Garay Hermosilla Héctor Marcial


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Rut : 7.694.786-4

Fecha Detención : 08-07-1974
Lugar Detención : Santiago


Fecha Nacimiento : 06-03-1955 Edad : 19

Lugar Nacimiento : Santiago

Actividad Política : Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
Actividad : Estudiante

Estado Civil e Hijos : Soltero
Nacionalidad : chilena


Relatos de Los Hechos

Fuente :(Informe Rettig)

Categoría : Antecedentes del Caso

Héctor Marcial GARAY HERMOSILLA

El 8 de julio de 1974, fueron detenidos, en sus respectivos domicilios de la comuna de Ñuñoa, los amigos Héctor Marcial GARAY HERMOSILLA y Miguel Angel ACUÑA CASTILLO, ambos militantes del FER (sección del MIR de estudiantes secundarios), por agentes no identificados, sin que haya antecedentes sobre su posterior paradero.

La Comisión tiene constancia de la detención de ambos jóvenes. Sobre esta base, y teniendo en cuenta su militancia, sus vínculos políticos y de amistad, el hecho de fueron detenidos el mismo día, y la circunstancia de que no se ha vuelto a saber de ninguno de los dos, los considera víctimas de violación de sus derechos humanos por parte de agentes del Estado.

 

 


Emboscada a casos clave de la DINA, el Comando Conjunto y la CNI.

Fuente :Primera Linea 22 Junio 2001

Categoría : Prensa

El lunes la Corporación Administrativa del poder judicial deberá informar el costo que tendrá la nominación de los jueces especiales. Mientras, el mundo de los derechos humanos tiene la esperanza que ellos avancen donde hasta ahora sus esfuerzos han sido infructíferos: las causas beneficiadas con un juez de dedicación exclusiva corresponden mayoritariamente a desapariciones perpetradas por la DINA, el Comando Conjunto y a un caso emblemático de la CNI.
La hora de la Dina
El cerco se estrecha sobre la DINA con el caso del militante del MIR, Carlos Cubillos Gálvez, detenido en 1974 en una calle de la comuna de Nuñoa. Testigos señalaron que fue conducido al recinto de Londres 38 y no volvió a saberse de él. Su causa – rol 11337/6- está en el Octavo Juzgado del Crimen de Santiago.
En ese mismo juzgado está radicada la causa del militante del MIR, Juan Carlos Perelman (rol 12193-8), quien fue detenido en 1975 por efectivos de la DINA junto a su conviviente, quien tiempo después fue liberada. La Comisión Rettig afirmó que su desaparición fue responsabilidad de agentes del Estado.
El 1 de agosto de 1974 fue detenido Sergio Sebastián Montecinos Alfaro, quien, sus 28 años, era el coordinador sindical de los partidos políticos que habían adherido a la UP en la Zona Oeste de Santiago. Fue sacado de su hogar por efectivos de la DINA y visto por última vez en el recinto de Londres 38. Su causa Nº2310-00, consta también en el Octavo Juzgado de Santiago.
El secuestró de Luis Jaime Palominos Rojas, el 7 de diciembre de 1974, es responsabilidad del mismo organismo de seguridad. La causa de este militante del MIR, rotulada con el número 2808-5, también será instruida por un juez especial en el 11º Juzgado del Crimen de Santiago.
El ministro de dedicación exclusiva de ese mismo tribunal se abocará al caso de Jaime Cadiz Norambuena (causa 768-6). Este militante del MIR fue detenido en la población José María Caro y desapareció desde el recinto de la DINA de Londres 38.
El número 2161-8 de ese juzgado consigna otra causa de la DINA en que el juez pondrá acento. El mirista Jorge Humberto D´orival Briceño fue detenido en su hogar de la comuna de Conchalí y visto luego, junto a otros dos detenidos, en Villa Grimaldi. A los tres se les perdió la pista en el recinto de Cuatro Alamos.
El juez de dedicación exclusiva del Tercer Juzgado del Crimen de San Miguel investigará el caso de Leopoldo Muñoz Andrade, militante del MIR que desapareció desde el recinto DINA de Cuatro Alamos. En las manos de este magistrado estará además esclarecer la desaparición de otro mirista, Daniel Reyes Piña, quien fue visto por última vez en Londres 38.
A ese organismo represor se atribuye también la desaparición de Víctor Fernando Olea Alegría el 11 de septiembre de 1974. Tenía 24 años cuando fue detenido por agentes en la vía pública. Su causa está radicada en el Noveno Juzgado del Crimen de Santiago con el número 76667.
Otro caso que tendrá especial atención será el de Washington Cid Urrutia, quien desapareció en 1974 desde Villa Grimaldi. Su causa está radicada en el Décimo Juzgado del Crimen de Santiago y es atribuido a la DINA.
Hacia otros organismos represores
No sólo la DINA será investigada por los jueces especiales. Las acciones criminales perpetradas por el Comando Conjunto tendrán el mismo destino. De hecho, el mandato de la Suprema toca las hebras de uno de los casos que ofrece las mayores contradicciones con el informe de las FF.AA: la desaparición del militante de las Juventudes Comunistas Carol Fedor Flores Castillo.
El informe castrense establece que Flores Castillo fue detenido en 1976, muerto y arrojado al mar en las costas de San Antonio. Sin embargo, Flores fue apresado junto a sus hermanos en 1974 y permaneció recluido seis meses. En 1976 comenzó a colaborar con el Comando Conjunto, proceso que se extendió hasta el 7 de junio de ese año. El ex agente del comando conjunto Andrés Valenzuela confesó que fue muerto junto a un soldado en el Cajón del Maipo y arrojado al río. Ahora su crimen será investigado por el juez del Décimo Juzgado de Santiago.
En el Cuarto Juzgado del Crimen de San Miguel, bajo el número 10161, consta el caso de Alonso Gahona Chávez, quien habría fallecido víctima de reiteradas torturas junto a Humberto Castro en el llamado "Nido 20". Así se conocía al recinto secreto de detención y tortura ubicado en la calle Santa Teresa 037, cerca del paradero 20 de la Gran Avenida de Santiago. Este recinto funcionó durante 1975 bajo control de agentes de la DIFA con quienes colaboraban civiles provenientes de grupos nacionalistas o de extrema derecha.
La guardia exterior del recinto estuvo a cargo de alumnos de la Escuela de Especialidades de la Fuerza Aérea. Gahona, dirigente de los obreros de la Municipalidad de La Cisterna y militante comunista, conocido como «Yuri», había sido detenido el 8 de septiembre de 1975 en la vía pública. Su cadáver habría sido envuelto en plástico y, al parecer, arrojado al mar.
Desde el recinto llamado "Remo Cero", del regimiento de artillería anti-aérea de Colina fue sacado y posiblemente enterrado en terrenos militares de Peldehue, Miguel Rodríguez Gallardo. La causa 10617 del cuarto juzgado de San Miguel intentará llegar hasta las bases del Comando Conjunto.
También un juez especial investigará el destino de al menos uno de los detenidos desaparecidos de La Moneda. En el Noveno Juzgado del Crimen de Santiago está la causa 17584, que corresponde a Osvaldo Ramos Rivera, miembro del GAP de sólo 22 años.
Ramos fue detenido en el interior del palacio gubernamental por militares, junto a Antonio Aguirre Vásquez. Producto de sus heridas, ambos fueron trasladados a la Posta Central donde existe constancia de su permanencia. Fueron sacados desde allí por personal uniformado y desde entonces se desconoce su paradero.
En el Octavo Juzgado del Crimen de Santiago será investigado el caso de otro GAP, Mario Ramiro Melo, oficial del Ejército retirado, desaparecido desde el 29 de septiembre de 1973.
El caso de Miguel Acuña Castillo, rotulado con el número 11509-8 en el Octavo Juzgado de Santiago, también será investigado. Acuña era dirigente de la sección de estudiantes secundarios del MIR cuando desapareció en 1974, junto a su amigo Héctor Garay Hermosilla.
La labor de los jueces especiales se extenderá además a la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea. En el Noveno Juzgado del Crimen de Santiago será visto el caso de José Luis Baeza, de 41 años, vendedor y miembro del Comité Central del PC. Fue aprehendido junto a otras tres personas en una casa en Santiago que servía para reuniones y contactos de miembros de esa colectividad.
Los autores de la detención fueron identificados como miembros del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, comandados por un conocido Jefe de Inteligencia. Baeza fue llevado a la Academia de Guerra de esa institución, donde fue visto por varios testigos. Estos testimonios contradicen la versión oficial entregada por el Ministro del Interior que, en esa época, negó su detención
 


Pinochet vuelve a ser procesado y sigue bajo arresto.

Fuente :6 de Diciembre 2005 La Nacion

Categoría : Prensa

El ministro Víctor Montiglio volvió a procesar a Augusto Pinochet como autor de secuestro calificado de tres nuevas víctimas de los 119 desaparecidos de la Operación Colombo. Sin embargo el juez sobreseyó al ex dictador por otras cuatro víctimas, aplicando el principio jurídico de la “cosa juzgada”, lo que será apelado por la parte querellante.

A los nuevos procesamientos se suma la declaración de reo que afectó al ex jefe del Ejército -el 24 de noviembre- cuando el magistrado lo procesó por seis víctimas del operativo Colombo y decretó su arresto domiciliario.

De esta manera, Pinochet se mantiene encausado en este juicio y bajo arresto domiciliario, dado que la Sexta Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago rechazó el pasado viernes el recurso de amparo interpuesto por su defensa, que buscaba dejar sin efecto los primeros seis autos de reo y revocar su detención preventiva.

Respecto de este amparo, la Sala Penal de la Corte Suprema se pronunciará probablemente mañana, una vez que escuche los alegatos de las partes.

De los quince casos de desaparecidos por la Operación Colombo por los cuales las cortes desaforaron a Pinochet, ya ha sido encausado por nueve víctimas y sobreseído por cuatro. Aún falta que el juez se pronuncie sobre otras dos situaciones.

Las tres víctimas nuevas por las que fue procesado Pinochet son Juan Carlos Perelman Ide (MIR, desapareció en 1975), Héctor Garay Hermosilla (MIR, 1974) y Antonio Cabezas Quijada (PS, 1974).


Hector Garay (18) Detenido y desaparecido

Fuente :archivochile.com sin fecha

Categoría : Prensa

"8 de Julio de 1974, Héctor Garay Hermosilla, 18 años, primer año de Licenciatura en Historia de la U de Chile,10 de la noche. Su madre, la señora Inelia Hermosilla, esperaba a su hijo menor con preocupación, pues eran días difíciles y peligrosos. Tito llegó, vestía un gamulán sacado por su madre en cuotas en Falabella, y en sus manos la carpeta de cuero que ella compraba con orgullo cuando uno de sus hijos entraba a la Universidad. Tito era el tercero, y único hombre. Su padre había muerto 2 años antes y la Sra Inelia se había aferrado con orgullo a este vástago regalón e inteligente. – ¡Titín!- escucharon en el pasillo . – ¡ Déjame la carpeta, mientras te sirvo hijo!- – ¡No mamá, vuelvo altiro! Había escuchado la voz de un amigo, el primero de tres detenidos desaparecidos . La Sra. Inelia salió a mirar. Se enfrentó al guatón Romo, el amigo no venía solo. – ¿Qué pasa?- -¡ No se meta Sra, antes de las doce llega su hijo! ¡Tito!- No, ustedes me está robando a mi hijo. Primera advertencia, con el cruce de una metralleta en su pecho, le gritaron que se devolviera a su departamento. La desesperación. Bajó dos pisos detrás de ellos, más aún, cuando vio las armas y que metían a su hijo en la camioneta blanca intentó aferrarse a la camioneta por el parachoque. El culatazo fue ahora en pleno rostro, y otro, que la desplomó en el suelo y tuvo que arrastrarse hasta la reja del condominio en Juan Gómez Millas.

Esa noche vagó con su hija por todos los centros de detención. Lo llevaron a Londres y pasó tres meses todo el día y todas las noches preguntando por él o llamándolo cuando veía salir alguna camioneta. La detenían un rato y la soltaban. Luego fue Villa Grimaldi, pero nadie le decía nada. Fue una de las madres fundadoras de la Asociación de Detenidos Desaparecidos de Chile y vivía en la Vicaría, junto a Sola Sierra. Durante el primer tedeum de la dictadura en la Catedral fue capaz de esconderse en un confesionario y antes de que a Pinochet le dieran la Hostia gritó: " -"¡!NOO0!! – ¡ TIENE LAS MANOS ENSANGRENTADAS!! Dice que corrió a Vicaría y se escondió en la pieza del Vicario de la Pastoral, que la protegió durante semanas, hasta que pudo salir disfrazada. Ella todavía vive, tiene 95 años, es la única sobreviviente de la Agrupación de DD DD. Ningún gobierno de la Concertación ha sido capaz de darle una respuesta. El nombre de Tito apareció en el año 1975 en la lista de los 119 en Salta, Operación Colombo, junto a esos titulares que todavía la hieren: "!EXTERMINADOS COMO RATAS!" Treinta y dos años, y ella todavía espera."

PD: La señora Inelia murió el 22 de agosto  del 2007 , de un derrame cerebral, esperando a su hijo. ( Andrea Castillo) .


La desaparición de Héctor Garay y la búsqueda sin fin de Inelia Hermosilla

Fuente :fundacionprogresa.cl sin fecha

Categoría : Prensa

“Brindo por la verdad, la justicia y la razón, porque no exista opresión, ni tanta desigualdad. Con coraje y dignidad, de este mal hay que salir, vamos a reconstruir y con cimientos bien firmes, para que jamás en Chile esto se vuelva a vivir”. Es muy probable que centenares de miles de personas en Chile y todo el mundo escucharon recitar con firmeza y desgarro esas palabras a una anciana de pelo albo y ojos claros en el momento de la “Cueca Sola” de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD).

Se llamaba Inelia Hermosilla Silva y fue una de las fundadoras de la AFDD. Cuentan que casi vivía en las dependencias de la Vicaría de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago, en el corazón de la Plaza de Armas. También le correspondió en ocasiones bailar esta cueca que llegó a conmover a Sting. Y fue una de las voces que sonó con fuerza en febrero de 1998 en el Estadio Nacional, para la primera visita de U2 al país. “Soy madre de Héctor Marcial Garay Hermosilla, detenido y desaparecido el 8 de julio de 1974. ¡Exijo justicia!”, clamó desde el micrófono al que fue invitada por el cantante Bono.

Héctor nació el 5 de marzo de 1955 en Santiago. Tenía 19 años cuando fue secuestrado en su casa en la calle Los Aromos 2770–I de Ñuñoa. Integraba el FER (Frente de Estudiantes Revolucionarios, al cual se incorporó mientras cursaba sus estudios secundarios en el Liceo N° 7 de Ñuñoa, en Irarrázaval con Carmen Covarrubias. Eran los tiempos del Gobierno de Salvador Allende y en ese establecimiento destacó por su liderazgo, en circunstancias de que la Federación de Estudiantes Secundarios (FESES) había llegado a tener un especial protagonismo. Para el momento de la detención estudiaba Pedagogía Básica con mención Ciencias Naturales en la Universidad de Chile. Las indagaciones posteriores mostraron que los responsables fueron agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA).

Recuerdo que se le quebraba la voz cuando contaba su historia. Señalaba que en la AFDD había hecho de todo. Por cierto, siempre salió a las calles, enarbolando un cartel con la frase “¿Dónde Están?” con una añosa foto de su hijo y unas palabras escritas con plumón que hablaban de “nuestra exigencia de justicia” y reclamaban “no a la impunidad”. Participó en el conjunto folclórico de la Agrupación y fue también una de las mujeres que se dedicó a crear bellas y emblemáticas arpilleras.

La periodista Lucía Sepúlveda contó que “Tito era el menor de los tres hijos de la familia Garay Hermosilla, y tenía dos hermanas, Mónica y Rosario. Estudió la enseñanza básica en el Colegio San Marcos, cuando la familia vivía en la calle Bascuñán. Su padre había sido empleado de la industria textil Yarur, y logró concretar con su trabajo el sueño de la vivienda propia, trasladándose a la comuna de Ñuñoa. La madre trabajaba como supervisora de piso en el Hotel Crillón, en el centro de Santiago. No era familia con participación ni inquietudes políticas. Entre sus valores estaba el respeto por el estudio y el conocimiento” (“119 de Nosotros”).

Héctor “era un niño muy inteligente y la familia estaba orgullosa del puntaje que sacó en la prueba de aptitud académica”. Su madre recordaba, agrega, que “era travieso, desordenado. Yo le ayudaba en sus tareas. Tenía los cuadernos hecho repollos. Le gustaba dibujar. Y después, yo tomé sus dibujos como motivo de inspiración para mis arpilleras. Me salían mojadas de lágrimas. También dibujé la escena de la detención en una arpillera”.

La señora Inelia le contó que “Tito me cuidaba mucho, no me dejaba comer nada pesado. Él era muy cariñoso, y trataba de darme conformidad cuando su padre estaba agonizando. Tito nació cuando yo tenía 39 años. Me habían amarrado las trompas en una operación para extirparme un quiste ovárico, y no se dieron cuenta que ya tenía un embarazo de doce días”. El padre de Héctor murió de cáncer tres años antes de su detención. A Tito le encargó que siguiera estudiando y que cuidara a su madre.

El 22 de agosto de 2006 falleció de un derrame cerebral, con más de 90 años, sin haber encontrado a su hijo y sin justicia por su desaparición. Estaba muy enferma. Sus piernas ya no le respondían. Poco antes contó al historiador español Mario Amorós: “Ya llevo casi 30 años buscándole (…) Estoy sola, muy sola. Ayer vino el conjunto de la Agrupación a verme y cantarme y estuve llorando todo el tiempo” (“Después de la Lluvia: Chile, la Memoria Herida”).

En el curso de la semana, casi 14 años después de que la señora Inelia partió de este mundo, la Segunda Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago condenó a 39 agentes de la DINA, por su responsabilidad en el delito de secuestro calificado de Héctor Garay, según fallo en la causa rol 174-2016, dictado por los ministros María Soledad Melo, Rafael Andrade y la abogada (i) María Cecilia Ramírez. En agosto de 2015 había sido dictado el fallo de primera instancia por el Ministro Hernán Crisosto Greisse.

SECUESTRO DE MEDIANOCHE

El 8 de julio de 1974 Héctor fue secuestrado con su amigo Miguel Ángel Acuña Castillo, con el que participaban en el FER. Miguel Ángel fue detenido por un equipo de agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), los que llegaron cerca de las 23.30 horas a su casa del Pasaje Talca N° 2033, en el sector de Rodrigo de Araya. Llegaron con Héctor, que poco antes había sido capturado en su casa de Los Aromos. Fueron introducidos en el interior de una camioneta Chevrolet C–10, color plomo, con toldo: era el modelo que solían ocupar los criminales de la dictadura.

Héctor y Miguel Ángel se encuentran hasta ahora en calidad de detenidos desaparecidos.

Una vigorosa crónica escrita por Andrea Castillo relató: “8 de julio de 1974, 10 de la noche. La señora Inelia Hermosilla esperaba a su hijo menor con preocupación. Eran días difíciles y peligrosos. Tito llegó, vestía un gamulán sacado por su madre en cuotas en Falabella, y en sus manos la carpeta de cuero que ella compraba con orgullo cuando uno de sus hijos entraba en la universidad. Tito era el tercero y el único hombre. Su padre había muerto dos años antes y la señora Inelia se había aferrado a este vástago regalón e inteligente. –¡Titín! – escucharon en el pasillo. –¡Déjame la carpeta mientras te sirvo, hijo! –¡No, mamá, vuelvo al tiro!”.

Había escuchado la voz de un amigo. Salió a mirar. Allí se encontró con Osvaldo Romo, más conocido como el “Guatón Romo”, un ex militante de la Unión Socialista Popular, quien posaba de ultraizquierdista en tiempos del Gobierno de Allende en el sector de Lo Hermida y que luego del golpe de Estado apareció como uno de los más repugnantes represores. “¡No se meta señora, antes de las doce llega su hijo!”, le espetó a la señora Inelia. “¡Tito!… No, ustedes me están robando a mi hijo”…

Relata Castillo: “Con el cruce de una metralleta en su pecho, le gritaron que se devolviera a su departamento. La desesperación. Bajó dos pisos detrás de ellos. Más aún, cuando vio las armas y que metían a su hijo en la camioneta intentó aferrarse por el parachoques. El culatazo fue ahora en pleno rostro, y luego otro que la desplomó en el suelo y tuvo que arrastrarse hasta la reja del condominio en Juan Gómez Millas”.

“Esa noche vagó con su hija por todos los centros de detención. Lo llevaron a Londres 38 y pasó tres meses todo el día y todas las noches preguntando por él o llamándolo cuando veía salir alguna camioneta. La detenían un rato y la soltaban. Luego fue Villa Grimaldi, pero nadie le decía nada”.

Durante largo tiempo, la señora Inelia se paraba en Avenida Gracia, cerca de su domicilio a esperar el retorno de su hijo, incluso en horas del toque de queda, hasta que los soldados la obligaban a regresar a su casa. Comenzó un recorrido por los recintos de detención que se conocían. “Yo tenía la ropa de Tito intacta, y no comía en la casa. Siempre andaba con un bolso para él, con útiles de aseo y ropa. Comía dulces o galletas en la calle y cuando llegaba a la casa, me iba a su pieza. Salía en la mañana y le rezaba a Tito para que me guiara hacia donde estaba”, contó a Lucía Sepúlveda.

Sus nombres fueron incluidos en un montaje de propaganda, de esos a los que la derecha y sus servidores han sido siempre adictos. Su nombre en clave era “Operación Colombo”. A partir de los vínculos de coordinación establecidos por la DINA en el Plan Cóndor con los servicios de seguridad de Brasil y Argentina, y con la ultraderecha de ambos países, se encargaron de producir dos medios apócrifos de comunicación, el diario Novo O’Día y la revista Lea, que aparecieron por una única vez, en 1975, con la publicación de una lista de 119 personas, todas ellas secuestradas por la tiranía y hasta hoy desaparecidas, señalando que los “extremistas de izquierda” se habían matado entre ellos.

Todo ello contó con la entusiasta colaboración de los medios de comunicación en Chile. El diario “La Segunda”, propiedad del Grupo Edwards, pasó a la historia nacional de la infamia con su titular de portada: “Exterminados como ratones”.

Garay figuraba en la lista publicada en la revista “Lea”, que aseveraba que había muerto en territorio argentino, junto a otras 59 personas, a causa de rencillas internas suscitadas entre los “extremistas”.

En la investigación judicial se acreditó “el paso de Héctor Marcial Garay Hermosilla por el recinto clandestino de detención denominado Londres 38, que era custodiado por guardias armados y al cual sólo tenían acceso los agentes de la DINA”. Garay permaneció en el lugar “sin contacto con el exterior, vendado y amarrado, siendo continuamente sometido a interrogatorios bajo tortura por agentes de la DINA que operaban en dicho cuartel con el propósito de obtener información relativa a integrantes de su agrupación, para proceder a la detención de los miembros de esa organización”. La última vez que la víctima “fue visto por otros detenidos, ocurrió un día no determinado del mes de julio y agosto de 1974”, sin que hasta ahora exista antecedentes de su paradero.

Las pesquisas judiciales acreditaron además que las publicaciones que dieron por muerto a Garay como resultado de purgas al interior del MIR “tuvieron su origen en maniobras de desinformación efectuada por agentes de la DINA en el exterior”.

Lucía Sepúlveda reprodujo uno de los recuerdos que atesoraba la señora Inelia. En 1991 viajó a Canadá con personas del conjunto folclórico de la AFDD: “Después que cantamos y bailamos la Cueca Sola, se me acercó un hombre. Y me contó que él había estado en una celda de Cuatro Álamos con Tito. Y que él le había dicho que pensaba en su mamá que se había quedado sola”.

Por este caso, el año 2005 Augusto Pinochet fue sometido a proceso por el ministro Víctor Montiglio. Fue sobreseído a raíz de su fallecimiento poco más de un año después.

A pesar de los que trabajan por la impunidad y de los que niegan la barbarie o la justifican en privado, no habrá jamás olvido.


Juez Crisosto condenta a 77 agentes de la DINA por caso de joven estudiante desaparecido en Operación Colombo

Fuente :elmostrador.cl 31/8/2015

Categoría : Prensa

El ministro en visita extraordinaria para causas por violaciones a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Santiago, Hernán Crisosto Greisse, condenó a 77 agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), por su responsabilidad en el delito de secuestro calificado de Héctor Garay Hermosilla, víctima de la denominada "Operación Colombo".

En la resolución, el ministro de fuero condenó a penas de 13 años de presidio a: César Manríquez Bravo, Pedro Octavio Espinoza Bravo, Marcelo Luis Moren Brito, Miguel Krassnoff Martchenko y Raúl Eduardo Iturriaga Neumann, como autores del ilícito perpetrado a partir de 1974.

En la etapa de investigación, el ministro Crisosto Greisse dio por establecido la siguiente secuencia de hechos:
"Que en horas de la noche del día 8 de julio de 1974, Héctor Marcial Garay Hermosilla, de 19 años, miembro de Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER), fue detenido en los momentos que llegaba a su hogar ubicado en calle Los Aromos 2770-I, de la comuna de Ñuñoa, por agentes pertenecientes a la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), quienes lo introdujeron en la parte posterior de una camioneta Chevrolet C-10 gris y lo trasladaron al domicilio de un amigo de la víctima, quien también fue obligado a entrar en la referida camioneta, para ser conducidos en dirección desconocida.

Posteriormente, se pudo establecer, a través de testimonios, el paso de Héctor Marcial Garay Hermosilla por el recinto clandestino de detención denominado "Londres 38", que era custodiado por guardias armados y al cual sólo tenían acceso los agentes de la DINA.

El ofendido Garay Hermosilla durante su estada en el cuartel de Londres 38 permaneció sin contacto con el exterior, vendado y amarrado, siendo continuamente sometido a interrogatorios bajo tortura por agentes de la Dina que operaban en dicho cuartel con el propósito de obtener información relativa a integrantes de su agrupación, para proceder a la detención de los miembros de esa organización.

La última vez que la víctima Garay Hermosilla fue visto por otros detenidos, ocurrió un día no determinado del mes de julio y agosto de 1974, sin que hasta la fecha exista antecedentes sobre su paradero.

El nombre de Héctor Marcial Garay Hermosilla apareció en un listado de 119 personas, publicado en la prensa nacional luego que figurara en una lista publicada en la revista LEA de Argentina, de fecha 15 de julio de 1975, en la que se daba cuenta que Héctor Marcial Garay Hermosilla había muerto en Argentina, junto a otras 59 personas pertenecientes al MIR, a causa de rencillas internas suscitadas entre esos miembros; Las publicaciones que dieron por muerto a la víctima Garay Hermosilla tuvieron su origen en maniobras de desinformación efectuada por agentes de la DINA en el exterior".


Otro «valiente» que se suicida sin enfrentar a la justicia. Héctor Lira fue encontrado con disparo en la boca en el Parque

Fuente :elciudadano.com 2014

Categoría : Prensa

Héctor Manuel Lira Aravena fue procesado en el año 2008, en el marco de las indagaciones por la denominada "Operación Colombo". Fue encontrado con un disparo en la boca, en el parque Juan XXIII.Héctor Manuel Lira Aravena, de 69 años, ex agente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y posteriormente de la Central Nacional de Inteligencia (CNI)  se suicidó esta mañana en el Parque Juan XXIII en la comuna de Ñuñoa.

Según las primeras informaciones, el sujeto se suicidó de un disparo en la boca.  El cuerpo fue encontrado por personas que transitaban por el sector.

Lira, quien se desempeñó como suboficial de Carabineros recibió condena a 45 años por violaciones a los Derechos Humanos en tiempos de dictadura como cómplice -entre otros delitos- del secuestro de Héctor Marcial Garay Hermosilla. Lira estaba condenado en primera instancia a 8 años por este caso.Garay Hermosilla, formaba parte del Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER) y tenía 19 años cuando el 8 de julio de 1974 fue detenido cerca de su hogar por agentes no identificados, sin que haya antecedentes sobre su posterior paradero. Días más tarde, su nombre apareció en la prensa nacional en una lista de 119 personas muertas por presuntas rencillas internas del MIR, en lo que se conoció posteriormente como “Operación Colombo”.También y ya formando parte de los agentes de la CNI que fueron destinados al espionaje de dirigentes sindicales y políticos, fue participe en el seguimiento y la recolección de información sobre el del líder sindical Tucapel Jiménez, asesinado el 25 de febrero de 1982.egún el relato de familiares  a la policía, el ex agente salió cerca de las 07:00 horas desde su casa ubicada en Los Crisantemos 3510, Villa Los Prados 3, comuna de Puente Alto, desconociendo cuál era el paradero de éste.El capitán de Carabineros Rodrigo Mejías, de la 18ª Comisaría de Ñuñoa, señaló que el cuerpo del ex agente fue encontrado en la mañana de este viernes en una banca del parque tras la llamada de un transeúnte a la policía uniformada.

El cuerpo fue encontrado con una herida de bala en la cabeza y con un revólver en su mano, que era de su propiedad.

Esta parece ser una tendencia de los últimos años.

Así se suicidan nuestros “valientes soldados” involucrados en violaciones a los DDHH


A Héctor Garay Hermosilla, amigo entrañable de la infancia y la adolescencia extraviado en esa noche terrible de metralla y dolor y muerte

Fuente :DOSSIER – CASO DE LOS 119 – OPERACIÓN COLOMBO

Categoría : Otra Información

Caminas silencioso por el bosque de pinos y eucaliptus
haciendo crujir con suavidad una capa de agujas y de
hojas lanceoladas, en medio de una fragancia que te
engaña y te acaricia y te habla más de montaña que de
océano mientras asciendes la dura pendiente y escuchas
el rozar de las ramas tan arriba, por donde apenas asoma
entre las copas un trozo de cielo azul azul azul.
Cierras un instante los ojos para volver atrás, y es como si
en cualquier momento pudiese aparecer un gnomo, un
ogro, una hechicera, un templo abandonado, una caverna
amenazante y repleta de tesoros, una Venus derruida, un
ciervo de ojos brillantes, una enigmática mujer vestida de
negro. Es la magia de los bosques que susurran, crujen y
sueñan como gigantes dormidos y se agitan inquietos al
sentir tus pasos. Pero eres demasiado pequeño, demasiado insignificante para
despertarlos, porque tus pies se deslizan tenues sobre la alfombra perfumada a
pino y eucaliptus inventando crujidos sobre las hojas secas, a tu espalda, como si
alguien invisible estuviera siguiendo tus pasos. De repente las sombras comienzan
a esfumarse, el bosque va abriéndose para ceder paso al sol que te ciega casi
después de caminar en medio de la penumbra de los árboles, sientes un aroma
inconfundible a sal, yodo, especies marinas, adivinas que el océano está tan
próximo lamiendo la arena negra azotada por el viento que arrastra la espuma
hecha a fuerza de olas reventando en los roqueríos oscuros. Se abre el bosque y te
muestra la luz que anuncia el fin de tus temores, quedan atrás fantasmas y
espíritus malignos, estiran sus dedos finos como hilos de araña para arrastrarte
hacia las tinieblas insondables donde quieren dejarte prisionero para siempre,
sientes un frío estremecimiento deslizarse por tu espalda que es el blanco preferido
de la avidez de las garras de las Parcas que te siguen y por eso te pones a correr
hacia la arena quemante, oscura, inundada de sol. Caes, corres, ruedas riendo por
la duna interminable que termina en el mismo océano que te espera allá tan abajo,
lamiendo con feroces olas los arrecifes que cubre y descubre, reventando destructor
contra las rocas de la costa, acariciando con ternura las arenas oscuras sembradas
de conchillas, caracoles, piedras negras, algas, pececitos muertos, cuerpos de
moluscos. Caes riendo por la arena porque has vencido de nuevo a los espectros del
bosque y has llegado hasta el sol que calcina la arena que quema tu cuerpo que
rueda feliz hacia el océano que te espera enloquecido y amoroso más abajo. Al fin te
detienes y tu rostro queda vuelto hacia el sol que te ciega y te llena de destellos los
ojos alucinados mientras sientes los labios cubiertos de arena que está en todo tu
cuerpo con su sabor salado porque el viento se ha levantado para levantarla y
descargarla como un furioso látigo sobre tu espalda, para que te des vuelta y te
ocultes como un caracol hasta que pase la ráfaga y puedas ver el cielo que se abre
allá arriba, donde un alcatraz flota estático, sostenido en las corrientes invisibles,
sin aletear siquiera, mudo e inmóvil como un astro milagroso. Caminas silencioso por el bosque de pinos y eucaliptus haciendo crujir con suavidad una capa de
agujas y de hojas lanceoladas, en medio de una fragancia que te engaña y te
acaricia y te habla más de montaña que de océano mientras asciendes la dura
pendiente y escuchas el rozar de las ramas tan arriba, por donde apenas asoma
entre las copas un trozo de cielo azul azul azul. Cierras un instante los ojos para
volver atrás, y es como si en cualquier momento pudiese aparecer un gnomo, un
ogro, una hechicera, un templo abandonado, una caverna amenazante y repleta de
tesoros, una Venus derruida, un ciervo de ojos brillantes, una enigmática mujer
vestida de negro. Es la magia de los bosques que susurran, crujen y sueñan como
gigantes dormidos y se agitan inquietos al sentir tus pasos. Pero eres demasiado
pequeño, demasiado insignificante para despertarlos, porque tus pies se deslizan
tenues sobre la alfombra perfumada a pino y eucaliptus inventando crujidos sobre
las hojas secas, a tu espalda, como si alguien invisible estuviera siguiendo tus
pasos. De repente las sombras comienzan a esfumarse, el bosque va abriéndose
para ceder paso al sol que te ciega casi después de caminar en medio de la
penumbra de los árboles, sientes un aroma inconfundible a sal, yodo, especies
marinas, adivinas que el océano está tan próximo lamiendo la arena negra azotada
por el viento que arrastra la espuma hecha a fuerza de olas reventando en los
roqueríos oscuros. Se abre el bosque y te muestra la luz que anuncia el fin de tus
temores, quedan atrás fantasmas y espíritus malignos, estiran sus dedos finos
como hilos de araña para arrastrarte hacia las tinieblas insondables donde quieren
dejarte prisionero para siempre, sientes un frío estremecimiento deslizarse por tu
espalda que es el blanco preferido de la avidez de las garras de las Parcas que te
siguen y por eso te pones a correr hacia la arena quemante, oscura, inundada de
sol. Caes, corres, ruedas riendo por la duna interminable que termina en el mismo
océano que te espera allá tan abajo, lamiendo con feroces olas los arrecifes que
cubre y descubre, reventando destructor contra las rocas de la costa, acariciando
con ternura las arenas oscuras sembradas de conchillas, caracoles, piedras negras,
algas, pececitos muertos, cuerpos de moluscos. Caes riendo por la arena porque
has vencido de nuevo a los espectros del bosque y has llegado hasta el sol que
calcina la arena que quema tu cuerpo que rueda feliz hacia el océano que te espera
enloquecido y amoroso más abajo. Al fin te detienes y tu rostro queda vuelto hacia
el sol que te ciega y te llena de destellos los ojos alucinados mientras sientes los
labios cubiertos de arena que está en todo tu cuerpo con su sabor salado porque el
viento se ha levantado para levantarla y descargarla como un furioso látigo sobre tu
espalda, para que te des vuelta y te ocultes como un caracol hasta que pase la
ráfaga y puedas ver el cielo que se abre allá arriba, donde un alcatraz flota estático,
sostenido en las corrientes invisibles, sin aletear siquiera, mudo e inmóvil como un
astro milagroso. Levantas la vista y lo ves flotar majestuoso, lejano, inconmovible,
eterno. Más allá se aproxima una escuadrilla lenta lenta lenta, en tanto el aroma
del océano te inunda los pulmones con su fragancia fuerte y salobre de cochayuyo,
de piure fuerte y rojísimo, de macha fresca. Ahí delante tuyo el mar estalla en mil
fragmentos blancos y verdes que ocupan todas tus pupilas, y es como si todo el
océano reventara dentro de ti, como si estuvieras lleno de furioso oleaje arrastrado
por huracanes. Entonces corres, asciendes, saltas por entre las rocas para llegar a
lo más alto, podrás ver la Piedra de los Lobos donde retozan los machos soberbios
como cachorros al lado de las hembras, o las toninas saltando sobre el agua con
frescura de niños traviesos, o simplemente las gaviotas patrullando el aire para
súbitamente dejarse caer en medio de las aguas sobre la presa que se debate en su
pico mientras emprende el vuelo, o la finura de los cormoranes en vuelo en el cielo
tan azul que te hiere los ojos por donde el sol entra a raudales en olas que estallan
tan allá adentro de tu alma. Vas hacia lo alto de la roca donde el viento te golpea en
ráfagas terribles, hincha de aire tu camisa, revuelve tu cabello con sus dedos invisibles. Y tú cierras los ojos porque estás buscando el tesoro que se encuentra
más allá del abismo oscuro e insondable de la Cueva del Ermitaño; sueltas una
piedra que rebota infinitamente contra las paredes de la grieta hasta que pueden
escuchar como penetra en el agua marina, porque allá abajo gime, respira el océano
entre seres monstruosos al acecho de visitantes imprevistos. Cierras los párpados y
estás navegando hacia la desembocadura del Maule en un lanchón de esos que
llegaban a las costas de San Francisco, navegaban hacia el misterio de Nueva York
atrapado en esas pinturas naives de un patrón de alta mar que ya no existe. Cubres
tus pupilas para caminar entre Las Ventanas muy cerca de La Poza, para cruzar el
túnel entre Calabocillos y Potrerillos huyendo del furibundo mar a la salida, para
pasar bajo el Arco de los Enamorados, para caminar por la Vega de los Patos con la
vista puesta sobre la Piedra de la Iglesia, para subir al Mutrún justo cuando el sol
comienza a incendiar el horizonte y te regala un secreto rayo verde que trae consigo
todo el misterio del océano que te ama y te canta como una sirena con la voz del
alcatraz suspendido en el viento, con el rugido del lobo de mar satisfecho, con la
carcajada del Ermitaño entre las penumbras y las olas resonando muy dentro tuyo,
en ese trozo de mar que has robado para siempre. Has venido aquí después de
tantos años, justo ahora que cumples diecisiete, el cumpleaños más solo y más
triste de tu vida porque así lo quisiste tú mismo, porque no podías más, muerto de
pena, con esas escenas de incendios, de gritos, de ametralladoras retumbando en la
noche con ese tableteo siniestro que eriza la piel, con ese frío que viene al pensar
que alguien estará mordiéndose la lengua para soportar la corriente que le muele
los testículos o la brasa que se hunde en los pezones. Eso es lo que dejaste atrás, el
horror, la pesadilla donde el rostro desfigurado de Héctor se aparece diez, cien, mil
veces ante tus ojos para que veas sus pupilas tristísimas donde cabe todo el dolor
que puedas imaginar, un sufrimiento a raudales que sube por tu garganta amargo y
terrible, y estalla en lágrimas por entre las cuales, a pesar de todo, ves los
alcatraces volando en bandada, impávidos, eternos, inalcanzables. Entonces
escuchas el propio sollozo que nace como una bestia herida desde lo más hondo de
tu alma, una criatura terrible y ciega avanzando hacia la luz desde las tormentosas
tinieblas, y es el sufrimiento puro lo que surge y estalla furioso contra la roca
salpicando espuma y agua salada que cae por tus mejillas y se pulveriza finísima
para que la aspires con deleite y sientas la vida invadiéndote a raudales, explota esa
angustia contra el acantilado y vuelve a reventar una y otra vez, sin descanso,
hasta la eternidad, y en medio del estruendo crees escuchar su voz recitando esos
poemas adolescentes, ingenuos, obstinados, insólitos, misteriosos, dulces,
pasionales, desolados, exultantes, trémulos que tanto te gustaban, que de tanto en
tanto le pedías te los leyera el mismo, con esa voz en sordina pero llena de acentos
tiernos, tan imposible en ese rostro demasiado anguloso y duro para ser de un
poeta. A veces también leías tus cuentos, tus prosas extrañas, herméticas, crípticas
casi, que sin embargo siempre tenían para Héctor un significado diáfano,
desnudado en unas pocas frases simples y agudas que – aunque nunca te lo dijo ni
menos lo pensó, lo sabes- espoleaban duramente lo que tú mismo asumías como
subjetivismo, tu maldita mezquindad, tu execrable tendencia a complicarlo todo
más de la cuenta poniendo el mundo patas arriba mientras media humanidad se
reventaba a diario por continuar una existencia miserable, y tú dale con esas
fabulaciones perdidas en el terreno de la imaginación, hundiéndote en el fango del
individualismo. Nada de esto te dijo jamás Héctor, pero era lo que tú pensabas, lo
que tal vez deseabas escuchar de él, un llamado de conciencia que nunca habría
hecho, porque las cosas se hacen por amor y no por mera convicción o por buenas
razones, en la vida todo se hace por inmenso amor – te dijo una vez- eso es lo único
que interesa, no importa lo que hagas, lo que importa es que lo hagas por amor,
porque crees desde el fondo de tu alma que es lo mejor, lo más justo, lo más puro,eso es lo único que engrandece al ser humano. Ahora te escuchas cantando en
medio del oleaje y los graznidos, oyes esa canción que ponían despacito en el
tornamesa para que nadie escuchara en las noches de toque de queda, la cantas
muy fuerte a ver si te escuchan en todo el pueblo, a ver si te escuchan los que
acechan en la oscuridad y acaban de una vez con este mal sueño que no quiere
terminar, corres por la arena enloquecido mientras cantas con una potencia y una
pasión que desconoces en ti mismo, gritas hacia el cielo pidiendo que te devuelvan
el país tal cual lo conociste hace apenas unos meses cuando tomabas cerveza con
tus amigos en la fuente de soda de la esquina, y hablaban de la última película del
festival búlgaro, y de lo que sentiría Gregorio Samsa al despertar transformado en
una horrenda cucaracha, y de la chica de ojos azules que conociste en la fiesta del
sábado, y de la salida política más probable, y de los cuentos de Skármeta y de
Carlos Olivárez, y del último long play del Inti Illimani, y tantas cosas que quisieras
olvidar, pero no puedes. Por eso estás aquí, solo, caminando por bosques, cerros y
playas interminables, volviendo al origen, buscando algo que crees haber perdido
aquí, tratando de recuperar una sustancia misteriosa que te ilumine otra vez por
dentro, te haga olvidar esas pesadillas que no sueñas, esas atroces pesadillas que
hace unas pocas semanas pasaron a buscar a Héctor a la casa de sus padres que
no han podido verlo dese entonces, que lo buscan en comisarías, hospitales,
campos de concentración, morgues, cementerios, casas de amigos, que no
encuentran rastro alguno, ni encontrarán jamás parece soplarte al oído una voz que
prefieres no escuchar tapándote los oídos con las manos, mientras el viento y la
arena negra te azotan el rostro cruzado de huellas salobres acariciadas por el
aroma del océano que escucha tu canto desde el alcatraz tan arriba, sentado en el
viento como un velero majestuoso, el océano que con la voz de las gaviotas quiere
decirte que ahora tú ocupas su lugar, que tienes ahora el amor de los dos juntos
para seguir viviendo, que como dice el poeta Alvaro Ruiz eres el dueño de todo lo
que está ante tus ojos tristes y maravillados: el sol, el mar, el cielo, las nubes, los
pájaros, todo.
 Diego Muñoz Valenzuela. En Memoria Histórica MIR