Cárcamo Rojas Saúl Sebastián


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Fecha Detención : 16-09-1973
Lugar Detención : Paine


Fecha Nacimiento : 29-01-1953 Edad : 20

Actividad Política : Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
Actividad : Estudiante secundario

Estado Civil e Hijos : Soltero
Nacionalidad : chilena


Relatos de Los Hechos

Fuente :informe corporación

Categoría : Antecedentes del Caso

Nombre : SAUL SEBASTIAN CARCAMO ROJAS
Rut : 6.402.091 1
F.Nacim. : 29 01 53, 20 años a la fecha de su detención
Domicilio : Paine
E.Civil : Soltero
Actividad : Estudiante secundario. Liceo Vespertino de Paine
C.Repres. : Militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
F.Detenc. : 16 de septiembre de 1973

Nombre : RICARDO CARRASCO BARRIOS
Rut : 6.539.784 6
F.Nacim. : 18 10 53, 19 años a la fecha de su detención
Domicilio : Avda. 18 de septiembre 3590. Paine
E.Civil : Soltero
Actividad : Estudiante de Cuarto Año Medio. Liceo de Paine
C.Repres. : Militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
F.Detenc. : 16 de septiembre de 1973

Saúl Sebastián Cárcamo Rojas, 20 años de edad, estudiante secundario, militante del MIR y Ricardo Carrasco Berríos, 19 años de edad, estudiante secundario, militante del MIR, habitantes de la localidad de Paine, fueron detenidos en un operativo amplio, practicado por civiles de la zona y por efectivos de Carabineros de la Sub Comisaría de Paine, a cargo del Sargento Manuel Reyes, y ejecutados el día 16 de septiembre de 1973. Dada las condiciones imperantes, las defunciones de estas personas no quedaron inscritas en Registro Civil. Por motivos evidentemente humanitarios, sus familiares procedieron a la sepultación de los restos abandonados en la vía pública. Esta situación no pudo regularizarse.
Dado el temor que se había impuesto en la localidad por detenciones masivas ocurridas en los días anteriores, y dada la activa participación pública como militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, ambos jóvenes habían dejado sus respectivos domicilios para cobijarse en el de la familia de Patricio Araya, también perteneciente a la misma organización política. Así entonces, el día de los hechos, se encontraban en ese domicilio en el Asentamiento Santa Rosa las siguientes personas: doña Alejandrina Muñoz y sus hijos Valericio y José Sánchez Muñoz, José Oscar Carvajal Sánchez, todos familiares de la dueña de casa. Además se encontraban pernoctando en la vivienda, Patricio Araya Sánchez (nieto de la dueña de casa), Gustavo González, Saúl Sebastián Cárcamo Rojas y Ricardo Carrasco Barrios, los tres últimos, militantes del MIR. La madrugada del 16 de septiembre de 1973 el domicilio fue objeto de un allanamiento violento con uso de armas de fuego como paso inicial. Todos los moradores fueron sacados al exterior, salvo la dueña de casa y Saúl Sebastián Cárcamo Rojas, quien alcanzó a huir. Los detenidos fueron tirados al suelo, golpeados con puntapiés y culatazos por los civiles acompañantes y por los carabineros, especialmente Ricardo Carrasco quien fue identificado por un civil como "el chiricuto".
Patricio Araya, Gustavo González y Ricardo Carrasco fueron subidos a una misma camioneta que mantenía sus focos encendidos. A Ricardo Carrasco se le dijo: "si eres valiente, empieza a correr", indicándosele el camino por delante. Lo hizo. Y cuando se alejaba, a unos 25 metros de la camioneta, se escucharon gritos "se está arrancando" y le dispararon desde varios puntos. El cuerpo fue tomado y lanzado a una acequia al lado del camino. Los otros dos jóvenes fueron mantenidos en la camioneta.
Enseguida el grupo se dirigió a la casa de Saúl Sebastián Cárcamo Rojas, distante a unos tres kilómetros. Este había llegado poco rato antes y había comentado a su madre la situación que afectaba a sus compañeros, añadiendo su intención de abandonar el domicilio en busca de un lugar más seguro. Cuando lo hacía, llegó el grupo aprehensor, por lo que intentó huir nuevamente hacia la parte posterior del sitio. Estos hechos quedaron consignados en las declaraciones de la señora Lucinda del Carmen Rojas, madre de Saúl Cárcamo, en la causa por homicidio rol 39405 1, que se instruye desde agosto de 1990, en el Juzgado de Letras de Maipo, Buin. En su relato ella señala: "Al inmueble ingresaron los sujetos, uno de los cuales era el Sargento Verdugo y un civil de apellido Balcázar (Juan), quien portaba un arma de fuego. Detuvieron a mi marido y lo sacaron de la casa. Lo tiraron en una de las camionetas utilizadas y en las cuales llevaban a las otras personas detenidas momentos antes. Los agentes ingresaron nuevamente. Se escucharon tres disparos en la parte trasera del sitio, en el sector donde había un duraznal. Nada se nos dijo a nosotros. Sin embargo, me ha relatado el testigo Patricio Araya, que los sujetos, luego de producidos los disparos, se acercaron a la camioneta donde estaba mi marido y le dijeron: "¡bájate viejo, que el que andábamos buscando ya está muerto!". Mi marido siempre creyó que sólo lo habían detenido y que lo habían tirado en otra de las camionetas, sin embargo, al otro día supimos que mi hijo estaba muerto con impactos de bala, en la parte trasera del sitio…". "En horas de la mañana consulté a Carabineros que andaban patrullando el sector, si podía recoger el cuerpo de mi hijo; ellos señalaron que "como estaban en estado de guerra, el que podía se recogía y el que no, quedaba allí no más". Posteriormente, fui donde el padre Guido, párroco de Paine, quien me prestó inestimable ayuda y consuelo en estos dolorosos momentos. El me autorizó para que sepultara a mi hijo en el cementerio parroquial y evitar así la acción de roedores, perros u otros depredadores al permanecer tirado en el suelo. De ese modo se logró sepultar a mi hijo en ese recinto el día 17 de octubre de 1973. Lo mismo aconteció con respecto a Ricardo Carrasco Barrios quien también está sepultado en el cementerio".
José Oscar Carvajal Sánchez declaró en el mismo proceso: "…nos hicieron subir a un vehículo, a mí me tocó una camioneta con mi tío José Victoriano, pero antes de subir alcancé a ver un auto, Volvo rojo, que era de propiedad de Mario Tagle y se hacía acompañar por su hermano Julio Tagle. También distinguí a otro civil, Claudio Oregón, caminero. También pude ver al jefe del grupo que era el carabinero Sargento Reyes".
Iván Israel Cárcamo Rojas, hermano de una de las víctimas declaró: "mi madre, Lucinda Rojas, reconoció a uno de los civiles que andaba con Juan Balcázar que en ese tiempo tenía camiones…"
"Sentí varios disparos, luego de ello se reunieron en la casa y dieron la orden de bajar a mi padre del vehículo, en ese momento, yo pude pararme y reconocí al Sargento Verdugo de la Subcomisaría de Paine que el parecer dirigía al grupo". Patricio Araya Sánchez declaró en términos coincidentes en la misma causa.
En 1991 se logró regularizar la situación de ambos jóvenes, sus cuerpos después de ser exhumados fueron identificados por el Instituto Médico Legal y así se pudo inscribir la defunción. La detención y ejecución de ambos jóvenes se enmarca en lo que fue la represión en Paine en 1973.

GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS
Por temor a represalias, sus familiares directos no entablaron acciones judiciales hasta el 10 de agosto de 1990. Con esa fecha se interpuso ante el Juzgado de Letras de Buin, Maipo, una denuncia por los homicidios calificados de Ricardo Carrasco Barrios y Saúl Sebastián Cárcamo Rojas. La denuncia comprendió también el delito de asociación ilícita y otros que eventualmente pudieren configurarse conforme a la exposición y realidad de los hechos, causa enrolada con el N°39405 1. Esta causa se acumuló a una posterior, rol 290 E, que se inició por resolución de la Corte de Apelaciones Presidente Aguirre Cerda, la cual acogiera la solicitud de designación de Ministro en Visita, presentada por la Vicaría de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago, para abocarse al esclarecimiento judicial de varios casos de inhumaciones ilegales ocurridas en Paine desde septiembre de 1973.
Con fecha 22 de agosto de 1990 el Ministro en Visita designado para sustanciar la causa, don Germán Hermosilla, se constituyó en el cementerio de Paine a fin de proceder a la exhumación de los restos de Cárcamo Rojas y Carrasco Barrios, cuyas sepulturas según registro en el libro parroquial correspondían a los N°s. 245 y 246 respectivamente.
El estudio de los restos fue hecho por peritos del Instituto Médico Legal. El protocolo de autopsia N°2923 90 correspondiente a Cárcamo Rojas, confirmó su identidad, estableció una data de muerte superior a 14 años, y como causa de muerte la de un "traumatismo cráneo fácil y torácico, posiblemente por elemento contundente o acción de proyectil. El protocolo de autopsia N°2924 90 correspondiente a Ricardo Carrasco Barrios, también confirmó su identidad y una data de muerte de más de 14 años; la causa de muerte de acuerdo a este protocolo sería: "traumatismo de columna y torácico". En este caso no se encontraron elementos que pudieran determinar con certeza el mecanismo causante de tales traumatismos, pero no se descartó la acción de proyectiles. A la fecha actual (enero de 1992) la acción judicial sigue su curso sin que haya aún inculpados. No obstante lo anterior, el Ministro en Visita ordenó al Registro Civil inscribir las defunciones de Cárcamo Rojas y Carrasco Barrios, con fecha de muerte el 16 de septiembre de 1973 en ambos casos. (Inscripciones N°2961 90 y N°2959 90, respectivamente). Asimismo ordenó al Instituto Médico Legal, la entrega de las osamentas a sus familiares, quienes procedieron a enterrarlos el 1° de septiembre de 1991.

 


Rompiendo el silencio: Niñas, niños y adolescentes ejecutados durante la dictadura

Fuente :Cultura.gob.cl 20/4/2023

Categoría : Prensa

Muchos, al leer incluso sólo el título, pensarán y escribirán ¡Hasta cuándo con la dictadura!, ¿No se aburren de sacar dinero con el temita?

Sin embargo, leer las páginas del libro “Rompiendo el silencio, de niños, niñas y adolescentes ejecutados políticos durante la dictadura cívico militar 1973-1990” permite comprender por qué para tantas personas, familias, es tan difícil superar estos dolores, estas tragedias, estos traumas.

Rompiendo el silencio

El libro reúne antecedentes de 190 niños y adolescentes de entre dos y dieciocho años que fueron asesinados durante ese periodo (1973-1990). Son crímenes que sucedieron en muy diferentes circunstancias y muy diversas motivaciones. Desde ejecuciones brutales, premeditadas, motivadas por odio político o por rencillas de otro tipo, a disparos y ráfagas disparadas de manera indiscriminada, criminal.

Algunos son asesinatos realizados a plena luz del día, frente a muchos testigos, a otros ejecutados de forma tal que no pudieran ser descubiertos.

Todos son asesinatos realizados de manera arbitraria, sin acusaciones, juicios ni condenas. Expresiones del abuso brutal de poder que desplegó la dictadura para reprimir e instaurar un régimen del terror. Las víctimas, casi siempre, son los más débiles, los más vulnerables.

Incluso hay casos donde solo se puede pensar en la brutalidad imperante como forma de dominación. Finalmente, estos asesinatos son muestras de cobardía.

Brutalidad con lenguaje “técnico”

Las historias tienen en común el drama de los asesinatos cometidos por agentes del Estado. Esa brutalidad se ve acentuada por los relatos fríos, sucintos, que se remiten a datos concretos. Sin detalles, ambientes, expresiones de sentimientos. Carentes de descripciones de las víctimas, de esas niñas, niños y adolescentes.

Son relatos, hasta cierto punto, carentes de humanidad, como era la realidad vivida por esas familias durante la dictadura. Familias estigmatizadas, señaladas marcadas. Que debían entender y adaptarse al lenguaje policial, al jurídico, al del Servicio Médico Legal. Lenguajes “técnicos” a los que tuvieron que someterse y acostumbrarse.

Rompiendo el silencio, en la descripción de cada uno de los 190 casos, usa ese lenguaje que, en parte, ayudó a reprimir sentimientos y dolores (tan molesto para algunos funcionarios e instituciones).

Leer el libro Rompiendo el silencio eriza la piel. Rememora o lleva, a quienes no lo hayan vivido, a un periodo oscuro y brutal de nuestro país. Injustificable, ni siquiera para quienes pudieron estar a favor del golpe de Estado.

“Rompiendo el silencio, de niños, niñas y adolescentes ejecutados políticos durante la dictadura cívico militar 1973-1990”

Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos
Presentacuión: AFEP Alicia Lira Matus
Presentación: Faride Zerán Chelech
Presentación Unidad de Cultura, Memoria y DDHH, Mincap: Francia Jamett Pizarro
Presentación Cáteda de Derechos Humanos Universidad de Chile


Testimonio de Olivia Cárcamo Rojas (Hermana de Saúl Cárcamo) ( extracto)

Fuente :germina.cl 2014

Categoría : Otra Información

Yo soy Olivia Cárcamo Rojas, hermana de Saúl Cárcamo Rojas, ejecutado en la madrugada del 16 de septiembre de 1973. En esa noche nos ro – dearon la casa, eran civiles y carabineros, más civiles que carabineros. En la casa estábamos todos, mi mamá, Lucinda Rojas; mi papá, José Luis Cárcamo; mis hermanos Iván, de 21 años, y Saúl, que tenía 18 años, y yo que era la menor de todos, tenía 14 años. Mi hermano mayor, Héctor, que era carabinero, vivía en Santiago. En esa misma casa es donde vivo con mi familia. Antes que vinieran a nuestra casa, fueron a bus – car y a ejecutar a unos amigos de Saúl, que eran del MIR. A Ricardo Carrasco, que era del centro de Paine, también lo ejecutaron, y se llevaron detenido a otros amigos de Saúl y Ricardo. A Ricardo Carrasco lo dejaron muerto y tirado en una cancha de Valle Hermoso. Era tan joven mi hermano que no puedo decir que realmente participaba en el MIR. Si puedo decir que estudiaba en un colegio agrícola que en esos tiempos había en el sector de Hospital, y salía como todo chiquillo joven, pero que realmente era parte de eso no lo puedo decir. En – tonces, Saúl estudiaba y ayudaba en la casa y en el campo a mi papá, que trabajaba como obrero agrícola en el fundo San Miguel. Y mi mamá era dueña de casa, haciendo de todo. Como había toque de queda, además que era de madrugada y en esos tiempos no había lluvia, estábamos bien atentos y se oía fácilmente lo que pasaba en Paine. Se escucharon los disparos de más abajo, en el fundo San Miguel, en Valle Hermoso, fueron ráfagas de metralletas. Escuchamos los disparos y también cuando llegaron los vehículos que nos rodearon. Al parecer Saúl apenas sintió los disparos supo de inmediato que vendrían por él. Seguramente cuando dieron la vuelta desde Valle Hermoso, él dijo “Ahora vendrán a buscarme a mí”. Entonces cuando sentimos los autos que llegaban a nuestra casa, salió corriendo hacia un potrero, que en ese tiempo había duraznal y ahora hay nogales, siempre fue de frutos, más o menos a veinte o cincuenta metros. Mi hermano fue ejecutado por gente de acá mismo del sector de Paine, gente toda conocida. Y ahí quedó mi hermano en el duraznal. No lo vimos más. Entraron con mucha violencia a nuestra casa, a mi papá y hermano Iván los tiraron al suelo, y pasaban por encima de ellos. Mi papá recién había sido operado de várices, así que tenía sus piernas adoloridas. Al menos, a mi mamá la dejaron tranquila, la dejaron sentada y nada más. Preguntaban por mi hermano Saúl, venían a buscarlo a él. Para mí, ¡porque eso lo vi yo!, fue como una entrega, andaban con una lista de personas que andaban buscando, y yo vi, encima de la mesa del comedor, cuando pasaron la raya sobre un nombre, que debía ser la de mi hermano. Tacharon un nombre y una persona dijo “Ya, aquí estamos listos”. Lo vi porque me acerqué, y como yo era más chica no me dijeron nada. Además, vi a uno de los varios hombres que entraron a la casa, pero no lo conocía. En el patio también vi que andaba gente, pero como era una noche de septiembre, todavía estaba muy oscuro. Afuera había unos quince vehículos, andaban en caravana. Con Iván y con mi papá fueron muy groseros y violentos. A mi papá intentaron subirlo a la camioneta, eso lo vi también, cuando alguien dijo “No, ya estamos listos, déjenlo acá”.

En la mesa del comedor lo velamos solo con una vela En la mañana siguiente, mi hermano fue encontrado muerto por un vecino, don Nano Silva , que era presidente del asentamiento Arco Iris en Paine. Don Nano se asomó a mirar, apenas terminó el toque de queda, pues antes de eso no se podía ni salir, pero tiene que haber escuchado también los disparos. Entonces, seguramente fue al fondo del sitio a mirar, y vino a avisar que veía un bulto, mi mamá dijo “¿No habrá sido mi hijo?”. Mi hermano Iván y don Nano se fueron caminando hacia el lugar, y desde lejos ven un bulto café, era Saúl, que andaba con una chaqueta cafecita como de gamulán. Lo ven pasadito de una acequia que había, la cruzaron y al tiro dicen “Es Saúl”. Volvieron a la casa a buscar algo para taparlo. Después nos contaba mi hermano que envolvieron su cabeza en un saco, que quedó imposible, igual que su cuerpo, porque lo tomó en brazos y se le quebró, la columna quebrada por las balas seguramente. Lo taparon para que mi papá y mi mamá no lo vieran así. Don Nano y mi hermano Iván se preocuparon de todo, de taparlo y trasladarlo. Mi mamá tuvo que hacerse la fuerte e ir a carabineros para saber qué hacer con su hijo. Antes, fue a buscar al curita que había en esa época, el padre Guido3 , y él la acompañó a la comisaría. Ahí, le dijeron una brutalidad como “Ni siquiera lo entierre y si quiere déjelo pa’ que se lo coman los perros”, esa fue la respuesta que le dieron en carabineros. Ese mismo día, los carabineros amenazaron también al padre Guido, le dijeron que no querían verlo más en estos temas porque no le correspondía y si seguía haciendo lo mismo iba a ser detenido. En esos momentos, mi mamá no sabía qué se hacía y qué no se hacía. Consiguió un taxi para recoger a mi hermano, y como no se podía llegar y andar en la calle así no más lo llevaron a la casa y en la mesa del comedor de la casa se puso a mi hermano Saúl, tapado, ni mis papás ni yo vimos su cara. Su cuerpo quedó desintegrado totalmente. En la mesa del comedor lo velamos solo con una vela, pues no se podía poner más luz en la noche. Y solo estábamos nosotros, los de la casa. Mi mamá se hizo cargo de todo el trámite por la muerte de Saúl, y no mi papá, porque era más la mujer la que pudo andar en eso, por eso fue donde el curita y carabineros. También, se encargó que buscaran la pompa para traer un ataúd y dejar a mi hermano ahí. Todo ese proceso lo hizo mi mamá, solo imaginar a una madre haciendo todo esto en esas condiciones es terrible. Con mucho miedo, en el fondo es miedo, sobre todo cuando ha sido apuntada con un arma o amenazada también de muerte. ( extracto)


Episodio Paine: Corte confirma condenas de carabinero y empresario por homicidio de dos jóvenes militantes del MIR

Fuente :elmostrador.cl 6/4/2021

Categoría : Prensa

“Nos alegra que continúe haciéndose justicia para los familiares de Paine, que han bregado durante 48 años por sus seres queridos. Estos crímenes fueron obra de civiles y carabineros que sembraron el terror en esa zona campesina”, destacó el abogado querellante en el caso, Nelson Caucoto.

La Cuarta Sala de la Corte de Apelaciones de San Miguel confirmó sentencia de primera instancia y mantuvo la condena del ex coronel de carabineros Nelson Iván Bravo Espinoza y el empresario Juan Francisco Luzoro por los homicidios de Saúl Cárcamo Rojas (20) y Ricardo Carrasco Barrios (19), ambos militantes del MIR, hechos ocurridos el 16 de septiembre de 1973, en el fundo Santa Rosa de la localidad de Paine.

La sala integrada por los ministros Diego Simpértigue Limare y Ana Cienfuegos Barros y abogado integrante Carlos Castro Vargas, confirmó lo resuelto por la ministra Marianela Cifuentes, en abril del año pasado, y condenó a Bravo Espinoza a 12 años de presidio mayor en su grado medio como autor de los delitos de homicidio de ambos jóvenes.

Mientras, Luzoro Montenegro fue condenado a la pena de 8 años como autor del homicidio calificado solo de Ricardo Eduardo Carrasco Barrios.

Del mismo modo, se aprueban los sobreseimientos definitivos parciales dispuestos en favor de los procesados civiles y fallecidos Juan Manuel Balcázar Soto, Claudio Antonio Oregón Tudela y Mario Emilio Tagle Román.

Cabe señalar que este caso, conocido como episodio Paine, comprende la investigación de 70 víctimas en total, en su gran mayoría campesinos de la zona.

El abogado querellante en el caso, Nelson Caucoto, valoró el trabajo realizado por la ministra en visita Marianela Cifuentes y señaló que “nos alegra que continúe haciéndose justicia para los familiares de Paine, que han bregado durante 48 años por sus seres queridos.  Ahora se trata de 2 jóvenes estudiantes de enseñanza media, exterminados simplemente por ser miembros del MIR en esa localidad.  Estos crímenes fueron obra de civiles y carabineros que sembraron el terror en esa zona campesina”.

Los hechos

Según la investigación de la ministra Cifuentes, se pudo establecer  que “el día 14 de septiembre de 1973, en horas de la noche, funcionarios de Carabineros de la Subcomisaría de Paine, unidad policial que, a la fecha, se encontraba a cargo del capitán Nelson Iván Bravo Espinoza, allanaron el inmueble de calle 18 de Septiembre N° 3.590, del asentamiento campesino “Arco Iris”, en búsqueda de Saúl Sabastián Cárcamo Rojas, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, quien no se encontraba en el lugar desde el día 11 del mismo mes.

«Que, el día 16 de septiembre de 1973, en la madrugada, una caravana compuesta por funcionarios de Carabineros de la Subcomisaría de Paine, unidad policial que, a la fecha, se encontraba a cargo del capitán Nelson Iván Bravo Espinoza y civiles, entre ellos Juan Francisco Luzoro Montenegro, se dirigieron al asentamiento “Santa Rosa” de Paine, lugar en el que se ocultaban, entre otros, Ricardo Eduardo Carrasco Barrios”.

“Que, acto seguido, encontrándose detenido Carrasco Barrios, lo hicieron correr hacia un canal cercano y, en ese instante, le dispararon por la espalda, provocándole la muerte, siendo lanzado su cadáver a dicho canal”, añade el texto.

“Que, tras tomar conocimiento del operativo que se desarrollaba en el asentamiento “Santa Rosa” de Paine, en el que resultó fallecido el militante del MIR Ricardo Carrasco Barrios, Saúl Sebastián Cárcamo Rojas huyó hacia los potreros situados en las inmediaciones de su domicilio”.

“Que, concluido el mencionado operativo, la misma caravana, compuesta por funcionarios de carabineros de la Subcomisaría de Paine y por civiles, entre ellos, Juan Francisco Luzoro Montenegro, previamente concertados, se dirigió hasta el domicilio de Cárcamo Rojas, encontrándolo en las inmediaciones, lugar en el que dispararon en su contra, causándole la muerte a causa de un traumatismo cráneo facial y torácico””, precisa.


Javier Rebolledo por Matanza de Paine: “José Antonio Kast no puede decir que su familia no tuvo nada que ver, porque abundan los antecedentes”

Fuente :interferencia.cl 17/6/2022

Categoría : Prensa

En entrevista con Interferencia, el periodista autor de A la Sombra de Los Cuervos, repasa el cuadro completo de lo que se sabe de la participación de los Kast en la brutal represión que hubo en la localidad durante la dictadura, donde esta familia tenía su hogar y principales negocios.

Este miércoles 15 de junio la Corte Suprema, en un fallo inédito, desestimó la medida de prescripción solicitada para el caso del asesinato de 38 personas en Paine durante la dictadura, y elevó las penas para los miembros del Ejército y de Carabineros por su responsabilidad en los crímenes ocurridos durante septiembre y octubre de 1973.  Finalmente, siete militares en retiro fueron condenados a 10 años de presidio, otro ex militar fue condenado a siete años de presidio,mientras otros tres carabineros también recibieron condenas de presidio.

Los asesinatos ocurridos en Paine son casos emblemáticos entre los delitos de lesa humanidad ocurridos en dictadura, ya que dan muestra de la complicidad entre uniformados y civiles en la planificación y ejecución de estos crímenes. También, porque un testimonio clave para dilucidar estos hechos fue entregado por Alejandro Bustos, un campesino que logró sobrevivir a un fusilamiento escondiéndose entre los cuerpos de las víctimas que estaban a su lado. Su declaración fue clave para que se pudiera llegar a la verdad en estos casos.

El periodista Javier Rebolledo investigó profundamente la relación entre uniformados y civiles en las violaciones a los derechos humanos ocurridas en dictadura, y en especial los asesinatos de Paine, que implican cerca de 70 víctimas, la mayoría campesinos beneficiados con la reforma agraria aplicada durante la Unidad Popular. Uno de estos crímenes es la “Matanza de Paine”, como es conocida la ejecución donde Bustos sobrevivió. La investigación de Rebolledo se plasmó en su libro del 2015, A la Sombra de los Cuervos, Los Cómplices Civiles de la Dictadura.

 

En esta entrevista, Rebolledo comenta a Interferencia el impacto que le causó el nivel de violencia y odio de parte de civiles que participaron en estos asesinatos y desapariciones y el rol que tuvo la familia Kast, en especial, el padre y el hermano del ex candidato presidencial, José Antonio Kast, en estos crímenes.

– Es impactante el caso de los asesinatos de Paine, que usted investigó, incluso implica a una persona que sobrevivió a un fusilamiento y gracias a su testimonio se pudo saber lo que ocurrió. Usted ya ha investigado otros casos de vulneración a los derechos humanos ¿Qué cosa en particular le llamó la atención de los asesinatos de Paine? 

A mi me llamó la atención que ésta fue una venganza de los civiles, en conjunto con uniformados, tanto con carabineros como con militares en distintas operaciones y distintos días. Te diría que los civiles en buena medida,- sin quitarle responsabilidad a los carabineros ni militares-, le proporcionaron información a los uniformados, trabajaron en conjunto con ellos con un odio impresionante, un odio pocas veces visto. El nivel de crueldad, de ensañamiento, incluso después de los crímenes, es algo que al menos yo no sé si había visto antes, con tanto ensañamiento como en estos casos. 

En el caso de Paine, como comuna, tiene la mayor cantidad de desaparecidos y ejecutados de la dictadura por densidad poblacional. Son 70 víctimas en una cantidad de población pequeña, lo cual da un porcentaje alto de quienes fueron asesinados. 

Un ejemplo de esto es que hay un lugar en Paine que se llamó “el callejón de las viudas”, y ese lugar se llamó así porque una unidad de militares fue a buscar a casi todos los hombres de esa calle, donde las mujeres prácticamente quedaron solas hasta el día de hoy. 

El caso que mencionas, donde hay un sobreviviente de fusilamiento, Alejandro Bustos, conocido como “el colorín”, es importante porque él puede ubicar a civiles que participaron en estos crímenes, y entre otros, a Christian Kast, que es el ex presidente de Cecinas Bavaria, y además hermano de José Antonio Kast y de Miguel Kast,- ideólogo de los cambios económicos de la dictadura, como lo reconoció Joaquín Lavín.

En ese caso, conocido como “la matanza de Paine”, a las víctimas, después de ejecutarlas, les sacaron los ojos y les cortaron las lenguas con corvos. Y claro, impresiona el nivel de violencia, el nivel de crueldad que tuvieron estos civiles, en conjunto con militares y carabineros, en las detenciones, las torturas, los crímenes y desapariciones forzadas que se llevaron a cabo.

– ¿Cómo participa la familia Kast en estos asesinatos y ejecuciones? ¿Cuál es el rol que tuvieron en estos crímenes?

– Está, entre varios testimonios, el de la hermana de Pedro Vargas Barrientos,- actualmente detenido desaparecido-, Silvia, quien cuenta que su hermano Pedro, junto a toda su familia, trabajaron en Cecinas Bavaria y ayudaron a generar riqueza en la empresa, cuando los Kast recién empezaron con su primera sanguchería al borde de la carretera Norte Sur, en el sector de Buin. Y este joven Pedro Vargas siguió trabajando ahí y con los años organizó un sindicato, que fue su “mayor error”, porque ahí lo pasaron a rondín, le entregaron un arma y después tuvo que dejar su trabajo. Pedro fue una de las primeras personas que fueron detenidas en el cuartel de Paine. 

Su hermana fue a pedir por la vida de Pedro a Michael Kast,- quien era el papá de José Antonio, de Christian y Miguel Kast y abuelo de Felipe Kast- y Michael Kast no le prestó ninguna ayuda, le dijo que se fuera para su casa y por el contrario…En estos casos nunca se ha determinado, judicialmente, exactamente cuáles fueron los vehículos que participaron de las detenciones que terminaron en cada una de las ejecuciones y desapariciones forzadas. Pero el caso concreto es que el mismo Michael Kast reconoció que él facilitó un camión con chofer a carabineros para “efectuar su trabajo”, y el trabajo en ese tiempo era la detención de personas, aunque él no lo reconoció de esa forma. Y él murió en calidad de inculpado por la justicia, por este caso. Por eso no se pudo seguir su responsabilidad final en los hechos, porque murió. 

Existe el testimonio de un carabinero, Osvaldo Dominguez Muller, que señala que en la comisaría de Paine,- que dicho sea de paso, era el lugar desde donde desaparecían a las personas- vio el automóvil de Michael Kast estacionado ahí, los días cuando hubo asesinatos y desapariciones. 

Y está el testimonio del propio Christian Kast, quien reconoce que salió “a patrullar”, junto a otros civiles, con militares y carabineros. 

"Y Christian Kast no fue procesado porque la justicia determinó que al momento de estos crímenes era menor de edad, por eso no se persiguió su responsabilidad, por ese motivo. Y él mismo reconoció, cuando fue interrogado, que estuvo en la comisaría".

Se suma a todo esto el testimonio de Alejandro Bustos, quien cuenta que a él le dieron una pateadura en la comisaría de carabineros, y que estaba presente Christian Kast. Y cuando lo ejecutaron,- donde sobrevivió-, si bien los que dispararon eran uniformados, estaban presentes con sus vehículos varios civiles, entre ellos Christian Kast. 

Y Christian Kast no fue procesado porque la justicia determinó que al momento de estos crímenes era menor de edad, por eso no se persiguió su responsabilidad, por ese motivo. Y él mismo reconoció, cuando fue interrogado, que estuvo en la comisaría, donde se celebraban asados con carabineros y civiles, y que ahí vio detenida a una persona que le apodaban “el harina seca”, Luis Nelson Cádiz Molina, y dice que lo vio salir con el pelo rapado, pelado. Y bueno, Cádiz es un detenido desaparecido, yo me pregunto si uno sabe que una persona está detenida desaparecida, y Christian Kast dice que lo vió, ¿Acaso no le correspondía denunciar el hecho? Probablemente haya sido una de las últimas personas que lo vió con vida, que podía aportar una pista sobre el paradero de esta persona, y él no se acercó a la justicia para colaborar, fue al revés, tuvo que ir la justicia a buscarlo a él, muchos años después de ocurridos los hechos.

– ¿Es posible que José Antonio Kast no haya conocido estos hechos? 

– Es que yo no puedo trabajar con conjeturas. Yo sé lo que declaró Christian Kast y lo que declaró su padre Michael Kast, conozco el pasado de Michael Kast, la labor que tuvo Miguel Kast en dictadura y conozco lo que declaró Alejandro Bustos respecto de Christian Kast. Uno sabe qué postura política tiene José Antonio Kast, y yo no puedo saber si él sabía o no sabía. Lo que puedo decir es que él no puede decir “mi familia no tuvo nada que ver”, que no hicieron patrullaje, que no apoyaron la represión, ni prestaron vehículos ni que no fue identificado alguien de su familia en un fusilamiento, eso él no lo puede decir. 

"José Antonio Kast ha dicho que no hay nada judicial en contra de su familia, pero no dice las razones, y una razón es que su papá se murió en calidad de inculpado, murió antes que tuviera una condena".

Y eso es lo que él ha dicho, él ha dicho que no hay nada judicial en contra de su familia, pero no dice las razones, y una razón es que su papá se murió en calidad de inculpado, murió antes que tuviera una condena; y en segundo lugar, a su hermano Christian Kast no se le persiguió responsabilidad penal porque se determinó que era menor de edad al momento de ocurridos los delitos 

 Lo que cuenta también es relevante porque entre los condenados por crímenes de dictadura en Paine está un civil, que fue el primer civil condenado por casos contra los derechos humanos en dictadura en Chile, el empresario Francisco Luzoro, en 2017. En temas de memoria se habla de los civiles y empresas que participaron en estos delitos como “terceros actores”. ¿Cree que se pueda seguir avanzando en la justicia en estos casos que involucran a “terceros actores”?

– Debería ser así. Pero sabemos que ha pasado mucho tiempo, se están muriendo los denunciantes, los familiares, los victimarios, y este caso se ha dejado estar… Yo no tengo tanta esperanza, sinceramente, lo veo difícil, creo que lo de Luzoro es un ejemplo aislado, hay un par más de civiles condenados, pero no veo que el camino vaya para allá.

Siempre que sale una condena al menos es un poco de justicia. En este caso son condenas, quizás no son las condenas más altas, como uno podría esperar, pero es un poco de justicia. Uno celebra que haya algo de justicia, pero por otro lado, también hay crítica, porque uno espera que se haga más. Uno ve un lado positivo y otro negativo, ya que la condena es baja y uno piensa en cómo se lo toman los familiares y la sociedad en general