Alfredo Gabriel García Vega
Antecedentes del Caso
ALFREDO GABRIEL GARCIA VEGA
Rut : 466.209, Valparaíso
F.Nacim. : 13-08-44, 30 años a la fecha de su detención
Domicilio : El Raulí, Block 6, Dpto.12, Miraflores Alto, Viña del Mar
E.Civil : Casado, 1 hijo
Actividad : Empleado; ex estudiante de Servicio Social
C.Repres. : Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
F.Detenc. : 18 de enero de 1975
SITUACION REPRESIVA
Alfredo Gabriel García Vega, casado, 1 hijo, egresado de Servicio Social, militante del MIR, fue detenido el 18 de enero de 1975, alrededor de las 11 de la mañana, frente a la entrada principal de la Quinta Vergara en Viña del Mar. Su detención la practicaron agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), los que se habían trasladado especialmente desde Santiago a la zona de Valparaíso. La aprehensión fue dirigida por el Teniente de Ejército Fernando Adrián Laureani Maturana, conocido como "El Teniente Pablo" al interior de la DINA.
El día 17 de enero de 1975, había sido detenido, también en Viña del Mar, Reinaldo Antonio Erick Zott por los oficiales de la DINA Marcelo Moren Brito y Fernando Adrián Laureani. Zott fue conducido al Regimiento N°2 "Maipo", desde donde fue sacado el 18 de enero, para ser llevado hasta la Quinta Vergara, lugar en donde presenció la aprehensión del afectado.
En el momento de su detención, Alfredo García se encontraba en el interior de su vehículo (Ford del año 30), desde donde fue sacado violentamente y arrojado a la camioneta en que se movilizaban sus aprehensores. Después, Alfredo García, Reinaldo Antonio Erick Zott, los agentes de la Dina -que también se trasladaron en el vehículo del afectado- se dirigieron a la casa de Fabián Ibarra actualmente (detenido-desaparecido), en Chorrillos. Allí vieron a Sonia Ríos actualmente (detenida-desaparecida), quien estaba siendo presionada por Marcelo Moren Brito. En este domicilio, Alfredo García y Erick Zott fueron careados, interrogados y torturados, en presencia del "Teniente Pablo" y de Moren. Desde allí, el afectado y Zott, fueron conducidos al Regimiento "Maipo". También en ese domicilio sería muerto, el 19 de enero, otro dirigente del MIR, Alejandro Villalobos Díaz, "el Mickey".
Durante su permanencia en el recinto militar, el afectado fue visto por numerosos testigos. Además de Reinaldo Zott, Luis Costa declaró que Alfredo García fue torturado en el "Maipo" por los agentes de la DINA, quienes lo interrogaban sobre su militancia en el MIR. Rina Mónica Medina -quien se encontraba en el recinto- lo vio llegar detenido el 18 de enero de 1975. Por su parte, Julio Torres permaneció con la víctima en el Regimiento hasta el 28 de enero de 1975, fecha en que fueron trasladados a Villa Grimaldi. Al respecto, Reinaldo Antonio Erick Zott declaró que el 27 de enero de 1975, alrededor de la medianoche, el Capitán de Ejército Osvaldo Heyder (fallecido) le dijo que la DINA había decidido dar por terminado el operativo en Valparaíso por lo que serían trasladados a Santiago.
Efectivamente, el 28 de enero de 1975, alrededor de 20 detenidos que se encontraban en los subterráneos del casino de Oficiales del Regimiento N°2 "Maipo", fueron subidos a un camión frigorífico y llevados hasta Santiago, donde fueron ingresados en Villa Grimaldi, recinto secreto de la DINA, ubicado en Peñalolén. Entre ellos se encontraba Alfredo Gabriel García Vega.
Una vez en "Villa Grimaldi", los detenidos fueron encerrados en celdas de madera llamadas las "casas corvi". En una de éstas quedaron Alfredo García, Horacio Carabantes (detenido desaparecido), Fabián Ibarra (detenido desaparecido) y Reinaldo Antonio Erick Zott.
También aquí el afectado fue visto por otros testigos. Osvaldo Torres recuerda haber estado en una pieza contigua a Alfredo García y haber conversado con él en más de una oportunidad. Comían juntos -declara el testigo- y realizaban trabajos de desmalezamiento. Fue así como Torres se enteró que García era de Valparaíso y que tenía un hijo de pocos días. El 10 de febrero -continúa Osvaldo Torres- Alfredo García fue llevado al lugar llamado "La Torre". En este sector de Villa Grimaldi, la víctima compartió celda con Francisco Hernán Plaza Tapia hasta el 12 de febrero del mismo año.
Por su parte, Sergio Antonio Vásquez Malbrán y Lilian Jorge, declaran haber sido sacados de Villa Grimaldi y conducidos junto a Alfredo García, Horacio Carabantes (detenido desaparecido), Abel Vilches (detenido desaparecido) y Carlos Rioseco (detenido desaparecido) hasta un lugar cercano a San Antonio -escucharon el ruido del mar- en donde los mantuvieron durante cuatro días encerrados en cabañas de tipo balneario, atados y con tela adhesiva en los ojos. Al cabo de ese tiempo, los recluidos fueron devueltos a la Villa Grimaldi, quedando en ese lugar playero Alfredo García y Horacio Carabantes, los que retornaron sólo dos días después.
Alfredo García permaneció en la Villa hasta el 20 de febrero de 1975, fecha en que, junto a otros detenidos de Valparaíso, fue sacado del recinto con destino desconocido, ignorándose su paradero hasta el día de hoy.
Posteriormente, en julio de 1975, su nombre apareció entre las 119 víctimas que -según informaciones de prensa- habrían muerto en enfrentamientos en Argentina. Dichas informaciones resultaron ser falsas.
La detención y desaparición de Alfredo Gabriel García Vega se inscribe en un operativo que la DINA montó en la zona de Valparaíso y Viña del Mar con el fin de reprimir las actividades del MIR regional. Los efectivos de este organismo de seguridad tuvieron como base de operaciones el Regimiento N°2 "Maipo" y sus acciones culminaron con una veintena de detenidos, ocho desaparecidos y la muerte de Alejandro Delfín Villalobos Díaz, "El Mickey". (Mayores antecedentes al respecto en el caso de Horacio Neftalí Carabantes Olivares).
GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS
Silvia Vera Sommer -cónyuge del afectado- presentó un recurso de amparo por él, el 5 de marzo de 1975 en la Corte de Apelaciones de Valparaíso (rol 59-75). En la tramitación de éste, el Coronel de Ejército Eduardo Oyarzún Sepúlveda, Comandante del Regimiento N°2 "Maipo", informó al Tribunal, el 19 de marzo de 1975, que en los operativos efectuados por la Dina en el mes de enero de ese mismo año, su Unidad "sólo prestó protección armada... no teniendo conocimiento de los nombres de la o las personas que resultaron detenidas". Por su parte, el Ministro del Interior, General de División Raúl Benavides Escobar, el 11 de abril de 1975, ofició a la Corte informando que el afectado no se encontraba detenido "por orden de este Ministerio".
Después de los informes negativos de las autoridades, la Corte no dio lugar al amparo el 8 de mayo de 1975, acordando remitir los antecedentes al Juzgado del Crimen de turno para que instruyera sumario por presunta desgracia. La resolución fue apelada a la Corte Suprema, la que, después de realizar nuevas consultas a las autoridades, confirmó el fallo de la Corte de Valparaíso.
El 21 de marzo de 1975 se presentó otro amparo por el afectado, esta vez en la Corte de Apelaciones de Santiago, el que fue rolado con el N°398-75. En la presentación se denunció la detención del afectado, su permanencia en el Regimiento "Maipo" y su posterior traslado a Santiago en donde permanecía en calidad de incomunicado y desaparecido.
Una vez más, las autoridades, encabezadas por el Ministro del Interior, General de División Raúl Benavides Escobar, negaron la detención de Alfredo García.
Durante la tramitación de este amparo, Silvia Vera denunció a la Corte la publicación de informaciones periodísticas que daban cuenta de la muerte de 119 chilenos en presuntos enfrentamientos ocurridos en Argentina, (julio de 1975). Entre los muertos aparecía el nombre de Alfredo García. Al respecto se solicitaron una serie de diligencias, entre ellas, recabar información al Ministro del Interior, al Ministro de Relaciones Exteriores, al Embajador de Argentina en Chile y al Departamento de Policía Internacional, con el fin de determinar la veracidad de lo sucedido. El 28 de julio de 1975, la Corte no dio lugar a las peticiones y, por el contrario, el 4 de agosto de 1975, rechazó el amparo. Se apeló de la resolución, adjuntándose declaraciones de testigos que estuvieron con el afectado tanto en el Regimiento "Maipo" como en "Villa Grimaldi". No obstante, el 30 de septiembre de 1975, la Corte Suprema confirmó el rechazo del recurso de amparo.
También se presentaron distintos amparos por las 8 personas detenidas desaparecidas en enero de 1975 en Valparaíso. Durante la tramitación de uno de ellos, en 1977, la DINA, a través de su Director Manuel Contreras, reconocería por primera vez la detención del afectado. Es así como en el Recurso Rol N° 1-77 el entonces Coronel Contreras reconoce la detención de García Vega y de los otros 7 detenidos desaparecidos; informa que como producto de un enfrentamiento con el segundo jefe regional del MIR muere Alejandro Villalobos Díaz y son detenidos Sonia Ríos, M. Isabel Gutiérrez, Elías Villar, Abel Vilches, Carlos Rioseco, Horacio Carabantes, Fabián Ibarra y Alfredo García. Agrega que todos, excepto Carabantes que fue dejado en libertad en Santiago, fueron liberados en Valparaíso. En vez de investigar las contradicciones derivadas de las respuestas de distintas autoridades la Corte Suprema confirma la resolución de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, rechazando la presentación.
En agosto de 1975 se interpuso una denuncia por presunta desgracia de Fabián Ibarra y Sonia Ríos, en el 4° Juzgado del Crimen de Valparaíso, la que fue rolada con el N°11.226. Posteriormente, la denuncia fue ampliada a los 6 detenidos desaparecidos restantes: Alfredo García Vega, Horacio Carabantes, Carlos Rioseco, María Isabel Gutiérrez, Elías Villar y Abel Vilches. En septiembre de 1976, la Corte Suprema ordenó a petición de los familiares, a la Corte de Apelaciones de Valparaíso, la designación de un Ministro en Visita, René Clavería Lisboa, a fin de que continuase la investigación por el desaparecimiento de las 8 personas. En definitiva, el Ministro se declaró incompetente (enero de 1977) y remitió los antecedentes a la Justicia Militar, la que sobreseyó definitivamente el caso. Se apeló de la resolución, y 6 años más tarde, en 1989, la Corte Marcial confirmó el sobreseimiento total y definitivo de la causa por apelación del D.L. 2.191 de 1978 (Ley de Amnistía), nuevamente se apeló de la resolución, encontrándose a la fecha de este informe la causa en espera de la resolución de la Corte Suprema. (Mayores antecedentes al respecto en el caso de Horacio Neftalí Carabantes Olivares).
Fuente :Vicarìa de la Solidaridad
Manuel Contreras Sepúlveda por : Jacqueline Drouilly, César Negrete Peña, Marta Neira, Alfredo Rojas Castañeda, Jaime Vásquez Sáenz, Juan Molina Mogollones, Alej. Avalos Davidson, Sonia Rios Pacheco, Elías Villar Quijón, María Isabel Gutiérrez Martínez, Horacio Carabantes, Fabián Ibarra Córdova, Carlos Rioseco Espinoza, Alfredo García Vega, Abel Vilches Figueroa, René Acuña Reyes, Carrasco Matus, Hugo Rios Videla,Martín Elgueta Pinto, Agustín Martínez Meza, Juan MacLeod, Julieta Ramírez Castro y Luis Palominos Rojas.
Marcelo Moren Brito por todos los anteriores menos Elgueta, Negrete y Neira.
Miguel Krassnoff por Negrete, Neira, Drouilly,Rojas, Vásquez, Molina,Avalos, Acuña, Carrasco, Ríos, Elgueta, Martínez y Palominos.
Pedro René Alfaro Fernández por: Ríos, Villar, Gutiérrez, Carabantes,
Ibarra, Rioseco, García y Vilches.
Basclay Zapata por: Rojas, Vásquez, Molina, Acuña, Carrasco, Ríos, Elgueta y Palominos.
Conrado Pacheco Cárdenas por: MacLeod y Ramírez.)
Fuente : memoriaviva.com
Prensa
La Universidad de Chile fue habilitada por la Contraloría de la República para hacer entrega de la distinción de títulos póstumos y simbólicos a los ex alumnos que fueron ejecutados políticos, además de aquellos que se convirtieron en detenidos desaparecidos durante la dictadura militar.
La ceremonia que se realizará el próximo lunes 11 las 12:30 en la Casa Central y estará encabezada por el rector de la universidad, Ennio Vivaldi. La lista consta de 104 ex estudiantes de la universidad, los que fueron asesinados entre 1973 y 1989. Entre las víctimas se encuentra Jécar Nehgme, quien es conocido por ser el último asesinado de la dictadura y que apareció muerto el 4 de septiembre de 1989 en la calle General Bulnes.
Fuente :www.t13.cl 9/09/2017
Fecha :09-09-2017
Un emotivo homenaje a asistentes sociales víctimas de la dictadura militar, se realizó la tarde del miércoles 11 de noviembre en los espacios de nuestra universidad. Un acto organizado por la Escuela de Trabajo Social, el Observatorio de Derechos Humanos, y el Colegio de Asistentes Sociales de Chile, y que contempló la inauguración de un Memorial en recuerdo de 17 estudiantes y trabajadores sociales detenidos desaparecidos y ejecutados tras el golpe de Estado.
El acto, que se realizó en el marco de los 65 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948 – 2013), contó con la participación del rector de la universidad José Bengoa, el presidente del Colegio de Asistentes Sociales, Omar Ruz; Ximena Zavala en representación del Instituto Nacional de Derechos Humanos; Ana María Navia, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos; Ricardo Brodsky , director Ejecutivo del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos; Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, AFEP; además de docentes y familiares de las víctimas.
Omar Ruz, agradeció que instancias como estas tengan espacio y apoyo, enfatizando en la relevancia y emotividad que cobra al recordar que diez de las diecisiete víctimas estudiaron en dependencias de lo que es actualmente la Academia y, que por esos años, acogía a la Escuela de Servicio Social de la Universidad de Chile.
“Agradezco la misión, visión y los valores de la universidad Academia de Humanismo Cristiano centrados en la defensa de los derechos humanos, con participación y compromiso con las transformaciones de nuestro país”, sostuvo.
Además, destacó la ideología de quienes perdieron la vida tras el golpe militar, quienes a su juicio creyeron y lucharon por un ideal,
diciendo “Nunca, jamás, por más que lo intenten una espada podrá cercenar un rayo de luz, ese rayo de luz hoy está presente en todos y cada uno de ellos entre nosotros”.
Por su parte, el rector José Bengoa, felicitó la iniciativa del equipo que trabajó en el memorial, y se refirió a lo medular del homenaje que es el recordar a quienes perdieron la vida por luchar por sus derechos y los de toda una sociedad “En este Día de los Derechos Humanos, el recordar me parece fundamental para que no se nos olviden nuestros héroes, nuestras víctimas que con grandes ideales sufrieron lo indecible y que claramente no están con nosotros”, expresó, junto con invitar a los presentes a seguir luchando y defendiendo los derechos humanos en la actualidad.
Ximena Zavala, del Instituto Nacional de Derechos Humanos también dirigió unas palabras “hay que dignificar e informar sobre las víctimas de la dictadura cívico militar y una de esas formas es guardar la memoria de cada uno, celebrando sus días. Además, hay que construir una sociedad más justa, más respetuosa de los derechos de cada uno”, sostuvo.
El toque artístico de la jornada, estuvo a cargo del cantautor popular Jorge Yáñez, quien junto a su hijo Leonardo se mostró emocionado de sumarse al homenaje.
Fuente :.academia.cl 12/12/2013
Fecha :12-12-2013
El ministro de fuero, Juan Guzmán Tapia, sometió a proceso a siete militares (r) por el delito de secuestro calificado, por la desaparición de 23 personas en el recinto de torturas de Villa Grimaldi, durante el gobierno militar.
Los ex uniformados son el ex director de la Dina, Manuel Contreras Sepúlveda; el coronel Marcelo Moren Brito; brigadier Miguel Krasnoff; el suboficial Basclay Zapata; el agente Osvaldo Romo; el oficial en retiro de Carabineros, Conrado Pacheco y al agente Pedro Alfaro.
Fuente :La Tercera 22 de Julio 2002
Fecha :22-07-2002
MOTO PARA DOS Silvia Vera soporta un doble duelo en su historia. Le mataron a su Alfredo de la juventud, a ese que prefirió en vez de un futuro promisorio en Bélgica y con el que partió a casarse al registro civil en moto. Le asesinaron al padre de su único hijo, al amor de su vida, a su esperanza de un futuro feliz. Desde que se lo llevaron, Silvia no pudo mirarse al espejo durante mucho tiempo y buscando desesperadamente a Alfredo García encontró a José Carrasco Tapia. Este periodista, dirigente del MIR, líder indiscutido de la izquierda revolucionaria chilena, un día cualquiera la acurrucó en sus brazos y la dejó llorar su soledad durante horas. En silencio, Pepe Carrasco, convirtió las lágrimas en besos y el desamparo en protección. Ya Silvia podía caminar erguida, de la mano de un hombre que la hizo sentir viva cuando creía que la pena la mataba. Pepe además se hizo cargo del hijo de su compañero muerto y lo amó tanto que hasta olvidó que él no lo había engendrado.
Pero a Pepe también lo mataron. Y nadie lo lloró más que su hijo adoptivo quien se hizo periodista en honor a la admiración que tenía por su “padre”. Silvia, sin embargo, no termina de olvidar a Alfredo, su primer amor. Y le cede al país y a los periodistas el duelo por José Carrasco, porque ella no se siente capaz de cargar con tanto dolor. Por Silvia Vera
Yo tenía 21 años y estaba de novia con un belga. Tenía todo mi futuro “armadito”: me iba a casar con mi gringo, iba a tener una grandiosa familia rubia y una casa preciosa donde con sólo apretar un botón iba a pedir una caña de “felicidad”. Pero no.Se cruzó el Alfredo en mi ruta y yo no pude hacer nada para protegerme de este atentado de vida, de ideas, de gracia, de belleza. Él cabalgaba dos motos: una burra y una Harley Davison que fue con la que, según él, me conquistó. Yo estudiaba letras en Valparaíso y me había venido de mi acogedora casa en Punta Arenas para acomodarme en una pensión del puerto. Ahí conocí a Alfredo, porque él llegaba como visita del dueño. En ese tiempo yo cantaba de lo lindo porque pertenecía al coro de la universidad.Cuando vi a este hombre con el desparpajo metido en el alma me provocó lástima. Pobrecito, decía yo, no sabe para adónde va. Nunca ha terminado una carrera, es locateli y mujeriego para remate. Ni lo coticé en lo más mínimo. Mis ojos estaban puestos en el belga aquél que encarnaba todos los sueños pequeño burgueses. En cierta fiesta una amiga me preguntó por el mino estupendo de la moto que iba a mi pensión y yo le sugerí que no lo mirara mucho, porque no tenía futuro, porque era demasiado loco. En verdad, le dije eso, porque yo ya le había puesto los ojos encima. Hasta que un día en la playa me saqué el gusto. Atiné firme con Alfredo y después llegué con cara de santa donde mi belga. En esa dualidad, estuve dos meses. Me sentía tremendamente traicionera, y juraba quinientas veces de guata que nunca más iba a mirar para el lado. Pero cuando veía a Alfredo, las promesas se iban por el Marga-Marga. Tuve que decirle al belga que me había enamorado de otro y me fui a Punta Arenas a meditar el nuevo rumbo de mi vida. Lo único que saqué en claro es que no podía seguir calculando el futuro, y con esa conclusión me vine de vuelta. Para suerte mía Alfredo se enrieló. Al mismo tiempo que disfrutaba del Trabajo Social como carrera, se entusiasmó con la política. El 71 nos metimos juntos al MIR y como un terremoto había dejado para la historia mi departamento, nos fuimos a vivir juntos a una casa que su hermano se había conseguido en la CORVI. Muy pronto partimos a casarnos por el civil en la moto de Alfredo. Y a la luna de miel partimos en patota con unos amigos a instalarnos en carpa. Después -eso sí- nos mandamos a cambiar al norte, en moto por supuesto. Y después los lindos nos fuimos a Europa con el coro de la Católica, al que también ingresó Alfredo. Al año, nos reposamos. Alfredo y yo pusimos cara de profesores y nos contrataron como tales. Hasta empecé a considerar un poco locos a los de MIR, un tanto irresponsables en sus movimientos, una manga de insensatos que no medían sus actos. Con el Once de Septiembre de 1973 se vino el mundo abajo. No llegamos a nuestra casa, a Alfredo lo echaron de la pega y se convirtió en un niño. Me pedía cariño, estaba muy inseguro, tenía mucho miedo, se escondía hasta de él mismo. Sólo en Febrero consiguió una pega como “capataz de obra” y eso le absorbía todas las energías, así es que la depresión se fue por la ventana.
Din don. Un día tocan el timbre y se asoma un joven muy bien vestido. Qué raro, pensé yo, a nuestra casa sólo venían hippies y obreros.Ya, Silvia, déjame entrar. Era un amigo obrero que venía camuflado para convencer a Alfredo que se metiera con tutti de nuevo al MIR. Algo más me pareció que venía con esta visita, en ese momento no sabía, ahora sí. Nuestro amigo le aseguró a Alfredo que la situación estaba bajo control, que no tuviéramos miedo, que no abandonáramos la causa, que nos necesitaban. Y como Alfredo era re engrupido con el tema, se lo tomó a pecho y retomó su férrea militancia. Incluso yo fui a algunos puntos, pero cuando supe que venía una güagüita a nuestra vida, paré la cuestión. Estaba aterrorizada. Me daba pavor hasta estornudar para no llamar la atención. Me hubiera gustado haberle preguntado a Alfredo si yo era tan importante como La Revolución, si no pensaba en nuestro futuro, en nuestra alianza de vida, en el hijo que venía.Nunca le dije ni lo hostigué con mis angustias. No podía hacerlo – pensaba yo- porque la lucha popular era su ancla en la tierra. Si pudiera retroceder el tiempo, le hubiera rogado que por favor no se metiera en nada, que cuidara el tiempo que teníamos por delante. Que se cuidara. Pero en esos años no medíamos nada. La vida era la vida, nada más. Y la vida se vino a mi vientre. Pensábamos con fervor en el nombre que le íbamos a poner a nuestro hijo. En su familia habían cinco Alfredos, el tatarabuelo, el bisabuelo, el abuelo, el padre, y Alfredo, así es que era inevitable seguir la tradición –a mí me encantaba su nombre, por lo demáspero el me aseguró que esa repetitividad era falta de imaginación. Le íbamos a poner Alfonsina si era niñita, Alejandro si era varón. Pero cuando nació el niño, hasta ahí no más llegaron los nombres porque partió a inscribirlo y cuando llegó, confesó con cara de culpa cuando le pregunté ¿cómo le pusiste?
Dieciocho días después lo tomaron preso y yo me quedé con mi Alfredito en los brazos y con tal pánico en las venas que se me corto el habla. Sabía que estaba cayendo gente, pero ¿porqué Alfredo? Había salido a encontrase en un “punto” con gente del MIR. Desde la moto me sacaba pica con un gesto de su mano en la nariz. “Leru leru”, se burlaba de mi nueva vida como madre abnegada. Eran las doce del día, dijo que e iba a volver con empanadas, porque íbamos a almorzar en Con Con. Yo me puse bonita esperándolo para salir. Durante ocho meses no tuve el valor de mirarme al espejo. No podía respirar. Podría haberme borrado con un Valium, pero estaba amamantando. Tampoco le hacía bien a mi güagüa sentirme tan angustiada. Medía mis nervios. A los tres meses tomé mis cosas y me vine a Santiago. Venía tan sola. Ni los parientes se ofrecieron para ayudarme con los bolsos. Yo pensaba que todos tenían que llorar conmigo, que la gente de la calle tenía que adivinar mi sufrimiento. Nunca fui rica, pero me sentía miserable subiéndome a las micro llenas. Yo siempre anduve en moto, no sabía lo que era apiñarse por llegar a un lado. Lloraba hasta porque no me daban el asiento. En mi tragedia me aferré a un diario de vida que escribía para cuando volviera Alfredo, pudiera leer cada uno de los detalles del crecimiento de nuestro niño. Le inventaba canciones de cuna a mi güagüita, pero ese arrurú me salía más como una plegaria de sepulcro. Me sentía una muerta caminando, pero igual sacaba fuerzas de mi velorio interno para buscar por cielo mar y tierra al padre de mi hijo. Supe de él por un chiquillo que había estado en Villa Grimaldi, supe también que habían visto su moto en Colonia Dignidad. En esas averiguaciones conocí a José Carrasco Tapia, que era dirigente del MIR y me ayudaba con las diligencias. Tejía como loca mientras esperaba datos sobre su paradero. Empecé un jersey para Alfredo pero tuve que desarmar cada uno de esos puntos cuando publicaron la lista de los 119 “terroristas” muertos. En medio de esos nombres estaba su nombre, el mismo nombre que lleva mi hijo. Con esas letras se me fue la esperanza y mientras deshacía el chaleco se me iban destejiendo los ojos.
Por cada año que pasaba yo pensaba que no iba a tolerar otro igual. Estaba muy sola. Si seguía así o me iba a volver loca o iba a terminar suicidándome. La muerta era yo, en ese tiempo. Así es que tomé la decisión.No me atrevía a decirle a mi suegra que había decidido aferrarme a un hombre para rearmarme como persona. Pero le dije y con el tiempo me entendió. Yo nunca volví a amar a nadie como Alfredo, pero José Carrasco fue un padre inigualable para mi hijo. Lo amó más que a mí y Alfredito creció con esa figura inteligente y con esas ideas de la consecuencia llevadas hasta al final. Con Pepe vivimos en Venezuela y en México. Dicen que era súper mujeriego, que le sobraban las minas y yo ni me daba cuenta (aunque lo quiero mucho todavía no se lo perdono). Le agradecía que me acompañara, que me ayudara con el tema de Alfredo, que me resucitara y que amara a mi hijo tanto como si fuera uno de los suyos. Pero como si no me hubiera bastado, después de vivir diez con él, también me lo arrancaron. Se lo llevaron de la casa matándolo con saña. Mi pobre hijo vio a su “padre” muerto, sangrando, fue muy valiente.
Es cierto que yo pasé muchos años con Pepe Carrasco, más que con Alfredo, pero ese muerto no es mío. Le estoy infinitamente agradecida, pero mi verdadero amor fue ese hombre de la moto que partió con la risa de sus 27 años y un pedazo de mi cuerpo. Toda la vida me ha costado recuperarme de esa estocada. Nunca más pude tener un hijo, incluso aborté cuando me vi embarazada. Para mi hijo, “su viejo” fue el Pepe. Para el Pepe, su hijo fue Alfredo porque aunque tenía otros retoños, nunca fue tan cercano con ellos. Alfredito le dijo primero “tío Pepe”, después “Pepe”, luego “Papá” y por último, “Mi papá”. Yo he ido a los actos en que homenajean al mártir de los periodistas, lo recuerdo con infinito cariño, pero no me pidan que cargue con su memoria. Él fue un hombre público, tiene tantos deudos... a mí déjenme con mi muerto anónimo, que apenas tenía idea de lo que era el MIR, que nunca fue dirigente de nada y que no supo que toda la vida lo seguiré esperando y que cuando muera estaré feliz de irme a su lado.
Fuente :repositorio.uchile.cl sin fecha
Alfredo, mi esposo, nació en Valparaíso en 1944. Vivía con sus padres y sus dos hermanos, tuvo una niñez feliz. Le encantaba el deporte y fue campeón con el equipo de boga de Valparaíso. Estudió en el Liceo Eduardo de la Barra donde hizo muchos amigos.
Nos conocimos el ‘68 en Viña del Mar. Yo era del coro de la Católica de Valparaíso y él también entró, salíamos de gira y conocimos Europa y distintos rincones de Chile. Recuerdo especialmente haber recorrido Roma con él en una moto que le prestó un seminarista, o cuando recorrimos el norte de Chile, también en moto ¡le encantaba manejar!
Era un hombre simpático y buenmozo, de piel pálida y pestañas largas. Cuando me abrazaba, sentía que era allí donde quería quedarme.
Alfredo amaba Valparaíso, con él conocí todos los miradores del puerto. Le encantaba ir al café Hesperia, donde en las servilletas me dejaba mensajes amorosos que aún atesoro.
Era del MIR, su sueño era cambiar la sociedad, tener una familia y ser feliz. Por eso estudió trabajo social, sentía que era una herramienta para apoyar la lucha.
Nos casamos el ‘73 en una ceremonia sencilla y después nos fuimos al Café Riquet. En diciembre del ’74 nació nuestro hijo y Alfredo no cabía en sí de felicidad. Menos de un mes después fue detenido.
Él era Alfredo Gabriel García Vega, detenido y desaparecido el 18 de enero de 1975. Yo fui su mujer, Silvia Vera y lo recuerdo. Recuérdalo tú, recuérdaselo a otr@s.
Ficha técnica
Para realizar esta microbiografía, se entrevistó a Silvia Vera, quien grabó esta cápsula radial en diciembre de 2014 en los estudios de Radio Juan Gómez Millas, donde fue mezclada. Posteriormente, se emitió a través de Radio Universidad de Chile.
Fuente :loslatidosdelamemoria.cl
Otra Información
“Las Garras del Cóndor” se estrena en el PCdV
“Las Garras del Cóndor: Las historias de Alfredo y Cristina” busca sentar un precedente en el tratamiento audiovisual de las historias de ejecutados y detenidos desaparecidos, focalizando la atención en sus vidas como personas, familiares, amigos y militantes.
La cinta, que ya fue pre estrenada en el ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio (CCDTyE) “Olimpo” en la ciudad de Buenos Aires, nació de una iniciativa conjunta entre estudiantes y docentes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha, con el apoyo del Canal Universitario de TV Pública, UPLA TV y comenzó a tomar forma en marzo de 2013.
El trabajo audiovisual recoge los relatos de quienes fueron testigos de los últimos momentos de vida de Cristina Magdalena Carreño Araya, militante del Partido Comunista; y Alfredo Gabriel García Vega, miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR); el aporte de investigadores en la materia y las apreciaciones de los jueces encargados de las causas que se desprenden de este operativo internacional tanto en Chile como en Argentina.
Especial importancia adquiere que el documental fuera presentado, hace algunos días, ante los familiares directos de Cristina y Alfredo, en una reunión íntima cuya misión fue recibir comentarios y apreciaciones previas de lo que ha sido para ellos y ellas, los familiares, una huella imborrable en sus historias de vida.
El estreno oficial tendrá lugar en el Parque Cultural de Valparaíso el 17 de julio a las 19 horas, mientras que el 18 y en el mismo horario, se realizará una proyección abierta a todo el público.
DOCUMENTAL
“Las Garras del Cóndor” pone en valor, a través del testimonio de sus familiares, las vidas de Cristina Carreño Araya, militante del Partido Comunista; y Alfredo García Vega, miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Ambos fueron jóvenes luchadores sociales víctimas del Plan Cóndor, operativo coordinado por las dictaduras militares del Cono Sur y que tuvo como objetivo perseguir a los disidentes por el continente en las décadas del `60 y `70. De este plan se desprenden acciones como la Operación Colombo, montaje comunicacional conjunto entre la DINA y medios de comunicación nacionales e internacionales creados para encubrir la desaparición forzada de 119 miembros del MIR en 1976.
Fuente :https://www.upla.cl/ sin fecha ( extracto)
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