Flores Poblete Gabriel Enrique

Fecha Detención :
Lugar Detención :

Fecha Asesinato : 11-11-1973
Lugar Asesinato : Santiago


Edad : 3

Actividad Política : Desconocida
Actividad :

Estado Civil e Hijos :
Nacionalidad : chileno


Relatos de Los Hechos

Fuente :(Corporacion)

Categoría : Antecedentes del Caso

FLORES POBLETE GABRIEL ENRIQUE: 3 años, muerto el 11 de noviembre de 1973 en Santiago.

Gabriel Enrique Flores Poblete murió ese día a las 20:45 horas, en el Hospital Sótero del Río, por herida de bala torácica sin salida de proyectil, según consigna el Certificado Médico de Defunción del Instituto Médico Legal.

De acuerdo con los antecedentes entregados por su madre, el niño se encontraba jugando en las afueras de su domicilio ubicado en la población San Ramón, comuna de La Granja, cuando recibió el impacto del rebote de un proyectil disparado por un carabinero que maniobraba imprudentemente un arma en la vía pública.

Trasladado al Hospital Sótero del Río, falleció horas más tarde.

Considerando los antecedentes reunidos y la investigación realizada, pese a que no pudieron determinarse con exactitud las circunstancias de su muerte, el Consejo Superior de esta Corporación, atendiendo a la fecha en que ocurrió y su causa, declaró a Gabriel Enrique Flores Poblete víctima de la violencia política imperante.


“Niños” de María José Ferrada: con la infancia en la memoria

Fuente :elmostrador, 23 de Marzo 2023

Categoría : Prensa

Solo palabras poéticas que manifiestan con ternura y audacia el dolor por las vidas interrumpidas y las esperanzas diluidas en una primavera que no fue para esos niños. No hay opiniones, ni discursos. No hay descalificaciones: solo la sutil explicación que un día de septiembre, cuando faltaba poco para la primavera, las balas cayeron sobre esos cuerpos que en el último suspiro vieron que una noche se cernía sobre su futuro y el de sus padres y madres. Y hermanos. Y otros miles que desolados y aplastados por el miedo prefirieron ser silentes testigos de tantos años duros que aún siguen presentes en la memoria.

En la dictadura chilena la represión cayó con dureza sobre la población. Personas desaparecidas, ejecutadas, encarceladas, exiliadas, amenazadas, atemorizadas. Esa represión incluyó a menores de edad, aunque eso se ha difundido menos. Este libro es un recuerdo, una denuncia y un homenaje a 34 niños y niñas ejecutados o detenidos desaparecidos.

En una bien cuidada edición, la escritora María José Ferrada nos presenta una delicada prosa poética por cada niño o niña, pensando en ellos, revelando el esfuerzo que hizo por conocer y penetrar en la esencia de cada uno de ellos, de tan pocos años o meses de vida, expresando de modo singular lo que cada niño y niña fue, aspiró, soñó, quiso, hizo.

En la página 28 aparece Alejandra, ejecutada al mes de vida: “Por primera vez la verá llegar. Su madre la hace dormir con una canción en la que le cuenta que vendrán las flores. Una canción de cuna que dice que vendrán los pájaros y que el sol será un pequeño abrigo. Por primera vez, la primavera.”

Gabriel, ejecutado a los tres años, irrumpe en la página 40: “Le gusta imaginar que las estrellas son agujeros en el cielo. Que cuando el sol se esconde, la Tierra queda cubierta por un abrigo negro. Es tan antiguo que tiene agujeros; por eso la luz.”

Cada uno de estos 34 textos va ilustrado por la artista venezolana María Elena Valdez, que con delicadeza va expresando no sólo lo que escribe Ferrada, sino lo que ella siente de esa existencia truncada por la violencia institucionalizada.

Solo palabras poéticas que manifiestan con ternura y audacia el dolor por las vidas interrumpidas y las esperanzas diluidas en una primavera que no fue para esos niños. No hay opiniones, ni discursos. No hay descalificaciones: solo la sutil explicación que un día de septiembre, cuando faltaba poco para la primavera, las balas cayeron sobre esos cuerpos que en el último suspiro vieron que una noche se cernía sobre su futuro y el de sus padres y madres. Y hermanos. Y otros miles que desolados y aplastados por el miedo prefirieron ser silentes testigos de tantos años duros que aún siguen presentes en la memoria.

El libro es emocionante. Una gran idea, un testimonio gigantesco. Como para tenerlo sobre la mesa cada día y que todos, particularmente otros niños, puedan conocerlo. ¡Para que nunca más!

por Jaime Hales