Cárcel de Concepción / Cárcel El Manzano


Ubicación:Chacabuco 70, Concepción Concepción VIII Región

Rama:Gendarmería

Geolocalización: Google Maps Link


Descripción General

Categoría : Otra Información

La antigua Carcel de Concepcion fue utilizda como centro de detencion y tortura de presos politicos. Este recinto estaba ubicado en Chacabuco 70 (hoy un centro comercial y Banco) hasta fines de 1987. Posteriormente los prisioneros permanecieron en la Cárcel El Manzano, ubicada en el camino a Penco (coordinadas: -36.804011, -73.022093)

Aqui estuvieron tambien detenidos los Marineros Constitucionalistas, a principiso de Septiembre 1973,, quienes se opusieron al golpe de estado.

En el mes de noviembre de 1973 había 43 detenidos a disposición del Ejército, 17 a disposición de la Armada y 13 condenados por Consejos de Guerra. Los 43 detenidos del Ejército estaban alojados en el teatro de la Cárcel de Concepción, de 16×10 metros; los 17 de la Armada en un ala distinta del edificio; y los condenados por Consejo de Guerra.

Según las denuncias, los detenidos del Ejército estaban alojados en el teatro de la prisión; los de la Armada en un ala distinta del edificio, y los condenados por consejo de guerra junto a los reos comunes en dormitorios, donde permanecían hacinados.

En los años 1973 y 1974, la mayoría de los detenidos provenía del Estadio Regional, de isla Quiriquina, de la Base Naval de Talcahuano, de recintos de Investigaciones y de comisarías.

En 1974 fueron frecuentemente conducidos al cuartel de Investigaciones de Concepción, para someterlos a torturas, y en 1975 eran conducidos para estos efectos a la Base Naval de Talcahuano. También testificaron que durante los dos primeros años fueron interrogados, con los ojos vendados, en la cárcel.

En 1982, de acuerdo a los declarantes, existían dos tipos de lugares de reclusión: las celdas y los nichos. Estos últimos consistían en cavidades en la pared de un gran calabozo, como una galería, ubicada cerca de las letrinas. En ellos debieron dormir los primeros presos políticos que llegaron, posteriormente fueron trasladados a celdas. Las celdas eran demasiado pequeñas para la cantidad de personas que permanecían en ellas, por lo que debían estar hacinados.

Al llegar nuevos detenidos procedentes de recintos secretos de detención, se les mantenía incomunicados por períodos de cinco días o más. Los prisioneros eran trasladados a otros recintos para ser torturados. Esto fue así, especialmente, entre 1973 y 1976. Al interior del penal sufrieron hostigamientos, restricciones, amenazas e incomunicación.

 

Fuentes de Información Consultadas: Informe Rettig; Informe Valech; Memoriaviva


El golpe de Estado en la Región del Biobío

Fuente :resumen.cl, 11 de Septiembre 2018

Categoría : Judicial

El rol significativo que tuvo la región en los procesos sociopolíticos nacionales durante el transcurso de la historia chilena, ponen de manifiesto algunos aspectos fundamentales para lograr entender el apresurado actuar de las fuerzas militares la mañana del 11 de septiembre de 1973, convirtiendo a la región del Biobío, así como el Gran Concepción, y la ciudad propiamente tal, en la segunda localidad en ser intervenida, con un alto nivel de represión y violencia. De esta manera, el rápido control y habilitación de recintos de detención dieron cuenta de la planificación anticipada del golpe cívico-militar, en los cuales fueron constantes las humillaciones, vejámenes y torturas.

La mañana del 11 de septiembre

El periodista James Whelan señaló en la misma mañana del martes 11 de septiembre de 1973, el rápido control que se llevó a efecto en la ciudad de Concepción, neutralizando a los altos dirigentes de la Unidad Popular, los cordones industriales y la Universidad de Concepción, sin disparar un solo tiro. Ante esto, cabe interrogarse ¿Por qué era tan necesario para la Junta Militar este raudo y efectivo control de la ciudad? La respuesta radica en que el Gran Concepción y la Provincia de Arauco, se habían transformado durante el transcurso del siglo XX en una importante zona de orientación política de izquierda representada por obreros y estudiantes. La izquierdización se profundizó con la llegada de la Unidad Popular al gobierno, de manera que fue primordial para la dictadura socavar toda señal de levantamiento en su contra.

Aquella mañana del 11 de septiembre se comenzaron a divisar las tanquetas, patrullas militares y muchos efectivos de Carabineros. El temor se apoderó de quienes habían participado de algún modo u otro en el gobierno de Salvador Allende. Algunos testigos relatan haber visto pasar a los camiones militares con muchos civiles en dirección al Estadio Regional.

Sin embargo, tras ocurrido el golpe existió una minoría que pensó en resistir a la acción militar. Testigos indican que hubo un tiroteo en el centro de la ciudad detrás de la tienda Falabella, generándose enfrentamientos entre los pocos que quedaron de la UP y militares, contradiciendo de esta manera lo expuesto por el periodista Whelan quien, como ya habíamos mencionado, argumentaba que el control rápido de Concepción se había efectuado sin disparar un tiro. No obstante, otros testigos plantearon que todo eran rumores debido a que los medios estaban intervenidos, haciendo creer que la izquierda poseía armas para efectuar enfrentamientos y resistir a la insurrección militar.

A continuación, la Universidad de Concepción, pasada las 8 de la mañana fue rodeada por efectivos del Ejército, quienes automáticamente instalaron ametralladoras en algunos de los cerros aledaños. Se ocuparon las escuelas de Periodismo, Sociología, los hogares universitarios y Radio Universidad de Concepción, posteriormente utilizada como radio de las Fuerzas Armadas hasta diciembre de 1974. Por otra parte, no se encontraron armas. Tampoco hubo resistencia armada de parte de estudiantes y funcionarios. Las delaciones fueron recurrentes. En el recinto universitario, personal de la institución participó en la construcción y confección de las listas de empleados que debían ser arrestados. Existieron denuncias de funcionarios en contra de otros. Todo académico y funcionario que tuvo militancia en la Unidad Popular o en el MIR fue separado/desvinculado de la institución.

Control represivo

En consecuencia, con el objetivo de eliminar toda expresión marxista y sus diversas manifestaciones y expresiones, cientos de detenidos de la ciudad y alrededores, fueron trasladados a distintos centros de detención. Algunos de estos lugares y cifras de detenidos fueron anunciados por la cruz roja, quienes indicaron que en: El Estadio Regional, en el mes de octubre de 1973 poseía una cantidad de 589 detenidos; isla Quiriquina, en la misma fecha reunía a 552 personas entre las cuales se cuentan mujeres y extranjeros; Cárcel Publica de Concepción, con 73 detenidos, divididos en 43 a disposición del Ejercito, 17 de la Armada y 13 condenados por Consejos de Guerra; y Base Naval de Talcahuano en noviembre del mismo año, mantenía recluido a 158 detenidos. Otros recintos fueron: Cárcel de Bulnes; Cárcel de Chillán; Comisaría de Carabineros de Arauco; Liceo Alemán del Verbo Divino, de Los Ángeles; Liceo de Hombres de Los Ángeles; entre otros.

En estos recintos mencionados eran constantes las humillaciones y vejámenes hacia los detenidos. Muchos de los cuales fueron obligados a ingerir desechos orgánicos -excrementos, orina y vómitos, de humanos o animales-, además de líquidos pestilentes; a arrastrarse por el suelo en medio de burlas y golpes; obligados a entonar himnos o consignas políticas en medio de burlas; a correr con la vista vendada en rutas con obstáculos, tropezando y cayendo al suelo; entre otras cosas.

Un detenido en Estadio Regional dio cuentas de la violencia ejercida. Les tapaban la vista, golpeaban con manos y pies, a él lo sentaron en una silla como de circo con los ojos vendados, para posteriormente quitarle el objeto de un puntapié dejándolo caer, le pedían que se volviese a sentar, pero con la vista vendada no lograba encontrar la silla, por tal motivo era golpeado. Manifiesta que prácticamente habían jugado un partido con él en el suelo. En Quiriquina el trato fue similar, los detenidos tuvieron que construir el Fuerte Rondizzoni, utilizado como centro de detención. Los reclusos al momento de llegar no tenían donde dormir, por lo que tuvieron que hacerlo en el suelo y amontonados. Después de dos semanas recibieron una colchoneta. Después de un mes les pasaron un poco de tapas. Los interrogatorios efectuados en el Fuerte Borgoño ubicado en Talcahuano, se llevaban a efecto con mecanismos de tortura. En este último punto, se puede dar cuenta de algunos mecanismos como: El Submarino en agua y excremento; La Campana, donde un tarro cubre la cabeza del detenido, el que luego es golpeado produciendo un intenso ruido; colgarlos desnudo desde un árbol con las manos amarradas durante varias horas, mientras se les golpeaba con una varilla; aplicación de corriente; abusos sexuales a mujeres; entre otras.

Los organismos encargados de efectuar las detenciones y posterior traslado fueron: la Coordinadora de Inteligencia Regional (CIRE), el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Servicio de Inteligencia de Concepción (SIRE) aludido como el principal organismo de represión, Carabineros, Policía de Investigaciones, la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y posteriormente la Central Nacional de Inteligencia (CNI) que mantuvo cuarteles donde torturó y flageló a muchas personas, uno de ellos fue el Cuartel Bahamondes, también conocido como el cuarto de la música o el cuarto de la risa, ubicado en Pedro de Valdivia N° 710 camino a Chiguayante.

Algunos casos de la región

El día 11 de septiembre de 1973 en la ciudad de Lota se habían acelerado una serie de investigaciones que estaban basadas en antecedentes que tenía alusión a la existencia de cuadros de entrenamiento en fábrica de explosivos, efectuados con el fin de ejecutar el denominado "Plan Zeta". A través de estas investigaciones las autoridades de la época anunciaban que habían dado con el paradero de algunos cajones de madera que contenían gran cantidad de granadas, todas ellas retiradas del patio de la Municipalidad de Lota donde habrían sido enterradas. Así, y mediante un consejo de guerra, fueron asesinados la mañana del 22 de octubre de 1973 en la autopista que une Concepción con Talcahuano, el Alcalde de Lota, Danilo González (39 años); el Gerente General de ENACAR, Isidoro Carrillo (46 años); el Presidente del Sindicato celulosa de Concepción, Bernabé Cabrera (39 años); y el dirigente gremial del Magisterio, Vladimir Araneda (33 años), todos militantes del Partido Comunista. Exhumadas las tumbas 17 años después del fusilamiento, sus familiares dieron con sus cuerpos y pudieron sepultarlos dignamente.

Por otra parte, el mismo mes de septiembre de 1973 ocurrió un hecho similar en las localidades de Laja y San Rosendo. Entre el 13 y el 16 de septiembre, 19 personas habían sido detenidas por personal de carabineros de dichos lugares y trasladadas a la Tenencia de Laja donde estuvieron retenidos hasta el día 17. A partir del día 18 sus rastros habían desaparecido. La gran mayoría era obrero de la papelera, otros comerciantes, estudiantes, profesores, militantes socialistas, entre otros.

A mediados de 1977, la asistente social Nelly Henríquez y la abogada Martita Worner iniciaron una investigación debido a que algunos testimonios indicaban que esas personas habían sido ejecutadas. Con el avanzar de la investigación se hacía más evidente que los detenidos habían sido ejecutados y hechos enterrar clandestinamente en algún lugar cercano a la ciudad de Laja. Las voces de muchas personas indicaban que las sepulturas clandestinas estaban en el cementerio de Yumbel. Efectivamente era cierto, y los cuerpos fueron exhumados en octubre de 1979, seis años después de sus detenciones y asesinatos.

Por último, relato brevemente el Caso Quebrada Honda, donde 4 personas tras ocurrido el golpe cívico-militar decidieron refugiarse en los cerros de Tomé. No teniendo con que sobrevivir deciden bajar a la casa de uno de ellos, siendo detenidos por la policía. En la Comisaría de Tomé fueron torturados, quedando uno de ellos gravemente herido y falleciendo días después. A los tres restantes se les acusó de delitos de porte de armas de fuego en tiempos de guerra, porte y ocultamiento de explosivos, y concentración para milicias paramilitares. Se les condenó a más de 20 años de cárcel, teniendo que cumplirlas en la ciudad de Tomé. No obstante, el 9 de octubre fueron retirados por oficiales y entregados moribundos al alcaide, este último se negó a recibirlos por el estado en el cual se encontraban. El oficial ordenó llevarlos hacia Talcahuano, pero en el camino fueron asesinados en Quebrada Honda. La versión de la Armada indicaba que habían sido emboscados y que los presos habían aprovechado para intentar escapar lo que obligó a tener que dispararles y asesinarlos. Años más tarde, la comisión Rettig concluyó que esta declaración no podía ser posible.

Consideraciones finales

De esta manera, una de las principales marcas de la dictadura chilena fue el empleo constante y sistemático de la violencia. Ya desde el mismo martes 11 de septiembre de 1973, las medidas de fuerzas se hicieron sentir en todo el país. Desde el ataque al palacio de la Moneda, las persecuciones, detenciones, asesinatos, allanamientos, exilios y relegaciones. El intento de eliminar todo rastro marxista y opositor, persiguió con sigilo al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, al Partido Comunista y al Partido Socialista. Se habilitaron recintos para tales objetivos. En ese contexto, varios fueron los dispositivos institucionales de represión y violencia que se hicieron presentes.


Instalan placa recordatoria en ex cárcel penquista en memoria de torturados en dictadura

Fuente :biobiochile.cl, 26 de Noviembre 2015

Categoría : Prensa

Como símbolo de unión, organización y lucha, la Coordinadora de Ex Presos Políticos de la Dictadura Militar Región del Bio Bio instaló una placa recordatoria en la ex cárcel de Concepción con el objetivo de recordar las torturas que vivieron ex detenidos en ese lugar.

Juan Villarroel, presidente de la coordinadora indicó que esta placa es el punta pie inicial para levantar un monolito que permita mantener en el recuerdo colectivo penquista la dura historia que guarda Chacabuco 70.

Agregó que siguen en busca de la liberación del secreto de los 50 años, la nivelación de las pensiones y sobre todo exigen saldar la deuda moral que tiene el Estado de Chile con los ex presos políticos.


Buscan que lugar donde funcionó ex cárcel de Concepción se convierta en sitio de memoria

Fuente :tribunadelbiobio.cl, 27 de Septiembre 2015

Categoría : Prensa

Un pedazo de madera blanca pegada a un rústico palo con la leyenda:  “Memoria Chacabuco 70  Día del preso político. Ni perdón ni olvido”. Eso fue lo que instalaron frente al Supermercado Unimarc ubicado en calle Chacabuco, de Concepción, un grupo de ex presos políticos que este jueves se reunió donde hasta finales de los ‘80 funcionó la Cárcel de Concepción, en Chacabuco 70.

Con el afán de no perder la memoria, quisieron dejar un artesanal letrero que recuerda, a quien no lo sepa, que donde hoy se levanta un supermercado, hace  más de veinte años hubo una cárcel, lugar hasta donde fueron llevados muchos prisioneros políticos, tras el golpe militar del 73, pero también en la década de lo ‘80, con el despertar del pueblo y el inicio de las primeras protestas públicas.

Emoción fue lo que predominó en éste, el primer acto de esta naturaleza que se realiza para recordar a Chacabuco 70.

Luis Moreno, vocero de la actividad e integrante de Coordinadora de Ex Preso Políticos de Concepción, fue quien se refirió al contexto de la actividad.

“La Cárcel de Concepción recibió presos políticos entre septiembre de 1973 y el año 1989.  La Cruz Roja Internacional consignó que en noviembre de 1973 se encontraban entre los prisioneros 13 condenados por consejo de guerra. El recinto carcelario estaba en una construcción antigua, que tenía varias alas y patios interiores. En noviembre de 1973, según las denuncias, los detenidos del Ejército estaban alojados en el teatro de la prisión (43); 17 de la Armada en un ala distinta del edificio, y los condenados por Consejo de Guerra, junto a los reos comunes en dormitorios, donde permanecían hacinados. En los años 1973 y 1974, la mayoría de los detenidos provenía del Estadio Regional, de Isla Quiriquina, de la Base Naval de Talcahuano, de recintos de investigaciones y de comisarías…”

La voz de Moreno se alzaba en medio del bullicio de los vehículos que circulaban por Chacabuco. Pocas personas  transitaban por el lugar al mediodía del jueves, cuando se concretó esta actividad de homenaje, precisamente en el Día Nacional del Ex Prisionero Político.

Había emoción entre quienes se congregaron en el frontis del centro comercial, donde no queda ningún indicio que revele que alguna vez funcionó allí un recinto de detención.

Por eso, la intención de este grupo es precisamente hacer gestiones para poder instalar una placa o un monolito que rescate esa memoria que sigue rondando por Chacabuco 70.

Luis Moreno comentó que no han hecho petición oficial en ese sentido, pero que quieren trabajar para conseguirlo y ojala concretarlo el próximo año.

La actividad, para la cual se contaba con autorización de la Gobernación Provincial, se prolongó por casi una hora, tiempo en el cual se escucharon emocionados testimonios de dos mujeres que también fueron presas políticas -aunque en otros recintos- y las palabras de Luis, hijo de Sebastián Acevedo, inmolado el 11 de septiembre de 1983 luego que la CNI detuviera a dos de sus hijos.

El mensaje fue el mismo: no olvidar, rescatar la memoria y seguir luchando por verdad y justicia.

Al finalizar el acto, se enterró el letrero de madera que señala que allí estuvo la Cárcel de Concepción conocida también como Chacabuco 70, tras lo cual el grupo de manifestantes entonó: “Y se abrirán las grandes alamedas…”


Manuel Pereira y sus vivencias de cuando estuvo detenido en el Estadio Regional de Concepción

Fuente :tribunadelbiobio.cl,15 de Febrero 2016

Categoría : Prensa

Manuel Pereira Opazo tenía sólo 21 años cuando fue detenido y llevado al Estadio Regional, el 22 de septiembre de 1973. Fue uno de los numerosos presos políticos que allí permanecieron tras el golpe militar del 11 de septiembre. Estas son parte de sus vivencias en los cinco meses que estuvo en ese recinto,  a pocos días de la reinstalación de una placa que recuerda que dicho centro deportivo también fue un lugar de reclusión durante la dictadura.

Eran alrededor de las 6 de la tarde del 31 de diciembre de 1973. Manuel Pereira estaba en la cancha del Estadio Regional junto a otros presos, cuando lo fueron a buscar y lo llevaron a la guardia. Lo esposaron y engrillaron sus piernas y lo encerraron en una pieza oscura, con una puerta metálica. Lo dejaron allí sin decirle nada.

“Me puse a esperar que me sacaran de allí, pero las horas pasaban sin saber lo que me iba a pasar. En el silencio de la noche, sentí las campanas de una iglesia cercana y pensé que eran las 12 de la noche. Me puse triste porque no sabía lo que me iba a pasar…”

A medida que va relatando esta historia, que recuerda como el momento más crítico que vivió durante su detención en el Estadio, Manuel Pereira se emociona. Se pasa las manos por la cara y trata de controlarse, pero en su rostro se adivina el dolor que le produce rememorar ese episodio, que va evocando con gran detalle.

“En el silencio del Estadio, siento pasos que llegan al lugar donde estaba; escucho el ruido del manojo de llaves y que alguien dice: “Aquí está este conche…” Escucho eso y me hago el dormido y me acurruco en un rincón de la pieza; se abre la puerta y con una linterna me empiezan a buscar, me ubican y me dicen que me levante. Me levanto medio asustado con la luz tan fuerte y digo: “Aquí estoy. ¿Qué van a hacer conmigo?” Me dicen: “Levántate, vos eras el que te querías escapar… ahora te toca a ti“. Me iban a fusilar, eso es lo que me dijo el sargento que andaba a cargo. Me engrillan y me esposan y me llevan a la guardia donde había un teniente que estaba  con botas negras y con los pies encima del escritorio. Me ponen frente a él y le dicen: “ Aquí está, mi teniente, el mozo que se quería escapar“. Yo lo miro fijamente y me dice: “Ya, a ti te va a tocar ahora, huevón. Antes de morir, me tenís que decir los nombres con los que trabajabas en tu partido“. Le respondí que no iba a decir nombres. “Soy socialista hasta morir y no voy a denunciar a mis compañeros porque nada han hecho“. Entonces, el teniente dice: “Llévenselo a la cancha“. Me sacan las esposas y las cadenas… “

La noche previa al año nuevo, Manuel junto a sus compañeros de celda, en el camarín 2, habían pensado celebrar compartiendo lo que sus familiares les habían hecho llegar.  “Íbamos a estar juntos esperando el año nuevo encerrados”.

Lo llevaron nuevamente a la cancha y le mostraron el paredón. Lo trasladaron a ese lugar, pero luego decidieron llevarlo de vuelta a su celda.

“Fue una cosa impresionante porque mis compañeros me abrazaban, me tocaban, estaban todos en silencio esperando las ráfagas de bala porque pensaban que en la madrugada me iban a fusilar.  Ese es el momento más triste de mi vida que nunca me puedo olvidar porque ha sido un calvario para mí…”, reconoce Manuel con voz entrecortada.

Las primeras horas de su detención

Como a las 11 de la mañana del 22 de septiembre de 1973, un grupo de militares llegó hasta el hogar de Manuel Pereira en el barrio Pedro de Valdivia de Concepción. Irrumpieron con gran violencia, agrediendo a su madre que se encontraba en la casa. Manuel intentó escaparse hacia la vivienda de un vecino, pero lo persiguen y lo detienen. Lo llevaron a su casa nuevamente donde le exigieron que entregara armas que supuestamente tenía en su poder.

“Me llevaron esposado con las manos atrás. En el trayecto me decían que si no decía la verdad, me iban a colocar una piedra y me iban a tirar al mar; con un corvo me pegaban en las costillas. Recuerdo bien la cara del hombre que me iba interrogando. Me llevaron  a la Primera Comisaría y me entregaron a carabineros  Estuve toda la tarde mirando hacia la pared. Primero entramos a un calabozo, estábamos todos apilados, hediondos, cochinos, como venían llegando más detenidos nos dejaron mirando hacia la pared hasta las 11 de la noche, calculo. Como a las 12 de la noche nos llevaron al estadio, en una micro con un militar en cada puerta. Llegamos y nos colocaron a todos de guata y con la manos en la nuca; estuvimos horas. Recuerdo que estaba así y nos amenazaban con que si levantábamos las manos, nos baleaban. Después nos llevaron a lo que eran las celdas; a mí me meten al camarín 2 y ahí estuvimos presos. De ahí empezamos a ubicar un lugar donde poder dormir, como era uno de los más jóvenes tuve que ceder el lugar a los más de edad para que durmieran en el suelo y yo me acomodé en un sitio donde guardaban los equipos de un club deportivo”.

El día para los detenidos se iniciaba a las 8 de la mañana, cuando salían de sus celdas para tomar un café y un pan y de ahí los enviaban a la cancha. Al almuerzo, comían porotos con un pan.  En víspera de Navidad y en Año Nuevo, el menú cambió a garbanzos. Gran parte del día lo pasaban en la cancha. Algunos caminaban de un lado para otro; otros, preferían sentarse en las tribunas y esperar.

“Nos exigían que diéramos nombres de nuestros compañeros”

Manuel dice que en el Estadio la situación se tornó crítica con lo interrogatorios.
“Cuando empezaban a llamar a los compañeros, era traumático, tiritaban, porque cuando volvían llegaban mal. Nos llevaban a una pieza oscura, nos vendaban los ojos y empezaban a decirnos que dijéramos donde teníamos las armas guardadas. Lo más crítico era que teníamos que denunciar a los compañeros de la UP. En mi calidad de detenido nunca di ningún nombre, sabiendo de muchos compañeros socialistas que eran de mi barrio Pedro de Valdivia, donde era dirigente de la JAP . Nunca di nombres y pienso que por eso nunca me dieron  la libertad. Me aplicaron muchas veces electricidad; cada cierto tiempo nos llamaban a interrogatorios“.

Con el tiempo, él y otro detenido, Sergio Pino, fueron nombrados mozos por  el capitán Sánchez, a cargo en ese tiempo.  “Teníamos que entregar las cosas que los familiares enviaban de afuera ya sea ropa o comida, teníamos que bajar los fondos con comida siempre llegaban de a dos en los camiones del Ejército, nosotros teníamos que bajarlos”.

Desde que el Estadio se convirtiera en centro de detención de la dictadura, el apoyo de la Iglesia Católica fue fundamental. El propio arzobispo de entonces, Manuel Sánchez concurrió varias veces al Estadio, y le encomendó la tarea al obispo Camilo Vial , quien frecuentemente visitaba a los presos y escuchaba a sus familiares que aguardaban en las afueras del recinto por alguna noticia.

“Mucha gente conversó con él y ya conocía quiénes éramos y nuestros padres, mi madre por ejemplo vivió todos los días el calvario de estar fuera del Estadio esperando noticias. El padre Camilo me decía: tu madre es una persona que vive en el Estadio, yo le digo que se quede en su casa, pero no es posible. Y me pedía que estuviera tranquilo, que rezara y que le pidiera al Señor que me ayudara a tener paciencia. El empezó a llevarnos películas sobre el nacimiento de Cristo y nos instalábamos en las tribunas mirando hacia la cancha donde se proyectaban en un telón y eso nos ayudaba a sentir que alguien se preocupaba por nosotros. La iglesia católica siempre estuvo y también estaba el pastor Sandoval, que  nos visitaba, porque había muchos evangélicos, recuerdo un grupo de llegó de Los Ángeles”, relata Manuel Pereira.

A medida que transcurría el tiempo y no había indicios de que los fueran a liberar pronto, les instalaron unos lavamanos de pizarreño debajo del tablero marcador para que pudiesen lavar su ropa, que después colgaban en las rejas del Estadio.

La visita de su padre y el recuerdo de Isidoro Carrillo

Recuerda claramente el día que su padre pudo visitarlo, en vísperas de Navidad. “Dejaron entrar un familiar por cada detenido y fue mi padre el que decidió ingresar. Apenas nos dieron media hora y como estábamos muy vigilados, había que hablar de cosas específicas no más.  Mi papá me preguntaba cómo me sentía, cómo me habían  tratado. Yo le decía que estábamos tranquilos y que nos daban comida. No podía decirle que  nos torturaban. Yo estuve vendado como cinco días, comía a tentones la comida, acompañado de otra persona que me guiaba. Sufrí mucha tortura… Me pedían que denunciara a mis compañeros. Una vez que me torturaron colgándome de los pies y metiendo mi cabeza en un balde con agua, di un nombre para que no me siguieran torturando de esa forma, era un personaje de derecha que conocí en el liceo. Con eso me dejaron de torturar”, relata.

De quien también tiene recuerdos bastante claros, es de Isidoro Carrillo, ex gerente de Enacar, quien permaneció detenido en el Estadio también antes de su fusilamiento.

“Lo conocí personalmente, llegó a nuestra celda y para mí fue como un padre en esos días, me quiso harto, quedó frente a mí. Estuvo como una semana el señor Carrillo. Le llegó una nota que iba a ser fusilado y se le puso el pelo blanco, la preocupación que él tenía, era impresionante y siempre estuvo acostado y meditando y cuando se paraba era para ir al baño, no lo dejaban salir a la cancha, cuando llegábamos en la tarde, ahí conversábamos y él contaba que lo iban a matar y me dio muchos consejos que siempre fuera noble, un buen joven, que siguiera mis principio hasta morir…”

Un gesto osado

Fueron cinco meses los que Manuel permaneció en el Estadio. En enero de 1974, cuando empieza la evacuación del recinto, los presos fueron divididos en grupos. No sabían cuál sería su destino. “Había mucho movimiento, filas de detenidos y harta incertidumbre. Nadie sabía nada”.

Hubo un grupo que fue trasladado al aeropuerto con destino desconocido. Después se sabría que los habían llevado hasta la ex oficina salitrera de Chacabuco, en la región del Antofagasta. Otro grupo, donde estaba Manuel, fue llevado a la Cárcel de Concepción, que entonces estaba ubicada en Chacabuco 70.

De ese momento, Gabriel Reyes, amigo de Manuel relata un episodio que a ambos se les quedó en la retina.

“Cuando nos separaron, nos pusieron una fila aparte y el Kike atravesó de donde estaba y llegó hasta la fila en que me encontraba y me regaló un Nuevo Testamento que tuve por muchos años, y que estaba dedicado. Quedamos todos paralizados cuando salió de la fila y atravesó la cancha, porque fue muy osado”, reconoce Gabriel. Y Manuel agrega: “Ya estábamos formados y no sabíamos a dónde  nos llevaban,  yo quería entregarle ese regalo porque era mi amigo. Lo pensé bastante y lo compartí con mi compañeros,  que me dijeron que no lo hiciera, lo hice igual y felizmente no me pasó nada…”

  Por M.Eliana Vega


Procesan a un exoficial de Carabineros y 3 exoficiales de la Armada por secuestro y torturas a obreros detenidos en la Isla Quiriquina en Talcahuano

Fuente :resumen.cl, 5 de Noviembre 2022

Categoría : Prensa

La ministra en visita extraordinaria para causas por violaciones a los derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Concepción, Yolanda Méndez Mardones, dictó auto de procesamiento en contra de ex coronel de Carabineros, por su responsabilidad en los delitos de secuestro con grave daño y aplicación de tormentos perpetrados a partir del 13 de julio de 1974 en la persona de Armando Eugenio Aburto Hermosilla, trabajador de la Compañía de Acero del Pacifico SA, planta Huachipato.

También dictó auto de procesamiento en contra de tres ex oficiales de la Armada, por su responsabilidad en los delitos de secuestro con grave daño y aplicación de tormentos al soldador de  ASMAR (Astilleros y Maestranzas de la Armada) Rubén Darío Oñate Alarcón, perpetrados en octubre de 1973, en Talcahuano e Isla Quiriquina.

Por Darío Núñez

En la resolución (causa rol 12-2018), la ministra Méndez Mardones procesó al ex oficial y agente operativo del Centro de Inteligencia Regional (CIRE), Sergio Arévalo Cid, en calidad de autor de los delitos de carácter de lesa humanidad en contra del trabajador siderúrgico, quien estuvo detenido en el Cuartel General de la III División de Ejército, la Cárcel Pública de Concepción y la Isla Quiriquina.

Trabajador de CAP

En la madrugada del 13 de julio de 1974, Armando Eugenio Aburto Hermosilla, entonces de 39 años de edad, fue detenido en su domicilio en calle Bulnes de la ciudad de Concepción. En su casa habitación irrumpió un grupo de agentes del CIRE comandados por José Francisco Puga Pascua (hoy fallecido), que pertenecía al Ejército, ordenándole que entregara todos los documentos del Partido Comunista, y al indicarles la víctima que no poseía tales documentos, le señalaron que estaba detenido.

La estructura del CIRE estaba dirigida por el Jefe de la Tercera División de Ejército y el Jefe de la Segunda Zona Naval, y estaba integrada, además, por diferentes funcionarios de las instituciones castrenses y de orden y seguridad, entre los que se cuenta a integrantes del SICAR (Servicio de Inteligencia de Carabineros), cuyo Jefe de Operaciones era el entonces capitán Sergio Arévalo Cid. Este mismo agente era quien encomendaba las labores de investigación sobre personas contrarias al régimen dictatorial y llevaba a cabo las detenciones con personal a su cargo.

En el presente caso, luego de detener a Armando Aburto Hermosilla, le ponen capucha, lo suben a un vehículo y lo conducen hasta dependencias de la Tercera División de Ejército, ubicada en pleno centro de la ciudad de Concepción, en calle Castellón con O'Higgins. Ya en ese lugar, lo dejaron en un gimnasio ubicado en el interior de ese recinto del Ejército, en donde había alrededor de 70 personas en condición de detenidas.

Para interrogarlo lo llevaron a una oficina, lugar donde le desnudaron y con un instrumento le aplicaron electricidad en las partes más sensibles del cuerpo, en las orejas, en los pezones y también en la zona genital, a través de un conductor eléctrico. Las sesiones de tortura se sucedían cada dos horas, y se prolongaron por cinco días; en el lugar había una radio prendida a todo volumen para que sus gritos no fueran escuchados y hacerle perder la noción del tiempo; asimismo, le hacían colocar las manos sobre la mesa, y cuando comenzaba a dormitar, venía uno de los agentes y por detrás le golpeaba fuertemente con las dos manos en los oídos, método de tortura que se conoce con el nombre de 'teléfono'.

Según antecedentes que obran en la causa iniciada en la época en el Tercer Juzgado Militar de Concepción, tenida a la vista, Armando Aburto Hermosilla fue detenido el 13 de julio de 1974 junto a otras nueve personas, y tras habérsele tomado declaración indagatoria fue ingresado a la cárcel pública de esta ciudad en libre plática, con fecha 19 de julio de 1974. Luego se suspendió la tramitación de dicha causa y los inculpados fueron "dejados en libertad" pero a disposición de la DINA, esto es, detenidos en otros recintos.

El afectado Armando Aburto Hermosilla permaneció prisionero hasta el 8 de abril de 1975, siendo sometido a torturas y apremios ilegítimos en los diversos lugares donde fue recluido: Cuartel General de la III División del Ejército, Cárcel Pública de Concepción, Campo de Prisioneros de Isla Quiriquina en Talcahuano y, finalmente, devuelto a la Cárcel Pública de Concepción.

La ministra Méndez Mardones señala en su resolución: "Que los ilícitos antes reseñados son, además, delitos de lesa humanidad, desde que los hechos punibles fueron perpetrados en un contexto de violaciones graves, masivas y sistemáticas a los Derechos Humanos de las personas detenidas, verificadas por agentes del Estado, que tenían a su disposición todos los medios materiales y económicos para llevar a cabo una política estatal de exclusión, hostigamiento, persecución y/o exterminio de ciudadanos que en fecha inmediata y posterior al 11 de septiembre de 1973 fueron sindicados de pertenecer o simpatizar con el régimen político depuesto por el gobierno militar que asumió el control del país desde la fecha indicada".

En tanto, el procesado Sergio Arévalo Cid se encuentra actualmente recluido en el Centro de Cumplimiento Penitenciario de Punta Peuco cumpliendo condena por otros delitos de derechos humanos, por lo que deberá ser notificado en dicho lugar de este nuevo procesamiento en su contra.

Trabajador de ASMAR secuestrado y torturado en Base Naval, Fuerte Borgoño e Isla Quiriquina

En otra causa llevada por la ministra, dictó auto de procesamiento en contra de tres ex oficiales de la Armada, por su responsabilidad en los delitos de secuestro con grave daño y aplicación de tormentos al soldador de  ASMAR (Astilleros y Maestranzas de la Armada) Rubén Darío Oñate Alarcón, perpetrados en octubre de 1973, en Talcahuano e Isla Quiriquina.

En la resolución (causa rol 13-2018, cuaderno O), la ministra procesó a los ex oficiales navales Luis Eduardo Kohler Herrera, José Raúl Cáceres González y Julio Humberto Salvador Alarcón Saavedra, en calidad de coautores de los delitos de carácter de lesa humanidad en contra del trabajador, quien estuvo detenido en el Fuerte Borgoño, la Base Naval de Talcahuano y la Isla Quiriquina.

En la investigación judicial, la ministra Méndez Mardones logró acreditar que Rubén Darío Oñate Alarcón, entonces de 30 años, que se desempeñaba como soldador en ASMAR, fue detenido el día 20 de octubre de 1973, cerca de las 12:00 horas, cuando se encontraba trabajando horas extras en el interior de un buque. En el hecho, fue llamado a cubierta por un Capitán, quien lo escoltó hasta la entrada de ASMAR donde lo esperaba el entonces Capitán de Corbeta de la Marina, Luis Eduardo Kohler Herrera, quien sin razón alguna le propina un culatazo en el pecho y otro que le da de lleno en la ceja derecha, y seguidamente da la orden de subirlo a una camioneta tipo jeep, boca abajo, en tanto que los soldados colocan las botas contra su cuello, y en esas condiciones lo trasladan hasta las instalaciones del Fuerte Borgoño, ubicado en la península de Tumbes.

Ya en el Fuerte Borgoño, el prisionero Rubén Oñate es conducido a una pieza, donde fue interrogado sobre una supuesta visita a Cuba, y como estimaran que el detenido estaba mintiendo, lo golpean ferozmente; acto seguido lo sacan al exterior y lo hacen correr por un camino inclinado, mientras algunos agentes le dan de patadas y una camioneta le pasa por encima de las piernas a la altura de las rodillas. También fue sometido a lo que se denomina 'submarino', consistente en sumergir su cabeza en agua con barro en una especie de laguna que había en el sector, y en otras oportunidades en un tambor con aguas servidas, orina y materia fecal, además de continuar golpeándolo, tras ser reanimado. Adicionalmente fue sometido a un simulacro de fusilamiento, en virtud del cual le vendaron los ojos y le pusieron un arma en la cabeza; asimismo, durante los días que permaneció en el Fuerte Borgoño, no recibió alimentos ni agua.

Tras siete días sometido a vejámenes, fue conducido al gimnasio de la Base Naval de Talcahuano, y después de un par de meses en ese lugar fue llevado a la Isla Quiriquina, donde permaneció hasta el 9 de mayo de 1974.

De igual modo, la ministra consigna en su resolución el carácter de delitos de lesa humanidad cometidos en este hecho. En la causa, la ministra en visita ordenó a la Brigada Investigadora de Delitos contra los DDHH de la PDI, notificar personalmente a los procesados Kohler Herrera y Cáceres González la resolución dictada, mientras que a Salvador Alarcón Saavedra, dicha diligencia será cumplida por funcionarios de Gendarmería, por encontrarse éste recluido en el Centro de Cumplimiento Penitenciario de Punta Peuco cumpliendo condena por otros delitos de derechos humanos.


"Chacabuco 70: De centro de la dictadura a centro comercial" documental aborda la historia de la cárcel transformada en supermercado en el centro de C

Fuente :resumen.cl, 10 de Septiembre 2023

Categoría : Prensa

En Chacabuco, llegando a Prat, estuvo uno de los principales centros de prisión y tortura de la región del Biobío en dictadura ¿Qué episodios ocurrieron ahí antes de convertirse en un supermercado? Ésa es una de las preguntas que pretende responder el corto documental Chacabuco 70 estrenado hoy 11 de septiembre.

¿Cuántas veces las y los penquistas han ido a comprar al supermercado ubicado en Chacabuco al llegar a Prat sin saber lo que ese lugar significó en la historia reciente del país?

Eso es lo que intenta develar Chacabuco 70: De centro de la dictadura a centro comercial, un corto documental realizado por la plataforma creativa Cuxé, el cantautor y periodista Pancho Relámpago, junto con el periodista Alejandro Baeza, que rescata la historia de la ex cárcel pública de Concepción que fue utilizada por la dictadura como uno de los principales centros de detención en la región y que en 1988 sus dependencias fueron vendidas al actual director de Aguas Andinas para la instalación de un supermercado, en un nuevo episodio del aplastante irrespeto por la memoria en esta ciudad.

En el mes de noviembre de 1973 había 43 detenidos a disposición del Ejército, 17 a disposición de la Armada y 13 condenados por Consejos de Guerra. Los 43 detenidos del Ejército estaban alojados en el teatro de la Cárcel de Concepción, de 16–10 metros; los 17 de la Armada en un ala distinta del edificio; y los condenados por Consejo de Guerra junto a los reos comunes en dormitorios, donde permanecían hacinados, consignan los informes Rettig y Valech.

El trabajo audiovisual rescata de primera fuente los testimonios de algunos de los casos más emblemáticos de prisioneros que pasaron por el recinto como Mario Patricio Cordero, parte del grupo de marinos constitucionalistas presos por intentar evitar el golpe al interior de la Armada; la despedida de Vasili Carrillo con su padre, Isidoro Carrillo, antes de ser fusilado en octubre de 1973; el duelo de Galo Acevedo, hijo de Sebastián Acevedo, al interior de Chacabuco 70 tras la inmolación de su padre; la solidaridad con los presos, relatada por María Angélica Fuica, visitante habitual de esta prisión en los ochenta; la publicación de un libro del periodista y entonces encarcelado, Ignacio Vidaurrázaga, el cual contaba con dibujos de su hermano Fernando, quien fue ejecutado en septiembre de 1986 como represalia de los militares tras fallido tiranicidio.

¿Sabías que ahí se torturó? ¿Sabías que ahí fue la última despedida antes de un fusilamiento? ¿Sabías que ahí un hombre lloraba por la inmolación de su padre? ¿Sabías que ahí se publicó el libro de un asesinado? ¿Sabías que ahí la dictadura empezó el 03 de septiembre?

por Alejandro Baeza