Manuel Antonio Carreño Navarro

Rut : 1.753.948-3
Fecha Detención : 13-08-1974
Comuna Detención : Conchalí
Fecha Nacimiento : 20-07-1921
Edad : 53
Lugar Nacimiento : Conchalí
Partido Político : Partido Comunista (PC)
Estado Civil e Hijos : Casado,7 hijos
Oficio o Profesión : Comerciante
Nacionalidad : chilena

Antecedentes del Caso

Nombre : MANUEL ANTONIO CARREÑO NAVARRO
Rut. : 1.753.948 5
F.Nacim. : 20 07 21, 53 años a la fecha de detención
Domicilio : Nahuelbuta Nº 1535, Población El Carmen, Conchalí, Santiago
E.Civil : Casado, 7 hijos
Actividad : Comerciante
C.Repres. : Militante del Partido Comunista; ex integrante de las Juntas de Abastecimientos y Precios (JAP)
F.Detenc. : 13 de agosto de 1974


Nombre : IVAN SERGIO CARREÑO AGUILERA
Rut : 7.625.597 0
F.Nacim. : 15 08 58, 16 años a la fecha de su detención
Domicilio : Nahuelbuta Nº 1535, Población El Carmen, Conchalí, Santiago
E.Civil : Soltero
Actividad : Estudiante Secundario, Liceo 12
C.Repres. : Militante de la Juventud del Partido Comunista, encargado de tareas menores; ex integrante del Centro Juvenil de la Población, Anexo Independencia
F.Detenc. : 13 de agosto de 1974


Manuel Antonio Carreño Navarro, casado, siete hijos, militante comunista y su hijo Iván Sergio Carreño Aguilera, de 16 años de edad, estudiante secundario, militante de la Juventud Comunista, fueron detenidos el 13 de agosto de 1974, en su domicilio, alrededor de las 00:30 horas, por tres agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), los que se movilizaban en una camioneta Chevrolet color rojo, sin patente y con letras blancas, en la que habían dos agentes más. A esa hora de la madrugada, los aprehensores, fuertemente armados, llegaron hasta el domicilio de las víctimas, identificándose como "policías" y haciendo un gesto de mostrar documentación, la que nadie logró ver. Allanaron minuciosamente el hogar y obligaron a Ana Concepción Aguilera, esposa y madre respectivamente de los afectados, que les abriera la puerta del dormitorio de Iván Sergio. Los agentes, al enterarse del nombre del menor, revisaron una carpeta de color negro que portaban consigo y consultaron una lista de nombres. Inmediatamente después hicieron levantarse a Iván Sergio Carreño y dijeron que tenía que acompañarlos. Cuando la madre preguntó por qué se lo llevaban, un agente, alto y delgado, le respondió con brusquedad: "ahora se preocupa y no se preocupó antes cuando andaba pegando carteles en la calle".
En esos momentos, Manuel Antonio Carreño, a medio vestir, se acercó a los aprehensores y preguntó lo que estaba sucediendo con su hijo. La respuesta fue "usted quédese calladito porque también tiene que acompañarnos, es allá donde tiene que hablar".
Ambos, padre e hijo, fueron subidos a la parte de atrás de la camioneta, custodiados por uno de los agentes. En el vehículo también iba detenido José del Tránsito Aceitón Salazar atado con alambres y tapado con una frazada quien permaneció incomunicado por más de 30 días, para terminar siendo expulsado del país en febrero de 1975, sin que pudiera declarar en el proceso por el desaparecimiento de los afectados. Aceitón había sido Presidente de las JAP del sector y abastecía a Manuel Antonio Carreño.
En la tarde de ese mismo día, testigos vieron como Iván Sergio era trasladado por sus captores en una camioneta por la Población Anexo Independencia,ubicada al frente de la Población El Carmen, en la que el menor tenía su domicilio,siendo obligado a reconocer compañeros del Liceo donde estudiaba. Alrededor de las 18:00 horas de ese 13 de agosto, fue llevado hasta los respectivos domicilios de dos niñas menores de edad, Verónica Patricia Pareja y Rosa Eliana Narváez. Las dos menores ?que habían participado hasta el día del Golpe Militar en el Centro Juvenil de la Población Anexo Independencia junto a Iván Sergio? fueron detenidas en esa oportunidad, saliendo libres sólo 4 semanas después. La madre de la primera de ellas informó de la situación a Ana Concepción Aguilera.
Por su parte, Sergio Andrés Díaz, quien vivía en la Población Anexo Independencia, supo de la detención de los Carreño y, desde la esquina de su casa, vio cuando detuvieron a Verónica Patricia y a Rosa Eliana. Más aún, el domicilio del testigo fue allanado varias veces. En uno de esos allanamientos, no se precisa la fecha, los agentes llevaban consigo a Iván Sergio Carreño, el que se veía en muy mal estado físico y era incapaz de caminar solo.
Manuel Antonio Carreño y su hijo, fueron trasladados por sus aprehensores a Londres 38, centro secreto de detención y tortura de la DINA, en donde fueron vistos por testigos. Erika Cecilia Hennings, quien fuera detenida el 31 de julio de 1974, permaneció en Londres 38 por espacio de 17 días. En ese recinto, la declarante supo de la presencia de varias personas que estaban allí en calidad de detenidas, entre estas, Manuel Antonio e Iván Sergio Carreño. Por otra parte, un sacerdote, que en 1974 se desempeñaba como párroco en la Parroquia San Diego de Huechuraba de la Población El Carmen, recibió testimonios relativos al destino corrido por los afectados. Por antecedentes que le proporcionaron, entre otros José del Tránsito Aceitón, supo de las circunstancias que rodearon la detención de los Carreño y de su traslado al recinto de calle Londres 38. Según le informaron los testigos, Manuel Antonio Carreño, quien había sido violenta e intensamente torturado, sufrió una crisis nerviosa que lo llevó a gritar e insultar a los guardias. Estos reaccionaron tomándolo y arrastrándolo hacia un patio interior, en donde procedieron a golpearlo hasta la muerte. Una vez muerto, los agentes cavaron un hoyo en el patio. La impresión de aquellos que estaban detenidos fue que lo enterraron ahí mismo.
Iván Sergio Carreño, al escuchar los gritos, comenzó, en la sala donde se encontraban los demás detenidos, a gritar también, llamando a su padre. Entonces los guardias tomaron al menor y también lo arrastraron al patio, dándole muerte. La versión le fue plenamente confirmada al sacerdote, incluso en sus detalles, por José Aceitón, cuando el declarante lo fue a ver a Tres Alamos. Más aún, Aceitón y los otros testigos pidieron al sacerdote, en esa fecha (1974), que no entregara la información a la familia de los afectados, puesto que la señora "podía incluso morirse". Sólo se dio a conocer cuando la familia Carreño viajó al exilio a Viena, Austria.
La detención de Manuel Antonio Carreño y de su hijo Iván Sergio, no fue un hecho aislado, sino que se inscribió en una redada que realizó la DINA en el sector. Según testigos, desde el 12 de agosto de 1974 se advirtió a muchos carabineros rondando por la Población Anexo Independencia de Conchalí. Al día siguiente, en la madrugada, se produjeron detenciones en la población El Carmen y otros sectores de Conchalí. Así, además de los Carreño, fueron detenidos Andrés Tadeo Galdámez, también militante comunista y también detenido desaparecido; José del Tránsito Aceitón, ex Presidente de las JAP; las menores Verónica Patricia Pareja y Rosa Eliana Narváez y una persona de apellido Pezoa, todos los cuales, a excepción de Galdámez y los Carreño, recuperaron su libertad.
Posterior a los hechos, el domicilio de los afectados recibió la "visita" de civiles que inquirían antecedentes. La primera de estas "visitas" se produjo el 15 de febrero de 1977 y los civiles de identificaron como pertenecientes al Servicio de Investigaciones. Ya en esta fecha, la señora Ana Concepción Aguilera se encontraba en tratamiento siquiátrico, víctima de una fuerte neurosis producto de sus pocas esperanzas de encontrar con vida a su esposo e hijo. También se encontraba en tratamiento psicológico su hijo de 8 años de edad, el que había sido fuertemente afectado por el desaparecimiento de su padre y hermano.
El 16 de julio de 1977, a las 4 de la tarde, dos jóvenes, de entre 16 y 19 años, se presentaron en el domicilio familiar. Dijeron que venían de la Secretaría Nacional de la Juventud, y el mayor de ellos mostró un carnet universitario de la Universidad de Chile. Señalaron que buscaban información acerca de Iván Sergio, preguntando todo lo concerniente a su detención y diciendo que pondrían los antecedentes en manos de autoridades de Gobierno. En el transcurso de la conversación, Ana Concepción Aguilera sufrió una crisis que se tradujo en una fuerte baja de presión y en un derrame nasal y bucal, con desvanecimiento posterior. Ante la situación, los jóvenes procedieron a retirarse.

GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS
El 19 de agosto de 1974 se interpuso recurso de amparo por los afectados en la Corte de Apelaciones de Santiago, el que fue rolado con el Nº 95874 y el que fue fallado sólo 9 meses más tarde, en mayo de 1975. Se consultó a las distintas autoridades y el 20 de septiembre de 1974 el General de División y Ministro del Interior, Raúl Benavides Escobar, respondió al Tribunal informando que Manuel Antonio e Iván Sergio Carreño no se encontraban detenidos por orden de la autoridad administrativa y que esa Secretaría de Estado ignoraba sus respectivos paraderos. El 15 de octubre del mismo año, el Ministro Benavides reiteraba que Manuel Carreño no se encontraba detenido por orden de esa Secretaría. El 18 de octubre, Ana Aguilera señalaba a la Corte que su marido y su hijo habían estado detenidos en el recinto de calle Londres Nº 38, solicitando que se oficiara a la Secretaría Ejecutiva Nacional de Detenidos (SENDET) para que informara al respecto.
En noviembre de 1974, Ana Aguilera decía a la Corte "mi angustia de madre, de mujer, de esposa y de chilena, en estos momentos es inmensa frente a la injusticia tan grande y creo que es necesario que Vs. Ilma. haga uso de todas las facultades y prerrogativas que le confieren las leyes a fin de poner término definitivo a ella". En estos mismos días, el General Raúl Benavides oficiaba al Tribunal respondiendo a nombre del Prefecto General de Carabineros, haciendo presente que "este Ministerio informó sobre la situación de las mencionadas personas (los afectados)", (27 de noviembre). Además, el Ministerio de Defensa Nacional informó que los afectados no registraban antecedentes en esa Secretaría de Estado. Por su parte, el General de Brigada y Jefe de la Zona en Estado de Sitio de la Provincia de Santiago, Sergio Arellano Stark, informó en diciembre de 1974, que ni a Manuel Carreño ni a su hijo Iván Sergio se les instruía causa en el II Juzgado Militar. El 15 de marzo de 1975, frente a un nuevo requerimiento del Tribunal, el Ministro Benavides insistió en que ninguno de los dos afectados se encontraba detenido por orden de esa Secretaría, cosa que se volvió a repetir el 20 de marzo de ese mismo año.
El 14 de mayo de 1975, en mérito a los informes de las autoridades, se rechazó el amparo y se remitieron los antecedentes al Juzgado del Crimen correspondiente a fin que investigara la posible comisión de un delito.
El 4 de octubre de 1974, Ana Aguilera presentó una denuncia por presunta desgracia ante el 3º Juzgado del Crimen de Santiago, la que fue rolada con el Nº 3.322. Después de que se emitiera una orden de investigar, el 23 de noviembre de 1974 se archivaron los antecedentes por "no haberse adelantado más en el éxito de esa investigación". No hubo otras diligencias. Sin embargo, el 12 de mayo de 1975, la jueza, María Antonieta Gutiérrez, del mismo 3er. Juzgado del Crimen, dejó sin efecto la medida anterior y se instruyó sumario, dándole el rol Nº118.145?8. A este proceso se acumularon los antecedentes remitidos por la Corte de Apelaciones. La primera diligencia realizada fue la emisión de una orden de investigar a la Policía de Investigaciones, la que fue respondida el 27 de junio de 1975 y en la que se señalaba que se habían practicado diversas averiguaciones en hospitales, postas, Instituto Médico Legal, establecimientos de reclusión, sin obtener resultados positivos. El 7 de julio del mismo año, Investigaciones informaba nuevamente al Tribunal que se habían efectuado nuevas consultas ante "los servicios de inteligencia agrupados en la DINA, SENDET, y servicios de Carabineros y de Investigaciones, no obteniendo respuesta positiva". Se agregaba que, ante la posibilidad de que los afectados hubiesen salido del país, se había consultado en la oficina de la INTERPOL, en el Ministerio de Relaciones Exteriores y del Interior, tampoco en esta oportunidad se lograron antecedentes concretos.
Posterior a estas diligencias, la causa quedó paralizada hasta el 23 de junio de 1976. Es decir, transcurrió un año sin que se realizara diligencia alguna tendiente a ubicar el paradero de Manuel Antonio Carreño y de su hijo Iván Sergio. Recién en esta fecha se emitió una nueva orden de investigar, con el fin de dar con el domicilio de las menores Verónica Patricia Pareja y de Rosa Eliana Narváez, diligencia que nunca fue concretada durante la tramitación del proceso. Las menores no concurrieron a declarar ante el Tribunal.
El 22 de septiembre de 1976, el Teniente Coronel Sergio Guarategua Peña, Secretario Ejecutivo Nacional del SENDET, comunicó al Tribunal que, por Oficios anteriores, el Ministerio del Interior ya había informado que los afectados no habían sido detenidos por orden de esa Secretaría. Sin que se lograran mayores avances, el 2 de diciembre de 1976, se cerró el sumario y se sobreseyó temporalmente la causa, por no encontrarse suficientemente acreditada la existencia del delito. En su dictamen el Fiscal hizo notar "el desinterés por tratar de averiguar los hechos que motivaron la instrucción del sumario, en el cual es cierto que consta que la Autoridad no ha ordenado ni mantiene la detención de los desaparecidos". El Fiscal agregaba diligencias que debían realizarse: oficiar al Ministerio del Interior, al SENDET y a Tres Alamos, a fin de que informaran sobre la efectividad de la detención de José del Tránsito Aceitón; asimismo citar a Aceitón para que declarara sobre su propia detención y lo que supiera en relación a los afectados, agrega además el Fiscal que el interrogatorio deberá llevarlo a cabo personalmente el Juez de la causa. El 18 de marzo de 1977, la Corte de Apelaciones revocó el fallo y ordenó al Juez que practicara las diligencias propuestas por el Fiscal.
Sin embargo, ya en 1977, casi tres años después de ocurridos los hechos, no fue posible citar a declarar al principal testigo presencial, José del Tránsito Aceitón Salazar, puesto que, tal como lo informó el Ministro del Interior Benavides, al Tribunal, el 27 de abril de ese año, el testigo había sido expulsado del país el 5 de febrero de 1975, habiendo viajado a Venezuela el 13 de febrero de aquel año. Benavides reconoció en ese Oficio la reclusión de José Aceitón en Tres Alamos, después de haber estado preventivamente detenido en Cuatro Alamos. Diligencias posteriores tampoco tuvieron resultados en el sentido de ubicar a José Aceitón. El 22 de agosto de 1977, el Coronel de Ejército y Subsecretario de Relaciones Exteriores, Enrique Valdés Puga, informó que la Embajada en Venezuela no había logrado ubicar el paradero de José Aceitón, pues no se encontraba inscrito en el Consulado de Chile.
Sin que se tomaran los testimonios de los testigos presenciales de los hechos se cerró el sumario y sobreseyó temporalmente la causa? por no encontrarse acreditada la existencia del delito  el 12 de septiembre de 1977. El 21 de octubre de ese año, la Corte de Apelaciones confirmó la resolución del Juez.
Por su parte, la familia realizó una serie de gestiones administrativas, recorriendo centros de detención, postas, Instituto Médico Legal y escribiendo a las autoridades de la época. Cuando Ana Aguilera acudió a Tres Alamos según lo declaró ella misma los Carabineros se rieron, diciéndole que todas las madres creían que sus hijos eran buenos "pero no saben lo que los angelitos hacen por detrás". El 30 de noviembre de 1974, también en Tres Alamos, le recibieron dos paquetes con ropa y útiles de aseo dirigidos a su esposo e hijo. Sin embargo, después de media hora, el carabinero que la atendió, la llamó y le devolvió los paquetes diciéndole a "estos no los han sacado...". La señora Ana Aguilera quiso preguntar algo más, pero le cerraron el portón.
El 12 de marzo de 1976, Ana Aguilera escribió al Ministro del Interior, General de División Raúl Benavides Escobar, relatándole los hechos y solicitándole una investigación al respecto. El Ministro, en su respuesta, el 18 de marzo de 1976, le informó carecer de antecedentes relativos a los afectados. En 1974 se presentó una denuncia por "sustracción de menor de edad", de la que no hay mayores antecedentes. Posteriormente, y dada la situación económica y de salud de la gran parte del grupo familiar, algunos de ellos, incluida la madre y esposa, viajaron al extranjero. Hasta hoy, Manuel Antonio Carreño y su hijo Iván Sergio permanecen en calidad de detenidos desaparecidos.
En el año 1992 a raíz de la detención del ex agente de la DINA, se interpuso una querella por el secuestro de Manuel Antonio Carreño Navarro y su hijo Iván Sergio Carreño Aguilera. Esta causa se tramita en el 3er. Juzgado del Crimen de Santiago bajo el rol Nro. 118145. A diciembre de 1992 la referida causa se encuentra en estado de sumario y con diligencias pendientes. El ex agente Romo fue detenido en Brasil en julio de 1992, y a los 3 meses expulsado de ese país. A su arribo a Chile fue detenido y puesto a disposición de varios Tribunales que tramitan causas por detenidos desaparecidos. A fines del año 1992 en 7 procesos se habían dictado autos de reo en su contra. Romo Mena vivía en Brasil desde finales de 1975, a ese país llegó con identidad falsa que le proporcionara la DINA a él y su grupo familiar.

Fuente :(Informe corporación)

Prensa

NOTAS PRELIMINARES PARA UNA HISTORIA DE LA FAMILIA CARREÑO-AGUILERA

 

A 50 años de la desaparición de Manuel Carreño Navarro e Ivan Carreño Aguilera a manos de la DINA

DON MANOLO Y MANOLITO

Nuestro abuelo, Manuel Carreño, conocido como “Don Manolo”, era el pulpero de la Oficina Salitrera de San Antonio de Zapiga, en la región de Huara en la Provincia de Tarapacá. Quizás debido a su propia biografía, de la que hablaba muy poco, el abuelo Manuel era un hombre duro. En la pulpería no mostraba sentimientos, cualquier seña de amistad o solidaridad podría influir en el negocio y las ganancias que podría obtener. Era un nacionalista de tomo y lomo, militarista y de derechas. No importaba quién quedase en el camino, lo importante era la meta de hacer fortuna y retirarse a tiempo de la salitrera.

A comienzos de los años veinte, se casó con Irma Navarro, una hermosa mujer esbelta, rubia, de grandes ojos azules, con la que tuvo dos hijos, Manuel y Luis. La vida en la Oficina Salitrera era dura. Con el correr de los años la abuela Irma, cansada de las duras condiciones sociales de vida, decidió un día abandonar a su esposo y sus dos hijos y se fue a vivir con otro hombre, un empresario pudiente, a la ciudad de Antofagasta. No quiso saber más de los locos sueños de mi abuelo, que exigían enormes sacrificios.

No supimos de ella hasta que, años más tarde, a mediados de la década del sesenta, cuando nos encontramos un buen día de regreso del colegio con la casa totalmente consternada. Ana y sus hijas corrían de un lado a otro tratando del calmar a Manuel un niño. La gran noticia era que mi abuela Irma, su madre biológica, venía a Santiago, pero no en buen estado, sino para un tratamiento al cáncer que le había robado toda la vitalidad. Fue difícil hablar con ella, dado su delicado estado salud, y fue aún más difícil recuperar el lazo familiar dañado por tantos años de distancia. Pocas visitas recibió entonces la abuela hermosa, con la piel pegada a los huesos, y pómulos que resaltaban sus enormes ojos azules acerados, que traslucían el espíritu de una mujer poderosa y claros pensamientos. Nadie de nuestra familia la acompañó en su funeral.

Nuestro abuelo se quedó solo un tiempo y pronto enganchó a su futura compañera de vida. Berta, una chilena de etnia quechua, que trabajaba para mi abuelo. Berta crió a Manolito y a Luis. Para ellos fue una excelente madre, amorosa y feliz.

Nunca tuvo hijos propios. Siendo niños, Berta fue nuestra verdadera abuela. Siempre nos dio mucho cariño, nos mimaba y cuidaba, y no fueron pocos los fines de semana que pasamos con ella.

Cuando los negocios comenzaron a debilitarse mi abuelo Manuel tomo una dura decisión y envió a Manuel y Luis a un internado en Iquique. Allá, Manuel estudió Artes Gráficas, terminando con una formación profesional, para retornar junto con su hermano Luis a la oficina salitrera.

La vida en las salitreras, que habían sido la principal fuente de riqueza para el país durante varios años, estaba marcada por las enormes diferencias de clase y condiciones inhumanas de trabajo, la alta mortandad por las enfermedades producto de la manipulación del salitre y la mala alimentación, lo que empeoró en la década del treinta con la decadencia económica de ellas.

Un ejemplo de esto era el sistema de aprovisionamiento de las familias trabajadoras: la compañía salitrera no pagaba en dinero efectivo a los obreros, solo les daba bonos canjeables por alimentos y otros menesteres, bonos que después el pulpero canjeaba por dinero en la compañía salitrera. Uno de los objetos principales del pago en bonos era impedir que el obrero pudiera enviar dinero a su familia y por otro quedaba preso de la compañía al no tener dinero efectivo para poder pagar su salida de la salitrera. La esclavitud moderna.

Por ese entonces, el partido político que encausaba y defendía los derechos de los obreros pampinos era el Partido Comunista de Chile, fundado por Luis Emilio Recabarren, organización con la cual Manuel se sintió prontamente identificado.

Don Manolo, que era muy hábil para los negocios, calculó que el tiempo de vida útil de la pulpería se acercaba a su fin, y se preparó entonces para poder salir de ahí e instalar negocios en otra ciudad. Con gran disciplina, la familia -Manuel, Berta, Manuel y Luis- se instaló en el Cerro Barón, a unos pasos de del ascensor porteño que lleva el mismo nombre del cerro. Allí, nuevamente, Manuel y Berta se desempeñaron como comerciantes.

Por esos años Manolito -nuestro padre- se enroló en las Fuerzas Armadas, llegando a obtener el rango de Suboficial Instructor en el Ejército. Mientras, la familia decidió trasladarse de Valparaíso a Santiago, donde Don Manolo continuó prosperando con su fórmula comercial: instalando una triada de negocios: un emporio de abarrotes, un restaurante con Quinta de Recreo, y un bazar que administraba mi abuela Berta.

Nuestro padre se retiró de la vida militar bastante joven, cuando se empinaba en los treinta años, y se dedicó entonces a trabajar con su padre en el comercio. En la barriada eran conocidos por Don Manolo y Manolito, y aunque a él obviamente le molestaba, para nosotros resultaba jocosa la similitud de nuestros familiares con los personajes de la popular “Mafalda”.

MANUEL Y ANA: UNA NUEVA FAMILIA DE COMERCIANTES.

Retirado del ejército, Manuel conoció a Ana Aguilera Covarrubias, hija de una comerciante que en esos tiempos ofrecía sus productos casa a casa, vendiendo a crédito, y poseedora de un carisma increíble: nuestra abuela Violeta Covarrubias Centurión y un zapatero, de gran oficio pero alcohólico, Alejandro Aguilera.

Ana tenía entonces quince años. Era la mayor de seis hermanos (una de las cuales falleció a corta edad), y en vista de la necesidad de su madre de dedicarse al comercio dada la inestabilidad del padre, pronto fue retirada del colegio para dedicarse al cuidado de sus hermanos, a los que apoyó hasta que terminaron sus estudios.

Manuel era veinte años mayor que ella. Sin embargo, Don Manolo y Doña Violeta vieron con buenos ojos el matrimonio y así el seis de enero de 1951 se casaron. De ese momento hay una foto muy bella de ellos dos bailando felices. Así como también se conservan otras fotos de su viaje de luna de miel en San Alfonso en el Cajón del Maipo.

Padres e hijos comerciantes: negocio hecho. Don Manolo y Doña Violeta decidieron ayudar a la nueva pareja y juntando sus esfuerzos financiaron en parte vivienda y plan de negocios que era calcado a la estrategia del abuelo: colocar un almacén de abarrotes, junto a una librería y un depósito de licores.

Un par de años después de casados, y ya con dos hijos, la familia se mudó a Conchalí. En ese tiempo, esa parte de Santiago era una parte periférica, una población alejada de la urbe. La población El Carmen era relativamente nueva y estaba habitada sobre todo por exmilitares y excarabineros, y era una población chica, un satélite pequeño dentro de todo ese universo que estaba generándose en ese momento, y que debe haber tenido unas diez por diez cuadras como mucho. De hecho, había una junta de vecinos que estaba presidida por un ex carabinero, que era a la vez el guardia de la población, andaba con una escopeta y un bastón grande.

La población no tenía acceso sino a parte de la avenida Independencia o Libertador San Martín. Estaba rodeada por fundos, el fundo Huechuraba, el Santa Rosa que estaba detrás de la población El Cortijo; el fundo el Guanaco, el fundo la Pincoya, que eran unos sectores agrícolas de Santiago, eran la zona que producía frutas y hortalizas para la ciudad. Paralelamente Santiago estaba abriéndose por el lado de Recoleta, por el lado oriente, y ahí se hizo la toma del Fundo el Guanaco y también cuando llegamos ya se estaba construyendo en un sector que se llamó población “La Palmilla”. Más tarde, se construyó la población Juanita Aguirre, en lo que era el Fundo Santa Rosa, y colindaba con lo que es hoy día Américo Vespucio. En ese tiempo, Américo Vespucio no existía con ese nombre, era el “camino a Huechuraba”, y se llamaba así porque ahí colindaba la población con el Fundo Huechuraba…

En esos años, Santiago terminaba en ese sector que era donde terminaba la avenida Fermín Vivaceta en diagonal con Independencia, entonces, como no había locomoción hasta la población, había unas liebres, unos buses chicos. También llegaba el tranvía que transitaba por Independencia, y un autobús también que tenía su terminal por ahí. Esa geografía cambió en forma rápida y violenta en esas décadas. Ese es más o menos el panorama de cuando llegamos a esa población, a un sitio que lo financió nuestro abuelo y que fue el espacio donde nos criamos.

La vida familiar de la joven familia se desarrolló desde entonces marcada por el arduo trabajo del comerciante de barrio y en medio de grandes cambios demográficos y sociopolíticos. Cada día debían levantarse temprano, buscar provisiones, atender a los clientes, hacer contabilidad, reponer los estantes… un trabajo interminable que dejaba poco tiempo libre. Y debían navegar entre las constantes crisis que vivía la ciudad y la economía nacional. Más aun cuando la familia fue creciendo, incorporando siete hijos con poca diferencia de edad entre ellos. Irma, Leonel, Patricia, Ana, Iván, Germán y Daniel, los hijos, nacieron siempre en la casa, con partos atendidos por una comadrona alemana de nombre Bettina.

No vivíamos con grandes lujos, y la familia se administraba con “disciplina militar”: nos levantábamos temprano, “al sonido de la diana” y los mayores teníamos muchas tareas que cumplir. Irma con la madre. Leo con el padre, que debían ir a comprar los alimentos frescos y otros productos para abastecer los negocios a los fundos del alrededor, antes de que empezara la rutina escolar.

Manuel era amante de la música, y en la casa se escuchaba las melodías de su preferencia: música clásica, Chopin, Lizt, Strauss, Beethoven, entre otros, Tango, el Jazz con Beni Goodman’s Marine Band, así como los boleros que eran los favoritos de Ana, nuestra madre.

En las tardes, frecuentemente, nos visitaba después el trabajo la abuela Violeta, siempre con su bolso de mercaderías en las manos, que se sentaba con su hija Ana, alrededor de un brasero, a tomar mate o té, especialmente en las largas tardes de invierno. Los inolvidables domingos, eran la ocasión donde se reunía toda la familia para almorzar.

La llegada de la televisión fue un hito familiar, pero también -como era de esperarse- una oportunidad comercial. Nuestra madre compró la primera televisión del barrio, y pronto los vecinos se acercaron a mirar algunos de sus programas favoritos – por ejemplo, partidos de futbol, a cambio de algunas monedas.

La vida familiar seguía su curso en un país lleno de desafíos sociales en un mundo agitado por la Guerra Fría. No había un Primero de Mayo sin muertos, y las tensiones sociales clamaban por cambios urgentes, en un mundo donde hablar de revolución se hacía también popular.

La migración campo ciudad había venido in crescendo sobre todo desde la década de cuarenta, y las tensiones urbanas llegaron a un punto álgido cuando se produjo la masiva emigración de mapuches a Santiago. Producto de las políticas injustas de las corridas de cerco, y el arrebato de las tierras ancestrales, consecuentemente empobrecidos o sin medios de subsistencia, miles de ellos decidieron probar suerte en la capital. Y Santiago con su precaria infraestructura colapsó. Las familias comenzaron a acampar en las calles y plazas de Santiago y era un espectáculo desgarrador ver a hombres mujeres y niños en esas condiciones. Los partidos de izquierda de la época, PS y PC juntos a militantes del naciente MIR, comenzaron entonces a organizar los mapuche y así nacieron algunas de las primeras tomas de terreno en las comunas marginales del Gran Santiago. Las poblaciones callampa enfrentaron con dificultad el duro invierno Santiaguino, que arrasó con sus vientos y lluvias con la mayoría de los campamentos.

Frente a nuestra casa en Conchalí está (todavía) ubicada la Escuela UNESCO. Esta escuela está junto a una plaza de buen tamaño, que en aquella época fue tomada por los Mapuche sin casa, quienes levantaron campamentos de emergencia.

Por supuesto, no tardó en llegar la represión violenta de las fuerzas policiales, que castigaban sin piedad a las familias que no tenían un lugar alternativo a donde ir, ya que fueran donde fueran eran expulsadas violentamente.

Cierto domingo de invierno, la mesa del almuerzo familiar se sintió particularmente tensa. Nuestra madre, una mujer conservadora, estaba furiosa con mi padre, porque ante la situación desesperada de los Mapuche el decidió tomar a su cargo dos familias y brindarles asilo en el patio de la casa, donde había una bodega que podían habitar. Mi madre tenía miedo de la represión, a los comentarios de los vecinos y a las consecuencias también para la economía familiar que podría significar tal decisión.

A pesar de estos esfuerzos, pronto se hizo evidente que esta medida quedaba corta ante tanta necesidad. La plaza de la escuela estaba llena de familias en necesidad y nuestro padre, por iniciativa propia, formó entonces un comedor común para las mujeres y niños, en primera instancia, pero tratando de abastecer al mayor número posible de familias mapuche. Algunos vecinos de la población El Carmen comenzaron a protestar por la presencia de los mapuches; y otros se aliaron con nuestro padre para cuestionar la política represiva del gobierno y presionar la Junta de Vecinos, de la cual no hubo una sola respuesta. Entonces las presiones se trasladaron a la Municipalidad de Conchalí y subieron hasta la Gobernación de Santiago, que decretó la suspensión de las clases y la creación de un refugio temporal en la escuela UNESCO, hasta lograr reubicar las familias en cuestión.

LA UNIDAD POPULAR.

La nueva década se inició con el triunfo de Salvador Allende, candidato de la Unidad Popular – formada por el Partido Socialista y el Partido Comunista de Chile- que fue celebrado con enorme júbilo. La concentración popular, realizada para celebrar el triunfo en septiembre de 1970 en el Gran Santiago, superó el millón de trabajadores y trajo enormes esperanzas consigo, iniciando un proyecto de “revolución socialista en democracia”, que remeció al país durante alrededor de mil días.

La derecha, junto a la Democracia Cristiana, presentaron entonces una amarga oposición al gobierno, decididos a destituirlo por todos los medios posibles, y en connivencia con el gobierno de Estados Unidos, comenzaron, entre otras cosas, con un intenso y agresivo sabotaje comercial, provocando un desabastecimiento artificial, construido a partir del acaparamiento de las mercaderías y productos alimenticios de primera necesidad, la obstrucción del transporte y un floreciente mercado negro.

El gobierno respondió antes el sabotaje y el bloqueo interno, creando las Juntas de Abastecimiento Popular, JAP, bajo el mando de la Dirección de Industria Nacional y Comercio, DIRINCO, del Ministerio de Economía.

Después de largas discusiones entre los diferentes actores políticos y populares mi padre decidió sumarse al gran proyecto de generar una alternativa paralela para la distribución de alimentos y productos de primera necesidad. Puso a disposición de las nuevas “Juntas de Abastecimiento Popular” (JAP) un local comercial y una bodega, destinados a la entrega de mercaderías de consumo básico.

La primera gran medida fue generar una canasta básica de alimentos y artículos de primera necesidad, y para su distribución, fue necesario también empadronar a la población en listas por sectores, regionales y municipalidades basándose en los datos de los diferentes registros civiles y habitacionales. En un inicio, trabajamos en el abastecimiento de unas trecientas familias empadronadas. Fue un trabajo arduo preparar las entregas de los paquetes a la gente, que hacía filas de día y noche, esperando su turno para la recepción de las mercancías. Nuestro padre, consciente de su responsabilidad, era incansable en su trabajo y de una precisión a toda prueba, tanto en las entregas como en la rendición de cuentas a los organismos del estado. Él comentaba que lo que al comienzo pareció solamente un trabajo voluntario de distribución de artículos de primera necesidad, lentamente tomó caracteres de una lucha de poder entre la población mayoritaria de trabajadores versus las clases dominantes y oligarquías gobernantes de oposición al gobierno de la UP.

De ese tiempo, Ana María recuerda las peleas de Manuel con su mamá. ¿La razón? Su padre repartía todo, se quedaba sin nada, forzando a la familia –Iván y Ana María eran de los que se ofrecían— a hacer largas colas como cualquier vecino para adquirir productos de primera necesidad. A nuestra madre tampoco le gustaba la militancia de su marido y de sus hijos. Ella prefería mantenerse al margen de la política. Cosa en la que concordaba con Manuel, que no consideraba que la militancia fuera cosa de mujeres, razón por la cual sus hijas no se incorporaron al Partido Comunista.

Las contradicciones internas de la UP llevaron a crear otros canales alternativos para la distribución de mercaderías. así nacieron la “Canasta Popular”, que correspondía a sectores radicalizados del PS, y el “Abastecimiento Directo” que estaba dirigido por miembros del MIR.

Manuel tomó los dos padrones de los canales paralelos de distribución y entonces tuvimos tres sectores para las entregas de mercaderías por familia. El trabajo se multiplicó y nosotros no dábamos abasto para administrar tantas mercaderías. Decidimos contra viento y marea, e incluso contra los partidos más conservadores de la UP, integrar a los pobladores dispuestos a tomar en sus manos parte del trabajo de descarga de camiones, bodegaje y posterior entrega de los artículos básico destinados a ellos mismos y al resto de los empadronados en las tres listas que administraba mi padre. Los pobladores defendían, con todos los medios a su alcance, celosamente las mercaderías vitales para su supervivencia, así como a los locales de mi padre que las expendían.
Es importante aquí consignar que no solo hubo ataques verbales y discusiones, respecto de este sistema de abastecimiento. Sino que también tuvimos que enfrentar el incendio de la bodega de los productos de primera necesidad. Una situación muy riesgosa, puesto que los locales comerciales de la familia estaban unidos a nuestra casa familiar.

El país enfrentaba momentos de aguda polarización, cada vez más tensos desde marzo de 1973 cuando la Unidad Popular -contra todo pronóstico- logró elevar su apoyo popular al 40%. La derecha y la Democracia Cristiana (DC), vieron entonces imposibilitado su plan de destituir al gobierno desde el Congreso y persistieron en la política desestabilizadora. El 29 de junio de 1973, un conato de golpe de estado militar abrió un sendero de aun mayores grados de violencia, puesto que aun cuando se resolvió pronto con intervención del General Prat, de algún modo sentó las bases para el Golpe definitivo, que se produjo finalmente un par de meses después.

A comienzos de septiembre de 1973, Salvador Allende iba a anunciar el llamado a una consulta popular, para ofrecer como salida a la crisis, una oportunidad de opinar respecto de la continuidad de su proyecto político. El día anterior al golpe, el lunes 10 de septiembre, la tensión era evidente, y se continuó con la entrega de la Canasta Popular hasta cerca de las dos de la mañana. Al amanecer, se escucharon las primeras noticias de la movilización de los marinos en Valparaíso. El golpe de estado estaba en desarrollo, y con una potencia de fuego que buscó hacer inútil simbólica y materialmente cualquier potencial intento de defensa de un pueblo desarmado. El golpe se sella con el bombardeo del palacio de gobierno y la heroica muerte de Salvador Allende y sus guardias personales.
Esa misma tarde del 11 de septiembre, Manuel de todos modos preparó la última entrega de paquetes a los pobladores incluidos en la lista del Abastecimiento Directo.

A medida que pasaron los días, comenzaron a caer uno a uno amigos, conocidos y compañeros que estaban en las organizaciones populares y luego, en la naciente resistencia a la dictadura. Manuel tomó la decisión de luchar hasta las últimas consecuencias. Pensaba que el PC iba a resistir y luchar, y que él debía permanecer allí mismo. En su casa, en su labor diaria. Leo en cambio decidió vivir en clandestinidad. Discutieron con su padre al respecto. Pero Manuel estaba determinado a seguir adelante y confiar en las decisiones del Partido.

LOS HIJOS HACIA 1974.

Irma, la hermana mayor, tenía 22 años. En su época escolar era muy estudiosa y se tituló como educadora de párvulos.
Leonel, en 1974 tenía 20 años. Cuando niño Manuel lo animó a incorporarse a “la Jota”. Empezó repartiendo diarios “El Siglo” y participando en los pioneros. Participó en algunas pintadas de murales con la BRP. Pero cuando tenía quince años, dejó la Jota inspirado en Cuba y el Che Guevara, y se incorporó al PS. Participó de la organización de grupos cristianos de izquierda y organizaciones juveniles poblacionales. Formó parte de la Federación de Estudiantes Técnicos. Estuvo detenido por acciones por actividades políticas un tiempo antes del Golpe. Después siguió participando del PS en la zona norte. Al momento del Golpe decidió pasar a la clandestinidad. Colaboró con la salida al exterior de varias personas que eran perseguidas en esos meses, y finalmente -atrapado él mismo en una embajada mientras ayudaba a asilarse a una familia- debió salir él mismo al exilio, en Viena, Austria, a donde llegó en febrero de 1974.

Patricia, de 19 años, estudiaba para ser profesora de Historia en la Escuela Normal Abelardo Nuñez. También se casó muy temprano.
Ana María, en su época escolar no militaba en un partido político, y admiraba a Allende y al Che Guevara, pero luego comenzó a participar en grupos socialistas, especialmente trabajando en torno a la campana de Camilo Escalona a las FESES. En 1974, tenía 17 años y había interrumpido sus estudios escolares, porque se casó muy tempranamente, y solo terminaría su Cuarto Medio tiempo después, a los veintún años. En 1974 nació su primera hija: Ana Elisa. La primera nieta, que Manuel alcanzó a disfrutar brevemente antes de ser detenido.
Germán, tenía 11 años, y aun era estudiante de primaria. 
Daniel, tenía 7 años. En esa época, estaba estudiando en la escuela primaria.

IVÁN CARRENO
Iván era el quinto hijo de nuestros padres, y el segundo hijo varón.
En la familia le decíamos “Ivanocho”. No era común a inicios de la década de 1970 mezclar la música psicodélica y el rock con la pertenencia a las Juventudes Comunistas, pero Iván sí lo hizo. Era fanático de Santana y Jimi Hendrix y coleccionaba sus discos, uno de los cuales, War Heroes, de Hendrix, aún está en la casa familiar.
Iván era un adolescente alegre, con chispa, bien flaco, bajito, la tez mate, y el pelo castaño claro y liso, más largo de lo habitual.
Era además un adolescente a quien le gustaba ayudar a los otros.
Junto con ser talentoso para la música –cantaba y tocaba instrumentos—, Iván sabía usar las manos para confeccionar lo que le hacía falta y le gustaba. Armó un barco dentro de una botella pequeña, que le regaló a su amigo íntimo, Sergio. A su perro regalón, Cascabel, le construyó una casa en el patio. No contento con eso, se hizo unos mocasines apaches y él mismo fabricó su propia guitarra eléctrica, con materiales de desecho, para tocar los temas de Santana, Hendrix, Inti Illimani y Quilapayún. Así se daba un respiro de la vida de estudiante en el Liceo No 12 de Conchalí, vida que se tomaba en serio mientras atendía a los ecos de la guerra de Vietnam.
Ana María era mayor que Iván, pero por poco. Más que cercanos, eran “yuntas”. Si a los nueve años Iván se tiraba del techo de la casa (y se quebraba la clavícula) jugando a Superman, ella hacía lo propio, saltando al patio en calidad de Superwoman. Iván era malo para la pelota, pero bueno para pololear y tener amigas, porque era muy galán, en el sentido de atento y respetuoso con las jóvenes, que le correspondían.

Ana, la madre, llevaba a toda la prole al cine Santa Lucía o al teatro La Palmilla una vez al mes. A Iván le fascinaban las películas de vaqueros. También tuvo la oportunidad de tomarle el gusto al cine de la Metro Goldwyn Mayer, gracias a un cuñado que trabajaba en la oficina santiaguina de la compañía estadounidense, y le regalaba entradas para el cine que esta tenía en la calle Banderas. Allí, Iván vio grandes producciones de Hollywood, como Lawrence de Arabia y El doctor Zhivago.
“Éramos niños felices”, asegura Ana María en una entrevista, “mis papás se preocuparon de que creciéramos bien, teníamos una librería y ahí intercambiábamos revistas, [a Iván] le gustaba la Archie”, una famosa serie de historietas dirigida a un público adolescente.

Iván también participó de un grupo scout en Conchalí, de la población La Palmilla, y que era dirigido por el guía Fernando Vizcarra -que en ese tiempo era del Partido Socialista-. Allí fue un “Lobato” y salió frecuentemente de excursión.

Al igual que Leo, su hermano mayor, “como hombre”, fue animado por el Manuel a participar de la Jota. Había ingresado a los 12 años, más o menos, cuando ya tenía experiencia pintando con la Brigada Ramona Parra. También, en las marchas de las Juventudes Comunistas, Iván tocaba el tambor.

Su amigo Juan Carlos recuerda: “Nos conocimos en la Iglesia de El Carmen, frente a la plaza Unesco. Vivíamos muy cerca y los domingos, a las 10:00 hrs. teníamos que tocar las campanas, tres veces, para la Misa Dominical de los Niños. Estrechamos amistad con el padre y párroco Jesús Rodríguez. Luego, en 1972 nos encontramos en las JJCC. Militábamos en el Comité Conchalí Costa y en la Base Jorge Dimitrov. También entramos juntos a estudiar en el Liceo 12 en Avenida Dorsal. Organizamos y participamos juntos en la Banda de la Jota. Recuerdo haber desfilado, con camisa amaranto y pantalones blancos en la gran marcha del 4 de septiembre del 73. Marchamos como cabeza de la columna norte desde Zapadores, hasta el Parque Forestal y luego, ya tarde, llegar hasta La Moneda.”Ilich Galdames cuenta: “Lo conocí un par de años antes de su desaparición. Militamos en la Jota junto a decenas de jóvenes de la zona de Conchalí. Nos sumamos a los miles o millones de soñadores que asumimos nuestro tiempo e historia durante el gobierno popular de Salvador Allende en Chile. Recuerdo que Iván tenía poco más de 13 años cuando asumió su compromiso
social en la Jota. Le encantaba salir a propaganda donde ya éramos unos cuantos «viejos» de 17-18 años los más asiduos a amanecernos, pese al frio, rayando la buena nueva de otro Chile posible en cuanta muralla se nos cruzaba por delante. Claro que como era tan niño (13-14 años) su madre no siempre lo dejaba. También le encantaba tocar el tambor (había unos cuantos en el local partidario que no estaba lejos de su casa) Por un tiempo se dedicó con esmero a arreglarlos y limpiar el metal de las cajas-tambores y las correas de la s mismas. No recuerdo si participó en la banda de música que tuvimos que hacer con urgencia un caluroso día de verano el año 72 o 73 para el entierro del diputado o senador comunista Cipriano Pontigo.
Recuerdo que éramos unos 4-5 jotosos, pero no puedo recordar si estaba Iván en esa verdadera proesa de tocar desde el Comité Central del PC en Teatinos hasta el Cementerio General a pleno sol, con 33 grados a la sombra”

Fuente :werkenrojo.cl

Fecha :30-08-2024

El pasado 14 de noviembre de 2022 se dictó sentencia en la causa por los delitos cometidos en perjuicio de Rosa Eliana Narváez Riveros y Verónica Patricia Pareja Alarcón, sobrevivientes, detenidas en Londres 38 desde el 13 de agosto de 1974 y, posteriormente, trasladadas a Cuatro Álamos hasta octubre del mismo año. Ambas tenían menos de 15 años a la época de los hechos, eran estudiantes de enseñanza media y militantes de las Juventudes Comunistas.

La sentencia indica que su detención se enmarcó en el operativo realizado por la DINA, en la comuna de Conchalí, destinado a aprehender miembros del Partido Comunista, entre los que se encontraban también Manuel Antonio Carreño Navarro e Iván Sergio Carreño Aguilera, quienes aún permanecen desaparecidos.

Se estableció que tanto Rosa Narváez como Verónica Pareja, permanecieron prisioneras en los centros de detención clandestina de Londres 38 y Cuatro Álamos, bajo la custodia de agentes del Estado, absolutamente indefensas, atadas y con los ojos vendados. Y que, a pesar de tratarse de mujeres adolescentes, fueron maltratadas física y psicológicamente, con el fin de provocarles sufrimientos tales como, golpes, aplicación de electricidad, amenazas, simulacros de fusilamiento, humillaciones y vejámenes, desnudamiento y agresiones sexuales reiteradas de diversa índole. Estos hechos fueron considerados por el tribunal como crímenes de lesa humanidad.

En atención a la edad de las detenidas, a la magnitud de los malos tratos físicos y psicológicos, y al atentado contra su libertad sexual, la ministra en visita extraordinaria para causas por violaciones a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de San Miguel, Marianela Cifuentes, condenó por los delitos de sustracción de menor agravada, a César Manríquez Bravo, Miguel Krassnoff Martchenko y Ricardo Lawrence Mires, todos en calidad de autores, a la pena de 15 años y un día de presidio mayor en su grado máximo. Además, como forma de reparación del daño sufrido, se ordenó al Fisco de Chile a pagar 150 millones de pesos a cada una de las afectadas.

Si bien las penas impuestas son adecuadas, esta es una sentencia que llega casi 50 años después de los hechos, lo que nos recuerda la impunidad imperante en este tipo de delitos cometidos por la dictadura civil militar, impunidad que sólo favorece a los criminales. En este sentido, una vez más los condenados son apenas tres agentes del alto mando, en circunstancias que son responsables todos los agentes de la DINA, especialmente los oficiales, que operaron en el recinto de Londres 38, manteniendo prisioneras a las detenidas y ordenando o perpetrando las graves agresiones en su contra.

En la resolución, la ministra Cifuentes dio por establecidos los siguientes hechos:

1° Que el día 13 de agosto de 1974, en horas de la tarde, agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), entre ellos Basclay Zapata Reyes, detuvieron, sin derecho, a Rosa Eliana Narváez Riveros y Verónica Patricia Pareja Alarcón, ambas de quince años, estudiantes de Enseñanza Media y militantes de las Juventudes Comunistas, en el domicilio de Pareja Alarcón, ubicado en calle Flor María N°5.471 de la comuna de Conchalí.

2° Que, acto seguido, las adolescentes fueron trasladadas en una camioneta marca Chevrolet modelo C10, en cuyo interior se encontraba Iván Sergio Carreño Aguilera, al centro de detención clandestino de la Dirección de Inteligencia Nacional, denominado 'Londres 38', ubicado en calle Londres N°38 de la comuna de Santiago, a cargo del mayor de Ejército Marcelo Luis Manuel Moren Brito, secundado por el teniente de Ejercito Miguel Krassnoff Martchenko y el teniente de Carabineros Ricardo Víctor Lawrence Mires, quien ejercían mando directo sobre los agentes operativos.

3° Que, en el referido centro de detención clandestina, Rosa Eliana Narváez Riveros y Verónica Patricia Pareja Alarcón permanecieron varios días privadas de libertad, tiempo en el que fueron interrogadas acerca de sus actividades políticas, la tenencia de armas de fuego y el nombre de sus contactos, mediante apremios ilegítimos, tales como, golpes en distintas partes del cuerpo, aplicación de electricidad y vejámenes sexuales reiterados.

4° Que, días después, ambas adolescentes fueron conducidas al centro de detención 'Cuatro Álamos', situado en la comuna de San Miguel, recuperando su libertad a principios de octubre de ese año.

5° Que la detención de Rosa Narváez Riveros y Verónica Pareja Alarcón se enmarcó en un operativo realizado por la DINA en la comuna de Conchalí, dirigido a aprehender a militantes y/o simpatizantes del entonces proscrito Partido Comunista, ocasión en la que se detuvo, entre otros, a Manuel Antonio Carreño Navarro y su hijo Iván Sergio Carreño Aguilera.

6° Que en la época referida la Dirección de Inteligencia Nacional estaba a cargo del coronel de Ejército Juan Manuel Guillermo Contreras Sepúlveda.

7° Que, asimismo, las unidades operativas y centros de detención del mencionado organismo dependían de la Brigada de Inteligencia Metropolitana, comandada por el teniente coronel de Ejército César Manríquez Bravo.

Fuente :diarioelitihue.blospot.com 17/1/2023

Fecha :17-01-2023

Este jueves, se dictó una acusación en contra de tres exagentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Esto, por su responsabilidad en los secuestros calificados de Verónica Pareja Alarcón y Rosa Narváez Riveros, en ese entonces adolescentes de 15 años, el 13 de agosto de 1974.

Se trata de César Manríquez Bravo, Miguel Krassnoff Martchenko y Ricardo Víctor Lawrence Mires, a quienes se les acusa en calidad de autores.

Según Marianela Cifuentes, ministra en visita para causas de violaciones a los DDHH de la Corte de Apelaciones de San Miguel, los involucrados detuvieron, sin derecho a las dos estudiantes de enseñanza media y militantes de las Juventudes Comunistas de Conchalí.

Luego, fueron trasladadas al centro de detención clandestino denominado “Londres 38”, ubicado en la comuna de Santiago. En aquel lugar, se les interrogó durante varios días sobre sus actividades políticas y el nombre de sus contactos.

Estas acciones fueron realizadas “mediante apremios ilegítimos, tales como, golpes en distintas partes del cuerpo, aplicación de electricidad y vejámenes sexuales reiterados”, señala la resolución.

Además, se agrega que el objetivo de dicho operativo era “aprehender a militantes y/o simpatizantes del entonces proscrito Partido Comunista, ocasión en la cual se detuvo, entre otros, a José del Tránsito Aceitón Salazar, Andrés Tadeo Galdámez Muñoz, Manuel Antonio Carreño Navarro y su hijo Iván Sergio Carreño Aguilera”.

Finalmente, se consigna que, en la época referida, la Dirección de Inteligencia Nacional estaba a cargo del coronel Juan Manuel Guillermo Contreras Sepúlveda, actualmente fallecido.

Fuente : serpajchile.cl 27/9/2021

Fecha :27-09-2021

La Corte de Apelaciones de Santiago ratificó la sentencia de primera instancia contra 11 agentes DINA, dictada en la investigación denominada: “Villa Grimaldi, Cuaderno Principal”, que indagó la desaparición de 19 personas y un homicidio calificado, ilícitos perpetrados al interior del centro de detención ilegal, ubicado en la comuna de Peñalolén . Asimismo, el ministro en visita extraordinaria para causas por violaciones a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Santiago, Mario Carroza, dictó el cúmplase  de dos sentencias y ordenó el ingreso al Centro de Cumplimiento Penitenciario de Punta Peuco de 11 agentes de la CNI.

Condena a ex agentes DINA

En fallo unánime, la Sexta Sala del tribunal de alzada –integrada por los ministros Mauricio Silva Cancino, Mario Rojas y Jessica González– ratificó las condenas efectivas para 11 integrantes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) por su responsabilidad en los secuestros calificados deGuillermo Roberto Beausire Alonso (24), Alan Roberto Bruce Catalán (24), Jaime Enrique Vásquez Sáenz (27), Manuel Antonio Carreño Navarro (53), Iván Carreño Aguilar (16), María Teresa Eltit Contreras (22), María Isabel Joui Petersen (19), Jacqueline Paulette Drouilly Yurich (24), Juan René Molina Mogollones (29), René Roberto Acuña Reyes (22), Carlos Alberto Carrasco Matus (21), Hugo Daniel Ríos Videla (21),Agustín Alamiro Martínez Meza (27), Juan Rodrigo Mac-Leod Treuer (29), María Julieta Ramírez Gallegos (65), Luis Jaime Palominos Rojas (23), Marta Silvia Adela Neira Muñoz (29), César Arturo Emiliano Negrete Peña (25), Alejandro Juan Ávalos Davidson (30); y por el homicidio de Humberto Juan Carlos Menenteau Aceituno (24).

La sentencia ratificó las penas en contra de:

1- Pedro Espinoza Bravo20 años de presidio por su responsabilidad en el homicidio de Humberto Juan Carlos Menenteau Aceituno; y 20 años de presidio por los secuestros de Guillermo Roberto Beausire Alonso, Alan Roberto Bruce Catalán, Jaime Enrique Vásquez Sáenz, Manuel Antonio Carreño Navarro, Iván Carreño Aguilar, María Teresa Eltit Contreras, María Isabel Joui Petersen, Jacqueline Paulette Drouilly Yurich, Juan René Molina Mogollones, René Roberto Acuña Reyes, Carlos Alberto Carrasco Matus, Hugo Daniel Ríos Videla, Agustín Alamiro Martínez Meza, Juan Rodrigo Mac-Leod Treuer, María Julieta Ramírez Gallegos, Luis Jaime Palominos Rojas, Marta Silvia Adela Neira Muñoz, César Arturo Emiliano Negrete Peña y Alejandro Juan Ávalos  Davidson.

2- Rolf Wenderoth Pozo: 15 años de presidio por su responsabilidad como cómplice en el homicidio de Humberto Juan Carlos Menenteau Aceituno; y 20 años de presidio por los secuestros de Guillermo Roberto Beausire Alonso, Alan Roberto Bruce Catalán, Jaime Enrique Vásquez Sáenz, María Teresa Eltit Contreras, María Isabel Joui Petersen, Jacqueline Paulette Drouilly Yurich, Juan René Molina Mogollones, René Roberto Acuña Reyes, Carlos Alberto Carrasco Matus, Hugo Daniel Ríos Videla, Agustín Alamiro Martínez Meza, Juan Rodrigo Mac-Leod Treuer, María Julieta Ramírez Gallegos, Luis Jaime Palominos Rojas, César Arturo Emiliano Negrete Peña y Alejandro Juan Ávalos  Davidson.

 

3- Miguel Krassnoff Martchenko: 20 años de presidio por los secuestros de Guillermo Roberto Beausire Alonso, Alan Roberto Bruce Catalán, Jaime Enrique Vásquez Sáenz, Manuel Antonio Carreño Navarro, Iván Carreño Aguilar, María Teresa Eltit Contreras, María Isabel Joui Petersen, Jacqueline Paulette Drouilly Yurich, Juan René Molina Mogollones, René Roberto Acuña Reyes, Carlos Alberto Carrasco Matus, Hugo Daniel Ríos Videla, Agustín Alamiro Martínez Meza, Juan Rodrigo Mac-Leod Treuer, María Julieta Ramírez Gallegos, Luis Jaime Palominos Rojas, César Arturo Emiliano Negrete Peña y Alejandro Juan Ávalos  Davidson.

4- Fernando Lauriani Maturana: 20 años de presidio por los secuestros de Guillermo Roberto Beausire Alonso, Alan Roberto Bruce Catalán, Jaime Enrique Vásquez Sáenz, Manuel Antonio Carreño Navarro, Iván Carreño Aguilar, María Teresa Eltit Contreras, María Isabel Joui Petersen, Jacqueline Paulette Drouilly Yurich, Juan René Molina Mogollones, René Roberto Acuña Reyes, Carlos Alberto Carrasco Matus, Hugo Daniel Ríos Videla, Agustín Alamiro Martínez Meza, Juan Rodrigo Mac-Leod Treuer, María Julieta Ramírez Gallegos, Luis Jaime Palominos Rojas, César Arturo Emiliano Negrete Peña y Alejandro Juan Ávalos  Davidson.

5- Gerardo Godoy García: 20 años de presidio por los secuestros de Guillermo Roberto Beausire Alonso, Alan Roberto Bruce Catalán, Jaime Enrique Vásquez Sáenz, Manuel Antonio Carreño Navarro, Iván Carreño Aguilar, María Teresa Eltit Contreras, María Isabel Joui Petersen, Jacqueline Paulette Drouilly Yurich, Juan René Molina Mogollones, René Roberto Acuña Reyes, Carlos Alberto Carrasco Matus, Hugo Daniel Ríos Videla, Agustín Alamiro Martínez Meza, Juan Rodrigo Mac-Leod Treuer, María Julieta Ramírez Gallegos, Luis Jaime Palominos Rojas, César Arturo Emiliano Negrete Peña y Alejandro Juan Ávalos  Davidson.

6- Ricardo Lawrence Mires: 20 años de presidio por los secuestros de Guillermo Roberto Beausire Alonso, Alan Roberto Bruce Catalán, Jaime Enrique Vásquez Sáenz, Manuel Antonio Carreño Navarro, Iván Carreño Aguilar, María Teresa Eltit Contreras, María Isabel Joui Petersen, Jacqueline Paulette Drouilly Yurich, Juan René Molina Mogollones, René Roberto Acuña Reyes, Carlos Alberto Carrasco Matus, Hugo Daniel Ríos Videla, Agustín Alamiro Martínez Meza, Juan Rodrigo Mac-Leod Treuer, María Julieta Ramírez Gallegos, Luis Jaime Palominos Rojas, César Arturo Emiliano Negrete Peña y Alejandro Juan Ávalos  Davidson.

7- Basclay Zapata Reyes: 15 años y un día de presidio por los secuestros de Guillermo Roberto Beausire Alonso, Alan Roberto Bruce Catalán, Jaime Enrique Vásquez Sáenz, Manuel Antonio Carreño Navarro, Iván Carreño Aguilar, María Teresa Eltit Contreras, María Isabel Joui Petersen, Jacqueline Paulette Drouilly Yurich, Juan René Molina Mogollones, René Roberto Acuña Reyes, Carlos Alberto Carrasco Matus, Hugo Daniel Ríos Videla, Agustín Alamiro Martínez Meza, Juan Rodrigo Mac-Leod Treuer, María Julieta Ramírez Gallegos, Luis Jaime Palominos Rojas, César Arturo Emiliano Negrete Peña y Alejandro Juan Ávalos  Davidson.

 

8- Manuel Carevic Cubillos: 15 años y un día de presidio por los secuestros de María Isabel Joui Petersen, Marta Silvia Adela Neira Muñoz y César Arturo Emiliano Negrete Peña.

9- Raúl Iturriaga Neumann: 15 años y un día de presidio por los secuestros de María Isabel Joui Petersen, Marta Silvia Adela Neira Muñoz y César Arturo Emiliano Negrete Peña.

10- César Manríquez Bravo: 15 años y un día de presidio por los secuestros de Guillermo Roberto Beausire Alonso, Manuel Antonio Carreño Navarro, Iván Sergio Carreño Aguilar y Jacqueline Paulette Drouilly Yurich.

11- Orlando Manzo Durán: 10 años y un día de presidio por el secuestro de Jacqueline Paulette Drouilly Yurich.

En el aspecto civil, el fallo confirmó que el Estado de Chile debe pagar una indemnización total de $1.850.000.000 (mil ochocientos cincuenta millones de pesos) a familiares demandantes, en sumas que van desde los $50.000.000 (cincuenta millones de pesos) a los $150.000.000 (ciento cincuenta millones de pesos), según se detalla en la sentencia.

En los casos de los agentes Manuel Contreras Sepúlveda y Marcelo Moren Brito, se dispone que los antecedentes vuelvan al ministro de primera instancia, Leopoldo Llanos, para que dicte su sobreseimiento por fallecimiento.

Sentencia ex agentes CNI

En la primera causa –por el homicidio de Enzo Muñoz Arévalo (30)–, el ministro Carroza ordenó el ingreso de los agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI) Hernán Vásquez Villegas y Álvaro Corbalán Castilla, a cumplirpenas de 15 años y un día, sentencia que fue confirmada por fallo de la Corte Suprema, el 4 de agosto pasado.

En tanto, por el homicidio de Alonso Lazo Rojas (24) se ordenó el ingreso de Ramsés Álvarez Sgolia, condenado a 10 y 1 día de presidio.

En tanto, deberán purgar 6 años los ex agentes: Patricio Román Herrera, Pedro Eduardo Vivian Guaita, Juan Valderrama y Adolfo Lapostol.

Mientras que Felipe González Astorga, Hernán Portillo Aranda, José Quintanilla Aranda y Erasmo Vega Sobarzo deben cumplir con penas de 5 años y un día de presidio.

Fuente :vozciudadananoticias.com 18/9/2015

Fecha :18-09-2015



El caso ilustra cómo la "tarea de limpieza" de adversarios a la dictadura comenzó por dentro, eliminando a cualquier oficial constitucionalista. El tribunal de la causa analiza citar al capitán Jorge Silva, quien rememoró antecedentes de las torturas que enfrentaron altos oficiales como Alberto Bachelet. Testimonios claves para desentrañar el confuso episodio que rodea el funcionamiento, a comienzos del Régimen Militar, de la Academia de Guerra Aérea (AGA) son la base sobre la cual trabaja la titular del Noveno Juzgado del Crimen, Raquel Lermanda, a cargo de la investigación por la querella interpuesta por la desaparición en 1974 de Luis Baeza Cruces y el asesinato de Alfonso Carreño Díaz, en el caso conocido públicamente como Ceballos Jones.
La causa vivirá dentro de los próximos días una nueva reactivación gracias a los interrogatorios a que serán sometidos ex oficiales de la Fuerza Aérea que vieron cómo en la planta baja de la AGA -conocida como la "Capilla"- se sometía a torturas a civiles y uniformados. También la jueza Lermanda -designada por la Corte Suprema como magistrada con dedicación exclusiva- afina los detalles para constituirse en la Academia, y recrear con los tres oficiales procesados en el caso el funcionamiento de la entidad.
A la fecha están sometidos a proceso por el delito de secuestro calificado y asociación ilícita genocida el coronel (r) Edgar Ceballos Jones, el teniente (r) Franklin Bello, el funcionario de Gendarmería José Aladino Cerda y el comandante (r) Ramón Cáceres Jorquera. Ceballos además está encargado reo por el delito de homicidio calificado contra Carreño. La jueza Lermanda también analiza citar a declarar al capitán (r) de la Fach, Jorge Silva, quien rememoró ante la opinión pública, antecedentes de las torturas que enfrentaron altos oficiales de la Fach como el general Alberto Bachelet.
Las palabras claves
El testimonio del coronel (r) Pedro Arnaldo Guerrero Rojas recrea su permanencia al interior de la Academia. Luego del 11 de septiembre, y junto con otros 70 altos oficiales de la Fach, fue acusado del delito de traición por su posición contraria al Golpe de Estado. Explica a foja mil 143 que el 13 de septiembre de 1973 "fui detenido en mi oficina por dos oficiales de Inteligencia de la Fuerza Aérea, vestidos de civil y armados: Edgar Ceballos Jones y Ramón Cáceres Jorquera. Venían solos y no exhibieron orden alguna de identificación, aunque a ambos los conocía pues habían sido alumnos míos en la Escuela de Aviación". Añade que fue conducido encapuchado a bordo de una camioneta civil "hasta un recinto que después identifiqué como la Academia de Guerra Aérea. Me hicieron descender hasta un subterráneo y me introdujeron en una habitación llena de otras personas, todos miembros de la Fuerza Aérea. En el lugar me despojaron de mis galones y me dieron una manta, autorizándome a dormir tendido en el suelo". El relato continúa con el interrogatorio a que fue sometido por parte del general (r) Orlando Gutiérrez, quien oficiaba de fiscal: "Este general me acusó de pertenecer al MIR y ante mi negativa procedió a insultarme. De inmediato fui trasladado hasta 'la capilla' donde recibí golpes en el estómago y bajo vientre de parte de Ceballos y de otro individuo, al parecer Cáceres. Me aplicaban corriente en todo el cuerpo, especialmente en los genitales y me colgaban de las piernas desde cierta altura sin que mi cabeza rozara el suelo. En una oportunidad, mientras esto ocurría la capucha se desprendió y pude ver claramente a Ceballos y Cáceres". Las agresiones que sufrió el coronel (r) Guerrero sólo terminaron cuando "al borde de la muerte" aceptó "firmar cualquier papel". El 5 de enero de 1974 fue trasladado hasta la Academia de Especialidades de El Bosque "para reponerme", donde estuvo por una semana, pero sin recibir la atención médica prometida.
Luego llegó hasta la Cárcel Pública, recinto donde permaneció por dos años y seis meses, ahí descubrió que la institución llevaba un proceso contra el general Bachellet y todos los oficiales constitucionalistas. A todos ellos se les acusaba de simpatizar o militar en el MIR y enfrentaban cargos por traición.
Sobre el general Bachellet supo que falleció en los brazos del médico Alvaro Yáñez del Villar, en la Cárcel Pública, y que estuvo junto a él, en las sesiones de tortura de la AGA.
Al igual que en la Caravana de la Muerte, la SIFA en sus primeros días tuvo como principal misión "limpiar" la Fuerza Aérea de todos los elementos contrarios al nuevo régimen. Para ello se utilizó la "excusa" de una supuesta militancia en el MIR. Luego de terminar con el problema interno, el paso siguiente de la entidad fue detener a civiles que tuvieron alguna relación con partidos de izquierda. En este cuadro se produjo la detención de Arturo Baeza y Manuel Carreño, casos emblemáticos que inculpan directamente a la Fach en violaciones a los derechos humanos.
Oficiales torturados
Otro testimonio que da luces a la investigación es el del capitán de bandada (r) de la Fach, Jaime Arturo Donoso Parra. Indica que ante las primeras informaciones sobre un Golpe de Estado que se manejaban al interior de las filas castrenses, decidió alertar a personeros políticos como Erick Schnacke, Anselmo Sule y Carlos Lazo, con quienes se reunió en tres ocasiones antes del 11 de septiembre de 1973. Las conversaciones no consiguieron detener el inminente Golpe de Estado, por lo que no le extrañó que el 15 de septiembre del mismo año fuera detenido por Ceballos Jones, quien sin dar ninguna explicación lo maniató y le colocó una capucha. A bordo de una camioneta fue conducido hasta la Academia de Guerra Aérea, "introduciéndome en un subterráneo donde se me mantuvo de pie encapuchado durante tres días". En ese período sólo recibió agua y pudo ver que estaban en igual condición los capitanes (r) Raúl Vergara y Patricio Carbacho.
"Luego de ello, siempre con la vista vendada, fui conducido hasta una pieza-celda en el subterráneo donde fui agredido con golpes de pies y manos, culatazos e incluso me sometieron a dos simulacros de fusilamientos", indica el testimonio. Acto seguido -señala Donoso- fue interrogado por el comandante del grupo Sergio Lisazoaín Mitrano, el capitán Alvaro Gutiérrez y el general de brigada Orlando Gutiérrez Bravo, quienes le consultaban sobre su relación con el MIR.
El oficial en retiro recalca que había ciertas rutinas que se repetían en la Academia. Durante 40 a 45 días era interrogado y torturado, luego, por espacio de dos días era trasladado hasta el Regimiento de Colina, Escuela de Aviación o Escuelas de Especialidades, donde recibía tratamiento médico, tras lo cual volvía a la AGA. Durante esos viajes pudo comprobar que otros altos oficiales de la Fach también permanecían recluídos en el lugar e incluso vio en un deteriorado estado de salud a Lazo y Sule.
Similar es la historia del coronel de aviación (r) Ernesto Augusto Galaz Guzmán. El 14 de septiembre de 1973 acudió hasta el Ministerio de Defensa para interiorizarse de lo que sucedía tras el Golpe, sin embargo fue de inmediato detenido junto con el capitán (r) Vergara, el coronel (r) Rolando Miranda Pinto y el general (r) Bachelet. Todo el grupo fue trasladado hasta la Base Aérea de Colina, donde permanecieron hasta el 20 de septiembre, fecha en que fueron llevados en helicóptero hasta la Academia de Guerra. En el subterráneo del lugar "fuimos recibidos por el fiscal Orlando Gutiérrez, quien nos interrogaba sin venda en los ojos. Una vez que terminaban las preguntas, nos ponían la capucha y comenzaba la sesión de tortura". Asegura que por la voz pudo detectar que Ceballos Jones era quien lideraba las agresiones secundado por Cáceres.
Precisa que los cuatro oficiales siempre estuvieron juntos durante su detención en la AGA y que en una ocasión mientras se bañaban supieron por otros prisineros que "se había dado muerte al cabo Rafael Reyes Gajardo, quien al parecer sufrió un ataque de nervios y un conscripto -cuyos datos desconozco- le dio un tiro a matar".
Basada en estos antecedentes, la jueza Lermanda configuró la responsabilidad penal de Ceballos Jones y Cáceres, sin embargo, para las víctimas el listado de torturadores, cómplices y encubridores es mucho más extenso, por lo que insisten que aún queda mucho por hacer en este caso
 

 

Fuente :Primera Linea 10 de Agosto 2001

Fecha :10-08-2001

“Yo busqué a mi esposo y mi hijo por todas partes, pero siempre me dieron la misma respuesta: ellos no están aquí. No en esta cárcel, no en esta comisaría. Entonces me junté con otra mujer que tenía los mismos problemas y fimos juntas a la Vicaría de la Solidaridad.
Los meses sucedieron uno tras otro, yo visité diferentes cárceles y lugares de reclusión como Tres Álamos, Villa Grimaldi y otros centros de tortura. Yo deseo contar lo que me sucedió en Villa Grimaldi, porque solo con la ayuda de Dios me pude salvar.
Era una mañana temprano en que yo tomé una liebre que me llevó a las cercanías del centro de tortura. Me bajé en el paradero correspondiente y le pregunté a unos niños que estaban jugando por ahí ¿dónde traen los militares a los presos? Inmediatamente ellos me mostraron el camino, me dijeron que había mucha gente detenida ahí. Caminé una larga distancia por la falda del cerro, hasta que pude ver unas rejas altas. Muy temerosa me fui hasta la puerta principal. Era una puerta de metal, Me acerqué y me salió al paso un soldado. Yo le pregunté si mi esposo o hijo estaban detenidos allí. Él respondió en forma agresiva: “si es que echas de menos a tu hombre, te podemos hacer aquí muy feliz” y dijo otras groserías también. Y agregó: “cuando mi sargento te vea, entonces él te va a apresar, ya ha habido muchas mujeres presas aquí y las largamos embarazadas” Muchas mujeres fueron abusadas por ellos.
Yo me devolví y de pronto me asusté mucho. Ellos habían soltado una jauría de perros pastores alemanes en contra mía, y me perseguían. Yo corrí monte abajo y el camino me parecía infinito. Yo corrí y corrí, hasta que los perros fueron detenidos por una gran reja que de pronto se cerró. Cuando subí nuevamente a la liebre y me senté, tiritaba de pies a cabeza. Cuando llegué a casa aún tiritaba y tenía escalofríos. Mis hijos me preguntaron cómo me había ido. Les respondí que todo fue en vano. Debí entonces permanecer dos días en cama, sin poder trabajar, porque me sentí muy mal. El sacerdote me visitó. Y yo le conté lo sucedido. Él dijo: “hija mía, has puesto tu vida en peligro. No vayas nunca más ahí”.

Yo sabía por qué iba a ese terrible lugar. Comencé a ir a la Vicaría tres veces por semana, porque ahí siempre se nombraban a los que ya estaban ubicados como presos y también las cárceles o lugares de detención donde ellos podían ser visitados. Una vez que yo retorné a la casa, me dijo mi hija: “mira afuera mamá. Ahí hay un hombre que quiere hablar contigo” Cuando abrí mi negocio, y estaba haciendo el aseo, vino un hombre grande y fuerte, con una venda en la cara, por lo que no lo podía reconocer realmente. Dijo venir en representación de mi esposo, que estaría enfermo, y que no podía comprarse algunas cosas. Le pregunté por mi hijo, pero él solo me dijo que venía por mi esposo, que necesitaba dinero. Yo le respondí como es común en Chile, con un par de garabatos, y le dije que me hacía sentir como mierda. Como la ley del gallinero: “la gallina que está arriba caga a las de más abajo” y que todos se fueran al diablo. Yo no le di dinero. Le dije que podía enviarle cigarrillos, té u otras cosas, porque dinero no tenía. Él dijo que podía conversar con otras familias afectadas y conseguir acumular un dinero para llevarle a los presos. Yo le respondí que no conocía a nadie y que no podía entregar direcciones de otras personas tampoco, porque no las tenía. Yo no sabía absolutamente nada. A continuación, él me dijo que debería visitar de nuevo las
cárceles donde había estado hace dos meses.

Yo me sentí muy mal, y no pude dormir. Solamente podía hacerlo si bebía. Dos de mis hijos tuvieron que ir a terapia psicológica, por el destino de su padre. Yo también tengo otro hijo, Leo, así se llama, él era mayor de edad. Y tenía participación política. Yo sabía que en cualquier momento le iba a pasar algo. Pero ellos no lo pudieron pillar. Pero Iván, que tenía solo quince años de edad, fue detenido y está desaparecido”

(traducido del alemán; Berger, 2002 :122-123)

“Yo me recuerdo que estábamos todas juntas, en fila, frente a un lugar de detención, para visitar y reconocer a los detenidos. Yo tenía fotos de mis queridos familiares en la mano, y la presentaba preguntándole a los prisioneros si alguien los había visto o los conocía. A través de esta forma de contacto, conocí a muchas mujeres con el mismo  estino. Nosotras estábamos juntas y esperábamos que se nos dejara entrar: Para nuestra sorpresa, cuando abrieron las puertas de metal, había un carro lanzaaguas que nos disparó un chorro de agua, tan fuerte que nos volteó y tiró al suelo. Nosotras quedamos totalmente mojadas y sucias, pero no nos dejamos amedrentar, e ingresamos al centro de detención a preguntar por nuestros familiares.
Allí encontré un amigo de mi hijo Iván, que nos había visitado muchas veces con anterioridad. Él se encontraba en muy mal estado físico. Yo le regalé cigarrillos y otras cosas para alimentarse. Él también se suma ahora a los detenidos desaparecidos. Esto me llevó a pensar que mi marido y mi hijo podían estar en el mismo centro de detención. Este muchacho me dijo que había visto a mi marido y mi hijo a través de una perforación en la muralla, donde había visto también como los guardias llevaban a la gente con los ojos vendados”

(traducido del alemán; Berger, 2002:123-124)

“Cuatro años estuve buscando, pero todo fue inútil. Después me vine a Austria, de modo de proteger a mis dos hijos menores. La llegada a este país fue muy triste, No fuimos bien recibidos, no tuvimos ayuda, tuve que hacer todo por mí misma. No fue posible tomar un curso de alemán. Solo a través de mi trabajo, pude pagarme un curso privado de alemán para mis hijos. Mi objetivo era trabajar. Solo una vez tuve un pequeño bono para mis hijos, para una chaqueta y pantalones. Eso nos vino muy bien, porque la ropa que habíamos traído de Chile no era adecuada para el clima local. A través de otra organización, obtuve un bono para comprar una mesa, tres sillas y un closet. Antes comíamos sobre un cajón. Con este bono debíamos comprar en una tienda específica, y no donde era más barato”

(traducido del alemán; Berger, 2002:124-125)

ANA MARÍA LA VIDA EN RESISTENCIA Y LA AFDD

“Mi mamá le pidió ayuda a mis tíos, a sus hermanos, mi tío Sergio, que es médico, buscó por todos lados y no encontró nada, buscó en la morgue en todas esas partes y mi tío que era gerente general de la papelera, dijo que no, que él no se metía”

“Nos hicieron a un lado, mi abuelo Manuel, que de hecho era de derecha, era Alessandrista, el papá de mi papá, se murió adorando a Pinochet, pero también se murió por la pena de su hijo y de su nieto”
“Mi suegra era demócrata cristiana, era en contra de Salvador Allende, y mi suegra hizo una conexión con el grupo de ayuda de las mujeres pinochetistas y ella se vinculó con ese tipo de gente y teníamos la orden de quedarnos callados”
“A mi papá y a Iván se los llevaron un 13 de agosto y a mí me operaron el 26 de agosto, entonces todo así no te dejaba pensar… estuvimos mucho tiempo en estado de shock, muchos años”.

Al principio, muchas veces, en esta búsqueda, Ana María acompañó a su mamá. «Ella decía acompáñame tú para que no me dejen… y como yo iba embarazada, no la dejaron”. “(Lo hacían) más que nada era por amedrentarla… y abusaban de ella”.

Después de que su madre y los hermanos menores se fueron al exilio, en 1977, a Viena, Austria, Ana maría tomó la posta en continuar dentro de Chile con la búsqueda de su padre y hermano. La decisión no fue fácil.
“La familia se desgranó como un choclo, nos destruyeron la familia porque de un día para otro quedé sin mamá y sin papá, yo creo que nos refugiamos con la lucha en la resistencia, ahí nos enfocamos nosotros, en la resistencia”
“Con Carlos tomamos la opción por seguir trabajando contra la dictadura… en transporte de microfilms, en transporte de propaganda política, en hacer movimientos ponte tú como la huelga de hambre que se hacía en ese tiempo, que a las seis de la tarde nos poníamos a gritar, llegaban los pacos y nos íbamos, eran cosas relámpago, pero a su vez trabajábamos a nivel comunal y con mucho miedo, porque después que se fue mi mamá siguieron allanando la casa los milicos, muchas veces”
Eran tiempos difíciles y estábamos constantemente acosados. “Hacíamos “fiestas”, unas onces, y muchas veces nos venían a allanar. Y nos decían «ah que son buenos pa las fiestas» y con mayor razón trajinaban (…) Teníamos una amiga que vendía Tupperware… hicimos una reunión Tupperware. Estábamos en lo mejor de la reunión cuando llegan los milicos, y nos dijeron «Están en reunión, ah no están en fiesta ahora», no, ella está haciendo una reunión Tupperware, y trajinaron y se fueron, que era lo que siempre hacían y después nos dimos cuenta… de que había un “patas negras”, porque al frente hay un tipo que se para esperando a alguien a las 12 de la mañana y empieza y está como hasta las 15:00 de la tarde y después está desde las 18:00 hasta como las 21:00. Hacía pausa o se cambiaba de lugar, porque yo como casi no salía… Era un punto fijo que teníamos…”

“Cuando venían a allanar a la casa, (los niños) ya sabían que debían arrancar, las más grandes con los más chicos, donde una vecina que yo tenía y ella los veía mientras los otros hacían lo que querían acá adentro. Ana, Carolina, Johanna…
Ellas se encargaban de su hermano, Carlitos. De llevarse la mamadera, todo, con el chicoco colgando. Para ellos era todo tan normal, yo les decía “tengo que hablar con los caballeros y ustedes se van donde los tíos”, entonces era todo tan natural. La vez que se asustaron fue cuando hicieron un allanamiento masivo cuando se perdió el comandante Carreño, ahí se asustaron las niñas, porque era masivo y muy violento.
“También a nosotros nos llegaron los Teleanálisis… esos temas que no salían en la tele, nuestros hijos vivieron viendo eso… lo veíamos en la casa primero y los llevábamos a las poblaciones… A la casa de algún compañero, íbamos a tal hora y se juntaba un grupo de personas.”
“Mi mamá fue de las que empezaron con la Agrupación, fue hasta a Villa Grimaldi (Pasó un tiempo) y un día justo estaba trabajando, llegó la Viviana Díaz, que venía a hacer un trámite y me dijo «No, ustedes tienen que seguir yendo a la agrupación”. Mi suegra dijo que habían cerrado el caso, pero no, no lo habían cerrado, así que nos empezamos a meter de nuevo en la agrupación, fuerte, con más ganas, con la Sola Sierra, te estoy hablando cuando la agrupación estaba en Plaza de Armas, ahí estaba la Vicaría de la solidaridad.”Más tarde, nosotros aquí a la vuelta, teníamos a una mujer que era de la Dina y esa mujer era tan hábil, que Carlos era de la Junta de Vecinos, y ella se involucró en la Junta de vecinos con tal de meterse en la casa. Entonces ella venía para acá y hablaba con Carlos de la Junta de Vecinos (…) cuando llegó esa mujer le dije «Carlos no me gusta esa mujer» y me decía «ya empezaste con tus cosas».
“Hasta que un día alguien nos dijo que cómo nosotros podíamos tener a esta persona en la Junta Vecinal, si esta persona había sido miembro de la Dina (…) en ese tiempo recién había llegado el computador a la casa y nos metimos al internet y quedamos lona, era más peligrosa que un mono con navaja y Carlos me dijo, «mira, tenías toda la razón», porque no te gustaba. (Ella era) Clodomira de Las Nieves Reyes Díaz El cuñado de ella que se llama Libardo… era nuestro punto fijo y ahora él vive en Temuco y tiene una barraca… Él era nuestro punto fijo, cuando se fue mi mamá, el venía todas las noches, con cualquier excusa, porque nosotras teníamos un bazar y venía con la hermana y con su hijo chico, venía con cualquier excusa… venía todos los días y me preguntaba por mi mamá y yo le decía «¿y a usted que le importa?» y me decía «esas no son maneras de atender un negocio» y yo le decía que no estaba atendiendo un negocio,
le estaba contestando una pregunta que el hacía por mi mamá, ahora si quería algo de la tienda, dígame que desea”

“Una vez hicimos un acto en el Cariola y con Carlos íbamos entrando con la foto de mi papá … y se acerca un joven y me dijo «¿que eres tú de él?» y le digo él es mi papá y él es mi hermano y se presenta, me dice: «Soy Mario Aguilera, yo estuve con ellos, el 74, cualquier cosa que tú necesites, comuníquense conmigo» Sí, nunca me voy a olvidar de Mario por eso, porque fue el primero que me dio indicios de que mi papá había sido detenido, que no era un mal sueño ni una mentira. Con el tiempo fueron apareciendo otras personas que atestiguan que los vieron, ya sea en Londres 38 o en Villa Grimaldi: León Gómez, Erika Hennings, Pedro Matta…”
Cuando fue el Informe Rettig yo fui a atestiguar, pero tenía mucho miedo. Yo estaba entre el «voy o no voy», “Anda” me decía él… y le decía «Carlos, ¿pero si es mentira?» y me dijo “bueno, pero vamos todos juntos”, porque si eso tengo que reconocer, que el Carlos ha sido mi compañero en la lucha toda la vida, por eso está aquí todavía. Pero él no me podía acompañar porque trabajaba en el BancoEstado y estaba amenazado…

Es que todavía pienso en cosas, ponte tú, por miedo a perder el trabajo de Carlos, no poníamos recursos de amparo, porque si lo hacíamos a Carlos lo echaban del trabajo y no teníamos nada más que hacer que quedarnos callados.

Todavía siento que fue injusto que nada de estos acosos haya sido considerado, todas las violencias que sufrimos. La Comisión Valech, solo tomó en cuenta la violencia hacia quienes estuvieron presos. …Es una cosa de sentimientos encontrados que tú tienes, no sabes cómo pensar, no sé, de hecho, estoy tiritando por dentro ahora… porque puta que nos sacamos la mugre… y no hicieron nada (al respecto). Porque no tenía por qué haberse ido mi mamá, ni el Leo, no tenía por qué Germán haber muerto en el exilio, ni mucho menos mi hermano que en ese tiempo era un niño (Daniel)
(…)”

A pesar de estas y otras amarguras, porque estos cincuenta años no han sido una trayectoria fácil, Ana María ha seguido formando parte de la AFDD, integrándose a la Directiva durante algunos períodos y haciéndose cargo de los Archivos de la Agrupación. Esto implicó no solo continuar con el trabajo activista de siempre, ir a marchas a reuniones o participar de diversos actos de memoria y protesta, sino también la motivó a estudiar a los 60 años, para convertirse en una Archivera profesional. Y no solo obtuvo su formación técnica, sino que además cursó muchos talleres y Diplomados universitarios en el tema y en otros aspectos de la gestión de sitios y la educación en derechos humanos. Su meta hoy, a cincuenta años, es lograr que los Archivos sean declarados patrimonio nacional protegido, con calidad
de Monumento Histórico.“Lo que sí quiero es que mis nietos y mis bisnietos sepan que tuvieron unos abuelos luchadores”Extracto

Fuente :werkwnrojo.cl 30/8/2024

Microbiografía de Manuel Antonio Carreño Navarro

En la antigua oficina salitrera San Antonio de Zapiga nació mi padre, Manuel, en julio de 1921. Sus padres se llamaban Manuel e Irma, cuando era muy pequeño se separaron y su padre se fue con él a Iquique y abrió un emporio en el que mi viejo trabajó desde niño. Berta, la segunda esposa de mi abuelo, lo cuidó como su hijo, le cocinaba papas a la huancaína que a él le encantaban.

En esa ciudad estudió la primaria; escribía muy lindo, un día me confesó que había soñado con ser litógrafo. Mi padre contaba que en medio de una manifestación de obreros en Iquique se cayó de su bicicleta y le ayudaron a levantarse dos hombres que dejaron huella en su vida: Recabarren Lafertte.

Con el tiempo se trasladaron a Valparaíso con su familia y, cerca de los 18, llegaron a Santiago. Como su papá, se dedicó a ser comerciante. Cerca de los 30 conoció a Ana Aguilera, con quien se casó y tuvieron 7 hijos. Fue un padre estricto y bueno, preocupado porque tuviéramos una niñez mejor que la de él. Nos hacía dormir tocando la armónica y para su aniversario de matrimonio, viajábamos en tren a Valparaíso. Le gustaba escuchar música, bailaba boleros y tango con mi mamá y luego con su primera nieta, mi hija Anita, a quien también le cantaba y bailaba con ella en brazos.

Era solidario y justo, comunista, miembro de la JAP y preocupado por los derechos de los trabajadores. Lo detuvieron en nuestra casa en la población El Carmen, se lo llevaron junto a mi hermano Iván.

Él era Manuel Antonio Carreño Navarro, detenido y desaparecido el 13 de agosto de 1974. Yo soy su hija, Ana María Carreño y lo recuerdo. Recuérdalo tú, recuérdaselo a otros.

Para realizar esta microbiografía, se entrevistó a Ana María Carreño, quien grabó esta cápsula radial en septiembre de 2014 en los estudios de Radio Universidad de Chile, donde posteriormente fue mezclada y emitida.

Fuente :latidosdelamemoria.cl sin fecha

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Ultima Actualización : 11/06/2025