día siguiente
la joven esperó todo el día sin tener alguna pista sobre el paradero de Rubén.
Durante la noche, a eso de las 23 horas, por la ventana que daba a la calle
divisó que Rubén venía a paso lento por la costanera en dirección a la casa.
Un perro se le acercó ladrando amenazante y el hombre tomó una piedra y se
la tiró para ahuyentarlo. Miró hacia la vivienda y, al ver luz en la ventana del
dormitorio de Vitalia, se dio media vuelta y se alejó rápido por donde ve-nía.
Doris no lo volvió a ver hasta el día siguiente.
El domingo 29 de diciembre de 1985, a la una y media de la tarde, Doris
recuerda con nitidez que estaba viendo por televisión el programa “Magnetoscopio
musical” cuando llegó su padre. Caminaba lento, con dificultad y
semi agachado. A duras penas le salió un hilo de voz.
–Ay, mijita, me pegaron los pacos –se quejó–. Me agarraron cerca del restorán
El Cafetal, en la Población Pedro Aguirre Cerda, y me llevaron en la
cuca a la comisaría… Me pegaron entre varios...Rubén dijo que uno de los autores era Alberto Daniel Velásquez Barría,
conocido como El Zorro.
–Me pegaron combos, patadas y con churros de goma –agregó, transpirando
helado.
Entre quejidos, admitió que le dolía mucho la espalda. Doris lo llevó a su
dormitorio, lo ayudó a desvestirse y lo acostó. La joven pudo ver que su padre
sólo tenía hematomas en los brazos. Un rato más tarde, Vitalia fue a ver a
su hijo. Al constatar el estado deplorable en el que se encontraba, salió a un
negocio vecino a llamar a una ambulancia. Rubén, a pesar del dolor, se negó a irse en el vehículo. Luego de varios intentos por convencerle que fuera al hospital,
a las 22:45 horas finalmente aceptó. Al momento de partir, presentaba
intensos dolores y suplicaba por un poco de agua.

En el Hospital de Puerto Aysén Rubén Armando Antimán Nahuelquín
fue ingresado el 29 de diciembre. Cuando llegaron con el paciente, el médico
de turno se encontraba en cirugía, por lo que después de esperar un momento
se llamó al doctor Silva para que lo atendiera de urgencia. Al ver el estado
crítico de Rubén, el médico le preguntó a Doris por lo sucedido, a lo que ella
explicó que carabineros lo habían golpeado.
El diagnóstico fue lapidario: policontundido, schock hipovolémico secundario
y fracturas costales, ingresado en completo estado de inconsciencia.
Ante la gravedad de las lesiones, en el centro hospitalario el personal médico
llegó a la conclusión de que poco y nada podían hacer por Rubén Armando.
El jueves 2 de enero de 1986 fue trasladado al Hospital Regional de Coyhaique.
En Aysén el doctor Silva le informó a Doris la supuesta causa de la
derivación:
–Tu padre tiene neumonía, por lo que lo trasladamos a Coyhaique.Leonardo Medeiros, director del Hospital de Coyhaique, llamó su par de
Puerto Aysén, Francisco Otárola, para informarle del fallecimiento de Rubén
Armando Antimán Nahuelquín. En Coyhaique el paciente había sido sometido
a 3 intervenciones quirúrgicas para salvarle la vida. Pero los esfuerzos
no fueron suficientes, pues sus pulmones estaban reventados y tenían mucha
sangre, así también el estómago. Esto, sumado a que su condición de salud
era lastimosa, no permitió que superara las lesiones y muriera el 8 de febrero
de 1986.
El doctor Medeiros se comunicó con Otárola pues se debía llevar a cabo el
procedimiento legal porque el paciente ingresado venía con lesiones atribuibles a terceros. Trámite que en el Hospital de Puerto Aysén inexplicablemente
no se había realizado.
El personal de Aysén arguyó que no se habría tenido la forma de establecer
cuándo y cómo se habían causado las lesiones y, como el paciente estaba en
tan mal estado, tampoco pudo ser interrogado.
El director del Hospital de Puerto Aysén le explicó a Medeiros que como
el paciente había ingresado grave y con lesiones que no eran recientes, se habría
omitido de manera “involuntaria” hacer la denuncia de rigor. Leonardo
Medeiros no se amilanó y denunció el fallecimiento de Rubén Armando Antimán
Nahuelquín por lesiones atribuibles a terceros. Con esto, se inició la
primera investigación por cuasidelito de homicidio.

Después de la muerte de su hermano, comenzó el calvario para Selfa. Fue
muy engorroso el trámite de la entrega del cuerpo, pero tuvo apoyo de gente
ligada a la defensa de los derechos humanos y de la Iglesia de Aysén. Selfa
sospechaba que las autoridades lo querían enviar directo al cementerio, sin
permitir que la familia le diese cristiana sepultura.Apenas supo que su hermano había fallecido en el hospital, Selfa sintió
la necesidad de despedirse de su Negro y verlo por última vez. Decidida, entró
a la morgue a escondidas acompañada de su madrina. Cuando destapó el
cadáver, lo primero que pensó era que Rubén había sido pintado con alguna
especie de pintura negra. Pero luego se dio cuenta de que, producto de las
lesiones sufrida. Su cuerpo había tomado casi en su totalidad un color oscuro.
Sin habla, Selfa le besó las piernas. Con el corazón aniquilado, constató con
sus propios ojos que su hermano Rubén había sido brutalmente torturado.
Luego del entierro, para Selfa la vida en Aysén se hizo insoportable. Se
sentía acosada por los carabineros, quienes no la dejaban de seguir y molestar.
Su padre había emigrado a Santa María, cerca de San Felipe por lo que Selfa
decidió mudarse también a esa región. Una vez instalada en San Felipe, nuevamente comenzaron las persecuciones, razón por la cual empezó a sentirse
mal y su salud comenzó a fallar. Cierta vez, la detuvo personal de la Policía de
Investigaciones para luego soltarla en un lugar lejano, sin dinero ni documentos.
Desesperada se refugió en una parroquia.
Con el correr de los años, Selfa ha buscado justicia y verdad. La investigación
que se realizó en la época, luego de la denuncia del Hospital de Coyhaique,
no llegó a ningún resultado. Poco a poco, y con el apoyo de la Iglesia,
Selfa encontró algo de paz. Incluso el Obispado de San Felipe le ayudó a interponer
una querella.
Hay ciertas cosas que Selfa jamás olvidará y a las que nunca les encontrará
explicación. Por ejemplo, siente una profunda rabia con el actuar de los funcionarios
del Hospital de Puerto Aysén, pues se enteró de que Rubén había
sido trasladado a Coyhaique como un NN, sin informar el estado de su salud
y sin dar parte de su agresión. Rubén nació y se crió en un pueblo tan pequeño
como Puerto Aysén y era imposible que no supieran su identidad.
Buscando mayores antecedentes, Selfa se enteró de los nombres de los
carabineros que estarían involucrados, todos pertenecientes a la Segunda
Comisaría de Puerto Aysén: Víctor Cuevas Seguel, Alberto Velásquez Barría
(El Zorro), Aliro Quinay Tecai, Juan Villegas Barrientos, Jorge Talma Talma,
José Salas Vera y 3 más, todos al mando del capitán Héctor Julio Soto Soto.
Hasta la fecha, Selfa no ha descansado. La causa para investigar el asesinato
de Rubén Antimán ingresó el 4 de febrero de 2011 al Juzgado de Letras,
Garantía y Familia de Puerto Aysén, por los delitos de “homicidio calificado
y asociación ilícita”La denuncia fue hecha por la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos
(AFEP). Consta de 3 tomos y actualmente se encuentra en sumario y
sin procesados.
El ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Coyhaique, Luis Sepúlveda
Coronado, sometió en 2016 a proceso al excabo segundo de Carabineros Alberto Velásquez Barría como responsable del cuasidelito de homicidio
de Rubén Antimán Nahuelquín. Sin embargo, el procesamiento fue
revocado por la apelación presentada por el inculpado y se está a la espera que
se realicen nuevas diligencias. Es decir, el caso está en etapa de sumario.

Fuente :Libro Aysén - Muertes en dictadura

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Ultima Actualización : 05/05/2025