Medina Hernández Rodrigo Alejandro


Foto de su madre en una manifestación

Foto de su madre en una manifestación

Foto de la tumba simbólica de Rodrigo

Foto de la tumba simbólica de Rodrigo

placa en la tumba simbólica de Rodrigo

placa en la tumba simbólica de Rodrigo

Foto de la placa en homenaje a los miristas desaparecidos

Foto de la placa en homenaje a los miristas desaparecidos

Foto del Memorial en Villa Grimaldi

Foto del Memorial en Villa Grimaldi

academia.cl

academia.cl

Rut : 7.965.465-5

Fecha Detención : 27-05-1976
Lugar Detención : Santiago


Fecha Nacimiento : 11-03-1958 Edad : 18

Lugar Nacimiento : Santiago

Actividad Política : Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
Actividad : Estudiante de Filosofía

Estado Civil e Hijos : Soltero
Nacionalidad : chilena


Relatos de Los Hechos

Fuente :informe corporación

Categoría : Antecedentes del Caso

Rut       : 46.342 de Providencia

F.Nacim. : 11-03-58, 18 años a la fecha de su detención

Domicilio : Caupolicán 1081, Providencia, Santiago

E.Civil  : Soltero

Actividad : Estudiante de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile

C.Repres. : Militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR.

F.Detenc. : 27 de mayo de 1976

 

SITUACION REPRESIVA

            Rodrigo Medina Hernández, de 18 años de edad, estudiante de Filosofía en la Universidad de Chile, militante del MIR, fue detenido por agentes de la DINA el 27 de mayo de 1976, aproximadamente a las 20:00 horas.

            La detención se produjo en las esquinas de Isabel La Católica con Gran Avenida José Miguel Carrera, paradero 22 y 1/2 de La Cisterna. Estando en dicho lugar, en compañía de un amigo, llegaron unos civiles que detuvieron a Rodrigo Medina, quien momentos antes había comentado a su acompañante que era seguido, motivo por el cual le entregó sus cuadernos. Estos hechos fueron relatados a la madre del afectado por su acompañante.

            El afectado había salido de su casa ese día cerca de las 18:30 horas, sin indicar a su madre hacia donde se dirigía.

            La señora Malva Hernández relató posteriormente en el proceso judicial respectivo, que como no llegaba su hijo, quien le había dicho que regresaría a comer, comenzó a tratar de averiguar qué podía haber sucedido. "Pasaron tres días, y el lunes 30 del mismo mes, como a eso de las 18:00 a 19:00 horas llegó a mi casa un joven desconocido para mí, diciéndome que mi hijo Rodrigo había sido detenido".

            Luego de detener a Rodrigo Medina, consta que sus aprehensores lo trasladaron hasta el recinto de Villa Grimaldi, ubicado en la comuna de Peñalolén.

            Máximo Vásquez, detenido por la DINA desde el 11 de agosto de 1976, hasta el 10 de septiembre del mismo año, y que permaneciera durante ese tiempo en Villa Grimaldi, señaló en una declaración jurada que estuvo en el mencionado recinto con "Rodrigo Medina Hernández, quien vestía casaca cortavientos color azul y pantalones blue jeans; él me recomendó que hiciera gimnasia para mantener mis músculos en actividad."

            En el proceso judicial por la presunta desgracia del afectado compareció Ricardo Alarcón Alarcón, quien junto con estar vinculado políticamente al afectado, fue detenido por la DINA y obligado a permanecer en Villa Grimaldi, allí "durante los interrogatorios me di cuenta que las preguntas que me hacían se relacionaban con Rodrigo Medina Hernández… El 19 de agosto vi al afectado (en Villa Grimaldi) cuando iba en una fila india con la vista vendada, por su físico delgado y rubio y su estatura lo reconocí. Además le escuché su voz durante los interrogatorios. A los pocos días me sacaron de ese campamento… Deseo agregar que a mí me consta que Rodrigo Medina Hernández, fue detenido por la DINA…".

            También consta una declaración jurada de Eduardo Medina Hernández, hermano del afectado, quien por una denuncia hecha por un familiar que sufría problemas de salud mental, fuera detenido por Carabineros de la 24ª Comisaría el 26 de diciembre de 1976, siendo trasladado hasta el cuartel de la mencionada unidad policial, señala: "…estando yo allí se hizo presente, requerido por Carabineros, un grupo de agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional, los cuales procedieron a trasladarme, esposado y con mis ojos vendados a un recinto que desconozco en donde permanecí, siempre vendado, hasta las tres de la tarde del mismo día, en que fui puesto en libertad… en el recinto fui interrogado sobre mi hermano Rodrigo Medina Hernández, quien fuera detenido el día 27 de mayo del año en curso, encontrándose hasta la fecha desaparecido, y además, sobre las gestiones que, para ubicar a mi hermano, he realizado en la Vicaría de la Solidaridad…"

            Durante aquellos días desaparecieron otros jóvenes, también del MIR y que estaban vinculados al afectado, ellos son Angel Gabriel Guerrero Carrillo, Oscar Dante Valdivia González y Luis Hernán Núñez Rojas, todos permanecen desaparecidos desde el 25 y 26 de mayo de 1976, días en que fueron detenidos. A pesar de las innumerables diligencias y gestiones realizadas por su familia el afectado permanece actualmente en calidad de detenido desaparecido.

     GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS

            El 11 de junio de 1976, Malva Hernández presentó ante el 4º Juzgado del Crimen de Santiago una denuncia por presunta desgracia de su hijo Rodrigo Medina. La causa fue rolada con el Nº10.927.

            El 29 de junio de 1976 el Ministro del Interior, General de División Raúl Benavides, comunicó al Tribunal que el afectado no se encontraba detenido por orden de su repartición. Agregaba en el oficio que en cuanto a la consulta hecha a la DINA, ese organismo informó que no registraba la detención del ciudadano Rodrigo Medina H. Respuesta similar envió la Secretaría Ejecutiva Nacional de Detenidos y el mismo Ministerio, ambas con fecha 23 de junio de 1976.

            Mientras se tramitaba la presente causa, se presentó un recurso de amparo en favor del afectado ante la Corte de Apelaciones de Santiago, el que ingresó con el rol Nº560-76 el 25 de junio de 1976.

            Consultado el Ministerio del Interior, el 8 de julio de 1976 respondió no tener antecedentes del afectado y además agrega que no se ha ordenado su detención. Basándose en éstos antecedentes la Corte resolvió el 8 de julio de 1976, declarar sin lugar el recurso, ordenando remitir los antecedentes al 4º Juzgado del Crimen de Santiago, a fin de que instruyera el sumario correspondiente. Apelada la resolución fue confirmada por la Corte Suprema el 14 de julio de 1976.

            El 6 de agosto de 1976 se inició la causa rol Nº11.084, en el 4º Juzgado del Crimen de Santiago, decretándose una serie de diligencias por parte del Juez sumariante. El 11 de agosto de 1876 el Juez resolvió la acumulación de la presente causa a la rol Nº10.927, por tratarse de los mismos hechos.

            Consultadas por el Juez las unidades de Carabineros con jurisdicción en el sector de los hechos investigados, la 22ª y 27ª Comisarías, informaron en junio y septiembre de 1977 que no registraban en sus libros la detención del afectado. Los distintos cementerios de la capital informaron no tener ingresado ningún cadáver con el nombre de Rodrigo Medina Hernández.

            El 21 de octubre de 1977 se declaró cerrado el sumario. Además "no obstante encontrarse agotada la investigación del hecho denunciado… no se ha justificado que sea la consecuencia de un hecho delictual o cuasidelictual" por lo que se sobreseyó temporalmente la causa.

            El 6 de diciembre de 1977 la Corte de Apelaciones de Santiago aprobó la resolución del Juez.

            En abril de 1978 se solicitó el desarchivo y que se dejara sin efecto el sobreseimiento de la causa, señalando que existen testigos en condiciones de informar sobre el desaparecimiento del afectado, como el caso del detenido Ricardo Alarcón. El 6 de abril el juez accedió a lo solicitado.

            El 12 de abril de 1978 comparece ante el juez el detenido en la Penitenciaría de Santiago, Ricardo Alarcón Alarcón, éste declara haber visto a Rodrigo Medina en el recinto secreto de la DINA de Villa Grimaldi en agosto de 1976.

            Consultada sobre la situación del afectado, la Central Nacional de Informaciones, CNI, respondió que " Por circular del 25 de mayo pasado el Sr. Ministro del Interior reitera la instrucción impartida en el sentido que ninguna información puede ser entregada por esta Central Nacional de Informaciones, sin que previamente dicha Secretaría de Estado haya emitido un pronunciamiento sobre la materia". Por orden del Director firmaba el Oficio el Jefe del Estado Mayor de la CNI, Coronel de Ejército Jerónimo Pantoja Henríquez. Dicha información fue confirmada por el Ministro del Interior, Sergio Fernández Fernández, en el Oficio de respuesta solicitaba además al Tribunal que la información relativa a la materia fuera enviada en sobres y con la reserva que el caso aconseja "a fin de evitar que puedan ser conocidas y explotadas por elementos interesados". Por su parte la Central Nacional de Informaciones, CNI, comunicó al Juez que el recinto de Villa Grimaldi "es un recinto militar a cargo de C.N.I. en el cual no existe detenido alguno, como tampoco los hubo con anterioridad, por no haber sido jamás un recinto habilitado para la detención de personas", agregando que en los archivos de dicho organismo no existen antecedentes sobre el afectado y que sin embargo su nombre figura en la lista de desaparecidos de la Vicaría de la Solidaridad.             El 24 de noviembre de 1978 se declaró nuevamente cerrado el sumario y se sobreseyó temporalmente la causa. A pesar de ser apelada la resolución fue confirmada por la Corte de Apelaciones de Santiago en mayo de 1979.

            Paralelamente a las acciones judiciales, su madre Sra. Malva Hernández realizó incontables acciones administrativas y denuncias a organismos nacionales e internacionales, sin haber podido establecer el destino de su hijo Rodrigo Medina Hernández.


Vivo, sueño, río y no encuentro (Poema)

Fuente :        Rodrigo Medina Hernández –  4 de septiembre de 1974  (16 años de edad)                

Categoría : Mensaje

                        Vivo… En el paraíso

                        de las amarguras,

                        tratando de amar.

 

                        Sueño… Con revoluciones,

                        con cambios violentos,

                        buscando ganar.

 

                        Río… Frente a los rencores

                        y a las represiones,

                        queriendo llorar.

 

                        Busco… Con mis pensamientos

                        y en el firmamento,

                        una gran verdad.

 

                        Muero… Con mis pensamientos

                                        En el Paraíso

                                        En Revoluciones

                                        Frente a los rencores

                        tratando de amar.                                 


SOBRE MI HERMANO RODRIGO Y SU POSTERIOR DESAPARICIÓN

Fuente :Eduardo Medina (hermano)

Categoría : Antecedentes del Caso

La primera vez que noté la estatura intelectual de Rodrigo fue como a los cinco o seis años, cuando me dijo que el viejo pascuero no existía. ¿Cómo se dió cuenta él primero, siendo un año menor? La tranquilidad con que me lo dijo insinuaba que yo había sido un ingenuo. En todo caso el desengaño sufrido colaboró seguramente para que desde ahí en adelante no creyéramos ni en dioses ni en fantasmas. Al no creer en cosas que no existen pudimos tomar la vida con toda seriedad y abocarnos a problemas terrenales.

 

También recuerdo que Rodrigo andaba siempre inventando cosas. Puedo decir con seguridad que era un inventor. No sólo inventos prácticos, sino que también inventaba abstracciones. Rodrigo habría sido sin duda un gran filósofo si lo hubieran dejado vivir. Sus conversaciones de adolescente tenían todas un carácter filosófico, histórico, ético y heurístico. Puedo afirmar que Rodrigo era un inventor de futuros.

 

Además Rodrigo era muy sensible y desinteresado por cosas materiales. Era profundamente solidario y capaz de gozar y de sufrir con la dicha y la desdicha ajena.

 

Después de su detención, el 27 de mayo de 1976, comenzó la búsqueda. Nuestra madre estaba mal emocionalmente, así es que yo decidí tomar la parte más amarga de la búsqueda en mis manos: ir al Instituto Médico Legal (“la morgue”) y a los campos de detención a preguntar si él había llegado. En ese entonces yo tenía 19 años, pero me sentía lo suficientemente maduro para esa tarea, pues la desaparición de Rodrigo tenía para mí un sentido político en primer lugar y no meramente familiar.

 

Durante casi tres años fui a la morgue cada tres semanas a ver si lo encontraba. Tenía que ir rigurosamente cada tres semanas, pues a los “NN” los mantenían congelados como máximo un mes. Para que me informaran si había llegado algún cadáver con características similares a Rodrigo tenía que responder a un verdadero interrogatorio y dar todos sus datos cada vez que iba. Me obligaban a recordarlo para hacer una descripción: su edad, estatura, color de pelo y ojos, cicatrices y otras señas personales. Si había algún cadáver que coincidiera con la descripción me permitían pasar a mirarlo. La verdad es que en cada cadáver que me tocó ver sentía que lo encontraba, pues a todos les encontraba algo parecido a Rodrigo. La verdad es que yo quería encontrarlo, aunque fuera muerto, para que la herida familiar empezara a cicatrizar. Luego de salir de la morgue me tomaba horas recuperar mi normalidad. El olor de los pasillos de la morgue, que es una mezcla entre formalina y putrefacción, se me impregnaba en la nariz. Nunca pude confirmar si realmente el olor se impregnaba por varias horas o sólo era una sensación producto del estado sicológico que todo ello producía.

 

Si las idas a la morgue eran amargas las idas a la Secretaría Ejecutiva Nacional de Detenidos (SENDET) eran denigrantes. Ahí eran milicos que ponían en tela de juicio que Rodrigo estuviera detenido. Lo mismo en Dos Álamos y Villa Grimaldi, lugares adonde iba con cierta frecuencia. A veces contestaban burlescamente, pero la respuesta era siempre la misma: no está detenido.

 

En la Vicaría era la única parte donde sentía solidaridad. Ahí había personas que estaban en la misma situación que uno y se podía recibir consejos y apoyo moral. A la Vicaría se entraba por una puerta pequeña, situada en un pasaje lateral de la Catedral. Luego se subía y se encontraban unos locales inmensos y amplios. Era como entrar a otro mundo. Era una realidad que me recordaba alguna película sobre la situación vivida por la resistencia en Europa durante la ocupación nazi.

 

Tres años después de su desaparición sentí por primera vez la ausencia de Rodrigo. Fue un día cualquiera, iba en un bus y pensé en él de otra forma. Hasta ese momento nunca había sentido emocionalmente el caso, pues su desaparación para mí, hasta ese entonces, siempre había tenido un carácter político. A partir de ese día ya no era el camarada desaparecido sino mi hermano desaparecido. ¡Qué dolor! A partir de ese día he sentido la amargura de su ausencia y cada vez que lo recuerdo, como ahora al escribir estas líneas, lloro y se me hace un nudo en la garganta…

 

 


Carta de un amigo de Rodrigo a su madre

Fuente :Pepe Auth

Categoría : Mensaje

Querida Malva,

                        Tu hijo Eduardo me escribió para contarme que el domingo próximo le organizarás un homenaje a Rodrigo en lo que fuera Villa Grimaldi. Nosotros decidimos juntarnos también ese día en Västeras, y puedes estar segura que a la hora en que ustedes se reúnan estaremos conectados emocionalmente.

 

                        Yo conocí a Rodrigo en el Paro de Octubre del ´72. Nos encontramos en el local de la FECH que estaba detrás del edificio de la UNCTAD. Ambos nos presentamos para hacer trabajos voluntarios, durante esos días principalmente en labores de carga y abastecimiento. Formamos una brigada de estudiantes secundarios con jóvenes de distintos liceos. Yo estaba en el Barros Arana, que después de mucho resistir había terminado por plegarse al Paro. El liceo de Rodrigo ya llevaba muchos días sin clases.

 

                        Nos bautizaron como "Los Siete Gatos", no recuerdo mucho por qué. Había algunas niñas, sólo distingo en mi memoria a Nieves, por quien Rodrigo consiguió para mí el mote de "esquiador". Era cierto, me gustaba mucho esa chiquilla Caruezo, de carita redonda y cabellos larguísimos. Todos los días llegaban distintos muchachos, pero Rodrigo y yo marcábamos tarjeta cada mañana y terminábamos juntos al final del día, sudorosos pero contentos. Mis primeras imágenes de Rodrigo están asociadas a los restos en sus ropas del azúcar, las lentejas y el harina que cargábamos en camiones que partían a abastecer las poblaciones de Santiago.

 

                        Compartíamos el pelo largo, las patas anchas y esa mezcla de atracción y temor por las mujeres que pululaban en los trabajos voluntarios. Nos unía el amor por la lectura y nos dejábamos impresionar juntos por unas exégesis de Gramsci que no estoy seguro comprendiéramos a cabalidad entonces. Recuerdo varias noches en el living de mi casa escuchando un gastado disco de Mussorgsky que hablaba de pollitos y duendes. Conversábamos de nuestra libertad, de sueños de mujeres y de próximas epopeyas políticas que viviríamos juntos.

 

                        Nos vimos meses después del Golpe. Yo había entrado a estudiar Veterinaria a la Universidad de Chile y dedicamos buena parte del año ´74 a preparar la Prueba de Aptitud en el Parque Forestal. Nos fue bien, él ingresó a Filosofía en el Pedagógico y yo lo hice a Psicología, en la pretensión de estudiar dos carreras simultáneas. Muchas veces discutimos acerca de lo que estudiaríamos y él parecía muy claro en sus propósitos. La filosofía era a nuestros ojos quizás el camino natural para nuestra revolución.

 

                        Nos vimos varias veces ese verano antes de ingresar a clases. Yo sabía que él había conseguido reincorporarse a la cadena rota por el Golpe y él sospechaba lo mismo de mí, pero nos teníamos mucho cariño como para contarnos demasiado. Teníamos miedo, aunque no éramos conscientes del riesgo que corríamos.

 

                        No recuerdo cuándo fue la última vez que nos vimos, porque me enteré mucho más tarde de su desaparición, que al comienzo atribuí a su nueva situación de estudiante y al vínculo político restablecido. Fue para mí la primera señal verdadera de que Chile había cambiado brutalmente. Antes había caído la Mary, la prima de la que estuve prendado toda mi infancia. Pero ella pertenecía al mundo de los grandes. Rodrigo era un igual, pudo haber sido mi mejor amigo si nos hubieran dado la oportunidad. Cuando lo lanzaron en ese agujero negro del que habíamos hablado sin mucha convicción, supe que ya no era el mismo juego de las marchas y contramarchas en que participamos juntos en la primavera del ´72. La partida de Rodrigo era de verdad para no volver.

 

                        Era otoño del ´75. Tres años más tarde marchamos con la ACU por la Alameda en solidaridad con la primera huelga de hambre de los familiares de detenidos desaparecidos. Allí entreví la fotografía de Rodrigo. Después vino tu exhoneración como profesora en la escuela de Castellano y el primer paro estudiantil de la Dictadura. Allí me reencontré con Rodrigo, yo estaba entre los que intentaban reconstruir el movimiento estudiantil, pero tu hijo fue -estoy seguro que lo supo- el promotor del primer gran gesto colectivo de rebeldía estudiantil contra la Dictadura.

 

                        Hojeando un album de fotografías mías y de amigos de esa época, mi hija mayor me encontró en una foto que en verdad es Rodrigo. Teníamos el mismo pelo largo, los rasgos orgullosos y la mirada puesta lejos, muy lejos. A veces he pensado que Rodrigo desapareció por todos nosotros. Le tocó a él, pero podría haber sido cualquiera de nosotros. Tu hijo, Malva, nos representa a todos.

 

                         Han pasado 26 años desde entonces. No sé dónde estaría Rodrigo ahora si sus asesinos se hubieran comovido por su juventud o su mirada. Pero estoy seguro que habría hecho estos años una vida bien vivida. También estoy seguro que nos habríamos reencontrado muchas veces en lecturas, largo de pelo, ancho de pata, sorpresas, decepciones y epopeyas comunes.

 

                        Malva, te lo digo desde Suecia, a muchísimos miles de kilómetros de Villa Grimaldi. Tu hijo, Rodrigo, me ha acompañado durante estos 26 años y confío que lo hará por otros 26. Y estoy seguro que eso nos ha ocurrido a muchos.

 

Cariños,

 

 


CEREMONIA EN VILLA GRIMALDI

Fuente :            Santiago, 14 de febrero de 2003.

Categoría : Mensaje

            Los días habían estado muy fríos y sombríos, sin embargo, ese 27 de mayo de 2001, día en que se conmemoraban los 25 años de la detención y posterior desaparición de mi hijo RODRIGO ALEJANDRO MEDINA HERNÁNDEZ, fue un día esplendoroso, una luz en medio del invierno que se había adelantado ese año.

            La ceremonia sería al mediodía. En la Villa estaba todo preparado: la araucaria que simbolizaría a Rodrigo ya estaba plantada y en la muralla del fondo estaban colocados unos papeles craft (cafés) donde estaban pegados los dibujos hechos por Rodrigo, al pie de  los cuales figuraba la leyenda que él mismo había puesto en el reverso de cada uno de ellos. En medio de todos, sobre cartulina roja, una foto gigante en blanco y negro de su rostro, la misma que aparece en todas partes buscándolo.

            Frente a esto había  una carpa blanca bajo la cual estaban las sillas preparadas para recibir a la generación mayor, ya que sus compañeros se sentaron en el pasto, bajo los árboles nuevos que crecen en el parque. (Parque por la Paz se llama ahora la Villa y es un lugar lleno de árboles, con una fuente gigante hecha con restos de los azulejos que se encontraron después de que allí fueron pasadas las máquinas para no dejar huellas). A un costado y siempre al frente, había una pequeña mesa con un equipo de radio doméstico, que permitiría escuchar la voz de quienes hablaran.

            Lo hizo en primer lugar Luis Santibáñez, presidente de la Fundación Villa Grimaldi, explicando que ese había sido una lugar de torturas y cómo al ser destruido con bulldozers todo lo que allí había, permanecieron los cimientos de la casa. También explicó cómo se habían recuperado para que quedaran como mudo testigo de lo que allí pasó.

            En seguida hablé yo, haciendo un recuerdo de mi hijo. (Ver documento anexo). Quien organizó todo e hizo de maestro de ceremonia del acto fue mi hijo Patricio, el único que vive en Chile actualmente, quien habló a continuación, haciendo recuerdos de su hermano mayor, sobre todo, rememorando su infancia, ya que no fue mucho el tiempo, apenas 18 años, que estuvo entre nosotros. También agradeció la presencia de toda la gente que fue a este homenaje.

            El acto desde el comienzo fue pensado dentro del ámbito familiar, sin embargo, asistieron casi un centenar de personas: los amigos de barrio de Rodrigo, sus compañeros del Liceo 11 de Las Condes, sus compañeros de Filosofía del Instituto Pedagógico de la U. de Chile, donde alcanzó a estar solo dos meses antes de ser detenido. También estuvieron los compañeros de estudios de mis otros 3 hijos: los de Antropología de Patricio, los de Agronomía de mi hija Malva (quien viajó desde Brasil para estar presente en este acto) y los de Sociología de mi hijo Eduardo (que vive en Suecia). Asistieron también mis compañeros del Instituto Pedagógico de la U. de Chile y mis ex colegas del Instituto Hebreo. Por supuesto estaba mi familia completa, incluyendo a mi hija de Brasil y todos mis nietos que viven en en Chile. Además, los amigos personales de cada uno de los miembros de mi familia. Es de hacer notar que había personas de todas las edades, desde ancianos de más de 80 años, hasta niños en edad preescolar.

            Luego habló por teléfono desde Suecia mi hijo mayor, Eduardo, quien con palabras emocionadas hizo un recuerdo de su hermano y dijo estar en su casa de Västeras con quienes conocieron a Rodrigo y viven en Suecia hoy. Su voz salió al aire a través de los parlantes.

            Su amigo de infancia y adolescencia el cineasta Cristián Galaz proyectó un diaporama sobre Rodrigo que hizo hace algunos años y luego su otro amigo de esa época, Carlos González, junto a su hermana y otros compañeros de Rodrigo, cantaron algunas canciones acompañados de guitarras. También fue leída la carta que me envió Pepe Auth, en ese momento Embajador de Chile en Suecia, quien fue amigo también de Rodrigo cuando ambos estaban en la escuela secundaria.

            En seguida habló la Presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos Viviana Díaz, contando sobre nuestra familia y cómo fue nuestra participación en esta organización de lucha.

            Finalmente, el ex sacerdote Patricio Gajardo, que fue el guía espiritual en el Liceo 11 en esos duros años después del Golpe y quien conoció a Rodrigo, se refirió con mucho cariño a él y a nuestra familia y pidió una bendición para todos los presentes.

            Cuando terminó el acto, la gente se acercó a ver los dibujos de Rodrigo y también pudo dejar por escrito su testimonio a través de mensajes o dibujos en los papeles que había en la muralla. Los niños participaron con mucho entusiasmo en esta actividad, haciendo dibujos alusivos.

            También se instaló una pequeña placa al pie de la araucaria, con una leyenda y la imagen de Rodrigo. Fue hecha por la misma artista que hizo la fuente central de la Villa y con los mismos pedazos de cerámica que fueron rescatados de las ruinas de la misma. (Ver documento adjunto).        

            Esta ceremonia, emotiva, familiar y solemne fue, en realidad, el funeral simbólico de mi hijo Rodrigo, aunque siempre permanecerá su recuerdo entre nosotros que seguiremos luchando por saber la verdad.

                                                            


Despedida a Rodriguito, de su madre

Fuente :Villa Grimaldi, 27 de mayo de 2001.

Categoría : Mensaje

 

 

Hijo, mío:

                 Hoy te evoco, como tantas veces, jugando con tus hermanos. Fuiste un niño dulce y peleador, esa mezcla te acompañó siempre. Recuerdo tu pequeña figura, junta desde siempre a la de tu hermano mayor, casi de tu misma edad. Siempre juntos inventando la vida. Tu admiración ante las cosas, tu descubrir el día y creer que el mundo iba naciendo contigo. Tus inventos, tus juegos y también tu tristeza por otros al entrar al Colegio: "Ese niño no vive con su mamá" y tus ojos abiertos al borde de las lágrimas. "El Eduardo se hace el grande de 10 años y me reta cuando pasamos y está la cabra del lado"… Esos niños del pasado lejano tal vez no te recuerden, pero existieron como tú.

            Más tarde, tu acercamiento a tu hermano menor. Tus juegos, tus peleas y, posteriormente, tus enseñanzas, el contarle tus ideas que, niño todavía, ya habían calado en ti. Tu bla bla permanente, que podía ser tan serio a veces, tu forma de hablar salpicada de garabatos.

            También el cuidado con tu pequeña hermana. A ella le enseñabas a defenderse: "Si te pegan, haz esto", y te mordías la lengua en la lección. O "Mira el cielo, esas son las constelaciones". Tus lecciones de vida y también de sueños.

            Cristián y tus conversaciones profundas en la plaza. Carlos y tu transformación del mundo. Y Marina, tu amada, que te hizo pensar en un futuro que no llegó.

            Todo eso quedó en el recuerdo… Hace 25 años mi ojos te vieron por última vez. Te reté porque decías leseras, porque no tomabas la vida en serio. Pero la vida sí fue seria contigo. Se llevaron tu porte, tus ojos dulces y, sobre todo, tu risa, esa risa que te acompañó siempre.

            Hoy estamos aquí, tu familia, tus amigos y los amigos que no te conocieron, despidiéndote. Es una despedida llena de ausencias. No están todos tus hermanos, falta Eduardo. No están todos tus sobrinos, faltan los de Suecia, y tampoco estás tú… nos quitaron todo.

            Este árbol te recordará. Será la vida que te arrebataron. Extenderá sus brazos pidiendo justicia, pero también cobijará bajo sus ramas a otros niños que buscarán lo que tú buscaste.

            Adiós, hijo mío, estés donde estés, descansa en paz. Aquí, en este lugar que te vio por última vez, yo también te dejo mi corazón.

 

                                                                                                            Mamá

 

 


Alocución enunciada, desde Suecia, durante la ceremonia en homenaje a mi hermano Rodrigo Medina en Villa Grimaldi el 27 de mayo de 2001:

Fuente :Eduardo.

Categoría : Mensaje

 

 Es difícil describir a un tipo profundo como Rodrigo en una alocución corta como la presente.

 

Del período de la infancia recuerdo especialmente su agudeza intelectual. No sólo me refiero a la profundidad con que pensaba, sino también su capacidad de invención, de relacionar cosas, de proyectar a futuro… Nunca olvidaré que siendo un año menor que yo, fue él quien me dijo que el viejo pascuero no existía.

 

Del período de la adolescencia recuerdo especialmente su capacidad para llegar a otras personas. Rodrigo tenía la capacidad de hechizar con su ángel. De la última época que lo ví recuerdo especialmente la precaución y la sigilosidad, lo que para mí fueron rasgos ya de adulto.

 

Yo creo que lo que caracteriza mejor a Rodrigo es su tranquilidad y su estabilidad, lo que es reflejo de su estatura intelectual. Fueron justamente su tranquilidad y estabilidad las que lo siguieron caracterizando, incluso en momentos límites. Sabemos que ellas fueron de ayuda incluso para otros compañeros con los cuales compartió el aislamiento y la tortura. Fueron justamente estas cualidades, mencionadas en algunos relatos sobre él hechos por otros presos, las que nos aseguraban de que dichos relatos eran fidedignos.

 

He soñado muchas veces con Rodrigo durante los últimos 25 años. A veces, agradables sueños fraternales, otras veces angustiosas pesadillas. He llorado en silencio durante 25 años y seguramente voy a llorar el resto de mi vida. Pero no sólo he llorado, muchas de esas lágrimas se convirtieron en accionar en la primera línea de combate.

 

Hermano y camarada, tu grito de guerra ha llegado a oídos receptivos y otras manos se han extendido para empuñar tus armas!

 

¡Hasta la victoria siempre!

 

 


Corte de Santiago eleva pena e indemnización por secuestros calificados de estudiantes de Instituto Pedagógico

Fuente :elperiodista.cl 11/12/2020

Categoría : Prensa

Asimismo se mantuvo la absolución a los exagentes Jorge  Andrade Gómez y José Aravena Ruiz por compartir lo decidido por el ministro en visita Mario Carroza.

La Corte de Apelaciones de Santiago elevó la condena penal a dos exagentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA)  y el monto de las indemnizaciones que el Fisco debe pagar a los familiares de Óscar Dante Valdivia González, Luis Hernán Núñez Rojas, y Rodrigo Alejandro Medina Hernández,  estudiantes del Instituto Pedagógico, detenidos desaparecidos desde el 26 y 27 de mayo de 1976.

En la sentencia (rol 2.806-2019) la Primera Sala del tribunal de alzada –integrada por los ministros Miguel Vázquez, Elsa Barrientos y Rafael Andrade- elevó a 10 años y un día de presidio la pena para los exagentes Pedro Espinoza Bravo y Miguel Krasnoff Martchenko.  

Asimismo se mantuvo la absolución a los exagentes Jorge  Andrade Gómez y José Aravena Ruiz por compartir lo decidido por el ministro en visita Mario Carroza.

«Que, en relación a la participación de los acusados Jorge Claudio Andrade Gómez y José Abel Aravena Ruiz, los motivos de sus absoluciones, se leen en el considerando Décimo Sexto y Vigésimo Segundo. Pues bien, la Corte comparte tales consideraciones que se exponen en el fallo de primera instancia para decidir estas absoluciones, en tanto los antecedentes reunidos no logran formar la convicción que exige el artículo 456 bis del mismo Código, en orden a que realmente le cupo participación a los antes nombrados en el delito de secuestro calificado de Óscar Dante Valdivia González, de Luis Hernán Núñez Rojas, y de Rodrigo Alejandro Medina Hernández, o alguna de las formas de intervención punible en un hecho constitutivo de delito que contemplan los artículos 15, 16 y 17 del Código Penal. Debido a lo anterior, la absolución debe ser mantenida.

Debe consignarse, que la valoración de los elementos de convicción allegados a la causa, son los que no permiten alcanzar convicción judicial de condena, a que se refiere el artículo 456 del Código de Procedimiento Penal, en relación a Jorge Andrade Gómez, y no la versión y antecedentes de su defensa, en orden a que en las fechas de los hechos, éste se encontraba en algún curso en el extranjero.

No altera lo que se viene decidiendo respecto de la absolución de estos dos acusados, las alegaciones vertidas por los querellantes en sus apelaciones, desde que las mismas, por su generalidad, no alcanzan a variar lo que se viene decidiendo», dice el fallo.

Agrega: «Que en cuanto, ahora a las condenas, y respecto de la situación particular de Pedro Espinoza Bravo y de Miguel Krassnoff Martchenko, esta Corte coincide con la conclusión a que arriba el sentenciador de primer grado, en cuanto a que con los antecedentes recopilados durante la investigación es posible construir diversas presunciones judiciales que por reunir las exigencias de fundarse en hechos reales y probados, ser múltiples, graves, precisas, directas y concordantes, son bastantes para sostener con convicción que a estos acusados cupo intervención en calidad de autores, en los términos del N° 1 del artículo 15 del Código Penal, del delito de secuestro calificado de Óscar Dante Valdivia González, de Luis Hernán Núñez Rojas, y de Rodrigo Alejandro Medina Hernández, en tanto a la época de los hechos el primero estaba a cargo del grupo Halcón, que materializó los secuestros y el segundo estaba a esa fecha a cargo del centro de detención va o Villa Grimaldi, último lugar en donde fueron vistas las tres víctimas ya señaladas, según lo acreditado con el testimonio de sobrevivientes de dicho centro de detención, que se pormenorizan en la sentencia de alzada.

En tales condiciones, corresponde mantener la decisión de condena de estos encausados»

La Corte consideró que debido a reiteración de hechos corresponde subir en un grado la pena corporal a los condenados: «Que, para efectos de graduar la sanción penal, que corresponde imponer a los sentenciados Pedro Espinoza Bravo y Miguel Krassnoff Martchenko, debe considerarse, que siendo la pena asignada al delito de secuestro calificado, establecido en el artículo 141 incisos 1 y 4 del Código Penal -a la época de su perpetración- la de presidio mayor en cualquiera de sus grados, beneficiándoles una atenuante -artículo 11 N° 6- por aplicación del artículo 68 inciso 2 del mismo cuerpo legal, ha de excluirse el grado máximo, y así dicha pena podría imponerse en el grado mínimo, pero teniendo presente, que se trata de reiteración de ilícitos, la pena se subirá en grado y quedará en presidio mayor en su grado medio, considerando además para determinar su cuantía lo dispuesto en el artículo 69 del Código Penal», asegura el fallo en este aspecto.

La sentencia elevó además a la suma total de $ 360.000.000 (trescientos sesenta millones de pesos) la indemnización que el Fisco debe pagar a los familiares de las víctimas debido a la aflicción provocada a los hijos, cónyuge, hermanos y sobrina de cada una de las víctimas.

«Que, enseguida, para apreciar la entidad del perjuicio que se demanda ha de considerarse fundamentalmente que a raíz de la desaparición del causante, los demandantes debieron enfrentar un repentino, inesperado, violento e involuntario cambio en su forma de vida, siendo clara la aflicción de cada uno de ellos, los que se vieron involuntariamente privados del cuidado y apoyo de cada uno de los tres detenidos desaparecidos del caso sub judice, dolor que los marcó evidentemente en el desarrollo de su personalidad. Todo lo cual redunda en que esta Corte ordenará aumentar los montos a indemnizar a los demandantes en un quantum, que se dirá en lo resolutivo», asevera el fallo del tribunal de alzada.