Callejas Honores Mariana Inés

Rut: 2.267.857-4

Cargos:

Grado : Empleada Civil

Rama : Ejército

Organismos : Dirección Nacional de Inteligencia (DINA)

Año Fallecimiento : 2016


Townley y callejas con el detonador en las piernas

Fuente :19 de Febrero 2003  La Nación

Categoría : Prensa

Faltaban veinte minutos para la una de la madrugada del lunes 30 de septiembre de 1974, cuando el general Carlos Prats asomó su auto lentamente para ingresar al garage de la calle Malabía 3359 en el barrio de Palermo en Buenos Aires. Se bajó, abrió la puerta y volvió al auto. Las luces de la calle estaban premeditadamente apagadas. A escasos cien metros, Mariana Callejas tenía dentro del auto el detonador sobre sus piernas. Michael Townley le dio la orden de activarlo, pero no funcionó. El gringo le quitó rápido el detonador y produjo la explosión. El “peligro” Prats estaba extinguido para el dictador

Augusto Pinochet. Este antecedente fundamental fue relatado por el mismo Townley a la jueza Servini en Estados Unidos, declaración que se guarda bajo secreto en el tribunal argentino. El ministro Alejandro Solís deberá requerirla de la jueza argentina, porque no forma parte del expediente enviado a Chile. Aunque imputado según las pruebas por la jueza Servini como coautor del homicidio y asociación ilícita, Pinochet no pudo ser procesado por la magistrada porque la Corte de Apelaciones de Santiago y la Corte Suprema rechazaron desaforarlo, por su estado de “demencia”. La jueza debía viajar a Chile a interrogarlo.

La misma madrugada del crimen el ministro consejero de la embajada de Chile en Buenos, Guillermo Osorio, llamó al subsecretario de Relaciones Exteriores en Chile, general Enrique Valdés Puga, para pedir un avión que repatriara los dos cuerpos. “Déjelos ahí no más, que se pudran en Buenos Aires” fue la respuesta de Valdés, según se acredita en el proceso.

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La hora de Mariana

Fuente :2 de Marzo 2003 La Nación

Categoría : Prensa

Cual hermanos Vicario aguardando de madrugada a Santiago Nasar para matarlo, esperaron Michael Townley y Mariana Callejas ocultos en la noche al general Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert.
Pero los Vicario, según cuenta García Márquez en Crónica de una Muerte Anunciada, se entregaron al cura y un tribunal los absolvió por actuar en legítima defensa del honor mancillado de su hermana Angela. Townley está confeso del doble crimen, pero no se entregó a ningún cura sino al papá grande por asesinar a Letelier: está bajo protección en Estados Unidos.
Mariana Callejas, en cambio, lleva 29 años eludiendo siquiera balbucear la palabra Prats, y apenas quiso pronunciar sílaba cuando la jueza argentina María Servini vino a Chile a interrogarla, autorizada por la Corte Suprema.
Sobre ella apuntarán los dardos ahora, luego de que el martes , por primera vez desde 1974 cuando ocurrió el atentado en Buenos Aires, fuera procesada la ex plana mayor de la DINA por el doble asesinato.
A casi tres décadas de cometido el delito, ella espera su turno.
Esa madrugada en Palermo fue la primera en activar fallidamente la bomba, mientras tenía el control electrónico encima de sus piernas, sentada en el auto. Luego el gringo
acertó. Con seguridad será la única de los dos autores materiales que podría ser procesada y condenada, porque Townley difícilmente será extraditado a Chile desde Estados Unidos. La petición en tal sentido del ministro en visita Alejandro Solís, el
juez de la causa en Chile, es sólo cuestión de tiempo. La negativa norteamericana también.
RELATO DEL GRINGO
No se sabe qué pasó por la mente del gringo cuando hace dos años dijo a la jueza Servini en EE.UU. que a Prats y su esposa los mató junto a Mariana, y que con ella preparó la bomba con los cartuchos de C-4 y los detonadores que en Santiago le
entregó el segundo de la DINA, Pedro Espinoza.
De ese relato, “secreto” según la jueza por el convenio con Estados Unidos para poder interrogar a Townley, más las múltiples “presunciones fundadas” acumuladas en la
investigación de la magistrada argentina y que Mariana todavía niega, depende su futuro.
Lo más probable es que primero sea procesada por la Servini en Buenos Aires, como lo fueron antes los cinco encausados el martes por Solís, Manuel Contreras, Pedro Espinoza, los hermanos Raúl y Jorge Iturriaga, y el hombre de los “corvos acerados”, José Zara. Para ello la jueza espera sólo que el expediente regrese a sus manos desde la Corte Suprema argentina, donde se tramitan un par de recursos por la condena a perpetua de Enrique Arancibia Clavel.
Mientras, Mariana vive tratando de pisar lo más despacio posible, escribiendo y repasando su memoria, como cuando escribió Siembra Vientos. Curiosamente, siendo el libro un relato detallado de su vida junto al gringo en los tiempos en que Manuel
Contreras los protegía y les encargaba misiones en el extranjero, el episodio Prats-Cuthbert está omitido.
“ANA PIZARRO”
“Salvoconducto Nº 17039: Ejército de Chile-Comandancia General-, Guarnición Ejército, Jefatura de Zona en Estado de Emergencia, Santiago. Válido hasta 1977, autoriza a Ana Pizarro Avilés, funcionaria DINA”. Es la prueba Nº100 del expediente de 40 tomos de la jueza argentina. “Salvoconducto Nº 12014.
Secretaría General de Gobierno, autoriza a Ana Luisa Pizarro Avilés, con el objeto de cumplir servicios especiales”. Es la prueba Nº 98. El nombre corresponde a una de las varias chapas que usó la Callejas para operar en la DINA, desde que Pedro Espinoza les habló junto al gringo a fines de 1973 de “la criatura” invencible que nacía en las Rocas de Santo Domingo, con el primer curso de entrenamiento para sus agentes, entre cuyos adiestradores estuvo el actual alcalde de Providencia, Cristián Labbé.
Para el juez Solís, obtener de la Servini el texto con las declaraciones de Townley será difícil, pues primero deberáaceptarlo el Departamento de Justicia norteamericano, órgano del mismo país que, hasta ahora, nunca ha aceptado extraditar a Argentina a Armando Fernández Larios, otro sobre quien apuntan las flechas en este doble crimen, igual que contra el coronel (R) Cristoph Willekie Flöl, también de la DINA.
Respecto de Willikie, fue notable el “desaire” que le hizo Contreras ante la jueza Servini, desnudándolo de punta a cabo como agente DINA que cumplía misión en Buenos Aires, cuando Willikie lo había negado rotundamente, según consigna el expediente argentino.
Pero fue también Contreras quien delató a la Callejas como quien hizo explotar la bomba junto a Townley, como lo estableció la jueza en su investigación. Claro que el “Mamo” lo hizo para fundamentar su irrisoria versión de que el doble crimen lo cometió la CIA, a través de la pareja.
Otro a quien también se le terminó el sigilo de los últimos 29 años, tiempo en el que también logró escabullir un dictamen judicial, fue al ex agente civil Jorge Iturriaga Neumann, hoy procesado y arrestado en la ex Penitenciaría.
El muerto Santiago Nasar y la viva Mariana Callejas se juntan en la desgracia.


Petición de extradición de Mariana Callejas llega a Chile

Fuente :10 de Julio 2003 La Tercera

Categoría : Prensa

A la secretaría de la Corte Suprema ingresó el expediente de extradición de Mariana Callejas, ex-esposa de Michael Townley, y del brigadier (r) Christopher Willike, solicitada por la jueza trasandina María Servini de Cubría, quien investiga el doble asesinato en Argentina del ex-comandante en jefe del Ejército general Carlos Prats y de su esposa Sofía Cuthbert el 30 de septiembre de 1974.

Esta solicitud deberá ser estudiada en calidad de sumario criminal por un integrante del máximo tribunal del país el que deberá citar a los dos inculpados para tomarle declaraciones indagatorias por estos hechos y determinar su prisión preventiva.

En diciembre del año pasado la sala penal de la Corte Suprema determinó no extraditar a los hoy cinco procesados en Chile por estos hechos en el marco de la investigación que lleva en Chile el juez Alejandro Solis por la muerte de general (r) Carlos Prats y su esposa.


Caso Prats: Magistrado ordena detención de Mariana Callejas

Fuente :18 de Julio 2003 El Mercurio

Categoría : Prensa

El ministro Nibaldo Segura, quien está encargado de analizar la solicitud de extradición de los ex agentes de la Dina Cristoph Willike y Mariana Callejas, ordenó esta tarde el arresto preventivo domiciliario de esta última, luego de tomarle declaración por más de tres horas.

Callejas llegó hasta el despacho del magistrado cerca de las 12:30 horas, en donde se le notificó de la petición hecha por la magistrada María Servini de Cubría, quien investiga en su país el asesinato del general (r) Carlos Prats.

Tras la diligencia, la mujer fue trasladada hasta su domicilio en la Reina en donde será custodiada por funcionarios de la Décimo Sexta Comisaría de esa comuna.

El Pleno de la Corte Suprema resolvió el lunes pasado designar al ministro Segura para que evalúe en sumario criminal si procede o no acoger la petición de la magistrada argentina.

El expediente de extradición enviado por Servini ingresó a la Secretaría del Máximo Tribunal el jueves de la semana pasada.

Callejas estuvo casada con Michael Townley, a quien se le atribuye haber puesto un artefacto explosivo bajo el automóvil del general (r) Prats.

Según el ex director de la Dina, general Manuel Contreras, la escritora detonó el artefacto cuando el auto ingresaba al estacionamiento del edificio donde vivía Prats junto a su esposa, en el barrio de Palermo de Buenos Aires.

Willike, en tanto, fue Jefe de la red de la DINA en la capital argentina, y además fue contacto de ese organismo con el Servicio de Inteligencia Uruguayo.

En Buenos Aires, trabajó con Enrique Arancibia Clavel. Según sus propias declaraciones juradas, fue Jefe del Departamento Exterior de la CNI, continuadora de la Dina en 1978

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Caso Prats: Corte Suprema concede libertad a Mariana Callejas

Fuente :23 de Julio 2003 El Mercurio

Categoría : Prensa

Por cuatro votos contra uno la Segunda Sala de la Corte Suprema decidió hoy conceder la libertad previo pago de una fianza de $100 mil pesos a la ex agente de la DINA Mariana Callejas, quien permanecía detenida desde el pasado jueves por orden del ministro Nibaldo Segura.

El magistrado, quien fue designado por el Pleno del Máximo Tribunal para analizar la solicitud de extradición de la escritora y el brigadier (r) Cristoph Willike que hizo la jueza argentina María Servini de Cubría, decretó la detención domiciliaria de Callejas luego de interrogarla el jueves pasado.

La mujer permanecía en su vivienda en La Reina custodiada por funcionarios de la Décimo Sexta Comisaría de esa comuna.

La abogada de la familia Prats, Pamela Pereira, sostuvo que la libertad no tiene incidencia en el proceso, "porque efectivamente los antecedentes son muy claros desde el punto de vista de la responsabilidad que Mariana Callejas tiene en el homicidio del general Carlos Prats y su esposa".

Callejas fue procesada en argentina por la magistrada Servini, quien investiga el doble asesinato del ex Comandante en Jefe del Ejército general Carlos Prats y de su esposa Sofía Cuthbert, ocurrido el 30 de septiembre de 1974 en el barrio Palermo de Buenos Aires.

La escritora estuvo casada con Michael Townley, a quien se le atribuye haber puesto un artefacto explosivo bajo el automóvil del general (r) Prats.

Según algunos testimonios, Callejas detonó el artefacto cuando el auto ingresaba al estacionamiento del edificio donde vivía Prats, en el barrio de Palermo de Buenos Aires.

Willike, en tanto, fue interrogado ayer por el ministro Segura. Tras la diligencia, quedó detenido en el Comando de Telecomunicaciones del Ejército.

Su defensa anunció que pedirá su libertad mañana.

El brigadier en retiro fue jefe de la red de la DINA en la capital argentina, y además fue contacto de ese organismo con el Servicio de Inteligencia Uruguayo.

En Buenos Aires, trabajó con Enrique Arancibia Clavel. Según sus propias declaraciones juradas, fue Jefe del Departamento Exterior de la CNI, continuadora de la Dina en 1978.

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Corte confirma procesamiento de Mariana Callejas

Fuente :10 de Septiembre 2003 El Mercurio

Categoría : Prensa

La Tercera Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago ratificó hoy, por unanimidad, la resolución del juez Alejandro Solís, de someter a proceso a la ex agente de la Dina Mariana Callejas, como autora del doble homicidio calificado del ex general Carlos Prats y su esposa, Sofía Cuthbert, ocurrido en 1974 en Buenos Aires, Argentina.

Callejas deberá permanecer detenida en el Centro de Orientación Femenina de la comuna de San Joaquín, lugar donde se encuentra recluida desde el lunes pasado.

Por el caso además fue sometido a proceso, también como autor de doble homicidio calificado, el brigadier (r) del Ejército Christoph Willike, quien permanece detenido en el Comando de Telecomunicaciones del Ejército, en Peñalolén.

Willike fue jefe de la red de la Dina en la capital argentina y el contacto del organismo con los servicios secretos de Uruguay.

Sobre ambos pesa una solicitud de extradición de la justicia trasandina, por la causa que en ese país investiga el mismo atentado, registrado el 30 de septiembre de 1974.

Por su parte, el abogado de las hijas del ex general Prats, Hernán Quezada, se mostró satisfecho con el dictamen e informó que mañana jueves 11 de septiembre se inaugurará una placa recordatoria del ex comandante en jefe del Ejército en la plaza Chile, en la capital de Argentina.

Mariana Callejas fue esposa de Michael Townley, también ex agente de la Dina, y quien es acusado de haber colocado el artefacto explosivo que destruyó el automóvil de Prats y su esposa.

En el expediente, testigos aseguran que Callejas detonó la bomba cuando las víctimas ingresaban al estacionamiento del edificio en que vivían.

Por el mismo caso, se encuentran procesados el ex jefe de la Dina general (r) Manuel Contreras, los brigadieres (r) Pedro Espinoza y José Zara, además del general (r) Raúl Iturriaga Neumann y su hermano, ex agente civil, Jorge Iturriaga Newmann.

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Primer paso en la justicia para el crimen Prats-Cuthbert

Fuente :Martes 1 de julio de 2008   La Nación

Categoría : Prensa

Cuando cerca de la una de la madrugada del lunes 30 de septiembre de 1974 el general Carlos Prats detuvo su auto junto a su esposa Sofía Cuthbert para entrarlo al garaje de la calle Malabía, en el barrio de Palermo en Buenos Aires, unos segundos pudieron salvar sus vidas.

Fue el breve lapso en que la agente de la DINA Mariana Callejas no logró activar el detonador electrónico cuando su marido, el gringo Michael Townley, a su lado al interior de un vehículo, le dio la orden de matar.

Townley era más diestro y le quitó el dispositivo provocando la explosión que remeció la calle oscura. El general y su mujer nunca supieron de aquellos segundos del destino.

Treinta y cuatro años después, ayer la espada de la justicia cayó finalmente sobre los autores intelectuales y materiales, seis altos oficiales y un suboficial de Ejército, todos en retiro, además de dos civiles.

Dos presidios perpetuos y penas de prisión entre 20 años y 541 días para todos ellos, dictados en la sentencia de primera instancia por el juez instructor de la causa, Alejandro Solís.

A las 10 de la mañana llegaron al despacho del ministro Solís las hijas del general, Cecilia y Angélica, junto a la abogada Pamela Pereira. La otra hija, Sofía, es actual embajadora en Atenas. El otro abogado querellante, Hernán Quezada, se encuentra en Nueva York por dos años.

Media hora después, al salir de la sencilla oficina en la terraza del Palacio de Tribunales, los ojos brillantes de las tres mujeres denotaban la emoción vivida junto al juez.

"Ahora el país ya sabe la verdad", dijo Angélica. Cecilia recordó los primeros tiempos en Buenos Aires cuando la jueza María Servini iniciaba las primeras indagatorias que concluyeron con un único condenado, el agente civil Enrique Arancibia Clavel.

Después, en 2002 el doble crimen se comenzó a investigar por primera vez en Chile.

La abogada Pereira tenía también motivos para emocionarse, pues recordó a su padre asesinado junto a los campesinos de Paine.

"Este acto de justicia con el general Prats, su esposa, y su familia simboliza la justicia que otros familiares todavía no han tenido en Chile, como es el caso de mi padre", señaló.

Pero como lo recordaron las hijas del matrimonio asesinado, faltó a la cita el dictador Augusto Pinochet. El fue el principal autor intelectual, a pesar de que, primero con su pretendida demencia con la que engañó a los jueces de las cortes, como algunos ministros en privado lo reconocen, y luego por una cuestión de forma procesal, se salvó dos veces de ser desaforado por este doble crimen.

Desde Nueva York el abogado Quezada manifestó que "la sentencia del ministro Solís debería convertirse en material de estudio en las escuelas institucionales de las Fuerzas Armadas, porque constituye un documento histórico para establecer la verdad acerca de los crímenes más atroces cometidos durante la dictadura de Pinochet".

Aquel domingo 29 de septiembre de 1974, extrañamente el general Prats se veía alegre y hasta rió a veces. En la casaquinta de los Stevenin-Muratorio en las afueras de Buenos Aires (BA) asistía a un asado junto al ex cónsul de Chile, Eduardo Ormeño.

Hablaron de pintura y otros temas que manejaba como un soldado culto, al igual que su esposa. Jugaron al bridge y el matrimonio propuso formar un grupo para reunirse todos los miércoles a jugar. Empezarían la próxima semana.

Cerca de las cuatro de la tarde los Prats-Cuthbert pidieron a Ormeño que los llevara de vuelta a Malabía para cambiarse ropa porque irían al cine con el ex embajador de Allende en Buenos Aires, Ramón Huidobro y su mujer. "Pan y chocolate" fue la película.

Después se fueron a cenar a casa de Huidobro. Allí Prats, en la sobremesa, volvió a entristecer y dijo una frase que marcó para siempre esa noche: "Cómo irá a ser esto Ramón, por dónde vendrá, pero yo ando armado así es que no les será tan fácil". En los días previos había recibido amenazas de muerte.

El viernes anterior, oculto en el garaje de Malabía, Townley instaló bajo el Fiat 125 del general la carga con dos cartuchos de C4 y tres detonadores.

El tío Kenny, como los hijos de Mariana Callejas llamaban al gringo, se había cruzado días antes con el general Prats en un parque mientras lo seguía. Pensó en dispararle ahí mismo, pero desistió porque "había mucha gente" como lo dijo después en Estados Unidos a la jueza Servini.

Mientras tanto, El "Yiyo" Raúl Iturriaga, entonces jefe del departamento exterior de la DINA, vigilaba, husmeaba, juntaba más datos de los pasos del matrimonio que agregaba a los recolectados por el mayor Juan Morales (que después sería el jefe de la temible Brigada Lautaro), enviado por Contreras a BA como el primer espía de avanzada.

A las 00:40 de la madrugada del día 30, Townley y Callejas esperaban a cien metros de distancia al interior de su auto en la penumbra de la calle Malabía, cuyas luces estaban debidamente apagadas coordinados con la inteligencia argentina.

Prats y su mujer no alcanzaron a sospechar nada. Menos que estaban a minutos de conocer la fatal respuesta al comentario que esa noche el general le había hecho en la sobremesa a su amigo Ramón Huidobro, ¡cómo irá a ser!

34 años después

Viajaban por el barrio Palermo, en Buenos Aires, la madrugada del 30 de septiembre cuando una bomba instalada por miembros de la DINA fue detonada. El general (R) Carlos Prats y su esposa, Sofía Cuthbert, habían sido asesinados.

Ayer, 34 años después, elmagistrado Alejandro Solís, finalmente dictó condenas contra los ex agentes de la DINA acusados por asociación ilícita y doble homicidio.

Para Manuel Contreras, el ex jefe operativo del grupo de inteligencia, ordenó cadena perpetua en cada una de las muertes. La sentencia también incluye penas para otras ocho personas.

Informadas del fallo en profundidad, las dos hijas del general Prats no pudieron contener su emoción. Para ambas las sentencias son justas y entregan verdad al país y al Ejercito.

Sin embargo, para ellas, también debió haber sido condenado Augusto Pinochet por cuanto, “él también fue parte de este grupo de personas que atentaron contra mi padre”, dijo Cecilia Prats.

Hecho público el fallo, el Gobierno valoró la investigación, un paso en la labor de “hacer verdad y justicia”, como dijo el ministro de Justicia, Carlos Maldonado. Los parlamentarios socialistas y PPD también se mostraron conformes con el dictamen y esperanzados en que otros casos que se investigan también tengan este impacto.

Pero todavía no está todo dicho en este caso. Al ser una sentencia de primera instancias los involucrados pueden apelar. Habrá que esperar.

Condenados

• General (R) Juan Manuel Contreras Sepúlveda: Dos condenas a presidio perpetuo por los homicidios calificados de Carlos Prats González y Sofía Cuthbert Charleoni. Veinte más como jefe en el delito de asociación ilícita en concurso real con el doble delito de homicidio calificado.

• Brigadier (R) Pedro Octavio Espinoza Bravo: Dos condenas a 20 años por los homicidios de Carlos Prats González y Sofía Cuthbert Charleoni y 20 años como jefe en el delito de asociación ilícita.

• General (R) Raúl Eduardo Iturriaga Neumann: Dos condenas a 15 años por los homicidios calificados y 541 días como miembro de asociación ilícita en concurso real con el doble delito de homicidio calificado.

• Brigadier (R) José Octavio Zara Holger: Dos condenas de 10 años y un día por el doble homicidio y 541 días por asociación ilícita en concurso real con el doble delito de homicidio calificado.

• Coronel (R) Cristoph Georg Paul Willeke Floel: Dos condenas a 10 años y un día por el doble homicidio y como miembro en el delito de asociación ilícita a 541 días.

• Coronel (R) Juan Hernán Morales Salgado: Dos condenas a 10 años y un día por el doble homicidio y 541 días por asociación ilícita.

• Mariana Inés Callejas Honores: Dos condenas a 10 años y un día por el doble homicidio calificado.

• Jorge Enrique Iturriaga Neumann: Dos condenas a 5 años y un día como cómplice de homicidios calificado.

• Suboficial Reginaldo de la Cruz Valdés Alarcón: Dos condenas de 541 días como cómplice de homicidio calificado.


Confirman duras condenas por crimen de Carlos Prats

Fuente :Jueves 29 de enero de 2009     La Nación

Categoría : Prensa

La Novena Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago confirmó en todos sus términos las condenas dictadas en primera instancia por el ministro Alejandro Solís el pasado 30 de junio de 2008, en contra de nueve ex agentes de la DINA, incluido su jefe Manuel Contreras, por el doble homicidio del general Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert.

El doble crimen fue cometido en Buenos Aires en la madrugada del 30 de septiembre de 1974, mediante la instalación de una bomba en el auto del ex comandante en jefe del Ejército.

 La hija del general, Angélica Prats, dijo en el palacio de tribunales que “estamos emocionados como familia porque la Corte ha confirmado todas las condenas aplicadas por el ministro Solís”.

 Sin embargo, advirtió que “ahora esperamos que la Sala Penal de la Corte Suprema no rebaje las penas”. Con ello aludió a que, desde hace unos tres años, este tribunal viene beneficiando a todos los ex agentes con rebajas considerables de condena, lo que permite otorgarles el beneficio de cumplirlas bajo los cinco años y un día en el régimen de “libertad vigilada”.

 Entre los organismos de derechos humanos existe la interrogante si esta vez los ministros de la Sala Penal “se atreverán” a beneficiar también a los asesinos del general y su esposa.

De los nueve sentenciados, sólo están en prisión cumpliendo otras condenas, Manuel Contreras, el ex segundo de la DINA, Pedro Espinoza, y el ex jefe exterior de esta asociación ilícita criminal, general (R) Eduardo Iturriaga Neumann.

 Los otros castigados judicialmente son el brigadier (R) José Zara Holger, los coroneles (R) Christoph Willikie Flöel y José Morales Salgado, el suboficial (R) Reginaldo Valdés Alarcón, y los ex agentes civiles Mariana Callejas Honores (ex esposa de Michael Townley quien hizo estallar la bomba junto a Callejas) y Jorge Iturriaga Neumann.

La resolución fue adoptada por la unanimidad de la Novena Sala integrada por los ministros Jorge Dahm y Mario Rojas, y la magistrado Dobra Lusic.

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Caso Prats: Drástica rebaja de penas para autores del crimen y formación de asociación ilícita

Fuente :8 de Julio 2010 El Mostrador.cl

Categoría : Prensa

La Segunda Sala de la Corte Suprema dio a conocer este jueves el fallo definitivo con las condenas dictadas contra los responsables de los homicidios del otrora comandante en jefe del Ejército, Carlos Prats y su esposa, Sofía Cuthbert, perpetrados en septiembre de 1974, en el barrio bonaerense de Palermo.
El presidente de la sala penal, Rubén Ballesteros, comunicó las siguientes penas. Por asociación ilícita formada en 1974, el general (r) Manuel Contreras y el brigadier (R) Pedro Espinoza fueron condenados a tres años y un día, sin beneficios.
Por su parte, Raúl Eduardo Iturriaga Neumann, Cristoph Willike Floel, José Zara, Juan Morales Salgado fueron condenados a 100 días de cárcel por este mismo ilícito.
Por el delito de homicidio calificado, los generales en retiro Manuel Contreras y Pedro Espinoza fueron condenados a 17 años de presidio mayor, sin medidas alternativas.
En tanto, Raúl Eduardo Iturriaga Neumann, Willike Floel, José Zara, Juan Morales Salgado fueron condenados a 15 años y un día sin beneficios.
En calidad de cómplices, Mariana Callejas y Jorge Iturriaga Neumann fueron condenados a una pena de cinco años de presidio con beneficios.
El 29 de enero del año pasado, la Corte de Apelaciones de Santiago ratificó la sentencia dictada el 30 de junio de 2008 por el juez de primera instancia, Alejando Solís. El magistrado condenó a doble cadena perpetua al general Manuel Contreras y de forma adicional, fue sentenciado a otros 20 años de prisión como jefe de la asociación ilícita que organizó la disuelta DINA para cometer el doble crimen.
Las mismas penas recibió el ex brigadier Pedro Espinoza Bravo; mientras el general retirado Raúl Eduardo Iturriaga Neumann, encargado de las operaciones en el exterior del organismo, recibió dos condenas de 15 años de prisión por los asesinatos y 541 días por asociación ilícita.
El ex brigadier José Zara fue sentenciado a dos penas de diez años de cárcel por los homicidios y a 541 días por la asociación ilícita, al igual que los ex coroneles Cristoph Willike Floel y Juan Morales Salgado.
Mientras Mariana Callejas fue condenada a dos penas de diez años. La mujer fue esposa del ex agente estadounidense Michael Townley, quien actualmente reside en Estados Unidos, acogido al programa de protección de testigos, fue el encargado de instalar y detonar la bomba colocada bajo el automóvil del general Prats.


Recuerdos Explosivos. La Callejas Responde a Contreras.

Fuente :El Mercurio – 2/1/00

Categoría : Prensa

El ex jefe de la Dina la acusó de apretar el botón de la bomba que mató al general Prats. La reactualización del caso sorprendió a Mariana Callejas como allegada en una pieza del patio trasero de la casa de sus hermanos mayores, criando, "como abuela chocha", al menor de sus siete nietos.

Por Mauricio Carvallo

EN su prisión de Punta de Peuco Manuel Contreras Sepúlveda no dudó en culpar a una mujer de uno de los crímenes más espeluznantes de la historia chilena.

"Mariana Callejas fue quien apretó el botón del control remoto que detonó la bomba o artefacto explosivo que destruyó el auto del general Carlos Prats", aseguró a otra mujer, la jueza argentina María Servini de Cubría, respondiendo a sus numerosas consultas sobre el atentado ocurrido hace 25 años en Buenos Aires.

El extenso tiempo transcurrido sin culpables quedó en evidencia cuando el fiscal que acompañaba a la jueza recordó que apenas tenía nueve años cuando se produjo la muerte del ex Comandante en Jefe del Ejército y de su esposa, Sofía Cuthbert, ese 30 de septiembre de 1974 en el elegante barrio Palermo.

La magistrada rechazó la prescripción del caso aduciendo crímenes de lesa humanidad. Y tras 10 años de pesquisas en América Latina, EE.UU. y Europa y enarbolando un permiso especial de la Corte Suprema chilena, les hizo a ambos ex uniformados – en forma separada y a través de un juez local- 68 preguntas en nueve horas, las que contestaron todas.

Pero aunque las pistas más serias habían conducido hasta sus celdas, el ex jefe de la Dina y su ex lugarteniente, el brigadier (r) Pedro Espinoza, aprovecharon la única ocasión judicial de que han dispuesto en este caso para culpar a una escritora menuda y misteriosa, que en la década del 60, a pesar de ser mucho mayor y encontrarse divorciada y con tres hijos, se casó con un casi adolescente Michael Townely, con quien tuvo otros dos niños.

A pesar de que las condenas por el caso Letelier aparecen como la mejor demostración de que la justicia chilena no creyó en la intervención criminal de la CIA, repitieron este antiguo argumento. Así, Contreras aseguró que el asesinato del general Prats fue planificado por ese organismo "y llevada a cabo por el agente de la CIA Michael Townley y su mujer, Mariana Callejas, en concomitancia con individuos de los grupos Milicias y Triple A de Argentina".

Por su parte, Espinoza explicó que quien podía tener conocimiento del caso era el general Odlanier Mena (sucesor de Contreras en la CNI, organismo que reemplazó a la Dina), porque éste le reveló que la Callejas entregó a la inteligencia argentina una carta con los antecedentes.

Incluso, la magistrada trasandina tiene acreditado que Townley entró a Buenos Aires en la fecha del atentado con el nombre de Kenneth Enyart y que su esposa lo acompañó con la chapa de Ana Luisa Pizarro.

Testamento de Townley

La reactualización del caso Prats sorprendió a Mariana Callejas como allegada en una pieza del patio trasero de la casa de sus hermanos mayores, criando "como abuela chocha" al menor de sus siete nietos.

Ya no la conocen en la calle. "Estoy tan vieja", se queja. Sus hijos mayores cumplieron 36 y 32 años, y seis el mayor de sus nietos.

Como "esto parece de nunca acabar", quiere terminar con el tema para evitar que éstos se enteren de las andanzas de sus abuelos. Por eso, éstos desistieron de la idea de la realización de una película sobre el caso Letelier propuesta por HBO, en que el fiscal Eugene Propper iba a ser el héroe. "Yo iba a actuar como… lo que fui".

Además, la Callejas no quiere contestar porque lo que diga Contreras "me tiene sin cuidado. Es su venganza por lo que declaré en el caso Letelier. Está buscando cómo sacarle el cuerpo al bulto. Me tiene cansada que cada cierto tiempo aparezca un tema como éste".

Espinoza podía haber salido en libertad al cumplir la mayor parte de su pena este mes de enero y Contreras un poco después. Están obligados a culpar a la Callejas y a Townley porque esta causa pendiente puede afectarles en sus esperanzas de abandonar pronto la cárcel, ya que una decidida jueza Servini (que ya encarceló al almirante Emilio Massera) podría dictarles un auto de procesamiento.

La Callejas recuerda la carta citada por Espinoza como una especie de testamento que dejó Townley. "Pero no decía nada explícito sobre Prats. Era un papel con el cual quería evitar su extradición el 78 y que yo repartí por todos lados. Decía algo así: 'Conozco quién ordenó el asesinato de Prats; sé del intento de asesinato de Leighton; sé de los 119 desaparecidos en Argentina', en fin. A veces fue un poco exagerado porque mencionaba cosas de las que no sabía tanto".

Por ahí andan todavía esos documentos, dice. Recuerda haber entregado uno al fiscal de EE.UU. Así cumplió lo que le dijo a Mena: que todo se revelaría si Townley fuese extraditado.

Su persona, que ahora evita mostrar, es como un recuerdo angustioso del pasado que intenta superar Chile.

"¡Qué mejor para mí que se diga que nunca estuvimos en la Dina! Estaría feliz, pero desgraciadamente está bien detallado en la investigación del caso Letelier cómo conocimos a Contreras y Espinoza; cómo se compró la casa de Lo Curro; cómo comenzamos a funcionar allí. Eso comprueba que pertenecimos a la Dina. ¿Por qué le iba a interesar a la CIA la muerte de Prats?".

Un análisis desapasionado del resentimiento de Contreras y Espinoza contra la ex agente debe considerar que como intelectual mayor que su marido y con gran ascendencia sobre él, lo instó a negociar su salvación confesando que por orden de ellos puso la bomba a Letelier.

Incluso recién, en noviembre de 1999, el agente que saltó a los medios de comunicación como "el ángel de la muerte", certificó en Washington a la jueza Servini de Cubría la participación de los mismos actores en el crimen de Prats. El Estado trasandino le garantizó que su testimonio no sería usado en su contra ni el de su ex esposa, pero no les concedió inmunidad.

"Yo no sé cuáles fueron sus declaraciones", se excusa Callejas, "pero parece que todo lo que sucede se basa en su declaración".

Sus recuerdos contradicen radicalmente la aseveración judicial de Contreras en el sentido de que "jamás" la conoció, ya que, según él, no fue informante ni agente y que sólo desde fines del 74 Towney fue proveedor de elementos electrónicos para la Dina.

La ex agente asegura que "encuentro esto divertido, un chiste, pero viniendo de él no me parece raro. ¡Fue un par de veces a almorzar con Michael a mi casa! La otra vez que lo vi fue cuando tratábamos de que no lo extraditaran".

La casa grande

A solicitud de Townley, se divorciaron cuando después de acogerse al programa de protección de testigos, éste rehizo su vida sentimental en EE.UU. y encontró un buen trabajo.

Fue el signo de que para ella se acababan los tiempos de bonanza en los que, con la ayuda de Contreras, compró en Lo Curro una casa que fue otro testimonio de que desde el año 74 (el del homicidio de Prats) su entonces esposo tuvo estrecho contacto con él.

De tres niveles, 580 metros construidos y otros cinco mil de frutales y piscina, en ese lugar la Callejas tuvo mozo, cocinera y jardinero pagados por la Dina.

Entre sus misiones criminales en el exterior, Townley realizó en ese sitio experimentos de espionaje electrónico, fabricó carnets de identidad falsos de los 119 desaparecidos, se dejó gente detenida, Eugenio Berríos (muerto en Uruguay) fabricó el gas sarín y Carmelo Soria fue torturado hasta morir.

Se alojaron allí los cabecillas cubanos que atentaron contra Letelier y en ese estrecho círculo ella dice haber conocido al general (r) Raúl Iturriaga y al civil Enrique Arancibia Clavel, el primero inculpado, y el segundo detenido en Argentina por el caso Prats.

En esa casa, en fin, cuando terminó la Dina se quemaron decenas de cajas con documentos, hecho que ha impedido establecer el destino de detenidos desaparecidos.

Y al mismo tiempo, en otro piso, en insólito contrasentido, la Callejas dejaba un rato a sus niños y daba rienda suelta a sus sensibilidades intelectuales desarrollando talleres literarios y ensayos de música, con invitados que para éstos es mejor no mencionar.

Habitó dos décadas esa casa hoy demolida. Se queja de pobreza porque vivía de ella, arrendando tres departamentos. Y aunque prosigue el juicio respectivo, la expulsaron judicialmente el 95. Asegura que fue una usurpación porque durante un viaje suyo a Nueva York el ex propietario que la vendió a Townley la volvió a vender a otra persona porque ella le confió ingenuamente a un arrendatario que no figuraba a su nombre.

Pero no le ha pasado nada en lo físico ni en lo judicial. Dice deber su vida al general (r) Mena, quien los hizo vigilar para evitar que sufrieran atentados.

Hace años que no habla con un juez, aunque en sus dos años y medio en la Dina acompañó a Townley en diversos viajes al exterior, testificó contra sus antiguos jefes ante el Gran Jurado de EE.UU. (donde declaró que la orden de matar a Letelier provino de Contreras, "o de su superior directo") y proporcionó abundantes documentos y testimonios a los tribunales.

Sólo está pendiente una solicitud de imputación penal tramitada por la Servini, pero ella y el mayor (r) Armando Fernández Larios (que actuó en el atentado a Letelier y está inculpado por el de Prats) son los únicos que no han solicitado la prescripción de la acción penal.

En Buenos Aires

En su pequeño libro de memorias "Siembra Vientos", publicado en 1995 por el Cesoc y que pasó prácticamente inadvertido (debido al "stock" su precio cayó a mil pesos), la ex agente se salta completamente el asesinato de Prats, a pesar de que ya en 1978 reconoció a un medio de prensa chileno que viajó con Townley a Buenos Aires en septiembre del 74.

Confiesa allí que hace 22 años mintió mucho por orden de la Dina y por recomendación de su abogado. Este último les dijo que mintieran públicamente porque, al hacerse conocidos, evitarían que los hicieran desaparecer.

Como Townley se ocultó, ella hizo el fuerte de las declaraciones.

Ahora asegura que dejó de mentir. Aunque lo demás queda a la imaginación sólo reconoce que "estuve un montón de veces en Argentina. Pero mientras Michael iba a sus tiendas electrónicas para hacer sus compras, yo me iba a ver libros… Me acuerdo vagamente… Me acuerdo haber despertado en Santiago, que me trajeran el diario y haber leído la noticia de la muerte de Prats en la cama. Eso me dice que ese día no estaba allá…"

Pero reconoce que estuvo en Buenos Aires "cerca" de la fecha del homicidio. Y, sin embargo, al preguntársele quiénes entonces apretaron el botón respondió: "Si aunque los argentinos no supieran qué clase de bomba era, apretar un botón es una cosa muy nimia. ¿Iba a faltar alguien que apretara un botón?".

Y sobre quién preparó la bomba, entonces:

– Supongo que la preparó Michael…, por lo que dice la jueza.

Ella no lo refuta: Townley dejó preparada la bomba y se fue del lugar del crimen, a Uruguay. Un método muy parecido al de la eliminación de Letelier.

"Pero la verdad es que no tengo idea de qué pasó", asegura Callejas, "ya que lo único que hice fue acompañar a Michael".

Dice no explicarse la presencia en el juicio argentino de Fernández Larios, "a quien no conocí en esa época, pero sí para fines del 74". Es el mismo mayor (r) de Ejército inculpado en el caso de la "Caravana de la Muerte" y que vive en Miami.

Los papeles desclasificados de la CIA señalan que el general (r) Sergio Arellano, también inculpado por la "Caravana" (como Espinoza) viajó en octubre del 73 a Argentina para solicitar información sobre las actividades de Prats. Debido a ello, la familia de éste pidió investigar este posible hecho.

Mariana Callejas insiste al respecto que "de esas fechas ya no me acuerdo. Por lo tanto, me atengo a lo que diga Policía Internacional. Pero no había militares chilenos en Argentina… en realidad, no vi chilenos en Argentina".

La hora del dolor

En "Siembra Vientos" (que terminó justo cuando la Corte Suprema condenó a Contreras y Espinoza) observaba sin sorpresas cómo cambiaba su país. Cómo sus amigos que en la década del 70 fueron firmes partidarios del gobierno militar, se convertían en socialistas o democratas- cristianos.

Pero también reconoce haber cambiado.

Asegura haber aprendido que la clase trabajadora no guarda rencores porque lo probó en reuniones con pobladores. Que junto a comunistas y socialistas participó en las protestas del "No". Reconoce que le gustaría un gobierno de Lagos.

En las líneas finales del libro hace una reflexión que parece actual: "Más allá de la condena de Contreras y Espinoza, el país sabe que son culpables y que para ellos no habrá paz, como no la ha habido para todos aquellos, sus discípulos y servidores, que han vivido escondidos, que callan, que no quieren ser reconocidos, que temen, que han sido condenados por sus propias conciencias".

Y agrega, ahora: "La verdad es que no les tengo mala. Me imagino que los compadres actuaron por órdenes superiores. Yo sé que el caballero que se encuentra en Londres estaba en todo. Pero es atroz que haya habido tantos que se escudaran tras otras personas para rehuir sus propias responsabilidades. Tiran al más chico. Fernández Larios en la época de la Caravana de la Muerte apenas tenía 23 años, por lo cual no podía haber rechazado órdenes superiores. Y tantos años después la gente cambia. Hay que darles el derecho de cambiar".

– ¿Y usted ha cambiado?

– No me gustaba la Unidad Popular y el golpe militar lo deseé tanto como cualquier persona que estuviera en el bando contrario. Pero nunca me imaginé lo que podía pasar. Y con el tiempo uno va dándose cuenta de los verdaderos valores de la vida. Lamento mucho no haber podido surgir como escritora. Porque creo en mí. Creo que los libros muestran más claramente al individuo que lo que éste puede decir por sí mismo. Si volvieran a suceder las cosas tal cual no sé si desearía un golpe militar. Sé que cometí errores, pero no soy la única. Hay gente que erró peor que yo, y todavía no ha recibido el castigo que sí yo he recibido.

Quizás lo que más le duele es que su vida haya sido un obstáculo para su carrera.

"Tengo libros en editoriales, que a pesar de los contratos firmados, no me los quieren publicar. Mi castigo ha sido el silencio en lo que me interesaba más. En la pérdida de todo. Porque yo a Michael lo quería. Y me duele haberlo perdido. La pérdida de mi familia. De mi casa y de todos los enseres domésticos que se fueron con ella, ya que me fueron robados cuando me sacaron con la fuerza pública y no tuve dónde llevarlos. Y de repente me encontré con las manos vacías. Perdí muchos de mis cuentos, mis escritos, mis cartas. Aparte de lo indigno del asunto, porque había mucha televisión y estaba lloviendo a cántaros y se me mojó absolutamente todo. Tuve que abandonar a mi perro, lo cual fue terriblemente doloroso. Me quedé sin casa, sin poder recibir a mis amigos y con eso se fueron retirando.

Sigue escribiendo, sin embargo. Y recordando. Porque la conciencia no se puede sepultar.