Adolfo Ariel Mancilla Ramírez

Rut : 5.249.056-1
Fecha Detención : 14-03-1975
Comuna Detención : Santiago
Fecha Nacimiento : 24-11-1948
Edad : 26
Lugar Nacimiento : Santiago
Partido Político : Partido Socialista (PS)
Estado Civil e Hijos : Casado, 1 hijo
Oficio o Profesión : Constructor Civil
Nacionalidad : Chilena

Antecedentes del Caso

Rut       : 5.249.056 de Santiago

F.Nacim. : 24-11-48, 26 años a la fecha de la detención

Domicilio : 5 Sur 3577, Población Gómez Carreño, Viña del Mar

E.Civil  : Casado, 1 hijo

Actividad : Constructor Civil

C.Repres.    :            Miembro del Comité Central del Partido Socialista

F.Detenc. : 14 de marzo de 1975

 

  SITUACION REPRESIVA

            Adolfo Ariel Mancilla Ramírez, casado, un hijo, Constructor Civil, militante socialista, fue detenido el 14 de marzo de 1975, a las 13:30 horas, al ingresar en el inmueble de Cumming 732, Santiago, lugar en el cual se iba a celebrar una reunión del Partido Socialista. La vivienda había sido ocupado previamente por agentes de la DINA, quienes lo detuvieron en presencia de algunos habitantes del lugar, dado que se trataba de una pensión donde vivían varias familias.

            La reunión se iba a realizar en la pieza que arrendaba Sara Montes, en la vivienda mencionada. Esa mañana llegó Clara Rubilar, otro militante del Partido a este lugar, la que salió a hacer algunas compras a las 11:00 horas. Pocos minutos después, la vivienda fue allanada por un grupo de unos 15 agentes de civil, los que se instalaron en la casa, reteniendo a todos sus habitantes y quedándose a la espera de detener a las personas que llegaran.

            Al parecer, se pudo avisar oportunamente a todos los que tenían que ir a la reunión en ese lugar, excepto a Ariel Mancilla.

            Este intentó convencer a los agentes de que su identidad era otra, pero uno de los agentes dijo conocerlo como compañero de estudios. Finalmente, adolfo Mancilla logró convencer a los agentes que tenía una cita con otro dirigente del Partido y salió con algunos agentes. Pocos minutos después de haber salido, los agentes volvieron a la vivienda e informaron a Sara Montes que Ariel Mancilla se había arrojado a las ruedas de un bus que pasaba, quedando herido; llevaban un bulto envuelto en una lona verde, que sólo retiraron a las 16:00 horas.

            Sara Montes, que estaba gravemente enferma de tuberculosis y que tenía un quiste hepático, estuvo detenida varios días, pero finalmente logró internarse en un sanatorio de San José de Maipo. El padre de Ariel Mancilla recibió una llamada telefónica anónima, el 24 de marzo, informándole que su hijo había sido aprehendido.

            La DINA buscaba a Ariel Mancilla desde hacía varios meses, su casa había sido allanada dos veces y en tres ocasiones habían detenido a su cónyuge, Ema Fuenzalida Martínez, con el objeto de conseguir que Mancilla se entregara. En una de estas ocasiones, la señora Mancilla estuvo 15 días detenida en un centro de torturas ubicado en Londres 38, de la ciudad de Santiago y en otra ocasión estuvo detenida en el subterráneo de la Plaza de la Constitución.

            Eliana Carolina Medina Vásquez, joven estudiante de 16 años, permaneció detenida en el subterráneo de la Plaza de la Constitución, junto a Ema Martínez en junio de 1974 y en declaración jurada del 8 de agosto de 1990 sostiene: "En esa pieza estuve junto a Mónica Tellería, Manuel Carpintero, Luis Arenas, Enrique Norambuena, Héctor Gatica y una señora de nombre Ema, que era la cónyuge de Ariel Mancilla". Más adelante señala: "Pude darme cuenta por los interrogatorios a que eran sometidos el resto de los detenidos, que se encontraban buscando a Ariel Mancilla, a quien habían ido a buscar a su casa, pero que no lo habían hallado, sólo tenían detenida a su cónyuge".

            Ema Fuenzalida visitó posteriormente la pensión de Cumming 732 y algunos moradores le dieron detalles de la detención, informándole que Sara Montes había sido sacada en una ambulancia. Según testimonios de detenidos, Ariel Mancilla fue conducido herido, al centro de torturas denominado Villa Grimaldi, ubicado en José Arrieta 8.200 en Peñalolén, comuna de La Reina, Santiago. Carena Zoila Pérez Martínez, quien estuvo detenida desde el 5 de marzo de 1975 hasta el 14 de junio de 1976 y que estuvo 10 días en Villa Grimaldi, en declaración jurada ante notario del 9 de agosto de 1990, atestigua que: "En una ocasión en una salida al baño junto con otras detenidas, Amelia Negrón le pasó su chaqueta a otro detenido que se encontraba en muy malas condiciones. Carmen Santis lo identificó como Adolfo Ariel Mancilla Ramírez, cuya camisa blanca tenía manchas de sangre. En esa ocasión por los gritos de los guardias me enteré que Mancilla había huido y que en su intento se había arrojado a las ruedas de un microbus. Fue la única vez que pude verlo".

            Lautaro Videla Moya, que estuvo detenido durante el mes de marzo de 1975 en la Villa Grimaldi, declaró: "En mi condición de detenido y desaparecido para el mes de marzo de 1975, fui testigo de la llegada a la Villa Grimaldi de Ariel Mancilla, dirigente socialista a quien conocía desde hacía más de cinco años".

            A continuación agrega Videla: "En efecto, a Ariel cuando me lo encontré en Grimaldi lo veo sumamente golpeado, cojeando de una pierna a causa de una herida y hematomas que le habían ocasionado un atropello del que fuera víctima en su detención; incluso tuve la oportunidad varias veces de conversar algunos minutos con él, cuando lo trasladaban entre el baño y las celdas en formas de cajones llamadas por nosotros "Casas Chile" y posteriormente entre el baño y la llamada Torre de Grimaldi donde lo trasladaran después, estos contactos se hacían posibles porque su condición exigía de algún preso que le ayudara a caminar".

            Y prosigue Videla: "En otra ocasión, y después de tres días de demanda de los presos porque se le diera atención médica a Ariel ante sus lesiones y heridas, conseguimos que uno de los médicos al servicio de la DINA se presentara y lo atendiera".

            "Después de un examen superficial, el médico decidió 'operar' al compañero y solicitó la ayuda de los presos para sujetar a Ariel, mientras procedía a cortar tejidos muertos e infectados, yo fui uno de los compañeros que ayudamos en la labor que realizaba el doctor al lado de nuestras celdas y sobre el suelo. La pierna de Ariel acusaba alguna forma de gangrena, sin embargo, fue vendado en el lugar y enviado de regreso a la Torre, para posteriormente desaparecer de la misma algunos días después y hasta hoy".

            "De los sobrevivientes que algunas veces acompañaba a Ariel en sus escasos viajes al baño se encuentra Gladys Díaz, a quien también mantenían en la Torre de Grimaldi y que en la actualidad se encuentra en Santiago de Chile".

            Fidelia Herrera Herrera, quien estuvo detenida en la Villa Grimaldi durante dos meses, a partir del 14 de febrero de 1975, en declaración notarial señala: "Vi también a Ariel Mancilla, malherido y con un pie destrozado. Durante 3 noches consecutivas, ya tarde en la noche, él fue conducido en una silla a la pieza en que yo permanecía sola. Lo llevaron para hacerle curaciones. Tenía la cabeza enteramente vendada, hablaba en voz muy baja, notándose que efectuaba un esfuerzo considerable para hacerse oír y su estado entero inspiraba tremenda lástima. Daba pena ver a un muchacho de 24 años, a quien yo había conocido, y encontrarlo en tal estado".

            Esta declaración fue ratificada por Fidelia Herrera ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

            Gladys Díaz Armijo, declaró ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en la sesión N°33 de febrero de 1977, que "Ariel Mancilla fue visto alrededor del 20 de marzo de 1975, en el lugar denominado La Torre, que corresponde a Villa Grimaldi y que posteriormente, alrededor del 15 de abril a las 14:00 horas fue sacado de ese lugar de reclusión y no se le volvió a ver".

            La agente de la DINA, Luz Arce -que había sido militante del Partido Socialista y que después de su detención y de ser sometida a brutales torturas se transformó en colaboradora de la DINA- declaró que recordaba que el nombre de Ariel Mancilla figuraba entre los detenidos en Villa Grimaldi, aunque no lo había visto personalmente.

            Después de la estadía de Ariel Mancilla en Villa Grimaldi no hay más informaciones sobre su destino y continúa desaparecido desde entonces.

           

GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS

            El 27 de febrero de 1974, antes de la detención, ya se había presentado un recurso de amparo ante la Corte de Apelaciones de Santiago, bajo el N°1473-74, dado que doña Ema Martínez de Mancilla, había recibido una comunicación telefónica anónima que le informaba "que su esposo ha sido detenido y lo tenemos preso, y usted también será detenida". También se denunciaban los dos allanamientos ocurridos en el hogar de Ariel Mancilla. Este recurso fue fallado sin lugar el 13 de diciembre de 1974 por la Quinta Sala de dicho Tribunal, considerando que el General Sergio Arellano Stark, Jefe de la Zona en Estado de Sitio de la Provincia de Santiago, había oficiado a la Corte el 27 de noviembre de 1974 señalando que "a esta(s) persona(s) no se le(s) instruye causa en el II Juzgado Militar ni se encuentra(n) detenida(s) en la jurisdicción de esta Jefatura de Estado de Sitio". Una comunicación similar había emitido el General Raúl Benavides, Ministro del Interior.

            El 26 de marzo de 1975, Adolfo Mancilla Farías, padre de Ariel, presentó un recurso de amparo en favor del afectado, registrado con el número 408-75, una vez que había ya ocurrido la detención, solicitando se constituya un Magistrado en el inmueble de Cumming 732, para comprobar los detalles de la detención y que además se hagan las consultas correspondientes al Ministerio del Interior y a la DINA.

            La Corte resolvió pedir informes al Ministerio del Interior y al Comandante en Jefe de la Zona de Emergencia. Estas autoridades negaron la detención del amparado.

            Este Tribunal reiteró las peticiones de información al Ministerio del Interior y al Jefe de la Zona en Estado de Sitio.

            Ambas autoridades enviaron los mismos formularios anteriores negando la detención del amparado.

            Un mes después de la presentación del amparo, se solicitó a la Corte enviar consultas a la DINA, al Jefe del Campamento de Cuatro Alamos y al Ministerio del Interior.

            El 30 de mayo, el Director de Inteligencia Nacional, cuyo nombre no se menciona, remite el Oficio DINA (R) 3550/117 y solicita a la Corte remitan sus consultas a la Secretaría Ejecutiva Nacional de Detenidos.

            El 2 de junio de 1975, el general Julio Polloni Pérez, Juez Militar, informó que "no figuran como procesadas las personas solicitantes" y se detalló una lista de nombres que está encabezada por Ariel Mancilla.

            Este recurso fue rechazado por la Primera Sala de la Corte de Apelaciones el 5 de junio de 1975, "teniendo presente que de los informes de fs.7, 9 y 12, aparece que Adolfo Ariel Mancilla Ramírez no se encuentra privado de libertad"... "se desecha el recurso de amparo deducido...", remitiéndose los antecedentes al Segundo Juzgado del Crimen de Mayor Cuantía de Santiago, "para averiguar la posible comisión de un delito con motivo de la desaparición de Adolfo Ariel Mancilla R.".

            El 3 de agosto de 1977 se presentó un nuevo recurso de amparo en favor del afectado y de otros detenidos desaparecidos, el que se registró con el número 399-77. Este amparo fue interpuesto por Francois Mitterand y otras personalidades francesas y estaba patrocinado por Louis Pettitit, Presidente de la Orden de Abogados de París.

            El 9 de agosto la Corte de Apelaciones resolvió informar al Ministro del Interior. El General Raúl Benavides Escobar, Ministro del Interior, en Oficio reservado N°2850 del 29 de agosto de 1977, dirigido al Presidente de la Corte de Apelaciones de Santiago en referencia a este recurso de amparo, declaró lo siguiente: "...debo hacer presente a Us. Iltma. que este Ministerio prescinde pronunciarse en relación a las aseveraciones formuladas por el recurrente con respecto a los amparados, por considerar que estas no reflejan la realidad, lo que resulta comprensible si se considera que su residencia permanente está ubicada en Europa".

            Además la Corte solicitó a su Secretario que se certificara la existencia de otros recursos de amparo sobre los afectados.

            La Corte resolvió, el 8 de septiembre de 1977, con los antecedentes de los rechazos a los recursos de amparo anteriores "y lo informado a fojas 10 por el Ministerio del Interior, (que) se rechaza el recurso de amparo interpuesto por don Louis Pettitit..." a favor de Mancilla Ramírez Rodolfo, y otros.

            El 11 de junio de 1975, el Segundo Juzgado del Crimen de Mayor Cuantía de Santiago, abrió la causa rol 83.561-5 por presunta desgracia, con los antecedentes enviados por la Corte de Apelaciones de Santiago.

            Este Juzgado resolvió instruir sumario y se ofició al Ministerio del Interior, Ministerio de Defensa, DINA, SENDET, Campamento Cuatro Alamos, y Jefe de la Zona en Estado de Sitio.

            El señor Adolfo Segundo Mancilla Farías, padre del afectado, fue llamado a declarar y entregó toda la información que tenía sobre la detención de su hijo y agregó que habían terminado los apremios psicológicos en contra de su nuera, "puesto que pareciera que cumplieron su objetivo".

            Las respuestas del Ministerio del Interior, del Ministerio de Defensa Nacional, y SENDET reiteraron que el afectado no estaba ni detenido, ni procesado.

            Por su parte, la Dirección General de Investigaciones emitió el parte 2.247 del primero de julio de 1975, en el cual informa al Juzgado de la realización de varias diligencias infructuosas y se registra que doña Berta Soto Alvarez manifestó: "María Eugenia Montes, persona que también arrendaba una pieza en este inmueble (Cumming 732), más o menos en el mes de marzo del presente año, fue llevada en una ambulancia debido a que se encontraba enferma, ignoro a qué lugar".

            El 29 de julio de 1975, la suegra de Ariel Mancilla, doña María Julia Martínez Leal, solicitó que se interrogue a Sara Montes, que se encuentra detenida internada en el Sanatorio El Peral, "que fuera la persona detenida junto a la presunta víctima".

            El 16 de septiembre se constituyó el Juzgado de Letras de Puente Alto como Tribunal en el mencionado Hospital, buscando a Sara Montes y se certificó que "...no aparece registrada ninguna persona con ese nombre".

            El 7 de noviembre de 1975, la juez titular Raquel Campusano Echegaray declaró cerrado el sumario y sobreseyó temporalmente la causa rol 83.561-5, en consulta a la Corte de Apelaciones de Santiago, considerando "Que no se ha establecido un delito en los hechos denunciados".

            El 12 de diciembre de 1975, la Corte aprobó el sobreseimiento. La familia de Ariel Mancilla denunció su desaparición a la Comisión de Verdad y Reconciliación, la cual lo incluyó en su Informe y comunicó que los antecedentes fueron referidos al Quinto Juzgado del Crimen de Santiago con el rol 83.561. A diciembre de 1992, la referida causa se encuentra en estado de sumario.

            Ariel Mancilla Ramírez se encuentra desaparecido desde que se le vio detenido en el centro de torturas de Villa Grimaldi en marzo y abril de 1975.

           

Fuente :Vicarìa de la Solidaridad

Prensa

El lunes, la Tercera Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago condenó a Miguel Krassnoff Martchenko, Raúl Iturriaga Neumann, Juvenal Piña Garrido, Rolf Wenderoth Pozo y Manuel Carevic Cubillos – todos agentes de la disuelta DINA – a 15 años y un día de presidio efectivo en calidad de autores de los delitos de carácter de crímenes de lesa humanidad.

Lo anterior por el secuestro de 11 miembros del comité central del Partido Socialista, entre marzo y diciembre de 1975: Exequiel Ponce Vicencio, Ricardo Ernesto Lagos Salinas, Jaime Eugenio López Arellano, Carlos Enrique Lorca Tobar, Alfredo Rojas Castañeda, Michelle Marguerite Peña Herreros, Mireya Herminia Rodríguez Díaz, Modesta Carolina Wiff Sepúlveda, Sara de Lourdes Donoso Palacios, Rosa Elvira Soliz Poveda y Adolfo Ariel Mancilla Ramírez.

“Los sujetos activos formaron parte de la DINA y de la Brigada Purén, dentro de Villa Grimaldi, de forma tal que representaron y cumplieron funciones dentro de una política de Estado imperante a esa época y en ese contexto efectuaron la represión de los distintos grupos políticos y entre ellos a integrantes del comité político del Partido Socialista, produciéndose los secuestros de las víctimas”, zanjó el tribunal.

 

“Todo ello inserto en una línea de conducta compuesto por una multiplicidad de actos de similar naturaleza dirigidos contra civiles –violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos–, acaecidos desde una larga data en contra de todo aquel que participara de una ideología distinta de quienes detentaban el poder en esa época”, explicaron los jueces en su fallo.

De acuerdo a la Corte, los hechores se encontraron amparados por “un sistema que en su momento permitió, favoreció o garantizó su impunidad, todo con el fin de ocultar, negar o desvirtuar la realidad y naturaleza del atentado”, permitiendo así una impunidad absoluta o relativa.

Fuente :biobio.cl 5/1/2021

Fecha :05-01-2021

El ministro Miguel Vásquez condenó esta semana a seis ex miembros de la DINA por el secuestro y desaparición en 1975 de 11 miembros del Comité Central del PS.

El ministro en visita para causas por violaciones a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Santiago, Miguel Vázquez Plaza, condenó a seis ex miembros de la Dirección de Inteligencia Nacional, DINA, por su responsabilidad en los delitos de secuestro calificado de 11 integrantes del Comité Central del Partido Socialista, detenidos en diversas fechas de 1975 en la Región Metropolitana.

En el fallo -causa rol 47.518- de casi 240 páginas, el juez Vásquez condenó a Raúl Eduardo Iturriaga Neumann a la pena de 20 años de presidio efectivo, como coautor de los delitos de secuestro calificado de Alfredo Rojas Castañeda, Michelle Marguerite Peña Herreros, Ricardo Ernesto Lagos Salinas, Mireya Herminia Rodríguez Díaz y Exequiel Ponce Vicencio.

En tanto, los ex agentes Rolf Gonzalo Wenderoth Pozo y Manuel Andrés Carevic Cubillos deberán purgar 18 años de presidio, como coautores de los secuestros calificados de Alfredo Rojas Castañeda, Adolfo Ariel Mancilla Ramírez, Michelle Marguerite Peña Herreros, Ricardo Ernesto Lagos Salinas, Exequiel Ponce Vicencio, Mireya Herminia Rodríguez Díaz, Carlos Enrique Lorca Tobar, Modesta Carolina Wiff Sepúlveda, Rosa Elvira Soliz Poveda, Sara de Lourdes Donoso Palacios y Jaime Eugenio López Arellano.

En el caso de Gerardo Ernesto Urrich González, el ministro lo condenó a 16 años de presidio efectivo, como coautor de los delitos de secuestro calificado de Michelle Marguerite Peña Herreros, Ricardo Ernesto Lagos Salinas, Exequiel Ponce Vicencio, Mireya Herminia Rodríguez Díaz, Carlos Enrique Lorca Tobar, Modesta Carolina Wiff Sepúlveda, Rosa Elvira Soliz Poveda, Sara de Lourdes Donoso Palacios y Jaime Eugenio López Arellano.

Finalmente, los agentes represores Miguel Krassnoff Martchenko, deberá cumplir 15 años y un día de presidio, en calidad de autor de los delitos de secuestro calificado de Alfredo Rojas Castañeda y Exequiel Ponce Vicencio; y Juvenal Alfonso Piña Garrido, 12 años de presidio, como coautor de los secuestros calificados de Alfredo Rojas Castañeda, Michelle Marguerite Peña Herreros, Ricardo Ernesto Lagos Salinas, Mireya Herminia Rodríguez Díaz y Exequiel Ponce Vicencio.

En la etapa de investigación, el magistrado interrogó a diversos militantes que fueron detenidos en 1975 y testimoniaron la presencia de sus camaradas  desaparecidos en los cuarteles secretos de la Dina. Entre los declarantes figuran la ex presidenta Michelle Bachelet; el ex ministro y ex presidente del directorio de TVN, Ricardo Solari; Raúl Díaz, Gustavo Ruz, Lautaro Videla, Patricio Barra, Fidelia Herrera y Jaime Lorca Tobar.

El ministro Vásquez estaba muy interesado en aclarar si el desaparecido dirigente Jaime López Arellano, miembro de la cúpula clandestina del PS, fue colaborador o agente de la DINA y si entregó antecedentes que permitieron la detención de los desaparecidos miembros del Comité Central del PS. Logró recopilar una serie de antecedentes que así lo hacen suponer y que, incluso, siguió trabajando para la policía secreta de la dictadura militar.

En la mira desde antes del 11

Desde mucho antes del golpe militar, los socialistas estaban en la mira de los aparatos de inteligencia de las Fuerzas Armadas. Por ello, desde el 11 de septiembre de 1973 la represión en su contra fue rápida e implacable. En La Moneda, en diversos edificios públicos que la rodean, en algunas industrias y poblaciones, los socialistas intentaron resistir la asonada con las armas en la mano. Casi todos perecieron en su intento. En los días y semanas siguientes la persecución fue encarnizada. Los 26 prisioneros que se rindieron en el palacio presidencial, entre ellos 16 miembros del GAP, fueron asesinados en el complejo castrense de Peldehue, al norte de Santiago. Poco después fue abatido Arnoldo Camu, miembro del Comité Central y encargado de los grupos operativos especiales, el aparato militar del PS. Luego, siguieron los fusilamientos por ley de fuga, la muerte de al menos otros diez integrante del GAP y el exterminio de dirigentes de los regionales. En la denominada “Caravana de la Muerte”, que recorrió Chile en octubre al mando del general Sergio Arellano, e integrada por varios oficiales que luego pasaron a la Dina, fueron masacrados 16 dirigentes socialistas locales. Lo mismo ocurrió en matanzas registradas de norte a sur en localidades como Pisagua, Salamanca, Tejas Verdes, Isla de Maipo, Paine, Mulchén, Laja y Chiuhio, cerca de Valdivia  Otros muchos fueron llevados a campos de concentración o se asilaron en diversas embajadas.

En diciembre de 1973, diez integrantes del Comité Central estaban presos y a lo menos otros 15 de los máximos dirigentes del PS permanecían refugiados en alguna representación diplomática en Santiago. El balance era desolador. Ese mismo mes, sin embargo, Carlos Altamirano Orrego, el secretario general del PS, uno de los hombres más buscados por los militares, logró eludir el cerco represivo y huyó de Chile a través de un paso cordillerano sureño para aparecer públicamente poco después en Cuba. Aquella evasión se transformó en una vergonzosa esquirla que permaneció durante muchos años bajo la piel de los principales jefes de la Dina.

Exequiel Ponce, un corpulento obrero portuario de origen campesino, encargado hasta entonces del frente interno del partido, asumió la conducción clandestina de los socialistas en Chile, apoyado por Ariel Mancilla Ramírez, Víctor Zerega Ponce, Joel Huaiquiñir Benavides, Manuel Carpintero, Ricardo Lagos Salinas, Gustavo Ruz Zañartu, Carlos Lorca y algunos otros militantes, hombres y mujeres, promovidos desde las dirigencias juveniles.

La diezmada situación de la tienda partidaria quedó registrada fragmentariamente en una carta que Lorca envió a un contacto en el exterior en  diciembre de 1973. En ella expresó: “...estamos remontando lentamente, con cierta ineficiencia por nuestra falta de experiencia en el trabajo clandestino, una situación inicial muy difícil, ya que la represión afectó fundamentalmente al Partido. Cuatro miembros de la dirección fusilados (Arnoldo Camú, Eduardo Paredes, Arsenio Poupin y Luis Norambuena), siete u ocho arrestados, muchos de los cuales deben estar pasándola muy mal (Uldaricio Figueroa y Tito Martínez brutalmente torturados, Clodomiro Almeyda enfermo y en la Isla Dawson) y direcciones regionales completas fusiladas. Pese a ello, hemos logrado reconstruir el Comité Central y hemos dado los primeros pasos para reconstruir la organización partidaria y el movimiento de masas”.

Lorca se quedó corto. Carecía, como la inmensa mayoría de los chilenos, de la información suficiente para ponderar el verdadero impacto de la embestida represiva desatada por la dictadura.

En marzo de 1974, la dirección interna produjo un informe titulado “Al calor de la lucha contra el fascismo, construir la fuerza dirigente del pueblo para asegurar la victoria”, más conocido como el “Documento de Marzo”, donde se propuso la conformación de un frente amplio, desde el MIR y el PC hasta el PDC, para oponerse al régimen militar. Además, planteó una reestructuración del partido para hacer frente a los tiempos oscuros que se vivían. Aquel escrito provocó una aguda polémica en el socialismo, la que se iría ahondando hasta su quiebre en 1979.

La DINA, en tanto, preocupada del MIR, ocasionalmente acometía en contra de algunas estructuras socialistas, algunas de ellas bastante cercanas a las redes de la resistencia que dirigía Miguel Enríquez. No obstante, cuando terminaba el verano de 1975 y tras haberse efectuado en abril un pleno del Comité Central del PS en La Habana Cuba, y estando el MIR casi completamente diezmado, los jefes de las brigadas que dirigía el coronel Manuel Contreras, empezaron a orientar sus esfuerzos de búsqueda y captura hacia las nuevas dirigencias del partido de Salvador Allende.

Numerosos antecedentes recogidos de los testimonios de los detenidos que sobrevivieron a los cuarteles secretos y de los mismos agentes de la Dina, que desde la década de 1990 debieron acudir a declarar a los tribunales de justicia, permiten presumir que los grupos de tarea que operaban desde Villa Grimaldi fueron reestructurados de cara a la persecución de los socialistas. En las detenciones que siguieron figuran hombres y mujeres de las agrupaciones Caupolicán y Purén, además de otros integrantes y colaboradores que no estuvieron muy activos en los meses previos.

El 4 de marzo de 1975 fue detenido Alfredo Rojas Castañeda, 34 años, casado, tres hijos, ex director de Ferrocarriles del Estado, domiciliado en Clorinda Wilshaw 743, Ñuñoa. Había sido arrestado por primera vez a fines de septiembre de 1974 y trasladado al recinto de José Domingo Cañas, donde permaneció cerca de diez días tras lo cual fue dejado en libertad. Posteriormente, a fines de enero de 1975, nuevamente fue aprehendido por agentes de la DINA, entre ellos Osvaldo Romo, Basclay Zapata y Luz Arce Sandoval, siendo conducido a Villa Grimaldi y horas más tarde liberado. En la tercera captura fue llevado nuevamente a Villa Grimaldi y sometido a intensas torturas e interrogatorios. En ese recinto fue visto hasta finales de la segunda semana de abril de 1975, perdiéndose luego todo rastro de su persona. La DINA se quedó con su automóvil Citroen, AK-88 Yagán, patente KR-406 de Providencia. Durante su estadía en Villa Grimaldi, fue obligado a firmar cheques de su cuenta corriente los que posteriormente fueron cobrados por otras personas.

Diez días después, el 14 de marzo, detuvieron a Adolfo Ariel Mancilla Ramírez, 26 años, casado, un hijo, constructor civil, miembro del Comité Central del PS. Lo cogieron a  las 13:30 horas, al ingresar al inmueble de Cumming 732,  lugar en el cual se iba a efectuar una reunión del PS. La vivienda había sido ocupada previamente por unos 15 agentes de la Dina. Mancilla logró convencer a sus captores de que tenía una cita con otro dirigente del partido y salió con algunos de ellos, aprovechando el momento para lanzarse al paso de un microbús, resultando gravemente herido.

La DINA buscaba a Ariel Mancilla desde hacía varios meses, su casa había sido allanada dos veces y en tres ocasiones habían detenido a su cónyuge, Ema Fuenzalida Martínez, para conseguir que Mancilla se entregara. En una de esas oportunidades la mujer estuvo 15 días detenida en Londres 38.

Macilla fue visto en Grimaldi muy golpeado, cojeando de una pierna a causa de una herida. Lo tenían en las celdas con forma de cajones que los prisioneros llamaban "Casas Chile" y luego lo trasladaron a la “Torre”. Otros presos debían ayudarlo a caminar.

Fuente :INTERFERENCIA.CL 22/12/2018

Fecha :22-12-2018

Oriundo de Viña del Mar, Ariel Mancilla Ramírez llegó a Santiago para estudiar Construcción Civil en la Universidad Técnica del Estado (UTE), ingresando en 1967. Algunos de los que serían sus compañeros de estudios y luego de ideas –Luis Navarrete, Octavio Díaz, José Quintana y Luis Casado– aún lo recuerdan como un joven atípico, de sonrisa contagiosa y con un detalle en la ropa que lo hacía aún más especial: sus pantalones más arriba de los tobillos, los que dejaban ver unos eternos calcetines rojos. Ignorando las bromas, explicaba que ese particular look era el detalle que definía a un auténtico bailarín de rock and roll. En su caso, “al mejor de la Población Gómez Carreño y sus alrededores”.

Pese a que en un primer momento se mantuvo al margen de toda participación política o estudiantil –quizás por su propia situación familiar dado que su padre era un estricto suboficial de la Armada–, pronto manifestaría su interés por vincularse a la organización en la que militaba la mayoría de sus amigos. Fue al volver de unos trabajos voluntarios realizados en el verano de 1968 cuando Ariel se acercó a los jóvenes socialistas con la intención de ingresar a la organización. Aunque al principio siguió prefiriendo bailar o imitar a Raphael en las fiestas del pensionado, antes que participar en reuniones, ese mismo año se involucró activamente en la elección del Centro de Alumnos de la carrera, el único de la UTE  que permanecía en manos de la DC, campaña que culminó con el triunfo –por solo un voto– del candidato socialista Franklin Ojeda.

Ariel Mancilla Ramírez.

De ahí en adelante, Ariel se caracterizaría por un apego radical a la disciplina y al cumplimiento de las tareas partidarias, por más particulares que pudieran parecer. José Quintana lo recuerda con una anécdota: “Ese mismo año, el 26 de julio, el núcleo de la escuela decidió realizar unos rayados por el aniversario del asalto al Cuartel Moncada, el inicio de la Revolución Cubana. Para que tuvieran más duración, los haríamos con alquitrán en vez de pintura”. En la noche de la acción, solamente aparecieron José y Ariel, recordando que “el chico dijo que igual teníamos que cumplir, aunque fuéramos los dos. En eso estábamos cuando empezaron a ladrar unos perros y después se oyó un balazo”. Ariel intentó tranquilizarlo: “No se preocupe, compañero, solo son tiros de fogueo”. Cuando vino el segundo, que rebotó en el mismo muro, Ariel, tirando los tarros y las brochas dijo: “La misión se aborta por hoy… ¡¡y apretemos cueva que son balazos de verdad!!”.

Por esta época, la JS de Construcción Civil de la UTE se había incorporado a trabajar territorialmente en la Tercera Comuna, la que abarcaba a tradicionales barrios de las comunas de Quinta Normal y Santiago. Luis Navarrete recuerda que Ariel fue uno de los más activos en ese trabajo, que permitiría ampliar la influencia política y social del PS a los trabajadores de la Fundición Libertad –cuyo edificio alberga hoy las dependencias de la Universidad ARCIS– y a los secundarios de los Liceos Amunátegui, Barros Arana y 4 de Niñas, entre otros.

La influencia definitiva que empujó a Ariel a la militancia vino de la mano de Alberto Galleguillos, un viejo y comprometido profesor socialista que dirigía el Liceo Integral Nº 1, precisamente en la Tercera Comuna. Se trataba de un ‘sui generis’ como establecimiento educacional que durante el día atendía la formación de alumnos expulsados de otros colegios, y por las tardes, se transformaba en una verdadera sede partidaria donde se reunían mujeres, trabajadores y vecinos, además de realizar todas las actividades y reuniones del PS.

Luis Navarrete recuerda que fue precisamente en ese establecimiento que Ariel y él recibieron sus carnés partidarios, de manos de una antigua y querida militante del sector, en el marco de una emotiva ceremonia.

A pesar de que Ariel no destacaba por una estatura privilegiada –por lo que era conocido como el Chico Ariel–, sus amigos envidiaban sus pestañas y el brillo particular de su mirada, que –según Luis Casado– le hacían tener mucho éxito entre las jóvenes de la universidad.

Durante las primeras semanas de 1971, Ariel y la mayoría de sus compañeros se encontraban preparando las segundas jornadas de trabajos voluntarios con la ONSEV, una entidad que el Gobierno Popular había formado para coordinar la realización de estos tradicionales operativos de verano. Ariel no tenía previsto ir ese año pero colaboraba en la inscripción de los jóvenes que a fines de aquel mes de enero partirían rumbo a diversas localidades de Llanquihue.

José Quintana era uno de los dirigentes a cargo y recuerda que casi al cierre de los cupos, una estudiante de la jornada vespertina llegó a inscribirse al local del Centro de Alumnos. Se trataba de Ema Fuenzalida, una alumna muy buenamoza que de inmediato cautivó a Ariel, al punto de que este “no solo cambió la decisión de no ir, sino que además apeló a nuestra amistad para lograr que ambos quedaran en el mismo campamento”.

Ya de vuelta en Santiago el noviazgo se consolidó. Ema también se unió a la militancia socialista de la UTE donde brillaría con colores propios. Un día, la joven pareja sorprendió a todos anunciando que se iba a casar. No pasó mucho tiempo para que ello efectivamente ocurriera: el matrimonio fue una breve ceremonia ante un oficial del Registro Civil, luego de que todos se trasladaron a una casa en Gran Avenida donde se bailó hasta tarde con los discos de cumbias y tonos tropicales de Quilapayún. Como en un ritual laico y socialista, tanto los novios como sus amigos de la UTE desecharon las tenidas formales y llegaron a la boda uniformados con las camisas verde olivo de la JS.

A esas alturas, Ariel ya era un gran dirigente, querido y respetado por todos. En 1970 ofició de “interventor” de la JS de la UTE, por un conflicto que amenazaba con distanciar dos sectores de la militancia de aquella universidad: los “elenos” y los denominados “militantes rojos”, conducidos por Juan Gutiérrez. Meses más tarde, en compañía de Luis Casado, viajaba a difundir la candidatura de la UP entre las comunidades mapuches de la empobrecida zona costera de Osorno, de la mano de una joven militante vinculada al trabajo rural: Sara Montes.

Luego del triunfo de la UP, Ariel colaboró activamente en el éxito de ese proceso inédito en la historia de la izquierda, que mantenía los ojos del mundo puestos sobre el país. A la XX Conferencia Nacional de la JS asistió como delegado por la Tercera Comuna y resultó electo miembro del Comité Central y asumió luego la Secretaría Nacional de Frentes de Masas.

A la par de sus actividades en la dirección de la JS, se vinculó profesionalmente al Departamento de Estudios de la CORVI (Corporación de la Vivienda). Junto a varios de sus compañeros de generación, colaboró también en la creación del Departamento de Ejecución de Obras de la misma entidad, que buscaba sortear el frecuente boicot que algunas empresas constructoras de la época realizaban en contra del Gobierno. Poblaciones como Jaime Eyzaguirre, Carlos Cortés, la Nueva Habana –ahora Nuevo Amanecer– y El Cortijo Sur, entre muchas otras, fueron edificadas por esta unidad, que llegó a ser la principal constructora del país, con un plantel cercano a los ocho mil trabajadores.

Alegre y querido por todos, era uno de los dirigentes con mayores posibilidades de convertirse en el nuevo Secretario General de la JS, en reemplazo de Carlos Lorca, cuyo período al frente de esa organización debía concluir en 1974.

Durante el día del golpe militar, Ariel se dirigió al local de la Juventud Socialista en Santiago, en donde, en compañía de otros dirigentes, procedió a eliminar los registros de los militantes, además de entregar instrucciones a los jóvenes que se congregaron en esa sede y en otros puntos de Santiago. Luego, el grupo partió a la zona sur de Santiago.

Después del 11 de septiembre de 1973, Ariel –con el nombre político de Gabriel– pasó a integrar la dirección del PS en la clandestinidad, en la cual destacó como uno de sus dirigentes más comprometidos, a cargo de la Unidad de Logística del Comité Central. Su rol era conseguir casas e infraestructura (pasaportes, dinero, contactos con embajadas) para los dirigentes clandestinos y para los militantes socialistas de regiones que, a partir del mes de octubre de ese año, comenzaron a llegar a la capital huyendo de la represión.

Nunca perdió el optimismo frente a sus compañeros. Luis Navarrete, uno de sus amigos de la UTE, fue detenido en Arica mientras intentaba cruzar la frontera con Perú. Luego de un mes arrestado, volvió a Santiago, totalmente descolgado de todo contacto partidario. Mientras esperaba locomoción en San Francisco y Alameda, alguien se detuvo a su lado y le saludó afectuosamente: “Era el chico, con su inseparable maletín en su mano derecha”. A esas alturas, Ariel ya era mencionado como uno de los mentores del Plan Zeta “y ahí estaba, buscado por cielo, mar y tierra, con su sonrisa y su mirada de siempre, al lado de la Iglesia de San Francisco”. Instalados en un café, Ariel le informó que la situación estaba difícil, pero que aún así “en este momento todo está bajo control”, una frase que solía repetir para levantar la moral de los militantes en momentos de derrota y desesperación.

Navarrete le contó sobre su detención en Arica y Ariel estimó que debía salir del país: “Ahí nuevamente se reafirmó como el orgánico irreductible que era, pues me dijo que iba a consultar mi situación con el Comité Central. Probablemente el CC entonces no era más que él y seis personas, pero tenía que consultarlo con los organismos regulares antes de tomar una decisión. Me citó para algunos días más, en el mismo lugar. Al punto llegó con Ema y Mariana, la hija de ambos. Mientras tomábamos unas bebidas me comentó que el Partido había autorizado mi salida del país. Antes de irse me asignó una misión: contar afuera todo lo que estaba pasando en Chile. Nos dimos un abrazo, me miró con sus ojos y con su sonrisa de siempre, y me entregó el nombre del contacto para mi salida. Fue la última vez que lo vi”.

Francisco Mouat también compartió estrechamente con Ariel y conoció muy de cerca los pormenores de su captura. En septiembre de 1974, Ariel le comentó que necesitaba “montar” una casa en la playa para que los miembros de Comité Central pudieran airearse y descansar un poco. Mouat echó mano de la casa que la madre de sus primos (los dirigentes del MOC, Eugenio e Ismael Llona) tenía en Cartagena, en las cercanías de la vieja Estación de Ferrocarriles. “Era muy apropiada: buena vista, una sola entrada, una vista maravillosa a la terraza de la Playa Chica, en fin. Con el pretexto que me habían echado de donde vivía, lo que era verdad, le pedí la casa en la playa a mi tía. Mi mujer y mi hijo se fueron a vivir allá, y yo viajaba los fines de semana, de repente con algunos compañeros de trabajo, a quienes invitaba a asados en la playa, para ambientar un poco a los vecinos”, relata.

En diciembre, Ariel le avisó que en cualquier momento se trasladaría a algún miembro de la Dirección hasta el refugio en la playa. “A fines de ese mes sonó la campanilla, y veo subiendo a Ariel, a Exequiel Ponce y a Mireya (Rodríguez) por la escalera de la casa. Se instalaron ahí, Ariel se fue como a los dos o tres días. El chico Ariel declaró su optimismo, porque se avanzaba en conversaciones y acuerdos con la DC, principalmente a través de Manuel Bustos. Mi mujer le preguntó cómo podía tener esa actitud tan positiva, teniendo en cuenta que en ese momento Ariel no sabía dónde estaba su hija, su padre estaba detenido en la Esmeralda y la Ema también estaba presa en algún recinto de la dictadura”. Pancho recuerda que se hizo un silencio, y que Ariel respondió: “Como soy y con lo que hago, recién voy en camino de convertirme en un hombre”.

Tras las dos semanas que Ponce pasó en Cartagena, venía el turno de Lorca y de Lagos Salinas. Al primero se le consiguió otra alternativa, mientras que Lagos prefirió no salir de Santiago. Ariel iba a ser el último de los miembros de la Comisión Política en descansar en la playa, sobre todo después de la salida en libertad de Ema, su compañera. Mouat recuerda que se hizo todo un operativo para chequear que no viniera enganchada por los servicios de inteligencia del régimen. Ema viajó antes a Cartagena. Ariel, en tanto se reunió con Mouat en Santiago, para revisar si el traslado se había realizado sin  problemas.

Mouat rememora con especial cariño esa jornada: “Ariel durmió conmigo esa noche, siempre lo hacía en un sofá, pero esa noche estaba ocupado. Como a las tres de la mañana, sentí de pronto que él me estaba abrazando. Al otro día, al despertar, me levanté agarrándolo pal leseo, diciéndole que la clandestinidad lo estaba afectando demasiado. El se mataba de la risa”.

Esa mañana, los dos amigos  quedaron de irse a la playa en el bus de las siete de la tarde. Mouat debía salir a trabajar, mientras que Ariel tenía prevista una reunión con parte de la Comisión Política y uno de sus equipos de apoyo. A la hora convenida, Ariel no llegó y Mouat decidió partir sólo a Cartagena. “Yo pensé que Ariel llegaría en el tren que arribaba a las diez de la noche, pero no fue así. Al día siguiente tampoco llegó en ninguno de los tres primeros buses. Ahí ya me urgí, y decidimos sacar a Ema y a su hija de la pensión en la que las habíamos dejados por día y medio. De inmediato limpie la casa y embarretiné un ejemplar del Documento de Marzo que mi mujer había estado tipeando por instrucciones de Ariel”, rememora.

“Tomé el tren de vuelta a Santiago, y me fui a la casa de mi suegra. Los únicos que tenían el teléfono de mi suegra eran Ariel y Carolina Wiff, que trabajaba con él en el área de la logística, y a quien yo no conocía. Mi suegra me avisó que me había llamado una tal Carolina. Esa noche volvió a comunicarse, me dijo que perdonara, que no nos conocíamos personalmente, pero que teníamos amigos en común, y me nombró las chapas de algunos compañeros. Me planteó que necesitaba verme  urgente, ese mismo día. Entonces quedamos de juntarnos en Macul con Grecia. Nos encontramos y me contó que había caído Ariel, en una pensión junto a Sara Montes”.

Un pastor evangélico del sur del país, conocido de Sara, había venido a verla, y al parecer habría llegado enganchado por la DINA. Según Carolina, Ariel llegó a buscar un dinero donde Sara y fue detenido. En la esquina, incluso, lo esperaba Ricardo Lagos Salinas, que salvó providencialmente de ser capturado, ya que no quiso entrar y prefirió quedarse leyendo los diarios en un kiosco de la esquina.

La detención de Ariel se produjo el 14 de marzo de 1975, a las 13:30 horas, al momento de ingresar a una pensión en calle Ricardo Cumming N° 732, en una de cuyas habitaciones –que arrendaba Sara Montes– se iba a reunir con uno de los equipos que trabajaba bajo su dirección. Esa mañana había llegado al lugar Clara Rubilar, otra militante del PS, la que salió a hacer algunas compras a las 11:00 horas. Pocos minutos después, la vivienda fue allanada por un grupo de unos 15 agentes de civil, que se instalaron en la casa y montaron una ratonera para lograr su captura, que fue presenciada por algunos moradores, pues se trataba de una pensión donde vivían varias familias. Los agentes ya retenían a Sara, gravemente enferma de tuberculosis y que tenía un quiste hepático, que no tuvo ocasión de advertir la presencia de la DINA.

Ariel intentó convencer a los agentes que su identidad era otra, pero uno de los agentes lo reconoció: habían sido compañeros en el liceo. A partir de este hecho, intentó otra maniobra y convenció a los efectivos que lo acompañaran a un punto, en donde supuestamente contactaría con un alto dirigente del Comité Central. Sara Montes recuerda que el agente que conocía a Ariel asintió, pero le dijo que “si era un truco, no la contaría dos veces”. Llegados al lugar del falso contacto, aprovechó un descuido de sus captores para lanzarse a las ruedas de un microbús. Uno de los agentes le disparó, ocasionándole una fuerte herida en un pie. Pocos minutos después de haber salido, volvieron a la pensión e informaron a Sara Montes lo que había ocurrido: llevaban un bulto envuelto en una lona verde.

Sara Montes estuvo detenida varios días, pero finalmente logró internarse en un sanatorio de San José de Maipo.

Ya en el exilio, Sara entregó su testimonio, divulgado por el Comité Chileno de Solidaridad en La Habana. Contó que los agentes interrogaron y torturaron al joven en esa misma casa, la cual “estaba en manos de los organismos represivos desde las 11:00 horas, habiendo sido adecuada para interrogatorios y torturas. Tenían para estos efectos incluso un aparato radiotransmisor. De esta manera, soy testigo ocular de la detención de Ariel Mancilla y de sus torturas en esta primera etapa”.

La DINA buscaba a Ariel desde hace meses. Su hogar había sido allanado en dos oportunidades y en tres ocasiones su compañera, Ema Fuenzalida, también militante de la resistencia, había sido detenida, para lograr que se entregara. En una de esas ocasiones, Ema permaneció 15 días en Londres 38, fue sometida a brutales torturas y en otra oportunidad fue llevada al subterráneo de la Plaza de la Constitución.

María Gabriela Miranda era por entonces otra activa militante de la resistencia. A pesar de que su compañero, Enrique Norambuena, había sido detenido y se ignoraba su suerte a manos de la dictadura, seguía colaborando en las tareas de los dirigentes socialistas en la clandestinidad. Mientras se desempeñaba como administrativa en un estudio jurídico, recibió la visita de la Mami Julia, como era conocida la madre de Ema Fuenzalida. Esta le comentó que Ariel tenía serias dudas respecto a la seguridad del pequeño departamento que una hermana de Ema y Mariana, la hija de Ariel, ocupaban en Gran Avenida, y al que con frecuencia llegaba luego de sus actividades partidarias. Aunque en el lugar estaba “operativa” la señal de normalidad que habían convenido -una toalla colgada visiblemente en la ventana del baño-  Ariel sospechaba que algo extraño estaba pasando en esa casa.

“La Mami Julia me pidió que fuera a la casa usando una leyenda de secretaria de una oficina de abogados, para exigir el pago pendiente del arriendo, justificando mi presencia en ese lugar. Sin pensarlo ni medio segundo, fui. Acordamos, a través de Julia, juntarme con Ariel en las cercanías del departamento”, recuerda María Gabriela. “Llegué, estaba oculto detrás de una escalera de cemento, me dio algunas instrucciones, y me dirigí al departamento, que quedaba en un segundo piso, justo al final del pasillo. Golpeé dos veces y al abrirse la puerta apareció un tipo, que miró hacia todos lados y me ordenó entrar. Sentí un frío que me recorrió entera, pero me controlé, tenía que parecer una secretaria en un trámite de cobranza”, cuenta.

Los pocos minutos que María Gabriela estuvo allí le bastaron para darse cuenta del reciente allanamiento y de la ratonera que la DINA había montado: todo estaba tirado en el suelo, y en la cocina dos hombres retenían a la hermana de Ema, quien reconoció a María Gabriela y mantuvo la “historia” de la cobranza judicial.

Mientras eso ocurría, Eliana Medina, joven estudiante de 16 años, permanecía detenida en el subterráneo de la Plaza de la Constitución, junto a un grupo de militantes de la resistencia entre los que se hallaban Ema Fuenzalida, Mónica Tillería, Manuel Carpintero, Luis Arenas, Enrique Norambuena y Héctor Gatica. En declaración jurada del 8 de agosto de 1990 afirmó que: “Pude darme cuenta por los interrogatorios a que eran sometidos el resto de los detenidos, que se encontraban buscando a Ariel Mancilla, a quien habían ido a buscar a su casa, pero que no lo habían hallado. Sólo tenían detenida a su cónyuge”.

Ema visitó posteriormente la pensión de Cumming 732 y algunos moradores le dieron detalles de la detención y le informaron que Sara Montes fue sacada en una ambulancia. Según testimonios de detenidos, Ariel Mancilla fue conducido herido, a Villa Grimaldi.

Carena Zoila Pérez, quien estuvo detenida desde el 5 de marzo de 1975 hasta el 14 de junio de 1976 y que pasó 10 días en Villa Grimaldi, en declaración jurada ante notario del 9 de agosto de 1990, testificó que “en una ocasión, en una salida al baño junto con otras detenidas, Amelia Negrón le pasó su chaqueta a un detenido que se hallaba en muy malas condiciones. Carmen Santis lo identificó como Ariel Mancilla. Su camisa blanca tenía manchas de sangre. Por los gritos de los guardias me enteré que Mancilla había huido y que en su intento se había arrojado a las ruedas de un microbús. Fue la única vez que pude verlo”.

Fidelia Herrera, integrante del Comité Central del PS, que también se hallaba detenida en Villa Grimaldi –luego de ser capturada por un equipo de la DINA que integraba Luz Arce–, señaló en una entrevista a Radio Berlín Internacional de la RDA lo siguiente: “También vi. en Villa Grimaldi a Ariel Mancilla. La impresión que tuve al verlo fue realmente terrible. Hacía poco que había tenido contacto directo con el compañero Mancilla fuera de la prisión (…) A Ariel lo sostenían otros dos compañeros en brazos; se notaba malherido, ya que tenía la cabeza vendada. Al mirarlo más, vi que tenía un pie sangrando, prácticamente deshecho. El guardia, cuando yo me acerqué, ordenó a los detenidos que se retiraran. Al momento de hacerlo, Mancilla levantó su cabeza y pude verlo en forma directa. Fue tan enorme la impresión que retrocedí hasta la muralla, porque el muchacho joven y lleno de energías que había conocido se encontraba casi moribundo. El guardia, al ver mi gesto, lo atribuyó equivocadamente a mi mal estado de salud y me condujo de nuevo a la celda en que me encontraba”.

Lautaro Videla, por entonces uno de los hombres más importantes del MIR, detenido durante marzo de 1975 en Villa Grimaldi, declaró: “Fui testigo de la llegada a Villa Grimaldi de Ariel Mancilla, a quien conocía desde hacía más de cinco años”. Y agregó: “Estaba sumamente golpeado, cojeando de una pierna a causa de una herida y hematomas que le habían ocasionado un atropello del que fue víctima en su detención; tuve la oportunidad varias veces de conversar unos minutos con él, cuando lo trasladaban entre el baño y las celdas en formas de cajones llamadas por nosotros ‘Casas Chile’ y posteriormente entre el baño y la llamada Torre de Grimaldi, a la que lo trasladaron después. Estos contactos se hacían posibles pues su condición exigía que algún preso le ayudara a caminar”.

Luego de varios días de demanda del resto de los presos para que se le diera atención médica, uno de los médicos de la DINA  asistió a Ariel. Según Videla, “después de un examen superficial, decidió ‘operar’ al compañero y solicitó la ayuda de los presos para sujetarlo, mientras procedía a cortar tejidos muertos e infectados. Fui uno de los compañeros que ayudamos en la labor que realizaba el doctor al lado de nuestras celdas y sobre el suelo. La pierna de Ariel acusaba alguna forma de gangrena, sin embargo, fue vendado en el lugar y enviado de regreso a la Torre, para posteriormente desaparecer de la misma algunos días después y hasta hoy”.

Pequeño gran hombre: Nuestro amigo el Chico Ariel

En el inicio del año académico de 1965, comenzó a llegar a la UTE un nutrido grupo de compañeros y compañeras socialistas, especialmente al Instituto Pedagógico, a la Escuela de Construcción Civil y a las diversas sedes que la universidad mantenía en provincias. Así fueron llegando y contactándose compañeros como Susana Sánchez, Héctor Torres, Ulises Pérez, Juan Gutiérrez, el Gato Mella, Iván Martínez, Betsabé Padín, Luis Casado, Eric Asenjo, Lucho Navarrete, Erica Osorio, Franklin Moncada, Octavio Paz y muchos otros más. Entre ellos también apareció el chico Ariel.

De ese hermoso contingente de jóvenes socialistas, pronto empezó a destacar la figura del Chico Ariel. Estudiante responsable y militante serio y prolijo en el cumplimiento de las tareas que se le encomendaban, observador sagaz y con genuino deseo de aprender, recuerdo su especial preocupación por saber conciliar la teoría con la práctica política.

A medida que fuimos compartiendo la militancia y la vida estudiantil, fui conociendo más su origen porteño, su relación con su familia, sus inquietudes y sus aspiraciones. Lo recuerdo con Eric y a otros compañeros en el Pensionado de la Escuela de Construcción, compartiendo la sencillez acogedora de su habitación, la que tantas veces fue el refugio para muchos trasnochados o lugar para desarrollar nuestras a menudo largas reuniones políticas. Lo recuerdo en las marchas y las actividades que en la UTE realizamos en el contexto de la lucha por la Reforma Universitaria, por un mayor presupuesto o por el mejoramiento de las infraestructuras de nuestra universidad.

Lo recuerdo en malones y otras jornadas de convivencia en mi casa, en donde el chico Ariel siempre se las arreglaba para ser de la partida, al igual que Lucho Navarrete, Luis Casado y Eric Asenjo, imperdibles.  Recuerdo su deferencia hacia quienes eran nuestros mayores y su tremenda capacidad para moderar nuestros “ímpetus revolucionarios”.

Avanzado ya el Gobierno de Eduardo Frei, ante las siempre penosas condiciones en que se desenvolvía la economía, en el país se comenzó a experimentar los síntomas de una aguda lucha de clases. Eran 1968 y 1969, años en los que como jóvenes socialistas no quisimos estar al margen: paralelamente al trabajo político en la JS, nos hacíamos presentes en las industrias, en el campo y en las poblaciones del Gran Santiago.

Así, a fines de los 60 se multiplicaban a diario las tareas: pronto asumimos tareas de dirección en la FEUT y en el Centro de Alumnos de Construcción Civil; también íbamos al campo a trabajar en la alfabetización de campesinos y en la constitución de sindicatos agrarios, así como en apoyo a nuestros candidatos a parlamentarios por las zonas rurales: María Elena Carrera y Oscar Naranjo, entre otros. También se concertaban acciones en centros fabriles e industriales de Santiago. En todas aquellas actividades, incansable, siempre estaba nuestro amigo el Chico Ariel.

En 1971, la JS eligió una nueva dirección, en la que resultaron electos varios militantes de la UTE. Dos de los nuestros pasaron a formar parte de la nueva Comisión Política de la Juventud. El Chico Ariel fue uno de ellos, demostrando que aquella maduración política culminó con el reconocimiento a un joven valor, capaz de aportar experiencia, conocimiento ideológico y autoridad, basada en la legitimidad que le daba el trabajo permanente con los compañeros de base.

En esa etapa, recuerdo especialmente al Chico Ariel en dos acontecimientos: atendiendo a las delegaciones extranjeras en el 40º aniversario de la fundación del PS y la emotiva reunión que –a altas horas de la madrugada–  el comandante Fidel Castro tuvo con los dirigentes de la JS, durante su visita a Chile.

Ad portas del golpe, recuerdo el domingo 9 de septiembre, cuando en el Estadio Chile, y ante un encendido discurso del Secretario General del PS, la mayoría del Comité Central de la Juventud expresó su preocupación por la real capacidad de defensa del Gobierno Popular. Ariel y varios más manifestamos la necesidad imperiosa no sólo de defender al Gobierno, sino también de prepararnos para salvaguardar la existencia y el funcionamiento de nuestra orgánica en el que caso que la ofensiva del fascismo pasara a mayores.

El lunes 10 de septiembre, tras una reunión del Comité Central de la JS, una delegación de este, de la que formó parte Ariel, se reunió con un entonces destacado integrante de la CP del Partido, quien aseguró que, aunque la situación era seria, “existían condiciones para defender con éxito al Gobierno Popular”, y que por lo tanto nosotros, la Dirección de la JS debíamos “estar preparados para movilizar a los militantes y simpatizantes en las universidades, liceos, poblaciones e industrias del país”.

A esas alturas, conociendo las limitaciones de nuestro partido, recuerdo que con Ariel comentamos nuestras dudas acerca de una real capacidad de respuesta de la izquierda ante un más que probable golpe de Estado. Un día después se confirmarían nuestras aprehensiones, pero la idea del deber militante hizo que prácticamente la totalidad de la Dirección de la Juventud se volcara al cumplimiento de las tareas encomendadas. El Chico Ariel también cumplió las suyas.

Consumado el golpe, en los días que siguieron algunos dirigentes del Partido y la JS se volcaron al trabajo clandestino, intentando evitar que alguna documentación partidaria cayese en manos de los golpistas, indagando por el paradero de algunos compañeros, contactándose con familiares de detenidos o desaparecidos. En todas esas actividades estuvo Ariel, intentando dar ánimo a todos y evitando que el derrotismo y la desolación calaran hondo en algunos.

 Recuerdo la importancia que en esos días tuvieron para él Ema, su compañera, y su hija Mariana. Esta última era muy pequeña cuando su padre se entregaba en cuerpo y alma a la lucha por la democracia y el socialismo. Ema estuvo junto a Ariel desde los tiempos en los que ambos estudiaban en la UTE, y significaba la plenitud del sentimiento de pareja y de la militancia revolucionaria. En más de una ocasión, compartiendo una modesta cena, o en una pausa entre una y otra reunión, recuerdo que Ariel me expresó sus sentimientos como hijo, esposo y padre, el valor de una pareja y de una familia forjada al calor de la esperanza en la construcción de un sueño y de una nueva sociedad.

Testimonio de Danilo Aravena, exdirigente nacional de la JS.

Fuente :pschile.cl sin fecha

Condenan a seis agentes de la dictadura cívico militar (1973-1990), por su responsabilidad en el secuestro y desaparición de once integrantes del Comité Central del Partido Socialista, secuestrados en 1975, y que en su mayoría estuvieron en el Cuartel Terranova, actual sitio de memoria Parque por la Paz Villa Grimaldi.

La investigación judicial abordó los secuestros y desapariciones de Alfredo Rojas Castañeda, Adolfo Ariel Mancilla Ramírez, Ricardo Ernesto Lagos Salinas, Michelle Marguerite Peña Herreros, Carlos Enrique Lorca Tobar, Modesta Carolina Wiff Sepúlveda, Exequiel Ponce Vicencio, Mireya Herminia Rodríguez Díaz, Rosa Elvira Soliz Poveda, Sara de Lourdes Donoso Palacios, y Jaime Eugenio López Arellano.

En la investigación quedó establecido que los secuestros de los dirigentes del Partido Socialista se realizaron entre los meses de marzo y diciembre de 1975, siendo trasladados en la mayoría al centro de detención, torturas y exterminio Villa Grimaldi, desde donde se perdió el rastro de ellos.

El ministro en visita, Miguel Vázquez Plaza, sentenció a los represores de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) a penas que comprenden entre los quince y los veinte años de prisión. En el fallo se condenó a Raúl Eduardo Iturriaga Neumann a la pena de veinte años de presidio efectivo, como coautor de los delitos de secuestro calificado. En tanto, los agentes Rolf Gonzalo Wenderoth Pozo y Manuel Andrés Carevic Cubillos deberán purgar 18 años de presidio, como coautores de los secuestros calificados.

Otro de los agentes condenados, es el ex brigadier del Ejército, Miguel Krassnoff Martchenko, que deberá cumplir dos condenas que suman en total veintisiete años de presidio por el delito de secuestro calificado de ocho de los once desaparecidos, con los que suma más de setecientos años de cárcel por violaciones de los derechos humanos.
En el aspecto civil, el fallo acogió las demandas deducidas, ordenando al Estado de Chile pagar indemnizaciones de entre 80 millones de pesos y 150 millones de pesos a familiares de las víctimas.

Fuente :villagrimaldi.cl 10-01-2019

Adolfo Ariel Mancilla Ramírez, 24 años de edad, de profesión constructor civil, casado con Ema Martínez, un hijo, era militante socialista y miembro del Comité Central del PS en la clandestinidad. Es detenido el día 14 de marzo de 1975 por agentes del estado (DINA) al llegar a una casa de la calle Cummings de Santiago para participar en una reunión del PS. El lugar era una pensión, se había convertido en una “ratonera de la DINA”. Adolfo Ariel inventó un contacto para salir a la calle con los agentes, una vez afuera se lanzó a las ruedad de un microbus. Balaeado y herido fue trasladado al cuartel de Villa Grimaldi. Luego de atoces torturas, con su pierna y pie muy afectados, fue operado por un médico de la DINA con ayuda de otros detenidos (testimonio de Lautaro Videla). En algún momento había sido trasladado a la clínica clandestina Santa Lucía. Según otro testigo (Gladys Díaz) manifiesta que Adolfo Ariel es sacado de Villa Grimaldi alrededor del día 15 de abril, no sabiéndose de su paradero desde entonces.

Fuente :http://memoriasantalucia162.cl/

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Ultima Actualización : 07/03/2025